Читать книгу Por el espejo - A. A. Salvatierra - Страница 4
Terra
ОглавлениеKate Magnus estaba segura de que estaba en una especie de sueño o broma pesada. Si éste era otro de los intentos de Rook para estudiar su personalidad, podría considerarse hombre muerto.
Ella probablemente había estado mirando a Carter mucho tiempo, ya que él empezó a mirarla un poco preocupado, como si algo que hubiese dicho la hubiese ofendido o tal vez molestado y no sabía qué hacer consigo mismo. Ella decidió averiguar qué pasaba realmente, pero, para eso, tendría que seguir su juego.
-Sí, mi especialización es la astrofísica. Sé perfectamente que son los universos paralelos -su tono era suave y dijo todo con precaución, observando cada detalle en los movimientos de Carter. Algo que ella tenía, y se sentía muy orgullosa de ello, era una habilidad innata para captar las mentiras en las expresiones de las personas.
-Si no le importa, ¿Podría explicarme? -al ver la reacción de incredulidad de Magnus, decidió explicar su razonamiento-. Solo quiero asegurarme de que poseamos la misma terminología, he notado cambios muy notables de nuestras realidades -ofreciendo una leve sonrisa, señaló la vestimenta de Magnus.
Ella miró su ropa: pantalones vaqueros de corte alto, azul oscuro y tobillo ancho. Una blusa de acetato, dando la apariencia de la suavidad de la seda, verde oliva, y para complementar, una chaqueta de cuero marrón oscura. Un atuendo típico, hasta que miraba como estaba vestido él. Junto con la decoración y su vestimenta parecía algo sacado de una novela histórica de la época victoriana. Rook había ido a medidas extremas esta vez, de eso ella estaba segura. Con un suspiro audible intentó ordenar sus pensamientos e ideas antes de responder.
-Bueno, imagina un camino con una bifurcación, una vía te lleva a un pueblo y otra a una ciudad. El momento que tienes que tomar una decisión es el momento donde, según la teoría de quantum, se crea una situación distinta, lo cual es reflejado en un universo paralelo. Básicamente son una cantidad infinita de universos creados con todas las posibles decisiones realizadas -explicó.
-Exacto, me alegra que estemos en la misma página -respondió sonriendo amablemente.
- ¿Me está intentando decir que, de alguna manera, al tocar ese cristal, terminé en un universo paralelo? -preguntó incrédula.
-Muy bien, Miss Magnus -respondió Carter con una sonrisa engreída.
-Carter, por favor ¡Eso es imposible! Hay una razón por la cual se llaman pa-ra-le-los -su voz resaltó cada silaba de la palabra antes de continuar-. No se cruzan.
-Y, aun así, aquí está usted -respondió, su tono era un poco más serio que antes, pero también contenía un tono juguetón y creído.
-Que yo esté, donde sea que sea aquí, no significa que esté en un universo paralelo -respondió de modo cortante y dándole una mirada desafiante, a lo cual Carter respondió con una sonrisa pícara.
-Buen punto, Miss Magnus. Supongo que tendré que demostrarlo. Fred, por favor.
En cuestión de segundos, el pequeño androide estaba en la puerta de la sala, esperando instrucciones.
-Fred, ¿Puedes mostrarle a Miss Magnus tus habilidades si eres tan amable? -preguntó el hombre mirando al androide con una sonrisa confiada.
-Por supuesto, Sir Carter -respondió con una leve inclinación de cabeza.
El pequeño de pronto se quedó completamente quieto, unos ruidos metálicos empezaron a salir del androide mientras parecía que se estaba desarmando. Salía humo de sus articulaciones; brazos y cabeza. Dicho humo cubrió el área donde se encontraba Fred. Unos segundos después el humo se disipó. En lugar del robot había un hombre en sus 50, cabello canoso, ojos azules y facciones amables, vestido de la misma manera que Fred.
-Diga, Miss Magnus, en su realidad, ¿Los androides pueden hacer esto? -preguntó Carter con un poco de sarcasmo y una sonrisa de las más encantadoras que poseía.
-Eh, yo, ¿Cómo?... -Kate estaba tartamudeando, su mente no podía con todo lo que había pasado en las últimas horas. Se sentía encerrada.
Al parecer, Carter pudo sentir su incomodidad y con un movimiento de su cabeza mandó a Fred fuera de la habitación.
-Lo siento -se disculpó Chris con una voz suave, casi un susurro.
Lo que causó que Kate lo mirara directamente a los ojos, una pizca de confusión en los suyos.
-Ahora -comenzó el hombre- entiendo que esto puede haber sido mucho para procesar, pero quería saber la verdad y es ésta. No pensé en otra manera de probárselo antes de contarle toda la historia.
-¿Cómo supo…?
-Soy criminólogo, mi especialización es el comportamiento humano. Se leer muy bien a las personas -esto último lo dijo con una sonrisa de disculpa.
Un silencio se asentó entre los dos. Ella estaba procesando todo; la desaparición del profesor, el hecho de que podría estar muerto, el cristal, los universos paralelos, Fred y, por último, Christopher Carter. Algo le decía a Kate que había cruzado caminos con este hombre en el pasado, había algo extremadamente familiar en él. Su mirada era cautivadora, con esos ojos azul intenso y esa sonrisa desarmadora. Pero había algo que le estaba ocultando y estaba determinada a averiguar que era.
Él estaba asombrado por lo que veía en Miss Magnus, su lenguaje corporal le decía que estaba analizando algo y al mismo tiempo que quería sacar algún tipo de información de él. Probablemente acerca de su Rook. Algo de lo que Chris estaba seguro, era que ella era muy interesante de observar; la manera en que fruncía el ceño y se mordía el labio inferior mientras pensaba era muy tierna, o su cara de asombro cuando vio el clima en el techo. Nunca había visto tanta inocencia combinada con un dolor muy profundo, oculto dentro de la mirada de una persona. Pudo ver la determinación de la mujer antes de que abriese su boca.
-Ok, supongamos que te creo, Carter. ¿El profesor sabía de esto? -preguntó seriamente.
-Él y su contraparte, Joshua Rook, descubrieron una manera de interceptar la red de portales quantum hace un poco más de una década. Ellos dos junto con Nicholas y yo hemos intercambiado conocimientos de ambas realidades. Hasta hemos hecho visitas a su mundo -explicó seriamente.
-Pero, ¿Cómo es posible? Me refiero a que, si hay una contraparte tuya y del tal Nicholas en mi realidad, deberían experimentar la desmolecularización en cascada a las pocas horas. ¿Quién sabe qué daños podrían presentar si eso ocurre?, sin tomar en cuenta…
-Miss Magnus, si me disculpa -dijo, interrumpiendo las divagaciones de Kate-, al empezar nuestras investigaciones hicimos pruebas; nos quedamos varias horas para comprobar que no tuviésemos contrapartes en su mundo. Después de eso, hacíamos visitas semanales para trabajar con su profesor Rook y aprender.
-¿Aprender? ¿Qué podrías aprender de mi sociedad? -preguntó Kate, intentaba atraparlo en cualquier mentira que Carter pudiese soltar, algo que él notó.
-Yo me especializo en el comportamiento humano, Miss Magnus, cualquier comportamiento, no solo el de mi realidad. Entender sus tendencias sociales, moda, política y lo más importante, violencia, es vital para mí. Nicholas es historiador y lingüista, su sed de conocimientos es casi tan grande como la de Joshua. Él siempre dice que se puede aprender de los errores cometidos en nuestra historia, pero aún más de los cometidos por otras civilizaciones.
-A ver si entendí. ¿Arriesgaste tu vida al ir a otra realidad paralela por el solo hecho de aprender cómo se comportaba mi sociedad? -el tonó era de incredulidad, pero había una sutil capa de sarcasmo.
-Exactamente -respondió Chris con una gran sonrisa, casi infantil, en su cara.
Algo pareció hacer clic en el cerebro de Kate. Recordó que una vez, hace unos 3 años, visitó la casa de Jonathon. Era tarde, ella había estado en Firefly trabajando en una de sus hipótesis acerca de la teoría de cuerdas y estaba perpleja, trancada en un punto que estaba segura sería una tontería.
Al llegar y tocar la puerta, Rook la abrió, dejando suficiente espacio para que solo su cabeza se asomara, tapando el resto del espacio con su cuerpo, o eso intentaba. Parecía nervioso. Cuando Kate intentó pasar para explicarle su problema, él no la dejó. Dijo que tenía compañía y que regresara al otro día. Kate intentó mirar dentro de la casa y logró ver a dos personas alrededor de una mesa en la sala. Estaban mirando hacia donde estaba ella. Curiosos. Llevaban trajes y pantalones de vestir. Uno de ellos, un hombre con pelo de color arena, ondulado y tan largo que le tapaba la mayoría de la frente, de mandíbula cuadrada, estaba fumando una pipa negra. Su acompañante, sentado frente a este, llevaba un traje azul oscuro, tenía el pelo más liso, oscuro y corto, estaba mirando a Kate con gran interés.
Cuando Rook se dio cuenta que la mujer frente a él estaba tratando de ver a sus invitados cerró un poco más la puerta y usó su cuerpo de escudo.
Ahora que Kate recordaba esa noche, se dio cuenta que la persona que la estaba mirando, el hombre en el traje azul, era Christopher. Entonces ¿puede ser que todo sea verdad? No, pensó ella.
Suspirando, en señal de exasperación, le contó de esa noche a Carter. Él simplemente escuchó y no pudo evitar sonreír mientras ella contaba la parte donde él la observaba.
Él recordaba esa noche a la perfección. Él y Nicholas, junto con Jonathon, estaban revisando la historia de la segunda guerra mundial de su realidad. Nicholas estaba fascinado por los acontecimientos y Chris por el perfil psicológico de los llamados Nazis. Cuando escucharon el tocar de la puerta, Rook se levantó sin más. Supo que solo podría ser Kate. Él ya les había contado a ambos acerca de su protegida, no paraba de hablar de ella a cada oportunidad que tenía y Carter estaba muy interesado, por cuestiones profesionales, en saber más acerca de ella. En especial después de enterarse de su madre. Cuando la vio no pudo evitar analizarla, era un gaje del oficio.
Cuando Kate terminó su historia, Carter estaba callado, algo muy extraño en él. Sin decir palabras volteó el marco y se lo entregó a Kate. Esperando que absorbiese la imagen frente a ella.
Era una fotografía de cuatro hombres. Tres de ellos los pudo reconocer. John, en un extremo, seguido de Carter, el otro desconocido suponía que era Nicholas y finalmente John, otra vez. No. Algo estaba mal con esa foto, pensó ella. Acercó aún más el retrato a su cara, analizándolo. El hombre era la viva imagen de Rook, con unas leves diferencias. Su pelo era más largo y completamente blanco. Llevaba gafas pequeñas con monturas transparentes y su manera de vestir era completamente diferente. Normalmente a Jonathon le gustaba vestirse con camisas de vestir y vaqueros. Este hombre vestía con un traje tweed de color marrón chocolate y un sombrero partido negro.
-Ese, querida Miss Magnus, es Joshua Roo, mi padrino -dijo mientras señalaba a la copia de Rook.
Ella siguió observando la foto, intentando encontrar diferencias entre los dos Rook, sin ninguna suerte. Después empezó a notar otras cosas de la foto, como por ejemplo el fondo. A primera vista parecía Londres del siglo pasado. Estaban en un puente que daba vista al Big Ben y al palacio de Buckingham. Era de noche, una leve capa de neblina cubría hasta la cintura a los hombres que posaban tranquilamente sonriendo a la cámara y que abrazaba suavemente las edificaciones detrás de ellos dando un aire de misterio a la escena.
-Ok, vamos a decir que te creo, Carter, si John te conocía ¿Por qué no te contactó cuando vino por el espejo o portal o como se llame? -preguntó exasperada.
-Porque él nunca vino por aquí -respondió, encogiéndose de hombros.
-¿A qué te refieres? ¿Cómo lo sabes? -inquirió la mujer, entrecerrando los ojos en desconfianza.
Chris sacó un aparato parecido a una tableta electrónica, un poco más pequeña y delgada, del bolsillo interior de su saco. Tocó varias veces la pantalla y se la mostró a Kate.
-Esto es el registro del detector de señales de vida. Como puede ver, la única adición en todo el día ha sido usted, Miss Magnus -explicó señalando una lista que ocupaba una columna a la izquierda de la pantalla. Ciertamente solo mostraba el nombre del hombre frente a ella y una señal desconocida, con la hora en que ella había llegado aproximadamente.
El resto de la pantalla mostraba unos planos, con el fondo azul eléctrico y la estructura, letras y demás anotaciones en blanco, el mismo estándar que ella usaba para sus experimentos. Mostraba una casa, que ella suponía que eran de donde estaban en este momento, pudiendo reconocer un poco el camino por donde había venido en el diagrama. Hasta ahora todo lo que había dicho el hombre parecía ser verdad, pero ella no lo quería aceptar. Por lo menos no todavía.
-¿Estos datos no pudieron ser alterados? -preguntó, intentando atraparlo en alguna clase de engaño.
-No. La seguridad de esta casa se conecta directamente a la central del CBI, que es donde trabajo -respondió honestamente.
-¿CBI?
-“Continental Bureau of Investigation” -respondió Chris en perfecto inglés -Si mi memoria no me falla, es nuestra versión de su FBI.
-Oh ¿trabajas en el FBI? ¿haciendo qué?
-Como le mencioné anteriormente, soy criminólogo. Mi trabajo consiste en crear perfiles de asesinos en serie o criminales que puedan considerarse un peligro para el continente, para ayudar a un equipo especializado a atraparlos con mayor facilidad.
Kate estaba sorprendida, por decir algo y, si era sincera consigo misma, se sentía un poco intimidada ante este hombre. No es que ella se lo haría saber, nunca.
-Impresionante e interesante -comentó, tomando un sorbo de té, dejándolo en la mesita, ya se había enfriado de todas maneras-. De acuerdo, supongamos que te creo. ¿Dónde podría estar el profesor?
-No estoy seguro. Como le dije, nosotros no creamos la red de espejos quantum. Simplemente, aprovechamos la red ya existente -comentó Carter.
-Y ¿cómo aseguraban que no llegaran a otro espejo u otro universo? -preguntó Kate, frotando rápidamente el dedo pulgar con el índice, un tic nervioso que tenía desde pequeña.
-Tenemos un control, ese cristal que me mostró, es el de Sir Jonathon. Sin él, no hay manera de asegurar donde te puede enviar el espejo -explicó, señalando al bolsillo del pantalón de Kate.
-Entiendo -contestó, palmando inconscientemente el bolsillo derecho donde estaba el cristal- ¿No hay manera de saber dónde pudo ser enviado?
-Me temo que no. No, según mi conocimiento, de todas formas. De acuerdo con las explicaciones que ambos Rooks nos daban a Nicholas y a mi persona. Siendo que usted está aquí, la última dirección marcada fue a este mundo. Por lo tanto, podemos deducir que llegó por algún espejo de aquí.
-Genial, solo nos queda todo un mundo de posibilidades -respondió sarcásticamente.
Chris miró el reloj de la tableta que todavía tenía en la mano.
-No es muy tarde, todavía podemos ir -murmuró más para sí mismo que para su acompañante.
-Ir ¿a dónde?
-A casa de Nicholas Marlowe, el otro hombre en la foto. Nos conocemos desde que lo transfirieron al colegio donde asistí, es de confianza. Él siempre prestó más atención que yo en las explicaciones de los Rooks, debe saber dónde están las otras entradas -explicó, colocando las palmas de las manos encima de sus rodillas, como queriendo levantarse.
-Bueno, vamos -. Ella se levantó, lista para irse cuando notó que Christopher seguía sentado, mirándola pensativamente.
-Eh, ¿Carter? -le hizo una señal de que se moviese.
-Antes de irnos, necesita cambiarse, Miss Magnus -dijo señalando con la mirada la vestimenta de ella con intención.
Ella miró su ropa y después la de Christopher y se sonrojó un poco
-Cierto, eh, no tendrás un vestido por algún lado ¿no?
Él negó con la cabeza.
-Vivo solo, pero estoy seguro de que Fred puede conseguirle algo. Un momento -sin decir más, salió de la habitación. Regresando unos minutos después con un paquete en las manos. Al acercase a Kate, se lo ofreció con una pequeña y rápida inclinación de su cabeza.
-Su traje, Miss Magnus.
Después de coger el paquete, que no pesaba casi nada, ella preguntó
-¿Cómo…? Dijiste que no tenías ropa… -intentó explicar su confusión.
-Fred la ordenó por internet. Desde que la teletransportación de objetos se hizo legal, comprar en línea es lo más rápido en el mercado.
-¿Consiguieron la teletransportación? -preguntó sorprendida.
-Hace unos años, pero usted sabe cómo es el gobierno con esas cosas; tarda siglos en aprobar su uso -dijo despreocupadamente.
-Por supuesto… -murmuró.
Él le sonrió en respuesta, antes de darse cuenta que necesitaba un lugar para cambiarse.
-Oh, cierto, al salir de esta habitación a mano izquierda, entre en la primera puerta a su derecha. Es una de las habitaciones para huéspedes -dijo señalando vagamente a la dirección indicada.
Ella le agradeció y se dirigió precavidamente a dicha habitación.
Una vez cambiada, Kate se acercó de nuevo a la sala dónde Chris la estaba esperando. Al verla, Christopher casi deja los ojos en el piso. Por suerte, se pudo recuperar antes de que ella lo notara, mucho.
Chris compró el vestido, por supuesto, pero no sabía que le serviría como un guante; abrazaba su figura en todos los lugares correctos, el corte era sencillo, de uso diario, y el color resaltaba sus ojos. Simplemente era espectacular.
-Si me permite decirlo, Miss Magnus, se ve muy bien con la ropa de este mundo.
-Gracias, Christopher -no pudo evitar el pequeño matiz rojo que acarició sus mejillas, antes de concentrarse otra vez en la misión - ¿Nos vamos?
Llegaron a la puerta principal y Christopher se detuvo frente a Kate, más cerca de lo socialmente aceptado. Al parecer a Carter le gusta hacer eso, pensó Kate.
-Recuerde que este no es su mundo. Trate de no parecer muy sorprendida de los avances de este lugar, en especial frente a extraños. Los civiles no saben de la red quantum y es mejor que eso quede así ¿entendió? -cuestionó firmemente, todo rastro de humor desaparecido.
-Sí -respondió con el mismo tono de seriedad. Ella comprendía la importancia de proteger al público de los avances más peligrosos.
-Muy bien. Ahora, por favor, cuándo estemos en la calle, llámeme Chris. No acostumbramos a llamarnos por nuestros apellidos. Y, por favor, cuando le ofrezca mi brazo, tómelo. Evitará problemas.
-Entendido -accedió asintiendo con un movimiento de cabeza.
Kate no esperaba el mundo que estaba detrás de la puerta. Definitivamente no estaba en la Tierra.
Había una pequeña escalera de unos cinco escalones después del umbral de la puerta principal. Escalones, acera y calles de piedra. Las casas vecinas eran de ladrillo, con grandes ventanales y la mayoría era de dos o tres pisos. En cada esquina había faroles negros y altos que alumbraban la calle. No había personas por lo que ella podía ver, aunque considerando la hora no le sorprendía.
Frente a la casa había un carruaje, como aquellos que uno ve en las películas antiguas; de unos dos metros de alto, de madera, al igual que las ruedas. No poseía un diseño exuberante, más bien simple y elegante, algo que parecía ser una constante con Christopher Carter. Pero no tenía caballos o conductor.
Christopher le ofreció su brazo a Kate y ella lo tomó un poco indecisa, dándole una pequeña sonrisa, intentando no parecer tan incómoda como se sentía. Bajaron silenciosamente los peldaños y caminaron unos pocos pasos hasta llegar a su medio de transporte.
Kate dejó ir el brazo de Carter y él miró su muñeca izquierda como si estuviese revisando la hora, con la diferencia de que no poseía un reloj, sino una especie de pantalla táctil que cubría toda su muñeca, como lo haría un brazalete. Con su mano derecha tocó dos o tres veces la pantallita y esperó.
En cuestión de segundos el carruaje frente a ellos tomó vida, encendiendo una luz en su interior, abriendo la puerta y sacando unas escaleras pequeñas para subirse y, para la sorpresa de Kate, tres hologramas aparecieron en el carruaje; dos caballos y un conductor. Los caballos eran marrones con una mancha blanca a lo largo de su hocico, ambos tenían riendas adecuadas para el carruaje, incluyendo anteojeras. El conductor era un hombre en sus 40, con bigote y una cara amable. Llevaba un sombrero bombín y ropa parecida a la de Carter, solo que de color mostaza y de tela barata. Kate no podía dejar de mirarlo y, por una fracción de segundo, el holograma parpadeó, como cuando la pantalla de televisión pierde un poco de señal, una interferencia. Kate inmediatamente miró sorprendida a Carter, el cual simplemente le sonrió cálidamente en respuesta.
-Cuando estemos en camino le explicaré -le prometió.
Ella simplemente asintió, muy asombrada como para formar palabras. Con la ayuda de Christopher subió al carruaje y se sentó al lado de la pequeña y rectangular ventana. Chris tomó el asiento frente a ella.