Читать книгу Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana - Abbey Steele - Страница 17

Desconcierto Desplazamiento en el marco de guerras civiles

Оглавление

Las barriadas incrustadas en las montañas que rodean Medellín son de las más pobres de la ciudad, lo cual contrasta con las privilegiadas vistas que pueden apreciarse desde allí. Conocí a Arturo en una de esas empinadas comunas en 2007. Él había llegado a Medellín hacía más de una década desde el Urabá, región localizada al noroccidente de Colombia, en donde trabajó en una de las famosas plantaciones de banano. Un día, en 1994, según me dijo, hombres armados llegaron al barrio en el que residía. Lanzaron tiros al aire que asustaron a Arturo y a sus vecinos. Un par de días después, el Ejército entró a bordo de tanques, con lo cual cundió aún más el pánico entre los pobladores. Entonces, como si se tratara de un mal augurio, varios hombres armados comenzaron a merodear por el vecindario montados de motocicletas, que habían resultado perfectas para cometer asesinatos y emprender huidas en la década de 1980. El golpe final para Arturo sobrevino cuando su vecino fue asesinado. Después de eso, se fue a Medellín, que está localizada a 300 kilómetros. Intentó regresar a su casa y trabajar apenas cuatro meses después, a pesar de los riesgos que eso acarreaba. Pero aún corría peligro, por lo que regresó a Medellín, en donde ha vivido desde entonces.

Si Arturo fuera darfurí, bosnio o chiita podríamos concebir una narración para dar sentido a su historia: en ocasiones, las personas son desplazadas debido a su origen étnico. Pero Arturo es colombiano. La ciudad en la que Arturo vivía era diversa en términos raciales y socioeconómicos, y los grupos armados no convierten a la gente en objetivo militar debido a su raza, origen étnico o clase social. Sin embargo, al mismo tiempo que Arturo y sus vecinos permanecían inquietos dentro de sus casas, los mismos hombres armados se abstuvieron de atacar un vecindario cercano, a pesar de que los residentes de ambos barrios se veían bastante parecidos. ¿Cómo podemos entender lo que le ocurrió a Arturo, a sus vecinos y a los otros millones de personas que han sido desplazadas? ¿Solamente fueron víctimas desafortunadas de la violencia aleatoria?

Desde luego, Arturo y sus vecinos fueron desafortunados, pero la violencia que experimentaron no fue aleatoria. En Colombia, descubrí evidencia excepcional procedente de archivos remotos y obtuve cerca de doscientas entrevistas que muestran que los grupos armados convierten a ciertos tipos de civiles en objetivo militar con el fin de expulsarlos de sus hogares y comunidades, debido a que los perciben como traidores, incluso si esos colectivos no se encuentran unidos mediante lazos étnicos o partidistas, sino por vínculos políticos. Arturo y sus vecinos compartían una historia relacionada con la conformación de un sindicato, la lucha por la obtención de vivienda y de derechos sobre la tierra, y, finalmente, el voto por el mismo partido político en los comicios. Resulta trágico que las elecciones –consideradas a menudo por legisladores y líderes políticos como herramientas que contribuyen a apaciguar los conflictos y como una transición hacia la paz– desencadenen violencia en lugar de reducirla. Las elecciones ponen de manifiesto las afinidades políticas de la población civil, atribuyen a algunos el estigma de ser simpatizantes de la insurgencia y promueven que otras personas se alíen en contra de aquellos. Como consecuencia, los grupos contrainsurgentes dirigen sus acciones violentas en contra de los seguidores de determinado partido político, como Arturo y sus vecinos, hasta hacerlos huir, para después tomar control del poblado. Lo que le pasó al poblado en el que vivía Arturo muestra que las limpiezas no se limitan a lo que ocurre con los grupos étnicos. Por el contrario, la limpieza política condensa de una manera mucho más clara el fenómeno de expulsión de un grupo particular del territorio que ocupa. En este libro, diferencio entre la limpieza política frente a otras formas de desplazamiento y me propongo explicar cuándo y cómo los grupos armados se proponen poner en marcha la limpieza política.

La limpieza política es una de las formas de desplazamiento de población civil y ha tenido como resultado gran parte de los casi sesenta millones de personas que han debido abandonar sus casas y comunidades durante la guerra a lo largo de los últimos setenta años. El desplazamiento de población civil –definido como migración producida por uno o más grupos armados en tiempo de guerra– ha sido una característica habitual e infortunada de la política a lo largo de los siglos. Pero nunca había existido tanto desplazamiento. A partir de 2004, el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (Internal Displacement Monitoring Center –IDMC–), la organización oficial de las Naciones Unidas a cargo de ese asunto, estimaron que 19,5 millones de desplazados viven en países ajenos al propio en condición de refugiados, mientras que cerca del doble de personas –38 millones– continúan viviendo dentro de las fronteras de sus países de origen en calidad de desplazados internos (DI, en adelante) (IDMC 2014b). En 2014, solamente, 13,9 millones de personas fueron desplazadas de nuevo, y de esa cantidad, 11 millones eran DI, lo cual constituye otro registro desalentador (UNHCR 2015). Colombia se encuentra entre los países con mayor cantidad de población de DI en el mundo. En el país, más de seis millones de personas han sido desplazadas desde mediados de la década de 1980.

Para las personas y para las familias, el desplazamiento significa separación de las comunidades a las que pertenecen, de sus seres queridos y de sus propiedades. Además, el desplazamiento implica un futuro incierto en lugares nuevos y desconocidos, a menudo después de haber experimentado episodios de violencia intensa, así como travesías peligrosas. Las experiencias desgarradoras de esas familias también tienen consecuencias políticas de mayor alcance. Por ejemplo, en 2016, casi la mitad de la población siria fue desplazada internamente o se encontraba viviendo por fuera de sus fronteras. La dramática transformación de la composición demográfica del país, sin duda, tendrá impacto en todos los ámbitos, desde el desarrollo económico hasta la política de posguerra. Por supuesto, los países que acogen refugiados también enfrentan desafíos. Además de los retos logísticos y humanitarios, los estados receptores pueden experimentar su propia agitación interna como resultado de los nuevos inmigrantes, a los cuales suele asociarse con una mayor probabilidad de violencia y guerra civil.

A pesar de la importancia y el volumen del desplazamiento de población civil, este sigue siendo un fenómeno nebuloso. Varios académicos han relacionado el desplazamiento con contextos amplios, como la formación del estado-nación, la violación de los derechos humanos, la violencia, las guerras y, de manera más específica, las guerras civiles. Si bien los factores mencionados son trasfondos comunes del desplazamiento, no contribuyen a explicarlo. De modo habitual, el desplazamiento es descrito como un subproducto espontáneo de otras formas de violencia o como el resultado de una campaña centralizada de limpieza étnica. Sin embargo, ninguna de esas dos perspectivas permite explicar variaciones importantes de las formas y niveles del desplazamiento, que a veces tienen lugar, incluso, en el curso de una misma guerra civil. En Iraq, por ejemplo, a pesar de que el país había sido invadido en 2003, no fue hasta después de los bombardeos sobre el importante santuario chiita de Al-Askari, a comienzos de 2006, que el desplazamiento se disparó. ¿Qué puede explicar este cambio? Dentro de las guerras, como ocurre con otros fenómenos, el desplazamiento no afecta por igual a todas las familias o comunidades. Para explicar este tipo de variaciones, algunas perspectivas académicas recientes se han movido desde el estudio de factores contextuales hacia la búsqueda de características comunes, tales como la riqueza o los recursos de los individuos o las familias que deciden abandonar sus comunidades de origen. Esta línea investigativa, no obstante, se basa en una interpretación del marco general de la guerra y pasa por alto la influencia de los grupos armados sobre las decisiones tomadas por las familias. Sin tener a mano información trascendental acerca de la forma en que los grupos armados actuaban y, en particular, la manera en que ejercían la violencia que perpetraban, es difícil comprender por qué Arturo y sus vecinos abandonaron el poblado, mientras que los residentes que vivían a pocas cuadras decidieron quedarse. Con el objetivo de caracterizar y explicar el desplazamiento, por lo tanto, este libro dialoga con el “espacio intermedio” (middle ground) que existe entre los factores contextuales de amplio espectro y las características de los individuos, con el fin de analizar la interacción entre los grupos armados y la población civil en el marco de las guerras. En particular, me centro en las características y conexiones que los civiles comparten, así como en la forma en la que los grupos armados las interpretan y abordan.

En las guerras, los grupos armados a menudo optan por exterminar civiles, miembros de etnias, sectas o grupos políticos rivales. Con frecuencia, el grupo que se encuentra en el punto de mira resulta ser una mezcla de identidades o una comunidad dentro de un grupo mayor, lo que convierte a la limpieza política en una práctica difícil de detectar, en especial, si la situación es examinada desde lejos. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– (United Nations High Commission for Refugees –UNHCR–), manifiesta que “la violencia que parece indiscriminada puede estar dirigida de modo deliberado hacia ciertos grupos de civiles” (UNHCR 2012, 6). En Nigeria, por ejemplo, la avanzada contrainsurgente frente a Boko Haram parece tener a la población musulmana como objetivo militar: “para los soldados, las batas largas y sueltas de los hombres jóvenes –la indumentaria tradicional del África occidental musulmana– eran suficiente argumento para determinar culpabilidades, según dijeron los refugiados” (Nossiter 2013). El origen étnico también resulta importante: “algunos ciudadanos que tenían la cicatriz vertical étnica de los kanuri, una facción dominante dentro del grupo islamista violento Boko Haram, estaban siendo capturados [por el ejército]” (Nossiter 2013). El reporte sobre derechos humanos en el Congo elaborado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en 1993 planteó que “al menos 200, y quizás muchas más personas, murieron” en actos violentos en los que “las víctimas parecen haber estado en el punto de mira debido a la filiación étnica y política” (Fariss et al. 2015, énfasis añadido). En Colombia, debido a que las identidades étnicas y religiosas no coinciden con los bandos enfrentados en la guerra, el desplazamiento parece ser casual. En situaciones clave, no obstante, los grupos contrainsurgentes fueron bastante específicos con respecto a sus objetivos militares que elegían por razones políticas. La ciudad de Arturo estaba llena de personas relacionadas con la izquierda, incluyendo a varios que habían apoyado a un grupo rebelde, pero solamente los seguidores de un partido político particular estaban en el punto de mira. Sin importar qué tan reducido o amplio es el grupo que está en el foco, la amenaza es evidente: irse o poner la vida en riesgo.

Es cierto que el desplazamiento no siempre es el resultado de una campaña deliberada en contra de un grupo. Las personas también huyen cuando están expuestas a amenazas indirectas. En otros casos, la población civil se reubica, con el fin de evitar la violencia que los rodea, pero que no ha sido lanzada de manera directa en su contra. Las mejores alternativas que los civiles encuentran para ponerse a salvo dependen del tipo de amenaza que los grupos armados representan, no solo de la intensidad de la violencia. Con base en esta perspectiva, el libro caracteriza diferentes formas de desplazamiento que tienen lugar durante la guerra. La huida individual y la deserción masiva son formas de desplazamiento que los grupos armados ocasionan de manera involuntaria o se derivan de modo fortuito de la violencia que ejercen. En el caso de la huida individual, la población civil busca la forma de frustrar ataques dirigidos hacia objetivos militares que han sido definidos de forma selectiva por los grupos armados. Con la deserción masiva, la población civil se aparta del camino que la violencia indiscriminada transita. En contraste, la limpieza política ocurre después de que grupos de civiles han sido puestos en la mira (collective targeting) de manera estratégica y deliberada.1 Además, la limpieza política puede darse de forma generalizada, incluso en guerras civiles que carecen de carácter étnico, como la de Colombia. El principal interés del libro es explicar en qué momentos y situaciones los grupos armados participan en esta forma de desplazamiento.

Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana

Подняться наверх