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SOBRE ESTE LIBRO… Y LAS OLIMPIADAS DEL DESARROLLO

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Este libro es una respuesta a vuestras peticiones. Habéis pedido que os aclare con más detalle algunas estrategias sobre las que estáis confundidos, así como que os dé soluciones a una extensa variedad de problemas. Además, muchos de vosotros me habéis solicitado pautas específicas para cada edad. Aquellos que habéis leído mis libros anteriores sabéis que no soy una gran aficionada a las tablas por edades, nunca lo he sido. Los retos a los que se enfrentan los bebés se pueden clasificar en categorías bien definidas. Por supuesto, es cierto que los bebés y los niños pequeños generalmente dan los grandes pasos en su desarrollo en momentos estipulados, pero lo normal es que no ocurra nada malo con aquellos que no siguen las pautas marcadas. Con todo, en respuesta a vuestras peticiones de mayor claridad y especificación, aquí he adaptado varias técnicas según distintos grupos de edades: del nacimiento a las seis semanas, de las seis semanas a los cuatro meses, de los cuatro a los seis meses, de los seis a los nueve meses, de los nueve meses al primer año, de uno a dos años y de los dos a los tres años. Mi intención es proporcionaros una mejor comprensión de cómo piensa vuestro hijo y de cómo ve el mundo. En cada capítulo, no describo necesariamente todas las categorías por edades, sino que dependerá del tema que estemos tratando. Por ejemplo, en el capítulo 1, que explica el método E. A. S. Y., hablo solamente de los primeros cinco meses, porque entonces es cuando los padres tienen dudas sobre la rutina, mientras que, en el capítulo 4, que trata acerca de gatear y dormir, empiezo a los seis meses, que es cuando comenzamos a introducir los alimentos sólidos.

Os habréis dado cuenta de que los tramos de edad son bastante amplios. De esta manera, se contemplan variaciones entre los distintos niños. Además, no quiero que mis lectores entren en lo que yo denomino las «olimpiadas del desarrollo»; es decir, comparar los progresos o los problemas de un niño con los de otro o sentir inquietud si su pequeño o pequeña no encaja en los parámetros de un perfil de edad determinado. He presenciado con demasiada frecuencia reuniones de madres que quedaban para que sus hijos jugaran juntos y que tenían bebés nacidos aproximadamente en la misma época. De hecho, muchas de ellas se conocieron en la sala de espera de la clínica o en las clases de preparto. Aparentemente, las mamás se sientan a charlar, pero yo puedo ver cómo observan a los bebés de las demás, haciendo comparaciones y preguntas. Aunque una madre no diga nada en voz alta, casi puedo oírla cuando piensa: «¿Por qué mi Claire, que es sólo un par de semanas más joven que Emmanuel, es más pequeña que él? Y mira a Emmanuel, encima ya está intentando ponerse de pie..., ¿por qué Claire no lo hace todavía?». En primer lugar, en la vida de un bebé de tres meses, dos semanas son mucho tiempo ¡representan una sexta parte de su vida! En segundo lugar, leer tablas de edades, en general, suele elevar las expectativas de los padres. Y tercero, los niños poseen diferentes habilidades y puntos fuertes. Quizás Claire camine más tarde que Emmanuel (o no; es demasiado pronto para saberlo), pero también puede que empiece a hablar antes.

Os recomiendo que leáis todas las etapas, puesto que ciertos problemas que se presentan al principio pueden persistir más adelante; no es inusual que un problema propio de un bebé de dos meses aparezca a los cinco o seis. Y, por otro lado, vuestro hijo puede estar más avanzado en algún aspecto que no corresponda a su edad; por eso es una buena idea que tengáis ciertas nociones de lo que os espera.

También creo que existen los «momentos óptimos»: las mejores edades para enseñarle al niño alguna habilidad en particular, como dormir toda la noche; o para introducir un nuevo elemento en su vida, por ejemplo el biberón, si hasta ahora le has dado exclusivamente el pecho, o hacer que se siente en una trona para darle de comer. Precisamente, a medida que los bebés crecen hasta ser capaces de gatear, es cuando debes estar más atenta a los momentos óptimos para empezar cosas nuevas; si no, probablemente luego tendrás que pelear con él. Has de hacer planes con antelación. Si no has convertido algunas de las tareas que deben hacer los niños en un juego o en una actividad agradable, por ejemplo, vestirse solos e ir al lavabo, es muy posible que tu hijo se muestre reacio a la nueva experiencia.

Guía práctica para tener bebés tranquilos y felices

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