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ОглавлениеSi unimos esta evolución de la natalidad con la observada en la mortalidad, todo parece indicar que la tendencia demográfica valenciana dependiente de los movimientos naturales conduce al crecimiento cero o negativo. Mucho tendrían que cambiar las pautas reproductivas para llegar a generar una tendencia de crecimiento demográfico natural. Y más si tenemos en cuenta que estos patrones dependen de procesos de movimiento lento, incluso muy lento. Pensamos en políticas de igualdad más eficaces en el mercado laboral, en la educación, en los sistemas de atención y conciliación, en las pensiones... Sin perder de vista el influjo de los valores vinculados al posmaterialismo y la individualización. Es decir, no se ve que los cambios en las tendencias demográficas vegetativas puedan ayudar mucho en los desajustes en la actual organización del bienestar de la sociedad, bien porque las dinámicas demográficas no cambiarán, bien porque lo harán muy poco y con un tempo muy lento.
3. EL COMPONENTE MIGRATORIO DE LA DINÁMICA DE LA POBLACIÓN VALENCIANA
Las migraciones son una práctica presente desde los inicios de la historia de la humanidad. Los desplazamientos de población son un fenómeno que, por su naturaleza, contiene elementos temporales y espaciales. Esta doble dimensión espacio-temporal se combina con su carácter reversible (pueden ser de ida y vuelta), para dotarlos de características específicas, en comparación con los movimientos naturales. Se trata de una práctica demográfica más volátil, que se ve afectada por los procesos coyunturales de forma más rápida.
Estas especificidades plantean dificultades en su análisis. En primer lugar, hay que ser conscientes de que los recuentos de los movimientos migratorios, como cambios residenciales, no se corresponden con el recuento de personas: dada su reversibilidad, puede ocurrir que una misma persona se mueva varias veces durante un mismo periodo, por lo cual aparecerá contabilizada diversas veces, como inmigrante y como emigrante. El recuento de personas migradas es un stock y solo puede realizarse en función del lugar de residencia, no en movimiento. En este apartado, pues, hablaremos de los movimientos y dejaremos para el próximo el estudio de los stocks de población según su origen o nacionalidad.
Además, hay que tener en cuenta que nos encontramos con diferentes escalas territoriales. En nuestro caso, los límites territoriales de referencia son las fronteras del Reino de España, que definen lo que se consideran migraciones externas, y las fronteras de la Comunitat Valenciana como referencia de la estructura social objeto de nuestro análisis. Así, los movimientos que provienen o tienen como destino territorios más allá de las fronteras españolas serán considerados movilidad exterior, mientras que los cambios dentro de estos límites serán movilidad interior. Ahora bien, dado que nuestra atención se centra en la sociedad valenciana, distinguiremos entre los movimientos que tienen origen o destino en territorios más allá de las fronteras valencianas, a los que consideraremos migraciones interiores españolas, y los que se producen dentro del territorio valenciano, que denominaremos migraciones interiores valencianas.
La situación demográfica que generan los procesos de transición demográfica, sea la primera o la segunda, supone una progresiva reducción del crecimiento vegetativo con bajos niveles de mortalidad y natalidad, y le dan un mayor protagonismo a los movimientos migratorios en la definición de la evolución demográfica de la sociedad. Así ha sido en el caso valenciano. El componente migratorio ha resultado un factor clave en la dinámica demográfica de la sociedad valenciana y ha configurado su estructura de población, especialmente durante los últimos veinte años. La contribución demográfica de este componente ha pasado por diferentes etapas (Cachón, 2003; Piqueras, 2007).
Una primera etapa (1970-1985) comprende el retorno de parte de la población española que había salido para trabajar en países europeos y la llegada de ciudadanos europeos de países comunitarios que se establecían en poblaciones costeras, sobre todo en el sur (Giner y Simó, 2009). Inicialmente, fue un contingente reducido que buscaba disfrutar de buen clima y paisaje, con un coste de vida inferior al de los países de origen. Romero Valiente (2003) ha explicado que hasta los años setenta se habían producido muchas migraciones interprovinciales y un importante éxodo rural, pero en este periodo ya serían fenómenos con una incidencia menor.
En 1986 se inicia una segunda etapa que llega hasta aproximadamente el año 2000. A principios de los años noventa, en un contexto de crisis, se produce cierto repunte de las migraciones interiores. Se mantuvo la importante presencia de migrantes europeos en las costas alicantinas, pero al conjunto del país comienzan a llegar flujos procedentes de algunos países de África y, algo más tarde, de América del Sur. Llegan buscando trabajo y buenas condiciones de vida, en un contexto de demanda de mano de obra de baja cualificación.
Una tercera etapa se inicia con el nuevo siglo, caracterizada por un aumento exponencial de la movilidad exterior. Los crecimientos más destacados se producen en los movimientos procedentes de países del este de Europa, especialmente Rumanía, de los países andinos y del norte de África. Estos migrantes contribuyen a hacer de la Comunitat Valenciana un país étnicamente más diverso o, en cualquier caso, a hacer más visible la diversidad. La expansión de los servicios y de la construcción operó como un factor importante de atracción de población, que emprendía proyectos migratorios desde situaciones de dificultad política o económica en sus países de origen.
La cuarta y última etapa se abre en 2008 y ha estado marcada por la crisis económica mundial, con unos efectos muy intensos en España y, especialmente, en la Comunitat Valenciana. En esta fase, bajan los flujos de entrada y aumentan las salidas de residentes, tanto con nacionalidad española como sin ella. Hay que tener en cuenta que la nacionalidad puede cambiar durante el proceso migratorio, ya que se producen procesos de nacionalización, y movimientos protagonizados inicialmente por extranjeros pueden convertirse en movimientos protagonizados por españoles, tratándose de las mismas personas. La adquisición de la nacionalidad española permite tanto mantener la residencia como emigrar a otros países europeos con la ciudadanía de un país de la Unión Europea. En esta etapa también se producen movimientos de población española joven hacia países europeos en busca de oportunidades laborales que no se daban ni en la Comunitat Valenciana ni en el conjunto de España.
3.1 La movilidad exterior
Las entradas y salidas de personas de un determinado territorio suelen indicar idas y venidas de las dinámicas socioeconómicas. La entrada en la Comunitat Valenciana de población procedente de otros países ha sido significativa desde finales del siglo XX, aunque con una intensidad diferente a lo largo del tiempo.
Gráfico 1.12 Movilidad exterior. Comunitat Valenciana (1998-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Estadística de Variaciones Residenciales.
El gráfico 1.12 representa los cambios residenciales con procedencia (entradas) y con destino (salidas) en territorios más allá de las fronteras españolas. La tendencia muestra un crecimiento acusado de las entradas entre 1999 y 2007, cuando se alcanza un máximo próximo a las 130.000 entradas. Desde esa fecha hasta 2013 se produce una caída importante, especialmente relevante en 2008 y 2009. Pero desde 2013 vuelven a crecer. Durante el mismo periodo las salidas hacia el extranjero son prácticamente inexistentes hasta el año 2002, pero desde 2005 experimentan un crecimiento destacado y continuo hasta 2013, cuando se estabilizan. La combinación de entradas y salidas produce un saldo migratorio neto positivo muy importante, superior a los 50.000 anuales, entre 2000 y 2008. Sin embargo, desde 2010, las ganancias de población por este motivo son negativas hasta 2016. Estas pérdidas de población por migración no se deben solo a las salidas de población de origen no español, sino que incluyen saldos negativos entre la población con nacionalidad española.
Gráfico 1.13 Movilidad exterior de población con nacionalidad española. Comunitat Valenciana (1998-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Estadística de Variaciones Residenciales.
Aun teniendo en cuenta las posibles nacionalizaciones de la población inmigrada, el gráfico 1.13 muestra cómo, desde 2004 (bastante antes de la crisis económica), las salidas de población española han venido creciendo de forma continua hasta 2015, con alguna ralentización entre 2008 y 2010. Este crecimiento más o menos continuo de las salidas ha ido acompañado de una reducción de las entradas de población española desde el exterior hasta 2009, una estabilización entre 2009 y 2013 y, finalmente, un crecimiento hasta 2016. El resultado es que, con esa forma en aspa o de tijera, la Comunitat Valenciana ha obtenido, desde 2008, saldos migratorios negativos de población española desde el exterior. Estos desplazamientos se deben, en una gran parte, a la búsqueda de oportunidades, pero también contienen movimientos de retorno a los países de origen de personas nacionalizadas como españolas o desplazamientos circulares. En cualquier caso, el número de salidas de población extranjera durante los últimos años supera en una proporción de 1 a 6 a las de población española.
El incremento del volumen de movimientos fue acompañado por ciertos cambios en su composición según los orígenes. En el gráfico 1.14 se puede comprobar hasta qué punto es errónea la percepción socialmente muy extendida de que son los inmigrantes de origen africano los que más han incrementado su presencia. Durante todo el periodo, las inmigraciones procedentes de países europeos no han perdido su hegemonía. Es cierto que han perdido peso relativo, para pasar de ser el 69,7 % del total de entradas en 1984 al 53,0 % de las producidas en 2016; pero aun así Europa sigue siendo el principal espacio de origen de las inmigraciones que llegan a nuestro territorio. De hecho, el segundo origen más relevante, aunque a mucha distancia, es el americano, que ha pasado de representar el 19,1 % de las llegadas en 1984 al 26,25 % en 2016; y ya en tercer lugar se hallan los movimientos originados en países africanos, que han aumentado la presencia que tenían en 1984, cuando eran el 7,9 % del total, para pasar a ser el 12,7 % en 2016
Gráfico 1.14 Distribución por continentes de origen de las inmigraciones exteriores. Comunitat Valenciana (1984-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Estadística de Variaciones Residenciales.
En cualquier caso, la distribución de proporciones de las entradas según su origen permite señalar diversos momentos en los que se produjeron ciertas llegadas específicas. Así, podemos ver cómo entre 1991 y 1996 la presencia relativa de movimientos originados en países africanos crece significativamente, con llegadas que superaban el 20 % de las recibidas. En este periodo también se produce un repunte de los movimientos desde Asia. Sin embargo, caen de nuevo para situarse en torno a sus niveles relativos habituales (alrededor del 10 %). Los datos parecen indicar que el incremento de las entradas se produjo un poco antes entre los orígenes europeos, en 1997, mientras que la procedente de América empieza a crecer en 1998, pero se intensifica entre 2000 y 2002, cuando supera el 30 % y alcanza el 40 % del total de llegadas de 2001. Parece, asimismo, que las entradas procedentes del continente americano están creciendo a mayor velocidad que las del resto del mundo, incluida Europa, desde 2013.
Si prestamos atención a los países, los principales orígenes del continente europeo son Reino Unido y Rumanía. Ambas inmigraciones crecieron intensamente desde 1999 y 2000. Las entradas procedentes de Reino Unido fueron las más numerosas (tanto europeas como del resto del mundo) hasta 2005, momento en el que las originadas en Rumanía pasaron a ocupar el primer lugar, entre los países de origen de las inmigraciones valencianas. Las entradas británicas cayeron intensamente desde 2004, mientras que las rumanas se desplomaron más tarde, a partir de 2008. Desde 2013 las entradas británicas volvieron a crecer, y en 2016 superaban a las rumanas. También son relevantes, entre las entradas europeas del periodo, las procedentes de Alemania y Bulgaria. Alemania era el segundo país de origen, detrás de Reino Unido, a finales de la década de los noventa, pero su descenso, junto con el incremento de entradas procedentes de Rumanía y Bulgaria, hacen que las rumanas la superen en 2002 y las búlgaras en 2003. De este modo, Bulgaria ha sido, durante gran parte de la primera década del siglo, el tercer país de origen europeo más numeroso. Un tercer grupo de países, compuesto por Francia, Países Bajos e Italia, ha mantenido un nivel muy similar y significativo, así como una tendencia más o menos constante.
Entre los países americanos son los movimientos originados en Ecuador y en Colombia los más numerosos, especialmente entre 2000 y 2003, cuando en algunos ejercicios estuvieron incluso por encima de las procedencias europeas. En un tercer lugar encontramos los provenientes de Bolivia, que, en cierta manera, complementan el calendario de los otros dos, ya que son las entradas más numerosas procedentes del continente americano entre 2004 y 2007. Como ocurre en general, también desde 2008 se produce un desplome de estas entradas. Sin embargo, desde 2013 se recuperan las llegadas desde Colombia, que se ve ahora acompañada por Venezuela, que en 2015 es el país americano que más movimientos genera con destino valenciano.
Finalmente, respecto al continente africano, hay que señalar que los dos orígenes con mayor presencia en las entradas son Marruecos y Argelia, con mucha diferencia respecto al resto. Entre estos dos países, por sí solos, acumulan alrededor del 80 % de todos los movimientos generados en el continente africano con destino a la Comunitat Valenciana.
Gráfico 1.15 Movimientos de entrada según país de origen. Comunitat Valenciana (1998-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Estadística de Variaciones Residenciales.
Las inmigraciones a territorio valenciano han sido especialmente intensas en el contexto español. Es cierto que, entre 1998 y 2004, el índice de atracción11 exterior español pasó del 2,0 ‰ al 15,8 ‰, pero durante el mismo periodo la Comunitat Valenciana pasó del 2,6 al 22,6 ‰. Así se sitúa en el grupo de cabeza de los índices de atracción de las comunidades autónomas, acompañada por Balears, que lideraba ya con anterioridad y llegó al 23,8 ‰, y Catalunya, con el mismo índice valenciano del 22,6 ‰, pero también por Murcia (21,5 ‰) y La Rioja (21,4 ‰), y por encima de Madrid (20,6 ‰). Por lo tanto, el Arco Mediterráneo fue un importante atractor de inmigración durante los años de cambio de siglo. En el polo opuesto encontramos a Extremadura (4,7 ‰), Asturias (5,3), Galicia (7,0) y País Vasco (7,3).
A partir de 2008, como hemos visto, la crisis provoca una caída de los movimientos y los índices de atracción se reducen, para recuperarse a partir de 2013. En este proceso, el retraimiento valenciano es ligeramente superior al del resto y su vuelta al crecimiento también es inferior. Así, mientras que los índices de atracción de Catalunya, Balears o La Rioja son en 2010 del 16,6, 12,4 y 12,1 ‰, respectivamente, el valenciano cae hasta el 11,4 ‰; y cuando, en 2016, Balears, Canarias y Catalunya superan el 17 ‰, y Madrid el 16‰, la Comunitat Valenciana se queda en el 13,7 ‰.
En definitiva, con el cambio de siglo, la sociedad valenciana recibió unos contingentes de población muy relevantes que supusieron un cambio muy importante en la composición de su población, como veremos en el siguiente apartado. Estos aportes se frenaron con la crisis económica en 2008, y empiezan a recuperarse desde 2013 (aunque en 2016 están muy lejos de los niveles alcanzados en 2007). Al mismo tiempo, también crecieron las salidas o emigraciones desde territorio valenciano, incluso con anterioridad a 2008: se trata de un movimiento de salida que puede verse alimentado por el propio incremento de las llegadas y que puede vincularse a viajes de regreso o a migraciones circulares (Ciobanu, 2015; Observatorio Permanente de la Inmigración, 2010). Así pues, a las salidas provocadas por la dinámica propia de las migraciones, se unen las producidas por la crisis, generando saldos migratorios negativos y, por tanto, pérdidas de población.
Los orígenes y destinos de los movimientos migratorios valencianos están muy concentrados. La mayoría son cambios residenciales con países europeos, y entre ellos muy especialmente con la Unión Europea. Estos flujos intraeuropeos se ven completados con intercambios con América Latina y el Magreb. La proximidad política, cultural o geográfica tiene un peso muy relevante en estos procesos. Concretamente, en territorio valenciano se reciben entradas sobre todo de Rumanía, Reino Unido, Ecuador, Colombia y Marruecos. Esta movilidad genera un gran potencial de conexiones transnacionales y provoca que la sociedad valenciana haya de ser entendida en relación con acontecimientos que ocurren lejos de ella.
3.2 La movilidad interior
Como nuestra unidad de análisis es un territorio autonómico, hay que tener en cuenta no solo los movimientos dentro de las fronteras de la Comunitat Valenciana, sino también entre esta y el resto de comunidades autónomas españolas, ya que, una vez dentro de las fronteras estatales, todos los movimientos son considerados interiores.
3.2.1 Migración interior española
Las migraciones internas estuvieron significativamente presentes entre 1930 y 1970 del siglo XX, tanto entre el territorio valenciano en su conjunto y el resto de comunidades autónomas, como entre las comarcas del interior y las de la costa. Fue una migración especialmente intensa durante los años sesenta y setenta, por razones laborales y protagonizada por personas en busca de las oportunidades que ofrecía el mercado agrícola, primero, y la industria y los servicios, después. Aquellos movimientos tuvieron como destino principal la capital y ciudad de Valencia y su área metropolitana, Alicante y su área de influencia, las comarcas del Vinalopó y, en menor medida, l’Alcoià y la Plana de Castelló. Esta dinámica cambió de manera sustancial a partir de finales de los años setenta. De hecho, hasta 1975 el saldo migratorio interior de la Comunitat Valenciana fue positivo, mientras que desde entonces pasó a ser negativo, hasta el año 2000, especialmente entre 1981 y 1990 (Piqueras, 2005).
Gráfico 1.16 Evolución de los movimientos interautonómicos con destino y procedencia en la Comunitat Valenciana (1998-2015)
Fuente: Elaboración propia. INE, Estadística de Variaciones Residenciales.
Los saldos positivos, recuperados durante la década de los años noventa, llegan hasta 2008. La movilidad interautonómica de población con destino o procedencia en la Comunitat Valenciana creció hasta 2007. Así, las entradas de población procedente de otras comunidades autónomas alcanzan su máximo en esa fecha, con un total de 71.912, y un crecimiento bastante acentuado desde 2001. Su caída se detiene en 2013. Por su parte, las salidas de territorio valenciano con destino al resto de España siguen una tendencia paralela hasta 2007, cuando su crecimiento se detiene para estabilizar su volumen durante un par de años y empezar a decrecer hasta 2013. El resultado es que los saldos con el resto de España se tornan negativos a partir de 2008 y son prácticamente nulos desde 2013.
Estos cambios se deben principalmente a la movilidad interior de la población extranjera. De hecho, podemos comprobar que los cambios residenciales de población con nacionalidad española del resto de España con destino a la Comunitat Valenciana se mantienen bastante estables, oscilando aproximadamente entre los treinta y los treinta y cinco mil anuales. Es la movilidad de población extranjera procedente de otras comunidades autónomas la que dibuja el perfil de la evolución, la que ajusta sus movimientos a los cambios coyunturales, con un crecimiento muy acentuado entre 1998 y 2007, coincidiendo con los aumentos de inmigración exterior y una caída también abrupta desde esa fecha hasta el último dato disponible. La Comunitat Valenciana es la tercera con mayores descensos en la llegada de población extranjera procedente de otras comunidades autónomas. Ello puede ser el resultado del impacto especialmente intenso que ha tenido la crisis económica en territorio valenciano, que habría afectado a sectores de población muy sensibles a las tendencias en el mercado laboral.
Gráfico 1.17 Movilidad interautonómica con destino en la Comunitat Valenciana, según nacionalidad (1998-2015)
Fuente: Elaboración propia. INE, Estadística de Variaciones Residenciales.
Respecto a los orígenes territoriales de estos movimientos, destacan los relacionados con Catalunya, Madrid, Murcia y Andalucía, tanto en las entradas como en las salidas. La tendencia durante el último decenio ha sido, sin embargo, diferente en cada una de ellas. Por una parte, se ha producido un crecimiento de los movimientos que vinculan el territorio valenciano con Catalunya (con un aumento muy significativo) y Murcia; por otra, han descendido los relacionados con Madrid, y los de Andalucía se han mantenido más o menos constantes. Por detrás de estas comunidades autónomas encontramos los flujos mantenidos con Balears y Castilla-La Mancha: la primera con una importante dinámica de servicios turísticos y la segunda con lazos migratorios históricos con la Comunitat Valenciana.
3.2.2 Migración interior valenciana
Si desplazamos nuestra atención hacia los movimientos dentro del territorio valenciano, se observa cierta continuidad con lo que se acaba de apuntar para la movilidad interior española. Respecto a los referentes territoriales, lo más frecuente es que los desplazamientos se produzcan dentro de la propia provincia. Y respecto a la variable tiempo, también se ven reflejados los efectos de la crisis, con un descenso de la movilidad espacial de la población. Un cambio que, de nuevo, se produce por la caída de movimientos protagonizados por población extranjera. Finalmente, cabe destacar que los movimientos internos más intensos se producen, en general, hacia la provincia de Valencia, mientras que en Alicante se concentra más en procedencias desde Valencia. El perfil de la evolución de Alicante presenta cierta especificidad, respecto a la movilidad de la población extranjera, en comparación con Castellón y Valencia, ya que es similar a la de las migraciones exteriores (Giner y Simó, 2009).
Aunque hemos empezado considerando la existencia de cuatro etapas desde 1970 hasta la actualidad, nuestro análisis se ha concentrado en las dos últimas décadas (desde 1998 hasta el último dato disponible), con un marcado cambio de tendencia ocurrido en 2008. Son dos etapas fuertemente contrastadas, con un relevante incremento de las entradas de ciudadanos con nacionalidad extranjera desde el exterior, antes de 2008, y su descenso, después de esta fecha.
En los últimos cinco años se ha producido un incremento de entradas de ciudadanos españoles, posiblemente causado por un retorno de habitantes que salieron en tiempos de crisis, aunque hay que tener en cuenta que una parte de la población con nacionalidad española la ha adquirido durante el proceso de movilidad. Así pues, desde finales de los años noventa del siglo pasado, los movimientos migratorios han generado un incremento de la población residente en territorio valenciano, pese a las pérdidas sufridas después de 2008, lo que ha supuesto, sin duda, un incremento del potencial de conexión con el exterior de la población valenciana.
Estas conexiones se han dado principalmente con países como Reino Unido, Rumanía, Bulgaria, Colombia, Ecuador, Bolivia y Marruecos. Respecto a la movilidad interna, los territorios españoles con más intercambios de población con la Comunitat Valenciana son Catalunya, Madrid, Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha y Balears. Y las pautas de movilidad muestran la especificidad de la provincia de Alicante, en comparación con Valencia y Castellón, dada la elevada inmigración procedente de países europeos, como Reino Unido y Alemania, cuyas características difieren de los perfiles laborales más presentes en el resto del territorio.
4. ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN VALENCIANA
Los movimientos naturales y migratorios observados interactúan con la estructura demográfica, que es a la vez causa y efecto: es la resultante de esos movimientos, al tiempo que ella misma facilita o dificulta los posibles movimientos futuros, al generar inercias difíciles de cambiar en el corto plazo. A lo largo del periodo estudiado se han producido importantes cambios en esta estructura, tanto en la composición por edades de la población como respecto a los orígenes territoriales de los residentes.
La trayectoria observada en los movimientos naturales dibuja una tendencia que construye una estructura de edades progresivamente más madura: una pirámide de población con una base cada vez más estrecha y una cúspide cada vez más ancha. Al mismo tiempo, los intensos movimientos migratorios experimentados entre 1998 y 2008 aportan, principalmente, poblaciones en edad laboral que se acumulan en las franjas centrales de la pirámide. Estos flujos aligeran temporalmente la tendencia al envejecimiento demográfico valenciano y, además, aportan mujeres en edad fértil y pautas de fecundidad que incrementan el número de nacimientos.
4.1 La composición por edad y sexo
Las características de la población valenciana han cambiado mucho a lo largo de los treinta y seis años que van de 1980 a 2016. Al observar la evolución de la pirámide de población del gráfico 1.18, se pueden comprobar los grandes trazos de estos cambios.
En 1980 nos encontramos con una pirámide que aún es ancha en su base y dibuja un contorno bastante próximo a la forma triangular. Es decir, se trata de una población distribuida por edades según se espera de una sociedad con una natalidad elevada y una mortalidad baja, y unos movimientos migratorios con efectos limitados. En su perfil quedan las cicatrices marcadas por los acontecimientos históricos sobre la población: en este caso, se ven bastante nítidamente las heridas provocadas por la Guerra Civil (1936-39) en la población que en 1980 tenía entre 37 y 41 años (nacidas entre 1939 y 1943), así como en la población nacida entre 1917 y 1920, que en 1980 tenía entre 60 y 63 años. Estas cicatrices suben 36 escalones en 2016, y las generaciones nacidas entre 1917 y 1920 prácticamente han desaparecido, mientras que todavía se puede señalar la herida de las generaciones nacidas entre 1939 y 1943, que ahora ya tienen entre 73 y 77 años.
Gráfico 1.18 Pirámide de población por edad y sexo. Comunitat Valenciana (1980 y 2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Municipal Continuo.
El perfil de la pirámide de 2016 es totalmente diferente; de hecho, ya no tiene forma piramidal sino más bien romboidal. La base se ha estrechado mucho, por la caída de los nacimientos, mientras que las pautas de mortalidad se han mantenido bastante estables: el resultado es que a partir de la población de más de 35 años (las cohortes nacidas antes de 1982), las dos pirámides son prácticamente paralelas. Si añadimos las aportaciones de la población inmigrada, como podremos comprobar más adelante, obtenemos una parte central muy ancha. Así pues, en comparación con 1980, lo más destacable es la ausencia de una proporción muy relevante de población con una edad inferior a los 35 años.
Este perfil no solo pone en evidencia la historia demográfica, sino que también apunta las inercias generadas y que afectan a la evolución futura. Por señalar solo la más evidente, la reducción del volumen de mujeres con menos de 30 años tiene sin duda un efecto directo sobre el número de posibles nacimientos futuros. Hemos señalado que la fecundidad es mayor entre las mujeres entre 30 y 40 años y su volumen actual es aún relativamente elevado, por lo cual el número de nacimientos puede mantenerse temporalmente a cierto nivel. Sin embargo, si observamos la evolución en las edades de mayor fecundidad durante los últimos veinte años, tendremos que concluir que en un futuro próximo el número de nacimientos descenderá, a no ser que las tasas de fecundidad aumenten de forma muy significativa.
En el gráfico 1.19 se refleja la tendencia a la baja del número de mujeres con una edad comprendida entre 20 y 29 años: después de un periodo de estabilización entre 2003 y 2008, se inicia una caída, con una pérdida de unos 100.000 efectivos hasta 2016. Estas reducciones de efectivos con el tiempo se trasladan hacia el grupo de edad superior. Así, los efectivos de mujeres con una edad comprendida entre 30 y 39 años empiezan a bajar desde 2010 y, dada la tendencia de los nacimientos desde 1980, podemos esperar una caída al menos hasta 2028, aproximadamente. Una tendencia bajista que, si no se ve compensada por aumentos en las tasas de fecundidad o por saldos migratorios positivos, supondrá una caída del número de nacimientos.
La reducción de efectivos jóvenes también se observa por el lado masculino, de forma que la razón de feminidad12 de la población valenciana se ha mantenido bastante estable a lo largo del periodo. De hecho, si en 1980 encontrábamos 104,0 mujeres por cada 100 hombres, en 2016 eran 102,5. La mayor reducción se produjo entre 2000 y 2010, al pasar de 103,5 a 101,0 mujeres por cada 100 hombres, etapa en la que se experimentan los mayores flujos migratorios con cierto predominio de llegadas masculinas.
La reducción de la proporción de jóvenes en el conjunto de la población valenciana ha supuesto un aumento de la edad mediana y de la edad media: un proceso de maduración. Si en 1980 la edad que deja la mitad de la población por debajo (mediana) era de 29,7 años, en 2016 había crecido hasta los 41,6 años. Y si la edad media era de 33,6 años a principios de la década de los años ochenta, en 2016 es de 42,6. Por tanto, después de treinta y seis años, la población valenciana ha envejecido unos diez años. La edad mediana, que está menos expuesta a los valores extremos y, por tanto, es más estable, ha crecido más rápidamente que la edad media, lo que muestra que la tendencia de fondo es bastante robusta y poco sensible a los cambios coyunturales.
Gráfico 1.19 Evolución del número de mujeres de los grupos de edad 20-29 y 30-39. Comunitat Valenciana (1998-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Municipal Continuo.
La composición de la población valenciana por grandes grupos de edad experimentó un cambio significativo durante las dos últimas décadas del siglo pasado, para mantenerse relativamente constante durante las dos primeras del nuevo siglo. La población de menos de 16 años pasa de representar el 28,3 % del total de la población en 1980 a casi la mitad de este peso en 2000, con una presencia del 15,9 %. Durante estas dos últimas décadas del siglo XX, la población de más de 64 años aumenta su peso en algo más de cinco puntos porcentuales, al pasar del 11,1 al 16,6 %. A partir de inicios del siglo XXI, la presencia de estos dos grupos de edad se mantiene relativamente estable, situándose ambos alrededor del 16 %, aunque la población de más edad recupera una tendencia al crecimiento a partir de 2008, hasta llegar al 18,5 % en 2016.
La inercia demográfica generada por esta estructura de edades, en combinación con la evolución de los movimientos naturales, tendrá un impacto muy significativo sobre la evolución futura de las características de la población valenciana. Las cohortes nacidas a partir de finales de los años cincuenta del siglo pasado son las más numerosas de la historia reciente de la sociedad valenciana, ya que en esos años se inicia un periodo de elevada natalidad, combinada con ganancias en la esperanza de vida y aportaciones de población inmigrada. Estas cohortes empiezan a llegar ya a la edad de 65 años y su volumen será creciente, aproximadamente, hasta el año 2040.
Los indicadores de edad de la sociedad valenciana experimentan un cambio muy relevante entre 1980 y 2000, para ralentizar los cambios con posterioridad a esta fecha. Desde 1999, el índice de vejez13 de la sociedad valenciana supera el 100 %, es decir, desde esta fecha hay más personas con más de 64 años que menores de 16. En 2016 se ha alcanzado el 114,6 %. Se trata de un proceso ligeramente más intenso en la sociedad valenciana que en el conjunto español.
Tabla 1.4 Evolución de los indicadores de edad de la población valenciana (1980–2016) (en %)
Fuente: Elaboración propia. INE. Padrón Municipal.
La coincidencia en la evolución de la estructura de edades española y valenciana es tanta que los índices de dependencia14 de sus poblaciones, y sus evoluciones, se superponen casi a la perfección. La fuerte reducción de la población menor de 16 años provoca que, entre 1980 y 2000, los niveles de dependencia descendieran de un 65,0 a un 48,1 %. Esta caída se frena entre 2000 y 2008, y a partir de esta fecha empieza a crecer hasta llegar al 53,0 % de la población en edad laboral en 2016. Es decir, por cada dos personas en edad laboral encontramos una en edad dependiente.
Es relevante reseñar que esta evolución general esconde cambios respecto a las características de esta dependencia. En 1980, la dependencia infantil (la debida a tener una edad inferior a los dieciséis años) representaba el 46,7 % de la población en edad laboral: es decir, había un dependiente menor por cada dos personas en edad laboral. En 2016, esta presencia se ha dividido por dos y se sitúa en el 24,7 %: es decir, hay un dependiente menor por cada cuatro personas en edad laboral. La evolución de la dependencia senil (la debida a tener una edad superior a los 64 años) ha sido la contraria, aunque a un ritmo inferior. Si en 1980 había una persona dependiente mayor por cada cinco o seis personas en edad laboral (18,3 %), en 2016 encontramos una por cada tres o cuatro (28,3 %). Este cambio tiene implicaciones relevantes para la sociedad valenciana ya que, si en 1980 alrededor del 72 % de las personas en edad dependiente lo eran por ser menores, en 2016 casi un 53 % lo son por ser mayores. En cualquier caso, vuelve a suceder que los cambios más intensos se produjeron durante las dos últimas décadas del siglo XX, mientras que durante las dos primeras del xxi las cifras se han estabilizado.
Este proceso va acompañado del crecimiento de la longevidad. No se trata solo de que cada vez hay más personas mayores de 64 años, es que, además, cada vez se vive más años una vez superado dicho umbral. El índice de longevidad15 ha crecido, tanto con el referente de 74 años, como con el de 84. Si en 1980 había una persona con más de 74 años por cada tres mayores de 64 (36,1 %), en 2016 había casi una por cada dos (48,1 %). El crecimiento de la población de mayor edad todavía es más espectacular si cabe: la presencia relativa de personas con más de 84 años se ha más que duplicado, al pasar del 5,7 % en 1980 al 13,6 %, del total de mayores de 64, en 2016.
La estructura de edades de la población en edad laboral también se ha visto afectada, pese a los aportes de la inmigración. Durante las dos últimas décadas del siglo pasado, cuando iban incorporándose a la edad laboral las cohortes nacidas durante la década de los años sesenta, la estructura de la población en edad laboral vivió un periodo en el que, de media, era cada vez más joven. El índice de estructura de la población en edad laboral16 creció entre 1980 y 1998, al pasar del 123,6 al 133,4 %: es decir, se encontraba más gente menor de 40 años entre la población en edad laboral en 1998 que en 1980. Sin embargo, desde los inicios del presente siglo el índice no ha dejado de descender hasta situarse en el 81,2 % en 2016; desde 2013, entre la población en edad laboral encontramos a más personas mayores de 40 años que a menores de esta edad.
Además, la tendencia al envejecimiento de la población en edad laboral va acompañada de una progresiva pérdida de capacidad de renovación, a la vista de la evolución del índice de renovación de la población en edad laboral.17 La caída de este indicador ha sido constante durante todo el periodo, excepto durante los primeros años de la década de los noventa. En 1980, el índice era de 147,0 %, es decir, por cada 100 personas en edad de prejubilación, encontrábamos a 147 que acababan de entrar a edad laboral; en 2000 era de 137,6 %, y en 2016 llegaba al 71,7 %. O sea, que por cada 100 personas en edad de salida del mercado laboral solo podemos encontrar a 72 que acaban de llegar. Desde 2007 este indicador se sitúa por debajo de cien y en caída libre; por lo tanto, la población en edad laboral no solo es cada vez más vieja, sino que su volumen cada vez es menor.
Algunos de estos indicadores de edad de la población son especialmente destacados en el caso de las mujeres, señalando una progresiva feminización de la vejez, tanto en la estructura global como en la estructura laboral. De hecho, el índice de vejez de la población valenciana supera el 100 % (114,6) en 2016 debido al índice de vejez femenino; en esa fecha, los hombres todavía presentan un índice inferior al 100 % (98,6), mientras que las mujeres llegan al 134,2 %. Esto se refleja, obviamente, en los indicadores de dependencia, de forma que las mujeres valencianas tienen un nivel de dependencia global que es superior en siete puntos al de los hombres (57,1 y 50,7 %, respectivamente). Esta diferencia, además, se acumula casi exclusivamente en la dependencia senil, en la cual los hombres presentan un índice del 25,2 % y las mujeres llegan al 32,7 %, mientras que la dependencia infantil masculina es del 25,5 % (casi idéntica a la senil) y la femenina es de solo el 24,4 % (casi ocho puntos inferior a la senil).
Tabla 1.5 Evolución de los indicadores de edad de la población valenciana, según sexo (1980-2016) (en %)
Fuente: Elaboración propia. INE. Padrón Municipal. H = Hombre; M = Mujeres.
En la base de la pirámide, donde se sitúan las cohortes más jóvenes, el índice de tendencia18 de la población valenciana señala una inercia de decrecimiento y envejecimiento demográficos. Cuando este indicador se sitúa por debajo de 100 nos muestra una tendencia a la reducción de la población y su envejecimiento; en el caso valenciano solo se supera este nivel entre 2003 y 2011. Después de su caída durante la década de los años ochenta experimenta cierta recuperación hasta 2008, para retroceder de nuevo tras esta fecha. Al llegar a 2016, el índice es del 84,4 %: por cada 100 personas con entre 5 y 9 años solo encontramos un 84,4 % con menos de 5. Y el índice de reemplazo escolar,19 que señala la tendencia en las necesidades escolares, se mueve en paralelo con el índice de tendencia. Según los datos de la población valenciana, solo entre 2004 y 2014 se supera el umbral de cien –que indica un crecimiento de estas necesidades–, con una tendencia alcista hasta 2009 y una reducción progresiva hasta el 90,8 % de 2016, lo que significa que este tipo de necesidades se verá reducido durante los próximos años.
En definitiva, la estructura de edades de la población valenciana ha experimentado un proceso de envejecimiento muy significativo, especialmente entre 1980 y 2000. La edad mediana ha crecido unos diez años y los indicadores de edad de la población, tanto en general como en edad laboral, también señalan un crecimiento de la mayor. La población en edad dependiente crece por el aumento de la mayor de 64 años, aunque la menor de 16 está descendiendo; y la población en edad laboral es cada vez más reducida y de mayor edad. Este proceso de envejecimiento es especialmente acusado entre las mujeres.
La estructura de edades resultante genera una inercia demográfica difícil de corregir, y en los próximos años, al menos hasta 2035-2040, aproximadamente, experimentará una agudización. Por lo tanto, dadas las actuales condiciones de organización social y económica, podemos esperar un incremento de la necesidad de población en edad laboral y de recursos para la atención de la población en edad laboralmente dependiente por ser mayor, acompañada de una caída del número de mujeres en edad fértil y, en consecuencia, de una probable reducción del número de nacimientos20 y de los recursos necesarios para la atención de la población infantil.
4.2 La presencia de población extranjera en la Comunitat Valenciana
El volumen global de población de origen extranjero en tierras valencianas y su evolución en el tiempo, su distribución por comarcas y la composición de esta población en cuanto a sexo y edad, reflejan la huella de la destacada llegada de inmigrantes entre 1998 y 2008. Durante las dos últimas décadas, la presencia de población de origen extranjero ha crecido espectacularmente en la Comunitat Valenciana. Si en 1998 residían 165.256 personas sin nacionalidad española, en 2016 lo hacían 805.809: casi cinco veces más. Este crecimiento se detuvo en 2009, para estabilizarse y, luego, reducirse a partir de 2013. Ha aumentado también, aunque de forma menos acusada, la cantidad de población nacida en el extranjero pero con nacionalidad española, que si en 1998 era de 67.858 personas, en 2016 es tres veces mayor, hasta llegar a las 195.825.
Gráfico 1.20 Población según nacionalidad y origen. Comunitat Valenciana (1998-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Municipal Continuo.
Hay que tener en cuenta que entre 2008 y 2016 se han incrementado significativamente las naturalizaciones. Así, los residentes nacidos en el extranjero con nacionalidad española prácticamente se doblan entre ambos años. Además, el dato refleja un descenso de personas de origen extranjero que han retornado a sus países originarios o que se han desplazado a otros. De hecho, la naturalización puede ser una estrategia para facilitar los desplazamientos a países terceros.
Esta población extranjera es muy diversa en orígenes, con presencia más o menos numerosa, según los casos.
Las poblaciones del conjunto de Europa han pasado del 69,5 % en 1998 al 51 % en 2016, mostrando cierta estabilidad. Sin embargo, esta esconde un importante cambio en el volumen total y en su composición interna. Las personas nacidas en Reino Unido y otros países de la UE y de la AELC21 son 233.159, un 29,8 % de la población originaria del extranjero, en 2016, cuando suponían el 67,9 % en 1998, con solo 112.132 efectivos. La población originaria de Rumanía es un 12,6 % de la nacida en el extranjero. El siguiente colectivo en porcentaje de población nacida en el extranjero es el marroquí (9,4 %), seguido de países de América del Sur (6,3 %), a los que cabría añadir población de Colombia (5,9 %) y Ecuador (5,6 %).
Tabla 1.6 Residentes de origen extranjero, por países de origen. Comunitat Valenciana (1998-2016)
Fuente: Elaboración propia. INE. Padrón Continuo de Habitantes.
Los residentes originarios de Reino Unido descienden en 2016, y también lo hacen algo los de la UE, en general, AELC, Rumanía, Bulgaria y diversos países latinoamericanos. En cambio, crecen las personas nacidas en Asia, así como las de Argelia, de Marruecos y de diversos países de la Europa no comunitaria. Puede que se esté dando un reagrupamiento familiar cuando se trata de colectivos con una presencia relativamente antigua en tierras valencianas, como sería el originario de Argelia, Marruecos, China y diversos países europeos. En otros colectivos, como los originarios de Paquistán, se puede hablar de la llegada de nuevos migrantes en busca de oportunidades sociolaborales.
4.2.1 Distribución territorial de la población extranjera
El asentamiento de población inmigrante del extranjero en territorio valenciano ha sido heterogéneo y se observan ciertos patrones a escala comarcal. Los mayores volúmenes se encuentran en la ciudad de Valencia, el Baix Segura y el Alacantí, con, respectivamente, 131.750, 126.442 y 80.718 residentes nacidos en el extranjero. Pero se da una concentración de presencia relativa en comarcas de la costa, como el Baix Segura, la Marina Alta, la Marina Baixa o, en menor medida, el Baix Maestrat. Un segundo bloque está más relacionado con los principales y más dinámicos centros urbanos, como la ciudad de Valencia, la de Alicante (Alacantí), Castellón de la Plana (Plana Alta) y Gandía (Safor).
Así, en algunas comarcas, uno de cada tres residentes ha nacido en el extranjero. Baix Segura (35,5 %), Marina Alta (35,4 %) y Marina Baixa (33,5 %) presentan la mayor proporción de población de origen extranjero. Siguen Baix Maestrat (21,2 %), la Safor (17,8 %) y la Plana Alta (17,6 %). Otros casos como el Alacantí (16,9 %) o Valencia ciudad (16,7 %) presentan una concentración similar al porcentaje de población de origen extranjero en toda la comunidad (16,3 %). En definitiva, superan una presencia de población extranjera del 10 % comarcas de costa y alrededor de la ciudad de Valencia, así como el Rincón de Ademuz y la Canal de Navarrés, con una presencia asociada especialmente a la actividad agrícola o a los servicios.
En cuanto a los países de origen, en las comarcas de Castellón, predominan las personas nacidas en Bulgaria y, sobre todo, en Rumanía, con una presencia media del 41 % de la población nacida en el extranjero. Ocurre en todas las comarcas castellonenses menos en el Baix Maestrat. En el Alto Mijares constituyen más de la mitad de las personas nacidas en el extranjero. En Alicante, en cambio, el 48,4 % de quienes nacieron en el extranjero son originarios de otros países europeos. Es el caso, en especial, de las dos Marinas y del Baix Segura. En la provincia de Valencia predominan las personas nacidas en América Latina (30,7 %), con una presencia especialmente elevada (40,1 %) en la capital. En cambio, el Valle de Cofrentes-Ayora muestra una fuerte concentración de personas de la ue, mientras que la Costera, la Canal de Navarrés, la Plana de Utiel-Requena, los Serranos y la Vall d’Albaida tienen más de la mitad de personas nacidas en el extranjero originarias de Rumanía y Bulgaria.
En cualquier caso, en el gráfico 1.22 se evidencia la presencia mayoritaria de población procedente de Europa, sea de Rumanía y Bulgaria o del resto del continente. Solamente en la ciudad de Valencia, y las comarcas que la rodean, y en el Alacantí, y las comarcas del Vinalopó y el Alcoià, la presencia de otros orígenes, especialmente de población procedente de América del Sur, reduce significativamente el peso de la población de origen europeo. También destaca el caso de el Comtat, con una concentración específica de población de origen africano.
Gráfico 1.21 Residentes nacidos en el extranjero y su porcentaje sobre el total de población, por comarcas. Comunitat Valenciana (2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Continuo de Habitantes.
Gráfico 1.22 Distribución de la población nacida en el extranjero, según nacionalidad, por comarcas. Comunitat Valenciana (2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Continuo de Habitantes.
Así, reflejado sobre el territorio, se pueden señalar dos patrones espaciales complementarios: la población de Rumanía y Bulgaria se instala en comarcas norteñas y en zonas rurales con cierta despoblación; la población del resto de Europa vive más al sur, en comarcas urbanizadas, a veces exclusivamente para ellos. Estos últimos son personas mayoritariamente jubiladas y con un especial interés en el sistema de servicios, sean públicos o privados.
Mapa 1.1 Concentración comarcal de población nacida en países europeos, según origen. Comunitat Valenciana (2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Continuo de Habitantes.
La presencia de otros colectivos, como los que proceden de países del Magreb y de América del Sur, sigue pautas diferentes. En el Comtat, el 40,7 % de quienes nacieron en el extranjero lo hicieron en Marruecos o Argelia. En el resto, esta población presenta poca concentración. Así, se da una distribución de la población de origen magrebí más difusa o dispersa por todo el territorio valenciano. Por su parte, la población originaria de América del Sur se concentra, sobre todo, en la ciudad de Valencia y su área metropolitana. En el Alt Vinalopó, Vinalopó Mitjà, Alacantí y Alcoià se dan concentraciones de entre el 30 y el 45 % de sudamericanos. De manera que podemos señalar que, mientras que la población de origen magrebí se encuentra dispersa por todo el territorio, la que proviene de América del Sur tiende a concentrarse alrededor de las dos principales ciudades (Valencia y Alicante) y sus hinterland industriales.
Mapa 1.2 Concentración comarcal de población nacida en el Norte de África y América del Sur, según origen. Comunitat Valenciana (2016)
Fuente: Elaboración propia. INE, Padrón Continuo de Habitantes.
4.2.2 Estructura por sexo y edad de la población originaria del extranjero
La dinámica demográfica valenciana es de descenso de la fecundidad y la mortalidad y de aumento de la esperanza de vida, con el consiguiente envejecimiento de población. Sin embargo, la inmigración extranjera ha contrarrestado esa tendencia con la llegada de personas más jóvenes y, en particular, de mujeres que tienen más hijos y más pronto que las españolas. Sin embargo, los diferentes colectivos han tenido en ello un papel distinto.
En general, la población originaria del extranjero tiende a ser más joven que la nacida en España. En la población nacida en el extranjero, la edad entre 20 y 44 años está sobrerrepresentada. Ocurre lo contrario con la que tiene entre 50 y 64 años, edad elevada para iniciar nuevas experiencias laborales y corta para la jubilación. Con todo, las aportaciones de migrantes de la UE26 y de la aelc hacen que el diferencial en las edades avanzadas no sea tan importante. Muchas personas que nacieron en la UE26 o en países de la AELC tienen más de 40 años, de manera que más bien han contribuido al envejecimiento de la población valenciana. En el resto de colectivos, en cambio, hay más personas entre 30 y 50 años, en consonancia con el carácter laboral y menos residencial de la inmigración procedente de estos países. Resulta interesante el vector de género entre quienes nacieron en América Latina y África. En el primer caso predominan las mujeres, y en el segundo, los hombres, resultado del distinto papel de unas y otros en los proyectos y trayectorias migratorias en uno y otro caso.
Gráfico 1.23 Pirámides de edad y sexo de población nacida en el extranjero, según algunas nacionalidades. Comunitat Valenciana (2014)
Fuente: Elaboración propia a partir del Padrón Continuo del ine.
En definitiva, la inmigración extranjera contrarresta el envejecimiento de la población valenciana, pero se trata de una aportación puntual que tiende a diluirse a medida que las y los migrantes se integran en la sociedad valenciana, aportando prácticas sociales que, a su vez, contribuyen a la diversificación cultural de todas las dimensiones de la vida social valenciana. En cualquier caso, la distribución territorial del impacto es muy diversa, dadas las pautas espaciales que hemos observado. Así, en las comarcas costeras del sur, con especial presencia de población de origen europeo, las migraciones más bien han agudizado el envejecimiento demográfico.
5. CONCLUSIONES
En este capítulo hemos podido revisar la evolución de las variables más relevantes y directamente implicadas en la estructura y dinámica demográfica de la sociedad valenciana durante las últimas décadas.
El aumento de la población valenciana ha sido superior a la media española y a la europea. Sin embargo, durante los últimos años ha sufrido pérdidas también aceleradas. El crecimiento se produjo de forma muy rápida entre 1998 y 2008, periodo en que las aportaciones de la inmigración fueron especialmente intensas. En conjunto, la Comunitat Valenciana ha experimentado un crecimiento superior al de regiones europeas con un nivel poblacional y una densidad similares. Las regiones con una densidad similar tienen poblaciones y crecimiento inferiores, y las que tienen incrementos de población parecidos tienen densidades y dimensiones demográficas también inferiores. Por lo tanto, el crecimiento de la población valenciana puede ser considerado como intenso, dadas sus características.
Podemos preguntarnos hasta qué punto tiene sentido aspirar al crecimiento demográfico en esas condiciones. Ya se lo preguntaba Ernest Garcia en el año 2000 (Garcia, 2000). Una sociedad como la valenciana, que concentra su aumento de población en una estrecha franja de territorio costero, genera una huella ecológica muy significativa, y hay que reflexionar sobre cómo es posible crecer ilimitadamente en un espacio tan limitado (Garcia, 2007). Es cierto que la huella ecológica per cápita depende básicamente de los procesos de consumo (Infante-Amate et al., 2015), pero también lo es que los aumentos de densidad demográfica alimentan el incremento del impacto ecológico global.
Las mayores aportaciones a este crecimiento demográfico las han hecho los movimientos migratorios: la llegada de población de otros lugares del mundo, especialmente de fuera del territorio español, a menudo con menor impacto ecológico. Estas entradas demográficas han frenado las tendencias autóctonas hacia una situación estacionaria, en la que los nacimientos y las defunciones tienden a anularse.
Las tendencias de la dinámica natural de la población en la sociedad valenciana se enmarcan en el contexto de lo que se ha denominado segunda transición demográfica (Cabré, 2007; Lesthaeghe, 2010; Van de Kaa, 1987), y su comportamiento no es muy diferente al del resto de España y de Europa: tasas brutas de mortalidad estables a niveles bajos, pero ganancias relevantes en la esperanza de vida. Una tendencia que no parece presentar un cambio en el futuro, más allá de una posible reducción progresiva de las diferencias en la esperanza de vida entre hombres y mujeres. En el próximo futuro continuaremos viviendo cada vez más años, si no ocurren acontecimientos bélicos o catastróficos. Una situación que hará cada vez más frecuente la llegada a situaciones en las que el debate sobre las condiciones de vida irá acompañado de otro, no menos necesario, sobre las condiciones de muerte.
Por otra parte, la fecundidad ha ido reduciéndose. Solo la llegada, entre 1998 y 2008, de una cantidad relevante de mujeres extranjeras con pautas reproductivas diferentes logró detener temporalmente esta tendencia. En los últimos cuarenta años, los patrones de fecundidad han cambiado de forma sustantiva. También en esto la sociedad valenciana se comporta como el resto de España y algunas regiones del sur mediterráneo europeo.
Esta reducción de la fecundidad se ha producido por fases definidas por diferentes formas de relación entre el efecto intensidad y el efecto calendario, a su vez moduladas por la mayor o menor afluencia de población inmigrada. El resultado es que las mujeres valencianas, de media, tienen cada vez menos descendencia y a edades cada vez más tardías. Esto ocurre en una sociedad en que la movilidad social exige unos requisitos formativos cada vez más elevados; con un reconocimiento creciente de la igualdad entre géneros, que no se acompaña de medidas efectivas de igualación social en el ámbito laboral y de convivencia doméstica; con una tendencia al crecimiento de la esperanza de vida y una reformulación temporal de los acontecimientos biográficos más relevantes; con un incremento de la individualización y las expectativas de autorrealización posmaterialista, y un largo etcétera de características que incentivan a tener pocos hijos y tenerlos más tarde (o a no tenerlos). Mucho tendrían que cambiar las condiciones sociales de vida para invertir una tendencia de esta envergadura. Sin duda, se pueden hacer propuestas de reforma y aplicarlas, como por ejemplo la consideración de los hijos en el sistema de pensiones (Abío y Patxot, 2005), pero esperar que se pueda regular el sistema de bienestar a través de las variables demográficas parece poco realista. Es cierto que también hay límites y, tarde o temprano, la fecundidad dejará de bajar (European Commission, 2015), pero, en el caso valenciano, la evolución de la cantidad de mujeres también presenta una tendencia a la baja, que se prolongará al menos durante dos décadas más. Así, el esfuerzo de incremento de la fecundidad necesario para compensar el envejecimiento y la pérdida del número de mujeres en edad fértil sería titánico. Y también sabemos que las aportaciones de las mujeres inmigrantes son limitadas y, además, tendentes a la convergencia con las mujeres autóctonas.
El resultado general es un proceso continuo de maduración o envejecimiento demográfico de la sociedad valenciana que no se detendrá al menos durante las próximas dos décadas. Un proceso que aumenta las necesidades de atención social a la población en edad dependiente por encima de los 64 años (y a edades cada vez más avanzadas), reduce y envejece la población en edad laboral y también reduce las necesidades de atención a la población en edad dependiente por debajo de los 16 años.
La solución de la migración neta no parece poder compensar esta tendencia, aunque temporalmente pueda frenarla. Además, más allá del interés colectivo en la diversidad, para favorecer la creatividad y el crecimiento cualitativo de la sociedad valenciana, depositar expectativas en que la aportación cuantitativa de la inmigración pueda compensar la situación generada sobre el Estado de bienestar no se ajusta bien a las posibilidades reales (Blanchet, 1989; De Santis, 2012; Paterno, 2012), por no mencionar los efectos negativos sobre el medio ambiente y sobre los países de origen que podría tener un drenaje demográfico de tal magnitud.
Nos hallamos, por lo tanto, ante un dilema. El proceso de envejecimiento, propiamente hablando, no es un problema, sino un dilema. Los problemas tienen solución, los dilemas no: nos obligan a calcular costes. Intentar reducir o evitar este envejecimiento provoca problemas quizás más graves que los que puede resolver, especialmente sobre el medio ambiente y sobre la igualdad entre hombres y mujeres, y también entre los pueblos del mundo. Podremos reducir sus efectos o cambiar absolutamente nuestro sistema de bienestar, pero las dinámicas demográficas dan muy poco margen de maniobra para una acción planificada efectiva al respecto.
1 En otros capítulos de este volumen se tratan con detalle aspectos demográficos indirectos, como la constitución de unidades familiares, las relaciones de género, la geografía de la actividad humana o el funcionamiento del mundo laboral o del sistema sanitario o del educativo.
2 Indicador que expresa la superficie necesaria para obtener los recursos que se consumen. Footprint Network (data.footprintnetwork.org) facilita estos datos por estados, entre los cuales se encuentra el Reino de España. Para estimar la huella ecológica de la Comunitat Valenciana, hemos ponderado la española por la huella por unidad del PIB valenciano.
3 Diferencia entre la tasa bruta de natalidad y la tasa bruta de mortalidad.
4 Número de nacimientos por cada mil habitantes.
5 Número de defunciones por cada mil habitantes.
6 Indica el número de defunciones por cada mil habitantes.
7 Indica el número medio de hijos por cada mujer en edad fecunda, convencionalmente de 15 a 49 años.
8 Cambios en el nivel, es decir, en el número de hijos.
9 Cambios en las edades a las que se tienen los hijos.
10 No analizamos aquí la evolución de los índices de nupcialidad, ya que en un capítulo posterior se tratan con detalle los procesos de constitución de unidades familiares.
11 Número de inmigraciones (entradas) por cada mil habitantes.
12 Número de mujeres por cada 100 hombres.
13 Población con más de 64 años por cada 100 menores de 16.
14 Población menor de 16 años o mayor de 64 por cada 10 personas en edad laboral, esto es, entre 16 y 64 años.
15 Población con más de 74 años (o con más de 84 años) por cada 100 con más de 64.
16 Población con una edad entre 16 y 39 años por cada 100 con una edad entre 40 y 64.
17 Población con una edad entre 16 y 24 años por cada 100 con una edad entre 55 y 64.
18 Población con una edad entre 0 y 4 años por cada 100 con una entre 5 y 9.
19 Población con una edad entre 3 y 5 años por cada 100 con una entre 6 y 8.
20 Aun cuando se iniciara una tendencia al incremento de la fecundidad, la magnitud del incremento necesario para compensar la pérdida de población femenina en edad fértil es tal que es poco probable que ocurra.
21 Asociación Europea de Libre Comercio, integrada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.