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Secretos

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Magnus se despertó muy desorientada. Parpadeó varias veces e intentó reconocer su entorno, pero sentía un dolor punzante en su cabeza que se desvaneció tan rápido como lo sintió. La habitación donde estaba era oscura y necesitó toda su concentración para que su vista se adaptara al nuevo ambiente. Estaba sentada en el piso, de la misma forma que en el laboratorio de Jonathon, sosteniendo el cristal, ahora sin luz. Lentamente se intentó levantar, pero se mareó y decidió quedarse sentada unos momentos hasta que su cuerpo se acostumbrara a lo que sea que le había ocurrido.

Mientras estaba sentada cerró los ojos y respiró profundamente. Inhalar y exhalar. Su mente quedó en blanco y fue a su lugar de relajación. Esta fue una técnica que su abuela le enseñó hace mucho tiempo cuando era una niña. De pequeña Kate siempre tenía pesadillas lo cual le causaban dolores de cabeza por la falta de sueño. Un día su abuela la sentó en la cama y le contó de la técnica ‘mágica’ para dormir. Consistía básicamente en meditar, la diferencia era el “lugar donde iba tu mente”. Tenía que ser un sitio calmado y donde ella se sintiera segura. Preferiblemente lleno de luz para que los monstruos no pudiesen entrar. Después de un mes de enseñanza la pequeña aprendió y cada vez que tenía una pesadilla o le costaba dormir, la usaba. En especial después de la muerte de su madre.

A lo largo de los años su lugar de relajación había cambiado conforme a su personalidad e intereses. Desde su juguetería favorita hasta la biblioteca pública, cuando su amor por los libros se hizo mayor que su amor a todo lo demás.

Pero ahora su lugar era la biblioteca privada de Rook. Hace aproximadamente un año, Kate se quedó a dormir en la casa del profesor después de una noche completa tratando de resolver el pequeño problema que presentaba uno de sus tantos experimentos. Eran como las 5:30 a.m. cuando despertó y fue por un vaso de agua, pero se logró perder. La casa de John era lo suficientemente grande como para que habitaran 12 personas y era la primera vez que pasaba del laboratorio. Después de buscar en varias habitaciones en la planta de abajo, encontrándolas cerradas con llave o simplemente vacías, se encontró con unas puertas un poco más grandes y adornadas que las demás.

Su curiosidad pudo más que ella y la intentó abrir. Estaban hechas de roble por lo cual eran un poco pesadas. Finalmente logró su objetivo y pudo sentir cómo su mandíbula tocaba el piso de asombro.

La biblioteca de Rook era hermosa. Estantes que llegaban al techo y cubrían toda la habitación. Un ventanal de vidrio en el centro cuya posición era perfecta para proveer de luz natural a todo el lugar. Había una mesa para café en el centro junto con un sillón reclinable de cuero. Le recordaba a una escena de Sherlock Holmes; como el resto de las cosas del profesor, tenía un aire de antaño y único de él. Para ese tiempo el sol había empezado a nacer por esta ventana, iluminando la oscuridad del lugar; parecía que la habitación brillaba y en ese momento se sintió segura.

Kate entró todavía maravillada y comenzó a revisar los cientos de libros de los estantes. la mayoría eran clásicos; algunos poemas, sonetos y novelas. También había autores de este siglo. Los mejores vendidos de misterio y suspenso, y, aunque no lo podía creer, romance.

Al parecer ella no era la única romántica de la familia. Justo cuando iba a tocar el lomo de uno de los libros de romance escuchó una tos detrás de ella avisándole que estaba pillada.

Al voltearse vio a Jonathon, con un hombro contra el marco de la puerta, sonriendo. Magnus se empezó a disculpar y se acercó a él, sonrojada de la vergüenza, pero él simplemente agrandó su sonrisa y la abrazó diciéndole que no se preocupase. Después de ese día, cuando Kate necesitaba pensar o simplemente relajarse Jonathon la dejaba quedarse en su casa y ella se quedaba inmersa entre los libros.

Con una leve sonrisa Kate abrió los ojos, recordando la primera vez que vio el amanecer en la biblioteca. Había logrado controlar su desorientación y dolor de cabeza. Con mayor cuidado se levantó y miró a su alrededor, intentando identificar donde estaba, pero sin mucha suerte.

Lo que podía divisar en la oscuridad, era una habitación pequeña y llena de muebles cubiertos por mantas blancas. Detrás de ella había un espejo que iba desde el piso hasta un poco más arriba de su cabeza, tal vez midiera 1,80 m., al fijarse bien, no vio su reflejo, ni siquiera la habitación donde se encontraba estaba reflejada, en su lugar estaba lo que parecía como el escritorio del profesor. Qué extraño, pensó. Claramente era la superficie de un espejo, o eso parecía. Sin pensarlo alargó su mano izquierda y tocó el objeto. De repente vio luz por el rabillo del ojo, el cristal que sostenía en la otra mano estaba comenzando a brillar, llevó el cristal a su cara y lo observó detenidamente, la luz que emitía ya no era azul o violeta, era blanca, intensa, pero no lo suficiente para iluminar toda la habitación. Finalmente quitó la mano del espejo para tocar el cristal y en momento en que sus dedos dejaron aquella superficie el objeto en su mano dejó de emitir luz.

Aún más extrañada por este evento, volvió a poner su mano sobre el espejo, o a estas alturas el portal o lo que sea que estuviese frente a ella, y observó con maravilla como el objeto en su palma ganaba luz lentamente. Después de repetir la acción un par de veces recordó lo que se veía en el portal y quedó estupefacta, sus ojos tan grandes como platos, y su cerebro funcionando a toda máquina.

Después de una muy, pero muy, corta lista de cosas que pudieran causar lo que estaba viendo, en las cuales estaban incluidos los extraterrestres, viajes en el tiempo y teletransportación, se le ocurrió una idea que desechó inmediatamente, viajes a mundos paralelos. El solo hecho de pensarlo provocó que una pequeña risa se le escapara de los labios. Ok, existían unas cuantas teorías de esto, pero ¡el solo hecho de ponerlas en práctica era ridículo! Incluso con la tecnología más avanzada en la Tierra era imposible. “Has visto mucha ciencia ficción, Kate” se dijo a si misma mientras sacudía lentamente su cabeza, intentando sacar la idea de la mente.

Después de revisar cuidadosamente el objeto en su mano y tocar el botón de su pequeña y fría superficie, esperando que algo pasara, vio como una pequeña luz azul salía del centro del cristal, pero no lo iluminaba completamente antes de volverse a apagar.

Dejando salir un suspiro en frustración decidió guardar el objeto en el bolsillo de su jean y sacó su celular para llamar a Rook. Marcó el número y esperó a que empezara a sonar el bip, pero nunca sonó, en vez de eso escuchó ese sonido irritante y molesto que te pone los nervios de punta y te dice que no tienes señal. Kate alejó el aparato de su oreja y colgó, al revisar la pantalla vio que el icono que le indicaba las barras de señal no estaban, hasta había una raya roja en diagonal indicando que no había servicio.

-Genial -pensó- justo lo que necesitaba.

Aún con mayor frustración, y ahora un poco de preocupación, se aventuró a salir del cuarto usando su celular como lámpara y llegó a la puerta; lentamente giró la perilla provocando un sonido chirriante que probablemente indicaba su falta de uso o probablemente la presencia de un poco de óxido y falta de aceite.

Al abrir la puerta sacó primero la cabeza y miró en ambas direcciones. Todo estaba oscuro, pero por lo que pudo percibir no estaba en el mismo edificio. Colocó su teléfono frente a ella y eligió el camino de la derecha, algo que su abuelo siempre le había dicho, después de caminar unos metros giró una vez más a la derecha y se encontró otro pasillo que se dirigía a unas escaleras anchas y grandes. Con mucho cuidado bajó cada escalón sosteniéndose de la baranda, pudo notar que era de madera, mientras apuntaba su lámpara al piso, pisando con cuidado para no caerse. Andar con tacones de 10 cm en el trabajo era una cosa, pero ¿En este lugar y sin luz? Una historia muy diferente.

Al llegar al piso de abajo sus tacones resonaron en la gran habitación, con un suspiro de frustración, intento hacer el menor ruido posible mientras caminaba. Desafortunadamente se dio cuenta, muy tarde, que había alguien más en el piso donde se encontraba. Quizás por la luz de su propio celular no lo había notado, pero había otra luz que se iba acercando desde su izquierda. Sintió como su corazón empezó a latir a un millón por hora, sintió como su sangre dejaba su cuerpo para dirigirse a sus piernas, su cerebro empezó a trabajar sobre tiempo para lograr localizar algún objeto para poder defenderse o escapar. Agarró con mayor fuerza el celular listo para usarlo como su única defensa al ver que no había otra cosa en esa vasta habitación y no conocía el lugar como para poder escapar. La luz siguió acercándose, estaba a escasos metros de ella, quizás a la altura de su pecho, un poco más arriba, tal vez. Mientras se iba acercando vio que había un hombre detrás de esa luz, era un poco más alto que ella, la luz hacía imposible distinguir su cara, algo que hizo que su agarre en el celular se hiciera más fuerte. Sin darse cuenta estaba tomando pasos hacia atrás, produciendo el único sonido en el ambiente, aparte de su pesada respiración, con sus tacones. Había tomado exactamente 3 pasos cuando escucho la voz del hombre.

-Disculpe… Mi nombre es Christopher Carter, soy el dueño de este hogar ¿Está Ud. bien?

Su voz se escuchaba un poco cautelosa, como si hablar pudiese causar que algo se quebrara, pero al mismo tiempo tenía un tono agradable, de esos que inspira confianza, y tal vez un sutil acento inglés.

Kate Magnus era una mujer precavida, se podría decir, y confiar en cualquier persona siempre le había resultado una tarea difícil. Honestamente ella solo confiaba en Rook y en su mejor amiga, Tamala, a quien había conocido desde el jardín de niños. Pero hubo algo en la voz de ese hombre que hizo que soltara un poco el agarre en su llamada arma y la bajara lentamente.

-Yo me llamo Kate Magnus, estoy buscando a Jonathon Rook -su voz estaba un poco ronca por falta de uso y quebradiza por el miedo.

Christopher se dio cuenta de esto y sonrió suavemente. Al notar que estaban en una terrible oscuridad y que probablemente su cara no se veía, dio dos toques leves con su dedo índice al lúminol que llevaba en su pecho, el cual actuaba como un interruptor para toda la casa, encendiendo las luces de la habitación donde él se encontrase. Ahora estaban en hall de la gran mansión de Christopher, frente a la escalera principal, la cual se dirigía a los cuartos.

Detrás de Kate estaba la puerta principal, una obra de arte en sí misma, de madera oscura, muy antigua, con adornos en la parte superior que daban un aire de imponencia. Algo que era recurrente en el resto del lugar. No había muchas decoraciones, cuadros o artefactos, pero dejaba la impresión que había visto mucha historia a través de los años, con su piso tapizado con una alfombra color vino tinto y paredes de cerámica de color marfil.

El lúminol activó también el holograma arriba en el techo que muestra el clima del exterior, que al parecer estaba lleno de nubes grises de lluvia, adornado con colores pasteles para tranquilizar el espíritu de quien lo observara. Él vio como la boca de la mujer frente a él se abría en forma de asombro, las luces iluminaban su rostro y hacían que sus ojos color avellana brillaran ante el efecto que producía el holograma ante ella.

La mujer, Kate, dejó de admirar el techo y comenzó a observarlo a él, como si tratara de leer sus pensamientos, su mirada era intensa, cautelosa.

Ella vio como sus manos estaban abiertas al nivel de su cintura, indicando que no quería hacer daño, sus ojos azules marino se mostraban tranquilos y tenían un brillo alegre. Era un hombre alto, de contextura gruesa pero bien definido y podría decirse que ásperamente apuesto, con su pelo marrón un poco largo en la frente y corto atrás, no tendría más de 35 años y vestía de manera muy peculiar. Como si hubiese salido de un libro de Sherlock Holmes; chaleco de frac negro y camisa de vestir azul oscuro, que resaltaba sus ojos, pantalones grises y un muy peculiar y brillante artefacto rectangular que colgaba de su ancho pecho.

Él detalló por primera vez a aquella mujer, era hermosa, sin duda, un poco más baja que él, pelo castaño que caía gentilmente sobre sus hombros, con pequeñas ondas al final. Sus rasgos eran delicados y finos, sus labios no eran muy voluminosos, pero encajaban perfectamente con sus facciones, sus ojos eran grandes y mostraban muchas emociones; sorpresa, miedo, fascinación y detrás de todo, una sombra, un rastro casi imperceptible de dolor.

-Miss Magnus, ¿está Ud. bien? -su voz era suave y solo por encima de ser un susurro, pero logró que ella se sobresaltara ligeramente

-Yo, sí, pero… ¿Dónde me encuentro? ¿Todavía estoy en Firefly? -su voz estaba un poco más calmada y suave que antes.

-¿Firefly? -La voz de Christopher reflejaba su confusión lo cual hizo que Kate suspirara en derrota y colgara su cabeza unos momentos para poder componerse. Después de unos instantes, en los cuales respiró profundamente, levantó su mirada y sonrió tranquilamente. Algo que confundió aún más al hombre parado frente a ella.

-Disculpa, he tenido una noche un poco dura. ¿Hay algún lugar donde nos podríamos sentar para explicar mejor todo? -preguntó lo más tranquila posible.

-Seguro, eh, sígame por favor -respondió un poco confundido.

Con eso, Christopher empezó a caminar hacia la habitación, a la derecha del Hall, con Kate siguiéndolo muy de cerca. Ambos estaban en silencio, ella tratando de poner sus pensamientos en orden y él intentando entender como esta mujer había terminado en su casa, a altas horas de la noche y siendo alertado por su sistema de seguridad después de que apareciera en una de las habitaciones del segundo piso. Sí. Definitivamente tenía que hablar con esta mujer.

Llegaron a la sala de estar y a Kate le recordó a la biblioteca de John, solo que esta tenía una mesa y varias sillas en el centro, complementado con una lámpara discreta y antigua en un rincón de la sala. Christopher le señaló un lugar en un sofá al frente de la chimenea al este de la habitación, ella se sentó en un extremo y él tomo el extremo opuesto.

Un silencio incomodo emergió entre ellos; ella todavía no sabía cómo empezar y él, bueno, él simplemente esperaba la explicación de la persona que tenía en frente. Por supuesto, siendo el caballero que era, con la mejor educación que su familia pudo darle, estaba esperando que llegara su mayordomo.

Kate respiró profundamente, decidió contarle exactamente qué había pasado sin darle detalles acerca de su ocupación o lugar actual de residencia, por asuntos de seguridad nacional. Sus pensamientos fueron interrumpidos, justo cuando había decidido quitar la vista de sus manos e iba a empezar a hablar, por una voz que no sonaba como la del tal Christopher y sonaba más alejado además de tener un tono un poco electrónico a su parecer.

Al alzar la vista Kate pudo jurar que dejó sus ojos y mandíbula en el piso. La voz provenía de un androide, no mediría más de 60 cm, blanco y estaba flotando en el aire. Su cuerpo era ovalado en la parte superior y se iba afinando a medida que bajaba, terminando en una pirámide invertida. Su cabeza era circular y tenía un panel negro donde se encendían unas luces con forma de ojos y boca, extremadamente realistas. Llevaba un traje negro con un chaleco gris y una camisa de vestir de cuello ancho blanca con una corbata en un medio nudo Windsor.

-Disculpe, Miss. Mi nombre es Fred, ¿Puedo ofrecerle un té? -preguntó el androide, su voz amable y extremadamente serena.

-Eh, sí, por favor -respondió entrecortadamente, todavía asombrada.

Con una leve reverencia, Fred se fue, dejando al par aún más confundido que antes. Kate no podía creer lo que había visto y Christopher no podía creer la sorpresa de Kate al ver a Fred. Seguro, Fred no era el modelo más avanzado que estaba en el mercado, pero todo el continente, por no decir el mundo, tenía un Androide por más desactualizado que pudiese estar.

-¿Miss Magnus, está Ud. bien? ¿Quiere que Fred le traiga otra cosa? -preguntó el hombre al ver la cara de asombro de la mujer. Realmente, Fred no era nada del otro mundo, de hecho, era un modelo un poco antiguo.

Kate logró despegar la vista del espacio anteriormente ocupado por el pequeño robot y miró directamente a Carter, su cara mostraba una dosis igual de curiosidad y preocupación, pero algo en la manera en que la miraba que hizo que finalmente Kate saliera del trance y mandara a su cerebro a ponerse en modo profesional.

-Sr. Carter, como ya le mencioné antes, mi nombre es Kate Magnus, soy física y trabajo para el profesor Jonathon Rook, el cual también responde al nombre de John…

Kate siguió contando cómo había llegado a la casa de Carter sin dar muchos detalles acerca de su relación con Rook o del estado de su oficina en Firefly y él la escuchaba con mucha atención, sin querer perder nada. Al terminar su historia ella sacó el cristal del bolsillo de su jean, y con mucha renuencia se lo mostró, indicándole exactamente que había hecho antes de llegar a la habitación a oscuras. A esto, Christopher inmediatamente agarró con delicadeza la mano de Kate que sostenía el objeto, sintiendo como los músculos de la mano de ella se tensaban, él sonrió suavemente y pidió observar el cristal, ella aceptó silenciosamente con un suave movimiento vertical de su cabeza y él continuó con su tarea, observándolo detenidamente, pasó una mano sobre su superficie, rozando levemente la palma de Magnus. Ella sintió como los pelitos de la nuca se alzaban por su toque tan delicado, enviando escalofríos a través de su espina dorsal.

-Miss Magnus -dijo, su voz apenas un susurro-, es importante que responda con toda honestidad. Jonathon Rook ¿Es un hombre en sus 50, pelo castaño, de lentes con ojos marrones, cuerpo en forma para su edad y una actitud un poco, digamos que, difícil?

Los ojos de Kate se agrandaron y apareció un brillo de felicidad en ellos mientras respondía alegremente que sí.

-¿Lo has visto? ¿Vino por el mismo lugar que yo? -preguntó emocionada.

Su felicidad se fue tan rápida como vino al ver la cara de ese hombre, vio el cambio de expresión inmediato en su cara y cuerpo. Su mandíbula se tensó y las fosas nasales de su larga y puntiaguda nariz se abrieron momentáneamente, sus hombros se pusieron rígidos. Todo esto ocurrió en una fracción de segundo, después de la cual la sonrisa amable volvió a su cara y sus hombros volvieron a caer, relajados. Kate pensó que había imaginado esa reacción de no ser por la respiración de Carter, estaba un poco más pesada que antes.

-Tengo que mostrarle algo. Por favor, sígame -dijo mientras se levantaba del sofá, dejando a Kate aún más confundida que antes.

Una tristeza la embargó, de pronto tuvo un mal presentimiento de esto. Y ¿si habían encontrado a John y estaba muerto? O ¿lo habían secuestrado? ¿Tortura? Agitó su cabeza levemente para quitar esos pensamientos de su mente, algunas veces odiaba su capacidad de concebir escenarios. Siempre eran muy realistas y detallados.

Se levantó lentamente, pero se detuvo, sin quitar la mirada del piso preguntó casi en un susurro.

-¿Está muerto? -mientras decía esto, Christopher volteó al tiempo que ella levantó la mirada, él pudo ver el miedo en sus ojos y sintió como su corazón se apretaba ante tal vista.

Se sentía culpable pero ahorita no podía explicarle nada o dejarla sola, no en ese estado. Tenía que enseñarle. Se acercó a ella, despacio, con cuidado de no asustarla, tocó su brazo suavemente con su mano y puso su otra mano en la espalda de ella, arriba de su cintura, gentilmente empujándola un poco para que siguiera caminando. Con la voz más dulce que pudo formar le dijo que lo siguiera. Todo iba a estar bien, le aseguró. Ella no le creyó y su corazón se achiquitó al recordar a Rook.

Carter la dirigió a una de las habitaciones del segundo piso, abrió la puerta y la sostuvo para dejar que ella pasara primero, todo estaba oscuro, así que ella se aseguró de quedarse cerca de él. Una vez adentro, él tocó dos veces suavemente el lúminol en su saco ocasionando que las luces del lugar se encendieran.

Esta habitación parecía la extensión de la sala, estantes llenos de libros de portada dura llenaban la mayoría de las paredes, los muebles estaban cubiertos con mantas blancas, todo parecía estar perfectamente limpio.

Christopher se dirigió a uno de los muebles cubiertos, al final de la habitación y con un rápido y suave movimiento removió la tela para revelar una mesa escritorio con patas torneadas de madera de pino decorada con dos cajones y con un secreter. Carter abrió uno de los cajones y sacó un marco con una fotografía dentro. Se dirigió otra vez donde estaba Magnus, con la fotografía contra su abdomen, de manera que ella no pudiese verla. Su mirada era seria y le costaba no derretirse frente a los ojos llenos de tristeza de la mujer a su lado. Pero él había hecho una promesa y tenía que hacer esto bien, aun si eso significara hacerla sufrir un poco más.

-Por favor, pronto le explicaré todo. Necesitaremos sentarnos, acompáñeme.

Llegaron otra vez a la sala, todo estaba igual a excepción de la mesa de café, al parecer Fred había dejado un servicio de té al no encontrarnos, incluyendo pequeños sándwiches de pepinillo. Se sentaron en la misma posición que antes y ella espero pacientemente a que él empezara a hablar. No podía asegurarlo, pero la calma que tenía en sus ojos había desaparecido después de que supo que hablaban del mismo John y algo parecido a dolor había cruzado sus facciones cuando vio ese marco.

Carter agarró una de las tazas de té, la llenó y se la dio a Magnus. Ella no era fan de esa bebida, pero necesitaba algo que le calmara los nervios, aunque un café no estaría mal. Esperó a que él sirviera su taza y tomara un sorbo, dejando el té de nuevo sobre la mesita, ella optó por dejarlo sobre su regazo. Él comenzó a hablar.

-No, Jonathon Rook no está muerto, hasta donde sé -vio como Magnus relajaba sus facciones mientras que la tristeza se iba de sus ojos, algo que tranquilizó un poco más a Carter-. Sé que esto va a ser muy difícil de comprender, no sé en qué área se especialice usted así que comenzaré por lo obvio. ¿Sabe que son los universos paralelos?

Por el espejo

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