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ОглавлениеPRIMERA PARTE
LOS ORÍGENES DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO. EXPANSIONISMO TERRITORIAL Y VISIONES CRÍTICAS DESDE AMÉRICA LATINA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
Presentación
Inicia esta sección el artículo de Malena López Palmero “¿Un imperialismo excepcional? Reflexiones sobre el excepcionalismo estadounidense a la luz de la guerra hispano-cubano-estadounidense (1898)”. En este texto, la autora se plantea como objetivo central analizar y caracterizar la noción de excepcionalismo norteamericano, definiéndolo como la construcción de un consenso hegemónico que tuvo sus orígenes en la política exterior de Estados Unidos durante la guerra hispanocubano-estadounidense de 1898. Para este fin, la autora divide su artículo en dos partes: por un lado, realiza un exhaustivo estudio de las diferentes corrientes historiográficas sobre el tema; y por el otro, analiza las distintas estrategias imperialistas que se aplicaron en esta guerra desde 1898 hasta 1902. Lo que López Palmero logra demostrar son las continuidades y las rupturas que ha tenido la idea de excepcionalismo norteamericano, llegando a la conclusión de que “en 1898, y desde entonces hasta nuestros días, el Gobierno estadounidense se atribuyó el derecho –e incluso la responsabilidad o “misión”– de exportar libertad al mundo entero. Tal vez lo más excepcional del imperialismo sea, entonces, que solo un estadounidense puede formular el imperialismo de este modo, y solo otro puede creerlo. En el resto del mundo ‘la dominación jamás es benigna’”.
En segundo lugar, se sitúa el artículo de Darío Martini, “Guerra filipino-estadounidense (1899-1902). Un ‘laboratorio de ensayo’ hegemónico”. En esta línea de análisis sobre el excepcionalismo y expansionismo norteamericano, el autor estudia la guerra hispano-cubano-estadounidense de 1898, donde España tuvo que abandonar sus demandas sobre Cuba, mientras que Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron cedidas a la nueva potencia vencedora. Específicamente, Martini analiza el caso de Filipinas y aplica el concepto de “laboratorio de ensayo” de Alfred McCoy, tomando este ejemplo para explicar qué implicancias tuvo y cómo se desarrollaron estos métodos de dominación que luego fueron aplicados en diversos escenarios a nivel mundial y utilizados frente a la disidencia política en el escenario político doméstico. Tras la ocupación militar en Filipinas, Martini estudia de qué modo se dio la cooptación política, económica y cultural, asentada en una clase dirigente “amiga y dócil”. El autor concluye en que Estados Unidos enriqueció y perfeccionó las técnicas de dominación imperialista, colaborando activamente en la creación de un “estado policial” que aparece de manera recurrente a lo largo de toda la historia filipina reciente. Por último, lo interesante del abordaje del artículo radica en que incorpora el estudio de la resistencia filipina, primero encarnada en los nacionalistas filipinos, por medio del Katipunan, y luego en diversas guerrillas independentistas.
A continuación, la producción de Ariela Schnirmajer, “Las Escenas norteamericanas en la ‘era del imperio’ o la porosidad del pensamiento martiano”, en donde la autora analiza las publicaciones periodísticas de José Martí desde su exilio neoyorquino para diversos diarios de América Latina. Una ciudad, Nueva York, en pleno proceso de urbanización (1880-1895), fue el escenario para que el escritor cubano realizara Escenas norteamericanas. Allí quedó plasmada la gestación del nuevo orden imperial estadounidense. Schnirmajer se centra en el marco de las luchas obreras en Estados Unidos y de la crítica de José Martí al monopolio, a la ganancia desmedida y a los desajustes en la sociedad norteamericana –puntualmente del capital y el boicot–, y en la relación entre capital y trabajo durante las huelgas ferrocarrileras de 1886. La autora parte de la hipótesis de que las transformaciones del juicio crítico martiano respecto de los conflictos entre capital y trabajo entran en sintonía con los cambios en la representación caricaturesca efectuada por la revista Puck de los actores involucrados. Lo interesante del trabajo de Schnirmajer es cómo cruza diferentes estilos y formatos de textos o, como ella lo denomina, la “intertextualidad” entre los escritos de Martí con el fotoperiodismo de Jacob Riis, la tragedia shakespeariana y el realismo de Charles Dickens.
Cierra esta primera sección el artículo de Mariana Mastrángelo, “Carlos Pereyra y la interpretación latinoamericana de ‘El o Los mitos de Monroe’”, en el que la autora hace un recorrido por la vida y obra del escritor mexicano Carlos Pereyra. Particularmente, analiza la visión que el autor desarrolló del imperialismo norteamericano en su libro El mito de Monroe, escrito en el año 1914. En esta obra, el escritor se plantea ir derrumbando los distintos mitos y tabúes en torno a la doctrina Monroe, la cual para Pereyra no es doctrina, ya que “tiene la apariencia y la realidad de un tabú, es decir, de una prohibición esencialmente mágica”. De esta manera, en un libro estructurado en tres capítulos, se van derribando uno por uno los tabúes que el autor plantea, dando como ejemplos las distintas intervenciones de Estados Unidos en América Latina y el modo en que fue virando la ideología imperialista del “coloso americano” desde mediados de la década de 1880 hasta inicios del siglo XX. Lo interesante del análisis de la obra de Pereyra, que queda plasmado en este artículo, es el lugar que ocupó el escritor mexicano como protagonista contemporáneo de los hechos que narra, constituyéndose como uno de los ejemplos del antimperialismo surgido desde las entrañas de Latinoamérica.