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Objetivos militares colectivos, limpieza política y reformas democráticas durante la guerra civil

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Sostengo que la selección de objetivos militares colectivos y la limpieza política tienen lugar, con mayor probabilidad, si se cumplen dos condiciones: (1) cuando un grupo armado intenta controlar un territorio y (2) en situaciones y lugares en los que los grupos armados cuentan con información sobre las lealtades de la población civil, en específico, si existen razones para pensar que algunos tipos de civiles, posiblemente, están apoyando a un grupo armado rival. Si un grupo armado logra establecer que un conjunto de civiles se encuentra vinculado con alguna de las partes en conflicto, entonces puede inferir las lealtades que profesan los miembros individuales de esa colectividad. Los civiles que son considerados desleales dificultarán la conquista del territorio. Además, podrían contribuir a que el grupo adversario consiga resistir la incursión y serían difíciles de coaccionar o persuadir para que cambien de bando. Por lo tanto, expulsar a los desleales contribuirá a que el grupo armado conquistador pueda incursionar para hacerse con el control. Asimismo, deponer a los adversarios locales hará que los demás residentes de una determinada comunidad tiendan a colaborar sin temer a la retaliación.

Pero, incluso, si la supresión del apoyo civil de los rivales tiene sentido estratégico para los grupos armados, ¿cómo identificar a los desleales en ausencia de pistas que pongan en evidencia una filiación? Las elecciones constituyen un mecanismo para alcanzar ese objetivo, pues permiten poner al descubierto las preferencias políticas de la población. Cuando los resultados electorales encajan con barrios y veredas específicos, como tiende a ocurrir durante las elecciones locales, los residentes de esos lugares quedan en evidencia como seguidores de un partido o candidato particular.

Además de la información reveladora que de forma directa proporcionan acerca de los pobladores, las elecciones también pueden fomentar nuevas alianzas. Si un partido político alineado con la insurgencia resulta favorecido, los políticos derrotados pueden sentirse motivados para aliarse con grupos contrainsurgentes, con el fin de promover cambios en las decisiones del electorado y, de esa forma, crear una oportunidad más favorable para ganar en próximos comicios.

Este contexto plantea una serie de implicaciones con respecto a las situaciones y a los lugares en los que el desplazamiento tiende a ocurrir. En términos cronológicos, la selección de objetivos militares colectivos y la limpieza política solamente deberían ocurrir una vez que se ha producido una disputa que termina uniendo grupos de civiles con alguno de los bandos de la guerra. Este tipo de disputas no siempre es constante durante una guerra civil. El momento posterior a una elección es un ejemplo entre otros. Las disputas también pueden cambiar debido a otras razones. Para volver sobre el caso de Iraq, durante los tres años posteriores a la invasión que comenzó en 2003 la actividad insurgente no estuvo relacionada de forma directa con la identidad religiosa. Solamente fue después del bombardeó contra la mezquita de Samarra en 2006 que chiitas y sunitas consolidaron bandos de guerra opuestos. En especial, algunos observadores sostienen que el cambio comenzó en 2005, cuando los partidos políticos comenzaron a unirse en torno a las identidades religiosas. Una de las consecuencias fue el aumento masivo del desplazamiento, tan pronto como las lealtades de los miembros de las sectas predominantes empezaron a ser consideradas sospechosas por los grupos armados de las otras sectas.

Arturo y sus vecinos no habían sido puestos en la mira de la limpieza política hasta que votaron por un partido político vinculado con la insurgencia. La Unión Patriótica (UP) fue creada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en un contexto de diálogos entre ese grupo y el gobierno colombiano. Si bien la violencia fue una constante a lo largo de la década de 1980 en la región en la que vivía Arturo, el fenómeno del desplazamiento era poco frecuente hasta que los grupos paramilitares optaron por amedrentar a la población convirtiendo en objetivo militar a los seguidores del partido político de las FARC, con el fin de expulsarlos de la comunidad. Los residentes de un barrio cercano no cayeron en la mira de los paramilitares, a pesar de que tenían los mismos antecedentes socioeconómicos, raciales e, incluso, laborales que Arturo y sus vecinos. Aquellos también eran militantes de izquierda y estaban asociados con su propio grupo insurgente, el Ejército Popular de Liberación (EPL). Cuando los paramilitares comenzaron su incursión en la región, el EPL estaba oficialmente desmovilizado y, por lo tanto, no era la prioridad fundamental de la contrainsurgencia. De hecho, algunos exintegrantes del EPL crearon nuevas milicias que, según ellos mismos sostenían, eran necesarias para protegerse de las FARC, que los acusaban de proporcionar información al estado. La nueva milicia formó una alianza con los paramilitares, que aportaban protección adicional a los civiles vinculados tradicionalmente con el EPL.

Tan pronto como se establece el vínculo entre los grupos de civiles y su probable apoyo a la insurgencia o al estado, es posible la selección de objetivos militares colectivos. Esa situación es más palpable, sin embargo, cuando un grupo armado intenta controlar una comunidad. En guerras civiles irregulares (es decir, aquellas protagonizadas por insurgencias), los grupos contrainsurgentes tienden más a emplear esa estrategia debido a que supone recursos abundantes y permite llamar la atención. La insurgencia, por lo general, no puede permitirse esos privilegios. Las comunidades o sectores de comunidades en que vive población civil supuestamente desleal son los que con mayor probabilidad caen en el punto de mira de la limpieza política. Esto es aún más factible en comunidades en las que la población local va a beneficiarse de alguna manera de la expulsión de sus vecinos. En el caso de Arturo, el partido político que él apoyó fue especialmente problemático debido a que desafió el poder de las élites locales, a las que incitó a aliarse con grupos contrainsurgentes. Sin Arturo y sus vecinos, las élites pudieron ganar las elecciones y restablecieron su poder político de ahí en adelante.

Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana

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