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4. REINICIAR EL EQUIPO: SER POCO RAZONABLE Y TOTALMENTE DIRECTO

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«—¿Podría decirme qué camino debo tomar?

—Eso depende en gran medida de adónde quieras ir —dijo el gato.

—No me importa mucho... —respondió Alicia.

—Entonces no importa hacia dónde vayas.»

LEWIS CARROLL, Alicia en el país de las maravillas

«El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable persiste en intentar adaptar el mundo a él. Por consiguiente, todo progreso depende del hombre irrazonable.»

GEORGE BERNARD SHAW, Máximas para revolucionarios

Primavera de 2005, Princeton, Nueva Jersey

Tuve que sobornarles. ¿Qué otras opciones tenía?

Formaron un círculo a mi alrededor y, aunque la formulaban de distintas maneras, la pregunta siempre era la misma: «¿Cuál es el desafío?». Todas las miradas estaban fijas en mí.

Mi clase en la Universidad de Princeton acababa de terminar, despertando ilusiones y entusiasmo. Al mismo tiempo, yo sabía que la mayoría de los estudiantes saldrían de allí y harían de inmediato lo contrario de lo que yo había predicado.

La mayoría acabaría currando 80 horas semanales llevando y trayendo cafés a cambio de un buen sueldo a menos que yo les demostrase que los principios de la clase podían aplicarse a la vida real.

Ahí es donde entra el desafío.

Ofrecí un billete de ida y vuelta a cualquier lugar del mundo a cualquiera que llevase a cabo un «desafío» indefinido de la forma más personal posible. Resultados y originalidad. Les dije que los interesados se reuniesen conmigo después de clase y allí estaban, casi 20 de una clase de 60.

La tarea estaba pensada para sondear los límites de su zona de comodidad, obligándoles a aplicar algunas de las tácticas que enseño. Era sencillísimo: contactar con tres personas a las que aparentemente fuese imposible llegar —Jennifer López, Bill Clinton, J. D. Salinger, me daba igual— y conseguir que al menos uno respondiese a tres preguntas.

De 20 estudiantes, todos ellos salivando por ganar un garbeo gratis por el mundo, ¿cuántos aceptaron el desafío?

Exacto... ninguno. Ni uno.

Hubo excusas de todo tipo: «No es tan fácil conseguir que alguien...», «Tengo un trabajo importante que terminar, y... », «Me encantaría, pero no puedo hacerlo...». Sin embargo, la razón de no hacerlo era una, aunque repetida con distintas palabras. Era un desafío difícil, quizás imposible, y los demás estudiantes les ganarían. Como todos sobrevaloraron a la competencia, ninguno apareció.

Según las reglas que yo había fijado, si alguien me hubiese enviado aunque fuese un papel con un párrafo ilegible, habría estado obligado a darle el premio. Este resultado me dejó a la vez fascinado y deprimido.

Al año siguiente las cosas fueron muy diferentes.

Conté lo ocurrido el curso anterior a modo de advertencia y 6 de 17 estudiantes finalizaron la misión en menos de 48 horas. ¿El segundo grupo era mejor? No. De hecho, en el primero había estudiantes más brillantes, pero no hicieron nada. Mucho lirili y poco lerele.

El segundo grupo se creyó a pies juntillas lo que les dije antes de empezar, que era…

Hacer lo insensato es más fácil que hacer lo sensato

Desde contactar con multimillonarios a confraternizar con celebridades —el segundo grupo de estudiantes hizo las dos cosas—… si crees que puedes hacerlo, lo harás.

Se está solo en la cima. El noventa y nueve por ciento de la gente de este mundo está convencida de que es incapaz de lograr grandes cosas, así que aspiran a ser mediocres. El grado de competencia para alcanzar metas «realistas» es, por tanto, feroz, lo que paradójicamente hace que conseguirlas exija más tiempo y más energía. Es más fácil reunir 10.000.000 que 1.000.000. Es más fácil ligar con la chica espectacular del bar que con las cinco guapas.

Si eres inseguro, ¿sabes qué? El resto del mundo también. No sobrevalores a la competencia y te minusvalores a ti. Eres mejor de lo que crees.

Las metas insensatas y poco razonables son más fáciles de conseguir por otra razón más.

Una meta enormemente grande supone un chute de adrenalina que te proporciona el aguante necesario para superar las inevitables dificultades y tribulaciones que acompañan a la consecución de cualquier meta. Las metas realistas, las encuadradas en el grado de ambición medio, no motivan y no te impulsarán más allá del primer o segundo problema, momento en el que tirarás la toalla. Si la recompensa potencial es mediocre o media, no te esforzarás. Yo saltaría montañas por un viaje en catamarán por las islas griegas, pero quizá no cambiase de cereal de desayuno por un fin de semana en Columbus, Ohio. Si me decanto por lo segundo porque es «realista», no tendré el entusiasmo suficiente para derribar el menor obstáculo para conseguirlo. Pensando en las cristalinas y límpidas aguas y el vino delicioso de Grecia, estoy preparado para batallar por un sueño que merece la pena ser soñado. Aunque la dificultad de consecución en una escala del 1 al 10 parece ser 10 y 2, respectivamente, es más probable que Columbus se quede por el camino.

La pesca es mejor donde hay menos pescadores y la inseguridad colectiva del mundo hace más fácil ganar por goleada si todos los demás quieren empatar. Es así: hay menos competencia para alcanzar grandes metas.

Hacer cosas grandes empieza por pedirlas correctamente.

¿Qué quieres? Antes que nada, que formules mejor la pregunta

La mayoría de la gente nunca sabrá lo que quiere. Yo no sé lo que quiero. Pero si me preguntas qué quiero hacer en los próximos cinco meses en cuanto a aprender idiomas, sí que lo sé.

El quid está en ser específico. «¿Qué quieres?» es demasiado vago para producir una respuesta con sentido y que te empuje a actuar. Olvídalo.

«¿Cuáles son tus objetivos?» se presta inevitablemente a confusión y conjeturas. Para reformular la pregunta, necesitamos dar un paso atrás y mirar la situación en su conjunto.

Supongamos que tenemos diez metas y las conseguimos: ¿cuál es el resultado buscado que hace que todo ese esfuerzo haya merecido la pena? La respuesta más habitual, que yo mismo habría apuntado hace cinco años: ser feliz. Ya no pienso que ésta sea la respuesta acertada. La felicidad puede comprarse con una botella de vino y se ha vuelto un término ambiguo de tanto usarlo. Hay una alternativa más precisa que refleja el que creo que es el objetivo real.

Te pido un poco más de paciencia. ¿Qué es lo contrario de la felicidad? ¿La tristeza? No.

Igual que el amor y el odio son dos caras de la misma moneda, la felicidad y la tristeza también lo son. Llorar de felicidad lo ilustra perfectamente.

Lo contrario del amor es la indiferencia, y lo contrario de la felicidad —y éste es el quid de la cuestión— es el aburrimiento.

Ilusión es el sinónimo llevado a la práctica de felicidad y es precisamente lo que deberías aspirar a conseguir. Es el curalotodo. Cuando te aconsejan que te dediques a tu «pasión» o a «lo que te haga feliz», en mi opinión se están refiriendo al mismo concepto: ilusión.

Lo que nos devuelve a donde partimos. La pregunta que debes hacerte no es «¿Qué quiero?» o «¿Cuáles son mis objetivos?», sino «¿Qué me hace ilusión?».

TDA del adulto: Trastorno Deficitario en Aventura

Entre el momento de acabar la facultad y el segundo trabajo, una matraquilla se cuela en tu diálogo interior. Sé realista y deja de aparentar que la vida es como las películas.

Si tienes cinco años y dices que quieres ser astronauta, tus padres te dicen que puedes ser lo que tú quieras. Es inofensivo, como contarle a un niño que existe Papá Noel. Si tienes 25 y anuncias que quieres montar un circo, la reacción es distinta. Pon los pies en el suelo, hazte abogado, contable o médico, ten niños y críalos para que repitan el ciclo.

Si consigues ignorar a quienes dudan de ti y empiezas tu propio negocio, por ejemplo, el TDA no desaparece. Eso sí, adopta otra forma.

Cuando empecé BrainQUICKEN LLC en 2001, lo hice con un objetivo claro en mente: ganar 1.000 dólares al día, ya estuviera dándome de cabezazos con el portátil o cortándome las uñas de los pies en la playa. Iba a ser una fuente automatizada de dinero. Si repasas mi cronología, es obvio que esto no ocurrió hasta que me vi forzado a ello por un fallo irrecuperable del sistema, a pesar de que el requisito ingresos se había cumplido. ¿Por qué? La meta era demasiado general. No había precisado actividades alternativas que sustituyesen al trabajo que me ocupaba antes.

Por consiguiente, seguí trabajando aunque ya no necesitase el dinero. Necesitaba sentirme productivo, y trabajar era mi único vehículo para conseguirlo.

Ésta es la razón por la que la mayoría trabaja hasta morir: «Trabajaré hasta que tenga X dólares y luego haré lo que quiera». Si no defines las actividades alternativas que constituyen «lo que quiera», la cifra X crecerá infinitamente para evitar la temible incertidumbre de ese vacío.

Entonces es cuando tanto empleados como emprendedores se convierten en gordos al volante de un BMW rojo.

El gordo al volante del bMW rojo descapotable

Ha habido varios momentos en mi vida —uno de ellos, justo antes de que me echaran de TrueSAN y justo antes de que huyese de Estados Unidos para no acabar entrando con una metralleta en un McDonald’s— en que me vi en el futuro como otro gordo al volante del BMW fruto de su crisis de mediana edad. No tuve más que mirar a quienes iban por el mismo camino que yo 15 o 20 años por delante, ya fuesen directores de ventas o emprendedores del mismo sector, y se me pusieron los pelos de punta.

La fobia era tan aguda y una metáfora tan perfecta de la suma de todos los miedos, que se convirtió en una forma de romper ciertas pautas de conducta entre mi colega emprendedor y diseñador vital Douglas Price y un servidor. Doug y yo hemos recorrido sendas paralelas durante casi cinco años, afrontando los mismos retos e inseguridades, por lo que hemos seguido de cerca el estado psicológico del otro. Parece que nuestras épocas de bajón se alternan, así que formamos un buen equipo.

Siempre que uno de los dos empieza a aspirar a logros más modestos, a perder la fe o a «aceptar la realidad», el otro interviene raudo por teléfono o correo electrónico como un padrino de Alcohólicos Anónimos: «Tío, ¿te estás convirtiendo en el gordo calvo del BMW rojo descapotable?». La visión es tan terrorífica que siempre volvemos al buen camino con nuestras prioridades claras en un segundo. Lo peor que podría pasarte no sería estrellarte y arruinarte, sino aceptar el aburrimiento terminal como estado tolerable indefinido.

Recuerda: el aburrimiento es el enemigo, no el «fracaso» en abstracto.

Corregir el rumbo: vuélvete insensato

Hay un proceso que yo he utilizado, y aún utilizo, para dar emoción a mi vida o corregir el rumbo cuando el gordo del BMW asoma su desagradable cabeza. De una forma u otra, es el mismo proceso que aplican los NR más admirables que he conocido en todo el mundo: el onirograma.

El onirograma se llama así porque consiste en poner plazos de consecución a lo que muchos considerarían sueños.

Se parece mucho a fijarse metas, aunque difiere de ello en varios aspectos fundamentales:

1. Las metas pasan de ser deseos ambiguos a pasos bien definidos.

2. Para ser eficaces, las metas no pueden ser realistas.

3. Pretende encontrar actividades que llenen el vacío que se crea al eliminar el trabajo. Vivir como un millonario exige hacer cosas interesantes, no sólo poseer cosas envidiables.

Ahora te toca pensar a lo grande.

Cómo conseguir hablar por teléfono con George bush padre o el gerente de Google

El artículo incluido a continuación, titulado «Fracasar mejor», escrito por Adam Gottesfeld, analiza cómo enseño a los estudiantes de Princeton a contactar con grandes directivos del mundo de los negocios o con celebridades de diversa índole. Debido a su extensión, he recortado algunos fragmentos.

La gente es muy aficionada a usar el dicho que reza «no es importante lo que sabes, sino a quién conoces» como excusa para no hacer nada, como si todo aquel que ha alcanzado el éxito hubiera nacido teniendo amigos muy poderosos.

Tonterías.

Aquí se demuestra cómo la gente normal construye redes fuera de lo normal.

Fracasar mejor

por ADAM GOTTESFELD

A la mayoría de los alumnos de Princeton les gusta postergar el momento de escribir los trabajos que les encarga un profesor. Ryan Marrinan, de Los Ángeles, no era una excepción. Sin embargo, mientras la mayoría de los estudiantes universitarios dedicaban su tiempo a actualizar sus perfiles de Facebook o a ver vídeos en YouTube, Marrinan hablaba de budismo soto zen por correo electrónico con Randy Komisar, un socio de la empresa Kleiner Perkins Caufield and Byers, y, también por correo electrónico, le preguntaba a Eric Schmidt, gerente de Google, cuál había sido el momento más feliz de su vida (respuesta de Schmidt: «Mañana»).

Antes de mandarle ese correo electrónico, Marrinan nunca había hablado con Komisar, y sólo había visto brevemente a Schmidt, que pertenecía al consejo de administración de Princeton, cuando asistió a una reunión académica de los miembros de dicho consejo celebrada en noviembre. Marrinan, que se definía a sí mismo como «un muchacho tímido por naturaleza», dijo que nunca se hubiera atrevido a mandar un correo electrónico a dos de los hombres más poderosos de Silicon Valley de no haber sido por Tim Ferriss, que dio una charla en la clase «Empresa y altas tecnologías» del profesor Ed Zschau. Ferriss desafió a Marrinan y a sus compañeros a contactar con famosos y gerentes de grandes empresas para conseguir las respuestas a lo que siempre habían deseado preguntarles.

Como incentivo extra, Ferriss prometió un billete de avión de ida y vuelta a cualquier lugar del mundo al estudiante que hablara con la persona más difícil de contactar y le planteara la pregunta más complicada.

«Creo que el éxito puede medirse según el número de conversaciones incómodas que estás dispuesto a mantener. Tengo la sensación de que si puedo ayudar a los estudiantes a superar el miedo al rechazo con correos electrónicos y llamadas telefónicas no solicitadas, eso les será útil siempre —dijo Ferris—. Es fácil venderse barato, pero cuando ves que tus compañeros de clase reciben respuestas de gente como [el ex presidente] George Bush o los gerentes de Disney, Comcast, Google o HP y de docenas de personas muy difíciles de contactar, eso te obliga a replantearte las limitaciones que tú mismo te has impuesto.» Ferriss instruye a los alumnos de «Empresa y altas tecnologías» cada semestre sobre cómo crear un punto de partida y diseñar un estilo de vida ideal.

«Participo en este concurso todos los días —afirma Ferriss—. Hago lo que hago siempre: si es posible, localizo una dirección de correo electrónico de alguien, a menudo a través de blogs personales poco conocidos; mando un mensaje de dos o tres párrafos en el que explico que conozco su trabajo y planteo una pregunta fácil de responder pero que le haga reflexionar acerca de su profesión o su filosofía de vida. El objetivo es iniciar un diálogo a fin de que puedan responder a futuros mensajes..., no para pedir ayuda. Eso sólo puede ocurrir después de al menos dos o tres intercambios de mensajes.»

Con la «puesta en práctica de la técnica de Tim Ferriss», como la llama él, Marrinan pudo establecer un vínculo con Komisar. En su primer correo electrónico comentaba que había leído uno de los artículos de Komisar publicados en la Harvard Business Review y que eso le impulsó a preguntarle: «¿Cuál ha sido el momento más feliz de su vida?». Después de que Komisar le respondiera con referencias al budismo tibetano, Marrinan dijo: «De la misma forma que no se puede explicar con palabras la verdadera felicidad, no tengo palabras para expresarle mi agradecimiento». Este correo electrónico incluía una traducción del francés hecha por el propio Marrinan de un poema de Taisen Deshimaru, antiguo maestro europeo de soto zen. Se había establecido una relación por correo electrónico, y Komisar incluso le mandó un mensaje a Marrinan unos días después con un vínculo de un artículo sobre la felicidad publicado en el New York Times.

Contactar con Schmidt era un desafío más grande. Para Marrinan, la parte más difícil fue conseguir la dirección de correo personal de Schmidt. Le mandó un mensaje a una profesora de Princeton solicitándosela, pero no obtuvo respuesta. Dos semanas después, volvió a mandarle otro mensaje a esa misma profesora, y defendió su solicitud diciéndole que ya conocía a Schmidt. La profesora no se la dio, pero Marrinan se negó a tirar la toalla. Le escribió un tercer mensaje: «¿Nunca hace excepciones?», le preguntó. Finalmente, la profesora cedió y le pasó la dirección de correo electrónico de Schmidt.

«Sé que algunos compañeros de clase prefirieron seguir la técnica de mandar correos de forma indiscriminada, y con cierto éxito, pero ése no es mi estilo —dijo Marrinan, explicando su perseverancia—. Me enfrento al rechazo con la insistencia, no apuntando en muchas direcciones. Mi máxima se la debo a Samuel Beckett, uno de mis héroes personales: “Lo has intentado. Has fracasado. No importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”. No os creeríais lo que uno es capaz de conseguir al intentar lo imposible si tiene valor para fracasar mejor repetidamente.»

Nathan Kaplan, otro participante en el concurso, estaba muy orgulloso de la forma en que pudo contactar con el antiguo alcalde de Newark, Sharpe James. Teniendo en cuenta que había hecho una campaña para colaborar con Al Sharpton, en la página web www.fundrace.org figuraba la dirección del domicilio de James. Entonces, Kaplan escribió la dirección de James en un buscador de números de teléfono por direcciones y allí consiguió el del ex alcalde. Kaplan dejó un mensaje para James y unos días después pudo preguntarle cómo fue su educación cuando era un niño.

Ferriss se siente muy orgulloso del esfuerzo que los estudiantes han dedicado a este concurso. «La mayoría de la gente es capaz de hacer cosas absolutamente impresionantes —dijo—. A veces, lo único que necesitan es un empujoncito.»

P y A: PREGUNTAS Y ACCIONES

«El vacío existencial se manifiesta principalmente a través de un estado de aburrimiento.»

VIKTOR FRANKL, superviviente de Auschwitz, fundador de la logoterapia y autor de El hombre en busca de sentido

«La vida es demasiado corta para ser pequeña.»

BENJAMIN DISRAELI

Trazar tus onirogramas será divertido y también difícil. Si te cuesta mucho, es signo de que realmente necesitas hacerlos. Para ahorrar tiempo, recomiendo utilizar las calculadoras automáticas y formularios que encontrarás en www.fourhourblog.com.

Básate en la hoja de cálculo modelo de la página 90 para completar los siguientes pasos:

1. ¿Qué harías si no pudieses fracasar de ninguna manera?

¿Y si fueses diez veces más listo que el resto del mundo? Fija dos fechas futuras —una 6 meses hacia adelante y otra, 1 año— y escribe cinco cosas como máximo que sueñas con tener (pueden ser materiales o no: casa, coche, ropa, etc.), ser (un gran cocinero, conversador decente en chino, etc.) y hacer (visitar Tailandia, investigar tus orígenes en el extranjero, correr encima de un avestruz, etc.) en ese orden. Si te resulta difícil saber qué quieres en alguna categoría, como le ocurrirá a casi todo el mundo, piensa en cosas que detestas o temes en cada una y escribe lo contrario. No te pongas límites y no te preocupes pensando en cómo vas a conseguir lo que anotes. Por ahora eso no tiene importancia.

Es un ejercicio de antirrepresión.

Ten cuidado de no criticarte o engañarte a ti mismo. Si lo que quieres de verdad es un Ferrari, no escribas «acabar con el hambre en el mundo» porque te sientes culpable. El sueño de algunos será la fama; para otros, la fortuna o el prestigio. Todos tenemos vicios e inseguridades. Si hay algo que te haría sentirte más valioso, ponlo. Yo tengo una moto de carreras y aparte del hecho de que amo la velocidad, me hace sentir que soy guay cuando la monto. No hay nada de malo en ello. Escríbelo todo.

2. ¿Que te has quedado en blanco?

A pesar de echar infinitas pestes sobre los obstáculos que no les dejan avanzar, a la mayoría de gente le resulta muy difícil saber cuáles son los sueños concretos que se les está impidiendo realizar. El bloqueo aparece sobre todo en la categoría «hacer». Si éste es tu caso, hazte estas preguntas:

a. ¿Qué harías, en tu día a día, si tuvieras 100 millones de dólares en el banco?

b. ¿Con qué te levantarías ilusionado cada mañana para vivir un nuevo día?

No te apresures; piénsatelo unos minutos. Si sigues bloqueado, completa los cinco puntos de «hacer» con esto:

• Un lugar que visitar.

• Una cosa que quieras hacer antes de morirte (un recuer-

do para toda la vida).

• Una cosa que hacer todos los días.

• Una cosa que hacer todas las semanas.

• Una cosa que siempre hayas querido aprender.

3. ¿Qué tienes que hacer para «ser»?

Transforma cada «ser» en un «hacer» para poder llevarlo a la práctica. Identifica una acción que caracterice este estado de ser o una tarea que significaría que lo has logrado. Suele ser más fácil pensar en cosas que quieras «ser» antes, pero esta columna no es más que un almacén temporal de cosas para «hacer» más adelante. Algunos ejemplos:

• Gran cocinero, preparar la cena de Navidad sin ayuda.

• Conversador decente en chino, mantener una charla de

cinco minutos con un compañero de trabajo chino.

4. ¿Cuáles son los cuatro sueños que lo cambiarían todo?

Centrándote en el plazo de 6 meses, marca con un asterisco o señala de alguna forma los sueños más emocionantes o importantes de cada una de las columnas. Repite el proceso con el plazo de 1 año si así lo deseas.

5. Determina el coste de estos sueños y calcula tus IMO (Ingresos Mensuales Objetivo) para ambos plazos.

Si fuesen financiables, ¿cuánto costaría mensualmente cada uno de los cuatro sueños (alquiler, hipoteca, cuotas de un pago aplazado, etc.)? Empieza a pensar en tus ingresos y gastos en términos del dinero que entra cada mes —dólares que entran y dólares que salen— en lugar de en sumas totales. Las cosas a menudo cuestan muchísimo menos de lo que te esperas. Por ejemplo, un Lamborghini Gallardo Spyder, recién salido del concesionario a un precio de 260.000 dólares, puede conseguirse por 2.897,80 dólares al mes. Yo encontré mi coche preferido, un Aston Martin DB9 con 1.000 millas en eBay por 136.000, o sea, 2.003,10 al mes. ¿Qué tal suena un viaje alrededor del mundo (Los Ángeles, Tokio, Singapur, Bangkok, Delhi o Bombay, Londres, Frankfurt, Los Ángeles) por 1.399 dólares?



Para calcular algunos de estos costes, los Trucos y utensilios reseñados al final del Capítulo 14 serán de gran ayuda.

Para terminar, calcula tus Ingresos Mensuales Objetivo (IMO) para hacer realidad estos onirogramas. Así se hace: primero suma cada una de las columnas A, B y C, contando sólo los cuatro sueños que has seleccionado. El total de algunas será cero; no pasa nada. Luego añade tus gastos mensuales totales × 1,3 (el 1,3 equivale a tus gastos más un colchón del 30% en ahorros o simplemente por seguridad). Esta suma total es tu IMO y el objetivo que debes recordar durante el resto del libro. A mí me gusta dividir este IMO entre 30 para llegar a mi IDO (Ingresos Diarios Objetivo). Me es más fácil trabajar con un objetivo diario. Las calculadoras en línea de nuestra web complementaria harán todo el trabajo por ti, por lo que este paso es pan comido.

Es muy posible que la cifra resultante sea menor de lo que te esperabas y a menudo disminuye con el tiempo a medida que sustituyas cada vez más «tener» por «hacer» una vez en la vida. La movilidad fomenta esta tendencia.

Aunque el total te asuste, ni te inmutes. He ayudado a estudiantes a conseguir más de 10.000 dólares al mes de ingresos extras en tres meses.

6. Especifica tres pasos para cada uno de los cuatro sueños en el plazo de 6 meses y da el primero ya.

Yo no creo mucho en la planificación a largo plazo y en las metas lejanas. De hecho, hago onirogramas a 3 y a 6 meses.

Cálculo de un onirograma – Otra buena opción

Puede que haya una manera distinta de abordar los objetivos a un mes vista y los más específicos. Aplicaré tu ejemplo para el pago mensual de un Aston Martin, del sueldo de un mes de un ayudante personal y de un viaje a la costa de Croacia. Mientras que los dos primeros deberían incluirse en su totalidad en los ingresos mensuales previstos, el viaje debería dividirse entre el número de meses que transcurrirán entre ahora y el tiempo total del onirograma.

Esto es lo que correspondería a un onirograma de 6 meses:

Aston Martin = 2.003 al mes

Ayudante personal = 400 al mes

Viaje a Croacia = 934 en total, esto es, 934/6 al mes

Ahora, en el libro y en la hoja de cálculo tenemos (2.003 + 400 + 934) × 1,3 gastos mensuales = Ingresos Mensuales Objetivo (IMO).

Sin embargo, creo que debería ser (2.003 + 400 + 934/6 ) × 1,3 gastos mensuales = IMO.

O, en general: [Objetivos mensuales + (Objetivos específicos/Meses totales)] × 1,3 gastos mensuales = IMO.

JARED, presidente de SET Consulting

Las variables cambian demasiado y la distancia en el futuro se convierte en una excusa para retrasar pasar a la acción. Así pues, el objetivo de este ejercicio no es detallar cada paso de principio a fin, sino fijar la meta final, el medio necesario para alcanzarla (IMO, IDO) e ir cogiendo impulso dando esos cruciales primeros pasos. A partir de ese punto, es cuestión de liberar tiempo y generar el IMO, tema que trataremos en los siguientes capítulos.

Primero centrémonos en esos cruciales primeros pasos. Decide qué tres pasos darás para que cada sueño esté más cerca de convertirse en realidad.

Piensa en acciones —sencillas y bien definidas— que llevar a cabo ahora, mañana (antes de las 11 de la mañana) y al día siguiente (de nuevo, antes de las 11 de la mañana).

Cuando tengas tres pasos para cada uno de los cuatro objetivos, realiza las acciones de la columna «ahora». Ya. Todas deben ser lo suficientemente sencillas como para finalizarlas en cinco minutos como máximo. Si no, táchalas. Si es de noche y no puedes llamar a alguien, haz otras cosas, como enviar un correo electrónico y programa la llamada para primera hora de la mañana.

Si la fase siguiente es algún tipo de investigación, llama a alguien que sepa la respuesta en lugar de perder demasiado tiempo buscando en libros o en internet, lo que puede provocarte parálisis por exceso de análisis.

El mejor primer paso, lo que yo recomiendo hacer, es encontrar a alguien que haya hecho ya lo que tú quieres y pedirle que te cuente cómo lo hizo. No es difícil.

Otras opciones son concertar una reunión o una llamada con un entrenador, mentor o vendedor para ir tomando impulso. ¿Puedes programar una clase particular o comprometerte a asistir a una reunión que te avergüence cancelar? Utiliza la culpa a tu favor.

Mañana se convierte en nunca. No importa cuán pequeña sea la tarea, ¡da el primer paso ya!

RETO ANTICOMODIDAD

Las acciones más importantes nunca son cómodas.

Afortunadamente, es posible condicionarte a la incomodidad y vencerla. Yo me he entrenado para proponer soluciones en lugar de pedirlas, obtener las respuestas que deseo en lugar de reaccionar y ser asertivo sin quemar puentes. Para vivir de forma distinta al resto, necesitas practicar el hábito poco extendido de tomar decisiones, para ti y para los demás.

A partir de este capítulo, te conduciré a través de ejercicios progresivamente más incómodos, muy sencillos. Algunos te parecerán engañosamente fáciles e incluso irrelevantes (como el siguiente) hasta que los pruebas. Tómatelo como un juego y espera sentir nervios y sudor frío: de eso se trata. La mayoría de los ejercicios tienen que practicarse durante dos días. Anota el ejercicio del día en tu calendario para no olvidarlo y no trates de hacer frente a más de un reto anticomodidad a la vez.

Recuerda: existe una correlación directa entre una esfera de comodidad más amplia y conseguir lo que quieres.

Allá vamos.

Aprende a mirar fijamente a los ojos (2 días)

Mi amigo Michael Ellsberg inventó unas reuniones de solteros llamadas «Mírame a los ojos».

Es igual que las citas rápidas pero diferente en un aspecto fundamental: no se permite hablar. Consiste en mirar fijamente a los ojos de tu pareja durante tres minutos. Si vas a una de esas reuniones, te queda muy claro que la mayoría de la gente se siente incomodísima haciendo esto. Los próximos dos días, mira fijamente a los ojos de los demás —puede ser gente que te cruces por la calle o con quien estés hablando— hasta que ellos aparten la mirada. Consejos:

1. Concéntrate en un ojo y no olvides pestañear de vez en cuando para no parecer un psicópata o que te den de leches.

2. Mientras hables con alguien, mantén el contacto visual cuando tengas la palabra. Mientras escuchas es más fácil.

3. Practica con gente más mayor o más segura de sí misma que tú. Si un transeúnte te pregunta qué demonios miras, sonríe y dile «Lo siento, te he confundido con un viejo amigo».

La semana laboral de 4 horas

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