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INTRODUCCIÓN

1. VIDA DE AGATÍAS

Nuestro conocimiento de la vida de Agatías procede de referencias no muy amplias en diversas fuentes y de algunos comentarios que aparecen en su propia obra, no siempre todo lo detallados y claros que quisiéramos.

De acuerdo con ellos, se puede afirmar con cierta seguridad que nació alrededor del 532, ya que en Historias II 15, 7 y 16 nos dice que estaba en Alejandría cuando tuvo lugar el gran terremoto que asoló Berito en el 551 y que visitó Cos en su viaje de vuelta de Alejandría a Constantinopla, poco después del maremoto que afectó a la isla en aquel entonces (II 17). En general, la educación superior comenzaba a partir de los dieciséis años y la duración del curso de retórica posterior podía ser de uno a seis años 1 ; un escritor de la habilidad de Agatías es muy probable que cursara al menos tres, de modo que tendría unos diecinueve o veinte años cuando volvía de Alejandría en el 551, lo que queda además apoyado por el hecho de que los estudios de leyes comenzaban hacia los veinte años 2 : por ello se da el 532 como fecha muy probable de nacimiento.

Agatías nos proporciona en su obra otros datos sobre su origen: «Me llamo Agatías, Mirina es mi patria, Memnonio mi padre, mi trabajo el Derecho romano y los procesos en los tribunales. La Mirina a la que me refiero no es la ciudad de Tracia … sino la de Asia» (Proem. 14).

Sobre su familia, algunos epigramas de la Antología Palatina nos hablan de sus padres, el rétor Memnonio y su esposa Periclea, que murió en Constantinopla cuando Agatías tenía tres años 3 .

Por el epigrama y por el hecho de que Agatías, en el fragmento de sus Historias citado antes, dijera que vio Berito en su viaje de vuelta a Constantinopla, se deduce que la familia vivía en esta ciudad desde muy pronto; sabemos además que estudió su carrera allí por AP I 35, una dedicación 4 de Agatías y tres compañeros al acabar sus cuatro años de estudios de leyes 5 .

Aunque, como veremos, desarrolló su actividad profesional en la capital, Agatías y su familia debieron seguir teniendo contacto con su ciudad natal, Mirina, cerca de Pérgamo. Se nos ha conservado un epigrama votivo de un desconocido Miguel Gramático, que acompañaba a una estatua de nuestro autor (AP XVI 316). La ciudad de Mirina se la dedica a «Agatías, el rétor y poeta» y también «a su padre Memnonio y su hermano, como símbolos de una familia nobilísima». La causa la encontramos en un grupo de epigramas de Agatías, AP IX 642-644 y 662; en este último se llama a sí mismo «el padre de la ciudad», expresión que se refiere al edil encargado de las obras públicas 6 . Era un cargo muy importante y por ello muy conmemorado en las inscripciones. Para algunos autores, resulta extraño que Agatías ejerciese en una ciudad distinta de la suya, en la que ni siquiera vivía. Tampoco tenemos ninguna referencia suya a Esmirna, y sí en cambio, palabras de agradecimiento para con su ciudad natal: «Ojalá pudiera recompensarla con todo lo posible por haberme criado y escribir una exhaustiva relación de sus ilustres hechos» (Proem. 15). Para explicar estas contradicciones, la mayoría de los editores modernos admiten la corrección que en su momento hizo Brunck, de «Esmirna» por «Mirina» 7 . Por su parte, McCail 8 supone que podría ser el primer cargo que tuvo Agatías al principio de su carrera, antes de ejercer de abogado en Constantinopla.

De su familia poco más sabemos que lo ofrecido por estas fuentes. Su padre, Memnonio, rétor en Asia, probablemente un abogado provincial en la misma Mirina 9 , procuró la misma profesión o, al menos, los mismos conocimientos a sus hijos: no sólo a Agatías, también a su hija Eugenia, a la que califica de «experta en la muy gloriosa ciencia jurídica» en un epitafio que el poeta le dedica 10 .

Aunque Memnonio tendría un nivel económico suficientemente elevado como para dar esta educación a sus hijos, Agatías tuvo que dedicarse con afán a su profesión de abogado, que, de acuerdo con lo dicho por él mismo y por otras fuentes, ejerció en Constantinopla: Juan de Epifanía lo llama «uno de los más importantes rétores de Bizancio» 11 y él mismo nos dice que trabaja en el Pórtico Imperial, de la mañana a la noche 12 . De la referencia de la Suda procede el sobrenombre «escolástico», abogado en esa época: «Agatías: escolástico, de Mirina, escribió la historia a partir de Procopio de Cesarea, las acciones de Belisario y lo sucedido en Italia y en Libia, y también lo de Narsés en Italia, en Lázica y en Bizancio. Compuso asimismo otros libros en verso y en prosa, el llamado Dafníacas y el Ciclo de nuevos epigramas, que él mismo recogió de los poetas del momento. Fue contemporáneo de Paulo Silenciario, Macedonio Cónsul y Triboniano, en tiempos de Justiniano».

La referencia a sus contemporáneos tiene un valor no sólo cronológico. Carecemos de pruebas que lo sitúen —a diferencia de otros historiadores, como Procopio o Juan Lido, que escribieron a instancias de los emperadores— en los círculos de poder. En el Proemio nos explica que se dedicó a la escritura de la Historia gracias a la insistencia de sus amigos 13 . Y aunque, según Cameron 14 , el Proemio parece pensado para ofrecérselo y agradar a Justino, no tenemos ninguna prueba de que esto pasara. Sin embargo, el hecho de que contara con la colaboración de los grandes hombres de letras del momento en la composición de su Ciclo de epigramas y distintas referencias en sus obras nos permiten pensar que se relacionó con los hombres influyentes de la época. Uno de ellos fue Pablo Silenciario, «el hijo de Ciro, el de Floro», del que habla con admiración en Historias V 9, 7-9. Es autor de la Descripción de Santa Sofía y de unos 79 epigramas 15 . La opinión más extendida es que Pablo era unos treinta años mayor que Agatías e incluso se supuso que era su suegro, según una libre interpretación de los epigramas AP IX 770 y V 292-293 16 .

También estaba bien situado Eutiquiano, de la familia de Floro (¿el mismo Floro padre de Pablo?), con un cargo destacado en la secretaría imperial, al que Agatías parece considerar su amigo más cercano y el responsable en última instancia de su dedicación a la Historia 17 . Otro amigo asimismo bien situado es Damócaris, al que el lema de AP VII 588 llama «Damócaris el gramático, amigo y discípulo de Agatías» y que quizá sea el mismo que aparece como procónsul en Asia en una inscripción de Éfeso 18 . Debió de conocer también a otros personajes importantes que participaron en el Ciclo: Macedonio Cónsul, nacido en el 490 d. C., que ejerció varios cargos públicos en Constantinopla, entre ellos el de cónsul honorario 19 ; Juliano de Egipto, probablemente prefecto del pretorio en el 530-531 20 , y Juliano Antecesor, jurisconsulto y autor de obras y traducciones legales, quizá profesor de Derecho de Agatías 21 . Parece también conocer bastante a la familia de Antemio de Tralles, el arquitecto de Santa Sofía, y del que habla con entusiasmo en Historias V 6. Por último, hay que señalar al decurión Teodoro, a quien dedica el Ciclo 22 .

No obstante, no parece que todas estas relaciones fueran más allá de amistades personales o comunidad de intereses literarios, lo que finalmente se tradujo en la realización del Ciclo: no hay prueba de patronazgo alguno y todos sus comentarios apuntan en la dirección de que tuvo que trabajar duro para ganarse la vida. Así lo apoya también la abundancia de hombres de leyes —colegas de Agatías— en la lista de los participantes del Ciclo 23 .

La muerte de Agatías se fecha únicamente por razones internas a las Historias: en el Proemio nos dice que empezó la obra después de la ascensión de Justino II al poder y con mucha probabilidad después de publicar el Ciclo ; su intención era continuar la obra de Procopio hasta sus propios días (Proem. 22), pero la última referencia datable en la obra es la muerte de Cosroes en el 579 (IV 29, 10). Como al hablar de Mauricio, en tiempos del emperador Tiberio I Constantino (IV 29, 8) no hace mención alguna de que llegara a ser emperador, parece plausible que no hubiera ascendido aún al trono (582), lo que coloca el fin de la redacción entre los años 579 y 582, momento en el que la obra se interrumpe abruptamente: parece lógico pensar que fuera por la muerte de su autor 24 .

2. SU OBRA LITERARIA

2.1.Dafníacas

De su obra de juventud, las Dafníacas , no tenemos más datos que los proporcionados por él mismo en las Historias: «unos cortos poemas en hexámetros a los que di el nombre de Dafníacas , engalanados con historias de amor y repletos de adornos igual de encantadores» (Proem. 7), aunque conservamos el epigrama de dedicación de la obra a Afrodita, AP VI 80 25 : éste presenta un tono ligero que, aunque no es muy acorde con el resto de los epigramas de Agatías, sería coherente con el carácter de la obra que trataba con detalle los amores del pastor Dafnis, siguiendo el ejemplo de Nono de Panópolis y su obra Dionisíacas (cf. Historias IV 23) 26 . La publicación de las Dafníacas hay que situarla en tiempos de Justiniano, ya que en todo momento habla de ella como obra de juventud y la presenta en el Proemio de Historias en primer lugar; sin embargo, añade (Proem. 8): «Antes pensé que sería una empresa digna de consideración … si los últimos y más recientes epigramas, los reunía en una colección lo más completa posible…» puede entonces que la idea de la colección de epigramas le rondase desde antes de la composición de las Dafníacas , pero le llevara mucho más tiempo y la publicación fuera posterior o, por el contrario, que las Dafníacas tuviesen que esperar a ser publicadas tras el éxito obtenido por el Ciclo 27 .

2.2.El Ciclo de epigramas

La obra poética más importante de Agatías es su colección de epigramas, a la que la Suda da el nombre de Kýklos 28 . Esta obra no ha llegado a nosotros directamente, sino incluida y mezclada con otras similares en lo que ahora conocemos como la Antología Palatina o Antología Griega , una colección del siglo X , basada a su vez en la realizada por Constantino Cefalas un tiempo antes 29 . Con esta colección Agatías continuaba con una tradición muy antigua, coherente con el propio carácter del epigrama como género 30 , de reunir en una colección epigramas de distintos autores y temas. Los modelos más importantes, aunque no los únicos, son las Guirnaldas de Meleagro del siglo I a. C., que recoge lo más significativo del epigrama helenístico, y la de Filipo, del siglo I d.C., que nos proporciona una muy nutrida representación del epigrama de época imperial. Posteriormente, hay que esperar a los siglos IV y V d. C. para ser testigos de un renacimiento del género, de manos de dos autores opuestos pero significativos de la dicotomía espiritual e intelectual del momento, Páladas y Gregorio de Nazianzo 31 . Su obra gozó de un gran éxito y ayudó a extender la moda del epigrama inscripcional, sobre todo cristiano, en los dos siglos siguientes: autores como Ciro, quizá el padre de Pablo Silenciario, Juan de Gaza, Mariano y Cristodoro de Copto, con su descripción de las estatuas de Zeuxipo (491-518), anticipan la gran floración que aparece en el siglo VI , caracterizada sin embargo por una vuelta al epigrama literario pagano, como no podía ser menos en el ambiente erudito y culto de la época de Justiniano y Justino II. El propio Agatías (AP IV 3, 39-41) nos dice que quien quiera leer epigramas distintos a los que figuran en su antología, puede ir al mercado a comprarlos, lo que es prueba del auge del que gozaba el género en su momento.

Sobre la fecha del Ciclo no hay un acuerdo unánime: por un lado, la mayoría de los editores de la Antología Palatina 32 establecen una fecha temprana, en tiempos aún de Justiniano, que ha sido rebatida por Averil y Alan Cameron, «The Cycle…», quienes tras un análisis detallado de las referencias internas de los poemas contenidos en el Ciclo y de determinados rasgos lingüísticos y conceptuales del Proemio (AP IV 3), establecen que su publicación ha de fecharse en los años 567 o 568, en tiempos de Justino II, al que, en su opinión, está dedicado dicho Proemio. Posteriormente se ha demostrado que su datación no es la única posible y que cabe muy bien seguir manteniendo la fecha temprana 33 . Quizá lo único que pueda considerarse claro es lo establecido por McCail: independientemente de la fecha del Ciclo , la mayoría de los epigramas recogidos en él, y en especial los del propio Agatías, reflejan hechos y actitudes de época justinianea.

Como antologista, Agatías imita el modo de sus predecesores: agrupar en una única colección epigramas de distintos autores y temas. Pero con una importante novedad: mientras Meleagro o Filipo realizan una selección que va desde siglos antes hasta su propio momento, Agatías nos ofrece sólo composiciones contemporáneas e incluso, con toda probabilidad, encargadas específicamente para esta obra (Proem. 8) 34 . Por otro lado, frente a las antologías precedentes, que presentaban una ordenación alfabética o mixta, ésta es temática, en siete capítulos: votivos, descriptivos, funerarios, anecdóticos, satíricos, amorosos y báquicos. Las series de Agatías se presentan en la Antología Palatina , que siguió la misma clasificación, mucho menos desordenadas que las de las dos Guirnaldas y sus autores son fácilmente reconocibles o por estar junto a los grandes nombres como Silenciario, Juliano, Macedonio, o por sus títulos bizantinos, como Escolástico o Referendario 35 .

Como poeta, Agatías presenta una epigramática heredera de la tradición helenística en sus temas (principalmente amorosos, votivos, funerarios); aunque hay algún epigrama cristiano, la mayoría son paganizantes y marcados por una fuerte retoricidad, así como por una muy notable influencia de Nono. Lo más novedoso en Agatías es, por un lado, cierto tono moralizante y didáctico que estaba ausente en sus modelos y una preferencia por epigramas muy largos que desarrollan pequeñas escenas muy similares a mimos y en los que demuestra una gran capacidad expresiva para retratar a la perfección, de manera muy vívida y muy colorista, la gente y la vida que le rodeaban 36 . Con las lógicas diferencias, ambas características, como veremos, marcan también su obra histórica.

2.3.Otras obras de Agatías

El autor nos dice en Proemio 8 que compuso otras muchas obras «como diversión y embeleso» y la Suda , como hemos visto antes, también nos habla de «distintas obras en verso y prosa». Sin embargo, no tenemos ninguna noticia sobre qué obras pudieron ser éstas y las distintas propuestas no pasan de ser meras hipótesis: Reitzenstein 37 supuso que era autor de unos escolios a Calímaco únicamente por el hecho de imitar a este poeta en sus epigramas; y McCail 38 apunta que pudiera tratarse de esas obras en honor de su nativa Mirina de las que habla en el Proemio.

3. LAS «HISTORIAS»

3.1.Contenido y fecha de la obra

Agatías narra los acontecimientos que tuvieron lugar en las campañas militares de Italia y Lázica entre los años 552-559, durante el reinado de Justiniano. Sobre la fecha de escritura, nos dice en el Proemio que comienza la redacción poco después de la ascensión de Justino II y después de la publicación del Ciclo , es decir, después del 568, y que continuó con Tiberio. Según el «Segundo Proemio» del libro III, 1 39 , pasó un tiempo entre la redacción de los dos primeros y la de los tres últimos; para McCail 40 , las citas a epigramas de los libros I y II prueban que éstos fueron muy próximos al Ciclo , mientras que los últimos estaban ya muy lejos de las aficiones poéticas del autor. Aunque su intención era llegar a los acontecimientos de su propia época (Proem. 22) es muy probable, como ya hemos visto, que la muerte le impidiera completarla, lo que ocurrió seguramente entre los años 579 y 582.

Agatías quiere continuar la obra de Procopio allí donde él la dejó. Como Procopio, hace una obra historiográfica a la manera clásica y, organizada en estaciones a la manera tucidídea, se centra en la política exterior de Justiniano y es claramente secular; en ella encontramos discursos, abundantes digresiones y comentarios de tipo general del autor, que entorpecen mucho el desarrollo de los sucesos.

Su condición de continuador ha determinado en muchos sentidos el estudio de su obra, vista en relación con la de Procopio. Sin embargo, presenta unas características propias y únicas aún no suficientemente analizadas. Agatías afronta su trabajo como historiador desde un doble ángulo que distorsiona de algún modo los hechos narrados: por un lado, escribir Historia tiene como fin no el desnudo conocimiento de los hechos sino proporcionar una enseñanza moral; por otro, la Historia es una rama más de la literatura, y desde la perspectiva de la literatura clásica la escribe. Ambas ideas están expuestas en el Proemio y vuelve a ellas en el «Segundo Proemio» del libro III 41 . A ello se suma su concepción religiosa que, como la de muchos autores contemporáneos, plantea ciertos interrogantes.

La obra está salpicada de opiniones personales que en algunos casos son contradictorias. Enumerar y explicar estas contradicciones constituye la parte central de la crítica sobre las Historias , que oscila entre considerar a Agatías un autor torpe y confuso de ideas, con una calidad ínfima como historiador 42 , y tenerlo por un autor con una preparación y una habilidad intelectual muy notables 43 . Pasaremos ahora a analizar estas opiniones en el contexto en el que aparecen y en relación con los principios sobre los que quiso sustentar su trabajo.

3.2.Finalidad de la obra

Para Agatías, la Historia tiene valor en la medida que es útil, y lo expresa con claridad en el Proemio: útil tanto para sus protagonistas, pues realizan sus hazañas en la esperanza de verlas inmortalizadas (Proem. 3), como para los demás, pues al ofrecer «ejemplos en los que los hombres han conseguido buena reputación por haber hecho uso de la prudencia y de la justicia y en los que no dieron con lo conveniente al estar dirigidos por un mal criterio o una mala fortuna, así infunde las virtudes, con calma y disimulo, en las almas de los hombres» (Proem. 5). No tiene sentido para él, pues, dejar la Historia reducida a una simple enumeración de hechos, ya que en ese caso no sería más «que cuentos de mujeres a la vera del telar» (I 7, 7). Esta idea aparece formulada en términos muy similares en Diodoro (Biblioteca Histórica I, 1). Pero no es un mero préstamo retórico, ya que nuestro autor se mantiene fiel a esta idea durante toda la obra, acompañando la narración de la mayoría de los acontecimientos con algún comentario de carácter moral. Sólo en una ocasión, tras el relato de la peste que asoló Constantinopla, defiende exactamente lo contrario: «Pues cumplo las normas de una obra histórica sólo si hago una relación, y mejor si breve, de los acontecimientos sucedidos» (V 10, 7).

Pues bien, la determinación de este objetivo lastra, en opinión de Cameron 44 , toda su visión histórica: primero parece imponerse el criterio de utilidad moral sobre el de verdad, después determina la selección de los acontecimientos más importantes, que lo son no por sus consecuencias, sino sólo por la lección moral que de ellos se puede obtener y por último hace innecesarias las causas, que para la mayoría de los historiadores son imprescindibles.

Kaldellis 45 ha matizado esta idea: hay, en efecto, cierto conflicto entre utilidad y verdad, aunque, en general, están conjugadas con originalidad a lo largo de la obra. Agatías es consciente de que no siempre la verdad y la exhortación moral son compatibles y en ocasiones es necesaria, o beneficiosa, una falsa creencia si sus efectos morales son positivos; así lo afirma con ocasión de la muerte desgraciada del malvado Anatolio en el terremoto de Constantinopla (V 4, 5) 46 . No se trata tanto de falsear acontecimientos o de inventarlos como de presentarlos para que puedan ser interpretados desde el punto de vista moral, a menudo como manifestaciones de la justicia divina.

3.3.La causalidad histórica

La idea que parece predominante en la obra es que las derrotas y las desgracias que afectan al hombre son consecuencia de su maldad; así, la derrota del ejército de francos y alamanes está explicada como consecuencia bien del pecado cometido por estos últimos, que habían saqueado sin piedad ni respeto las iglesias que se encontraron en su camino, bien de la invasión de Italia por parte de los francos (I 1, 9-11). Del mismo modo, el castigo que cayó sobre Leotaris (II 3, 5-6) y Butilino (II 6, 8). Justino recibirá el castigo de la justicia divina por extorsionar a los colcos (IV 22, 7). El asesinato de Gubaces causa de manera indirecta la derrota romana de Onoguris (III 3, 8-6, 8). Por otra parte, ante el terremoto del 551 nos dice: «Nos bastaría con saber sólo esto: que todo está diseñado por una mente divina y una voluntad superior» (II 15, 13). De la misma manera, la recompensa también viene de Dios: Teodoro y los lazos se salvan por intervención divina (III 22, 5).

Todos estos ejemplos parecen apuntar a que la creencia de Agatías es que Dios, sumo moderador del Universo, por cuya voluntad inescrutable se causan los fenómenos naturales, es el regulador de la vida humana a través de una justicia superior: él castiga a los malvados y ayuda y protege a los justos, como a los bárbaros y a los romanos, respectivamente 47 , una idea que aproximaría las Historias a la historiografía cristiana 48 .

Sin embargo, hay ideas que parecen contradecir este principio. Ante el terremoto del 557, en el que murieron muchos inocentes junto al malvado Anatolio, lo reduce todo a una cuestión meramente física (V 3, 9). El castigo no siempre se cumple, como en el caso de Martino por el asesinato de Gubaces (IV 21, 3). Y lo más importante: la causa de los males del mundo que afectan a los hombres también puede ser el error y la necedad, como en el caso de la derrota de Nacoragan en Fasis (III 19, 6). Para Cameron 49 esto demuestra la «falta de cuidado» de Agatías en sus exposiciones y en sus razonamientos. Para Brodka 50 , en cambio, Agatías cree en dos factores que determinan los acontecimientos: un factor moral o religioso, sobre el que insiste continuamente porque ayuda a la función educadora de la Historia y, paralelamente, un factor racional, que ya estaba anunciado en el primer libro (I, 1, 3-4): el resultado de una acción depende de las acciones humanas 51 . El delicado equilibro entre estas dos causalidades está expuesto 52 , según el mismo autor, en los discursos de Eetes y de Fartaces, que representan entre los colcos respectivamente la facción antirromana y, por tanto, el lado negativo, y el lado prerromano y, por tanto, positivo. El primero expone la teoría de una causa moral; Fartaces propugna un análisis racional de los hechos: aunque Dios rija la Historia, los hombres diseñan sus actuaciones de acuerdo a premisas racionales 53 , no morales: esta teoría de compromiso es la defendida por Fartaces y no es descabellado pensar que está reflejando la propia ideología de Agatías.

Y en íntima relación con sus opiniones sobre la causalidad histórica nos encontramos con sus también debatidas creencias religiosas.

3.4.El cristianismo de Agatías

Como sucede en la crítica sobre otros autores contemporáneos, en especial Procopio, el cristianismo de Agatías ha sido objeto de un encendido debate.

Por un lado, parece clara la idea de la justicia divina, así como la defensa de la comunidad entre pueblos cristianos, y entre ellos alaba en especial a aquellos que viven en la ortodoxia, fe que ni se preocupa en definir (I 2, 4, sobre los francos). Hay crítica a los paganos: desde el emperador Arcadio por confiarles a su hijo (IV 26, 6), hasta los ritos y los sacrificios animales entre el pueblo alamán (I 7), pero demuestra una inusitada comprensión poco habitual de la época, disimulada entre su manifiesto antipaganismo, y que puede verse 54 como una crítica hacia la intransigencia religiosa cristiana. La mitología es criticada por ser «invento de poetas» —y utilizada como tal 55 , pero en otros casos recibe valor histórico: la llegada de la nave Argos le sirve como referencia en la cronología persa (II 18, 4)—. Asimismo critica, muy severamente, las visiones y las adivinaciones (V 26, 3). O a sujetos como Uranio, que buscan explicar lo inescrutable (II 29, 3) 56 .

Sin embargo, sus ideas cristianas son más claras cuando coinciden con ideas que autores paganos ya habían manifestado y que al tiempo aparecen recogidas en autores cristianos: la idea de la justicia divina es compartida por la historiografía clásica, como la de Heródoto o Polibio (XXIII 10, etc.), pero también tiene que ver con el Viejo Testamento (Ecl. 7, 11-17), y es una idea que aparece en no pocos cristianos como Lactancio 57 , por ejemplo. Lo mismo puede decirse de sus críticas a los sacrificios animales o a los astrólogos 58 .

Dado que está haciendo una historia clasicista huye en lo posible de cualquier manifestación marcadamente cristiana. Evita todo término que no esté relacionado con los autores que él imita, como ocurre con su principal modelo, Procopio 59 . Por ello nos encontramos palabras paganas como anágke (III 24), aunque con el significado común de «necesidad inmediata» 60 . Un uso mucho más frecuente de týchē provoca que en algunas ocasiones parezca mantener su antiguo significado (II 5, 2) aunque más bien puede considerarse un tópos retórico para describir lo imprevisible de algunas situaciones 61 . Por ese mismo clasicismo nos encontramos con terminología abstracta y perífrasis que evitan la utilización de palabras cristianas: para referirse a Dios, utiliza muy raramente theós y más bien tò theîon, tò agathón, tò kreîtton . No hay duda de que se refiere al Dios cristiano en contextos tales como los misimianos invocando su comunidad de creencias religiosas, tà es tò theîon (IV 20, 7). Incluso declara abiertamente sus preferencias léxicas cuando dice que prefiere llamar a un lugar «Onoguris», en lugar del nombre más reciente «San Estéfano» porque «encaja muy bien con el estilo histórico» (III 5, 7). En general, hay muchas más referencias al cristianismo en los discursos que en la narrativa principal, porque las razones religiosas constituyen la base de muchas de las argumentaciones, tal y como sucedía en la diplomacia del momento, y Agatías no se resiste a reflejarlo 62 .

Para Kaldellis 63 , hay dos aspectos en los que Agatías muestra un cristianismo más que tibio 64 . El primero, su dudosa creencia en la inmortalidad del alma, reflejado en la idea del Proemio acerca de la Historia como única forma de inmortalidad, lo que viene apoyado por la referencia irónica a Salmoxis 65 . El segundo se refiere a su posible paganismo 66 . Cameron 67 rechaza la posibilidad de un Agatías «pagano» porque no lo cree capaz de expresarlo con la sutileza necesaria para que no fuese peligroso. Kaldellis 68 encuentra, en cambio, pruebas de que ideológicamente está más cerca de los filósofos neoplatónicos que de los cristianos: la más importante, la simpatía reflejada hacia los filósofos neoplatónicos en su viaje a Persia (II 30, 3-31, 2) 69 , el uso de términos neoplatónicos como kratoûsa dóxa , etc.

En conclusión, el resultado es que la obra presenta incoherencias, en cuanto a su cristianismo, a las causas de la Historia, al papel de Dios… Una primera lectura de las Historias puede darnos la impresión de no tener una idea sólida a propósito de la causalidad histórica y de presentar un cristianismo que al mismo tiempo manifiesta evidentes simpatías por los paganos. Quizá deberíamos fijarnos primero en la idea clara e indiscutible acerca del papel que ha de jugar la Historia como género: la Historia es educadora, ha de ofrecer unos modelos de conducta que sirvan a los hombres para mejorar desde el punto de vista moral. Con este objetivo siempre en mente, Agatías seleccionará o desarrollará aquellos acontecimientos que le permitan ofrecer esta lección y aprovechará cualquier oportunidad para expresar estas ideas. Más aún, cuando es evidente que ni le gusta ni está preparado 70 —como sí lo estaba Procopio, por profesión y conocimiento de los hechos que cuenta— para una narración desnuda de los sucesos, está deseoso de que éstos le permitan dedicarse a los comentarios y las digresiones. Incluso, una vez que reconoce que es permisible exponer ideas que no sean verdad siempre que permitan hacer a los hombres mejores, nos encontramos en la delicada situación de poder poner en duda algunas de sus afirmaciones siempre que sea obvia su intención moralizadora y, en este sentido, se explican las opuestas opiniones a propósito de su cristianismo. Ahora bien, es evidente que no todos los hechos que narra le permiten esa explicación moral: hay personajes que fracasan no porque hayan cometido delito alguno sino simplemente porque no han tomado las decisiones adecuadas; o, en el lado opuesto, no se pueden explicar determinados desastres naturales como consecuencia de la justicia divina, cuando mueren inocentes y se salvan culpables. Es decir, nuestro autor no tiene una idea única e inamovible, va dejándose llevar por los acontecimientos aprovechando aquellos en los que puede insertar una lección y explicando de distintas maneras aquellos que no la permiten. Reconoce abiertamente su incapacidad —y la del hombre en general— para llegar a conocer la esencia de las cosas, y en este sentido critica duramente a aquellos que, como Uranio, pierden el tiempo en estos asuntos 71 . Y no es su intención ser como ellos: Agatías no es teólogo, ni siquiera un buen historiador: es un poeta que se dedica a la Historia porque es un género más útil que la poesía. Y por otro lado, independientemente de que fuera o no un sincero cristiano, es claro que para él el cristianismo es sinónimo de romanitas : la fe ortodoxa legitima el Imperio y es un rasgo de la superioridad romana sobre los bárbaros: la comunidad de fe supone comunidad cultural y los «otros» dejan de serlo cuando son cristianos, como los francos 72 .

3.5.Carácter literario de su obra. Relación de la Historia y la Poesía

Hay un segundo aspecto de la obra que también distorsiona los hechos narrados: la base sobre la que está construida la obra es eminentemente literaria, no pragmática. Escribe una obra literaria en la que se pretende no sólo presentar unos hechos, sino presentarlos de la manera más bella y grata posible. El medio para ello es la imitación de los autores antiguos; su estudio es la principal labor para él como escritor: «Tendría que ocuparme en leer a los escritores antiguos para imitarles e informarme de los acontecimientos sucedidos en el mundo y valorarlos en su justa medida, teniendo mi mente completamente disponible para ello» (III 1, 4), porque él pretende escribir en el estilo histórico, al que le convienen los términos antiguos (cf . III 5, 7). De entre estos autores, el primero que se encuentra el lector de la obra en muchas de las observaciones del Proemio es Diodoro. Pero no todas las ideas allí expuestas proceden de Diodoro, en especial la íntima relación entre Historia y Poesía 73 . Con ello Agatías entra de lleno en una larga tradición de reflexiones acerca de los principios que deben regir el género historiográfico 74 . Nos relata cómo sus amigos le animaban a dedicarse a la Historia, en especial Eutiquiano, diciendo que Poesía e Historia «eran hermanas de la misma sangre y que quizá sólo se diferenciaban por el metro» (Proem. 11-12). Esta idea, que parece una declaración de principios, se ve refutada en varias ocasiones en la obra 75 : en el mismo Proemio, tilda varias veces a sus obras poéticas de banales (8, 11) que no tienen utilidad práctica ni para su receptor, ni para su autor. Un autor de una obra histórica, en cambio, conseguirá el mismo honor que aquellos de los que habla en su obra (Proem. 6, 10-12, y V 20, 7). La poesía, por otra parte, no tiene como fin la verdad (III 5, 4; IV 23, 4) mientras que ésa ha de ser la finalidad de la Historia (Proem. 20).

Todo este asunto se ha relacionado con el opúsculo de Luciano, De cómo ha de escribirse la historia 76 , donde se critica severamente la unión de historia y poesía. Agatías parece seguir los consejos de Luciano en algunos aspectos, como los elementos estructurales típicos que ha de tener una obra histórica 77 : narraciones de batallas 78 , asedios 79 , desastres naturales 80 , digresiones etnográficas y descripciones de objetos y lugares 81 , elogios o condenas 82 y mitos 83 . Ambos insisten también en la radical diferencia entre historia y panegírico 84 , ya que la primera tiene como objetivo fundamental la verdad, mientras que el segundo sólo el elogio, contra el que Agatías se muestra especialmente combativo, cuando no corresponde a la verdad. Al identificar Luciano el panegírico con la poesía (8), ha de diferenciarla radicalmente de la Historia; de hecho, si la poesía, entendida como «lo bello», no es encomiástica, puede servir de adorno a la historia, aunque no sea su fin, «como la belleza a un atleta» 85 .

Agatías modifica en parte y profundiza en esas ideas de Luciano. No cree en la igualdad entre poesía e historia, pero tampoco cree que haya entre ellas una radical diferencia, o al menos, él no quiere asumirla en su trabajo de historiador. La poesía «es un asunto sagrado y divino» (Proem. 9), mientras que la historia tiene ventajas de orden práctico, proporciona honor, y puede beneficiar «a su nombre y sus intereses» (Proem. 12). Justifica, de este modo, su cambio de género, buscando en la historia las virtudes que tiene la poesía, en especial su capacidad para hacer a los hombres mejores, y utilizando en su obra histórica, consecuentemente, recursos característicos de la poesía.

3.6.Mímesis literaria

Como era de esperar, la mímesis literaria a la que asistimos en las Historias tiene como modelos indiscutibles a los grandes historiadores antiguos.

Aunque afirma que la primera exigencia de su labor como historiador es leer a las grandes figuras del pasado (III 1, 4), no todos han dejado la misma huella 86 . De Heródoto toma préstamos léxicos, de Diodoro ideas sobre la Historia, como las que hemos visto previamente.

De más envergadura es la imitación de Tucídides, comenzando por la ordenación de la narración en inviernos y veranos. Hay también escenas —asedios, debates 87 — que Cameron 88 ve como imitaciones muy superficiales, escenas típicas que proceden sólo de los libros I y II 89 .

Sin duda, el autor que le sirve de modelo principal es Procopio 90 . Esto es indiscutible en lo que respecta al planteamiento de la obra desde el punto de vista cronológico y geográfico. No obstante, no todo en Agatías es imitación de Procopio 91 : muchas de las coincidencias, que hemos ido viendo, léxico clasicista, cristianismo matizado, etc., son lógica consecuencia de su compartida condición de (últimos) historiadores en un momento de transición entre la historiografía paganizante y la historia cristiana, así como de la utilización por parte de ambos de los mismos modelos clásicos.

Como ha sucedido con otros escritores de la época 92 , la crítica ha pasado de señalar los casos de imitación, en general con la intención de minusvalorar al escritor tardoantiguo, no sólo como poco original sino sobre todo poco veraz, a valorar esta mímesis en el contexto de la literatura del período 93 , y a estudiar la obra no sólo como obra histórica sino, sobre todo, como obra literaria. En este sentido, se han analizado con más profundidad y menos prejuicios los recursos de composición, y de algunos de estos estudios se desprende que la imitación de los autores antiguos no es puramente mecánica. De esta manera la presencia de Tucídides es modelo para una organización narrativa más compleja, según ha estudiado Adshead 94 , como la estructura narración-discurso-narración (I, 14: acciones y discurso de Fulcaris). La situación y el contenido de los excursus también corresponden a un plan determinado, que ha estudiado Questa 95 . Por su parte, Taragna 96 ha analizado con detalle los discursos que aparecen en la obra y, aunque formalmente hay muchos rasgos (fórmulas introductorias, finales, etc.) que se relacionan con la tradición, también hay intentos de innovación. Destacan en este sentido los dos discursos del juicio sobre el asesinato de Gubaces, el de acusación (IV 3, 2-6, 6) y el de defensa (IV 7, 4-10, 6). Kennedy 97 señala que, a pesar de que son ejercicios retóricos, reflejan en la realidad lo que un juicio ideal debería ser y son magníficos ejemplos de oratoria forense, mezcla de la «Teoría de los estados» 98 , procedente de los manuales de retórica, y del estilo tucidídeo.

3.7.Rasgos poéticos en las «Historias»

Como era previsible dada la estrecha relación que para él tenían ambos géneros, hay un gran componente poético en las Historias . En las ediciones de Keydell y Constanza se señalan numerosos paralelos léxicos con Nono, Eurípides, Teócrito, Homero… La mayoría de estos paralelos son sólo léxicos y procederían, en opinión de Cameron 99 , de florilegios 100 , pero para algunos pasajes puede suponerse una influencia de contenido y estructura, como la ticoscopia de I 12, 8, cuando los habitantes de Luca observan la falsa decapitación de sus rehenes, en una escena similar a la homérica, en la que aparecen también los términos poco comunes utilizados por Homero 101 . Para Pertusi 102 , la mayoría son influencias directas, como por otra parte se ve en los epigramas: Agatías tiene las condiciones, la capacidad, el aprendizaje y el gusto, así como también el público, que son todos sus amigos que participan con él en el Ciclo . A este público escogido están dedicadas, también, en opinión de Kaldellis 103 , ciertas «mitologizaciones» de algunos hechos históricos, que embellece deformándolos a través de relatos literarios poéticos, con la intención de adornar su obra y también de establecer un juego de alusiones con su público, en primera instancia el círculo de amigos intelectuales a los que alude en el Proemio: el ejemplo más significativo es la muerte de Leotaris devorándose a sí mismo, un relato similar al de Erisicton (II 3, 6-8).

3.8.Estilo y lengua

Consecuentemente con lo anterior, también en su estilo y su lengua Agatías va a presentar un clasicismo muy marcado, al lado de escasas, pero inevitables, entradas del griego tardío 104 . Su voluntad clasicista huye de terminología y onomástica que pueda ser tenida como no clásica: prefiere usar los topónimos antiguos 105 ; los títulos oficiales nunca aparecen en latín 106 y esto puede dificultar un poco la comprensión del texto y entorpecer la narración con pesadas perífrasis para evitar el término técnico, latino o cristiano 107 .

Por otra parte, su estilo resulta muy característico también porque, como acabamos de ver, presenta en terminología, fraseología y figuras literarias 108 un grado de poetización muy elevado para una obra histórica y a veces la adecuación entre contenido y forma no es todo lo armónica que podría desearse. Además, sus frases son demasiado largas, a veces desarticuladas y con un gusto excesivo por la unión de miembros con un simple kaí . Una prueba de que Agatías no se encontraba completamente a gusto escribiendo historia en sentido estricto es que su estilo gana en corrección y frescura cuando se aleja de la narración histórica para hablar de sus propias experiencias, opiniones y conocimiento de primera mano, algo que hace siempre que puede (Proemio, comentarios de tipo moral, incluso los largos excursus) . Desde el punto de vista estilístico, las Historias se encuentran entre la relativamente sencilla prosa de Procopio y la muy retórica y pomposa de Teofilacto.

3.9.Veracidad de los hechos contados

A partir de la opinión de Gibbon de que «al historiador Procopio le sigue el poeta y retórico Agatías», hay muchos autores que ponen en duda la veracidad de la mayoría de los hechos narrados por él 109 . Hay episodios que sin duda son fruto de una elaboración retórica e incluso poética más que narración de hechos verídicos, como la descripción del engaño de Narsés en el asedio de Luca (I 12). Pero antes de aplicar este calificativo a toda la obra, conviene comprobar las fuentes utilizadas, tal y como hace Cameron, para valorar la validez de las informaciones que nos proporciona el autor a lo largo de ella.

En la obra se adivina una diversidad de fuentes. La más llamativa es el intérprete Sergio, quien, a instancias de Agatías, obtuvo autorización para consultar los Anales Reales Persas y en ellos se informó de nombres, cronología y principales sucesos, que resumió para el historiador. Estos Anales fueron la principal fuente del perdido Khvadhāynāmagh , o Libro de los Reyes , cuya evidencia más temprana es la colección de crónicas persas y árabes del siglo IX en adelante. Dado que Agatías es la fuente directa más antigua, su testimonio es de gran importancia y puede ser comparado con las crónicas posteriores para comprobar la validez de los datos ofrecidos 110 . Por el contrario, en el excursus franco (II 2-4) no hay confesión de la fuente utilizada, y se ha propuesto que fuese el embajador del rey Sigiberto de Austrasia, que visitó Constantinopla en 571 111 .

Además de los grandes historiadores (Tucídides, Heródoto, Jenofonte), Agatías cita a oscuros autores acerca de la historia asiria y persa, como Beroso, Atenocles y Símaco (II 24, 8), o Bión, Ctesias y Alejandro Polihístor (II 25, 5). Es muy probable que en época de Agatías las obras de todos ellos, excepto la de Ctesias, estuvieran ya perdidas, de modo que hubo de conocerlas por otro autor. Treadgold 112 propone el Compendio de Historia Universal de Hesiquio de Mileto, que comienza con los asirios.

Se cita a sí mismo como testigo directo en el terremoto de Berito (II 15 y 17), quizá en el del 557 (V 5) y en la invasión de los cotriguros en el 559 (V 11); habla también de una fuente oral en la batalla de Casulino (II 10, 7) y en el asesinato de Gubaces (III 4, 6). Para Cameron, utiliza principalmente informantes orales 113 , ya que el método que defiende Agatías en III 1, 4 parece más de indagación que de consulta de material escrito, del que por otra parte, hace referencia cuando lo tiene 114 . La obra entonces resulta el producto de la combinación de dos métodos: un acercamiento sistemático y a veces documental en los largos excursus —que quizá están en la obra, se podría añadir, porque Agatías contaba con esas fuentes y quería utilizarlas plenamente— y el método de la historiografía tradicional contemporánea, basada en fuente orales, como la de Procopio; pero, dadas sus limitaciones personales, trae como consecuencia incoherencias y errores 115 . Ejemplo de ello es la descripción de la cueva de la Sibila (I 8), que se corresponde con la tradicional que aparece en diversas fuentes, como Lido, Procopio, Licofrón, y resulta poco detallada. Pero, al mismo tiempo, la descripción del emplazamiento de la cueva es precisa, muy pormenorizada y real 116 ; esto supone por tanto una doble fuente: una literaria y otra, un informante local que le proporcionó datos exhaustivos 117 .

También utiliza a veces a Procopio como fuente de información, reconociendo incluso sus extensos conocimientos (IV 26, 4). Pero en ocasiones se desmarca de las opiniones o datos de su antecesor y presume de sus diferentes fuentes. Y cierto es, alguno de los datos de Agatías se han revelado más fidedignos que los de Procopio 118 .

3.10.Ideas políticas

A diferencia de Procopio, Agatías se enfrenta a una historia de acontecimientos políticos sin mostrar demasiado interés o conocimiento sobre la implicación política de los hechos que narra. Se limita a un relato de sucesos principalmente bélicos, que sólo mueven a reflexiones, como ya hemos visto, de tipo moral. Sin embargo, en la obra se detecta cierta permeabilidad a la política del momento, como la propaganda que se pretende hacer de los francos, a los que interesaba conseguir como aliados cuando Agatías escribe su obra.

Hay que notar también que sus principios religiosos y morales le llevan a defender ciertas ideas que pueden tener una interpretación política, ya que reflejarían una postura antiimperialista 119 : «Ayudar a la patria, defender las leyes ancestrales … esto sí sería sagrado y honroso en extremo. Pero aquellos que por codicia y por odio irracional, sin mediar causa justa alguna, invaden la tierra de otros que nada criminal han hecho contra ellos, son unos seres malvados y soberbios» (II, 1, 10). Aunque es la línea comenzada por Procopio, en Agatías es producto de su sensibilidad, demostrada a lo largo de la obra, hacia temas sociales o hacia otros pueblos y creencias, que Procopio no tiene. En cualquier caso, es importante observar que Agatías escribe su obra en los reinados de Justino II y de Tiberio 120 , de modo que una actitud crítica en algún sentido hacia la política de Justiniano puede ser expresada con bastante libertad. El caso más claro son sus observaciones de V 14, donde critica la mala situación del ejército debido a una política militar descuidada, aunque lo justifica por la avanzada edad del emperador; parece, pues, estar exponiendo las distintas actitudes hacia la política de Justiniano, más que una actitud personal negativa 121 como la de Procopio en Historia Secreta 122 . En esa clave puede leerse también el juicio contra los asesinos de Gubaces, que Lamma 123 ha analizado como representación de las dos corrientes ideológicas del momento acerca de la relación con los pueblos aliados bárbaros: o bien una comunidad de pueblos, basada en la igualdad de intereses, en la que el Imperio respete al súbdito y le permita cierta autonomía, línea defendida por los acusadores, y por otra parte, la que mantienen los acusados, para quienes los bárbaros son un peligro en sí, que sólo puede neutralizarse por la fuerza.

3.11.Fortuna posterior

No sabemos a ciencia cierta la opinión que sus contemporáneos tuvieron de las Historias , aunque las justificaciones del segundo Proemio (III 1) apuntan a que sus dos primeros libros habían recibido críticas 124 . Sin embargo, así como Agatías es el continuador consciente de Procopio, otros autores tuvieron la voluntad de continuar su labor. En primer y más principal lugar, Menandro Protector 125 , cuyo floruit debe de situarse en la segunda mitad del siglo VI . A diferencia de Agatías, vivió del patronazgo del emperador Mauricio, que le encargó continuar la obra de aquél. Y así lo confiesa en el frag. 1, 1: «Mi intención ha sido comenzar esta narración y establecer el principio de mi historia desde la muerte de Agatías». Escribió una Historia en diez libros que cubría los años 558-582, de la que se han conservado diversos fragmentos. Por ellos se ha juzgado a Menandro mejor historiador que Agatías y más importante como fuente, porque presenta una gran precisión histórica 126 . Sin embargo, se ha demostrado que Menandro copió en muchos casos a Agatías 127 .

Ignoramos si para sus contemporáneos Agatías era más o menos válido que Procopio o, posteriormente, que Menandro. Pero sabemos que su obra era conocida, aunque no disfrutó de la misma difusión que Guerras: Evagrio Escolástico, autor de una Historia Eclesiástica , que cubre los años 431-593, nos dice en IV, 24: «Y otras muchas cosas dignas de mención fueron hechas por Narsés, tras vencer a Buselino y Sindual y ganar mucho territorio hasta el mar. Esto fue escrito por Agatías el rétor, aunque no hemos tenido acceso a ello». Evagrio estaba trabajando en Antioquía unos diez años después de la muerte de Agatías, lo que demuestra que la circulación de estas obras históricas seculares no era demasiado rápida 128 .

Tenemos pocos fragmentos de la obra de sus continuadores Teófanes de Bizancio, que narraba los acontecimientos del 566-576, y de Juan de Epifanía, patriarca de Antioquía. Ambos son, por los fragmentos conservados, historiadores seculares. Juan nos da testimonio del conocimiento de la obra de Agatías: en el frag. 1 (pág. 375 Dindorf) leemos: «Todas las luchas que padecieron e hicieron entre medos y romanos durante el reinado del emperador Justiniano lo escribió Agatías de Mirina, un hombre muy considerado entre los rétores de Bizancio y que tras Procopio de Cesarea relató los hechos contra los bárbaros». No obstante, aunque lo cita, no sigue, al menos cronológicamente, a Agatías, ya que su intención fue dejar constancia de los sucesos posteriores a la ruptura de la paz en el 572, hasta el 593. Continuador de Menandro, Teófanes y Juan 129 , Teofilacto Simocata es el último historiador clasicista, cuya obra se ha conservado íntegra 130 y en la que trata el reinado de Mauricio (582-602).

Posteriormente, una vez que el tiempo de la historia secular ha pasado, pasa también el tiempo de influencia de Agatías, del que sólo queda una referencia en la Crónica de Juan de Nikiu, del siglo VII , que lo relaciona, como no podía ser menos, con Procopio: «Estas grandes victorias [de Justiniano] han sido cuidadosamente relatadas por Agatías, uno de los estudiosos (prob. scholastikoí , en el original griego) de la ciudad de Constantinopla, y también por un hombre cultivado llamado Procopio el patricio» 131 .

En la línea más o menos continua que representan todos estos historiadores, Agatías parece el punto de inflexión donde la historia secular empieza a confundirse con la historia eclesiástica 132 : en él se observa una tensión entre la forma clásica y el espíritu cristiano que no se encuentra en Procopio pero que es evidente en los autores posteriores 133 .

3.12.Valoración final

En general podemos decir que las Historias están elaboradas con la intención primera de continuar con la narración histórica allí donde la dejó Procopio, pero esta intención no es la principal en la obra: Agatías quiere hacer una obra útil desde el punto de vista moral y, desde el literario, utiliza todos los recursos a su disposición para construir una obra variada y adornada que refleje todas sus lecturas y sus capacidades retóricas y estilísticas, así como su preparación jurídica y su conocimiento de historiadores, poetas y filósofos de la Antigüedad. Agatías nos ofrece más aspectos que los que nos brindan otros historiadores en la Antigüedad: en su obra se nos presenta el Agatías jurista, el Agatías poeta, el Agatías miembro de un círculo de intelectuales eruditos y, amalgamando todos esos aspectos, el Agatías filósofo y diríamos moralista 134 . Pero, como atinadamente señala Kaldellis: «A Agatías no se le alaba por ser más que un mero historiador; se le critica por ser menos que uno bueno» 135 . Si se busca en Historias una obra histórica, uno se sentirá decepcionado, pero si se ve en ella el resultado de una personalidad variada y de múltiples facetas, aunque a veces la mezcla no resulte afortunada por retórica o poco precisa, no se puede dejar de disfrutar de este magnífico fruto de un autor que representa y dibuja a la perfección el mundo bizantino del siglo VI .

4. TRADICIÓN MANUSCRITA

Los manuscritos fundamentales de las Historias de Agatías son:

V Vaticanus graecus 151. Los ff. 2-41, libro I y parte del libro II, son de papel y probablemente añadidos en el XVI , el resto de pergamino, del siglo X-XI . Contiene los cinco libros de las Historias en ff. 1-241r y en 241v-245v Apophthegmata philosophōn . Hay una pequeña laguna entre las dos partes.

W Vaticanus gr . 152, de papel, del siglo XIV-XV . Contiene los libros I-IV de las Guerras de Procopio; fragmentos del Banquete de los siete sabios de Plutarco; los libros IV-VIII de Guerras y los cinco libros de las Historias (ff. 320r-379v) de Agatías.

L Leidensis ex leg. Vulcanii 54, de papel, del siglo XIV . Contiene las Historias (ff. 1-132r) y los epigramas AP IX 482 y 344. Forma parte de un conjunto con Vulcanius 56, que a su vez contiene Sobre los edificios de Procopio, Poemas de Nicéforo Blemides, y De thematibus I de Constantino Porfirogénito.

O Ottobonianus gr . 82, de papel, del siglo XIV-XV . Contiene (en ff. 1-84) las Historias de Agatías, y los libros III-IV de las Guerras de Procopio.

M Marcianus 522, de pergamino, del siglo xv. Las Historias comienzan en el frag. 101; falta el libro I y parte del II. Contiene Sobre el carácter del rétor Lisias de Dioniso de Halicarnaso, unos discursos de Lisias y otras obras retóricas, así como algunos poetas: Teognis, Focílides, etc. Se cree que es una copia hecha sobre el Vaticanus V.

R Rehdigeranus 11, papel, del siglo XVI .

A Athous ex Laura [1048, Θ 186], siglo XV . Contiene las Historias (ff. 1-23v y 32v-47v) e intercalado el libro III de las Guerras de Procopio.

Se han conservado también fragmentos en distintas colecciones, como en De legationibus y De sententiis , la Suda o el Etymologicum Gudianum 136 .

5. EDICIONES, TRADUCCIONES Y CONCORDANCIA

5.1.Ediciones

BONAVENTURA VULCANIO , Agathiae historici et poetae eximii De imperio et rebus gestis justiniani imperatoris libri quinque , Lyon, 1594 (París, 1660; Venecia, 1729).

B. G. NIEBUHR , Agathiae Myrinaei Historiarum libri quinque cum versione Latina et annotationibus Bon. Vulcanii , Bonn, 1828 (Corpus scriptorum historiae Byzantinae 3); Migne, PG 88, 1860, col. 1249-1608.

L. DINDORF , Historici Graeci minores II, Leipzig, 1871, 132-392.

R. KEYDELL , Agathiae Myrinaei Historiarum libri quinque (Corpus Fontium Historiae Byzantinae 2), Berlín, 1967.

S. CONSTANZA , Agathiae Myrinaei Historiarum libri quinque , Messina, 1969.

5.2.Traducciones completas

Latinas

CRISTÓFORO PERSONA , Agathius [sic] de bello Gotthorum [sic] et aliis peregrinis historiis per Christophorum Personam romanum e greco in latino traductus , Roma, 1516, Basilea, 1531, 1576.

BONAVENTURA VULCANIO , Agathiae historici et poetae eximii De imperio et rebus gestis justiniani imperatoris libri quinque , Lyon, 1594 (París, 1660; Venecia, 1729).

Francesas

Mr. COUSIN , Histoire de Constantinople depuis le regne de l’ancien Justin, jusqu’à la fin de l’empire, traduite sur les originaux grecs , II, París, 1671 (págs. 475-772).

P. MARAVAL , Agathias. Histoires. Guerres et malheurs du temps sous Justinien , París, 2007.

Rusa

M. V. LEVCHENKO , Agafii: O tsarstvovanii Iustiniana , Moscú, 1953.

Inglesa

J. FRENDO , Agathias. The Histories , Berlín - Nueva York, 1975.

5.3.Traducciones parciales

HUGO GROTIUS , Historia Gotthorum, Vandalorum et Langobardorum , Amsterdam, 1655 (págs. 529-573, libros I y II 1-14).

D. COSTE , Die Geschichtsschreiber der deutschen Vorzeit. 2. Gesamtausgabe. Bd. 7. Jahrhundert 6. Bd. 3 (Lief 76). 3. Aufl ., Leipzig, 1922 (págs. 327-371, libros I, II 1-14).

J. P. RICHTER , Quellen der byzantinische Kunstgeschichte , Viena, 1897 (§ 56, libro V 9; § 720, libro V 15).

M. BOUQUET , Recueil des historiens des Gaules et de la France , II, París, 1869 (libros I y II 1-14).

E. COUGNY , Extraits des auteurs grecs concernant la géographie et l’histoire des Gaules , París, 1886 (reimpr. París, 1993), III, págs. 208-245 (libros I y II 1-14).

M. FUMÉE , S. DE GENILLÉ , Histoire des guerres faictes par l’empereur Justinian contre les Vandales et les Goths. Escrite en grec par Procope et Agathias et mise en françois , París, 1587 (págs. 320-359, libros I, II 1-17).

5.4.Concordancia

B. COULIE , B. KINDT , CENTAL, Thesaurus Agathiae Myrinaei, Historia et Epigrammata , Turnhout, 2006 (Corpus Christianorum. Thesaurus patrum Graecorum) .

5.5.La presente traducción

La traducción parte del texto fijado en la edición de Keydell. En muy pocos casos he tenido en cuenta lecturas divergentes; la discusión sobre ellas se recoge en notas. La traducción no puede recoger siempre el estilo demasiado ampuloso de Agatías, pero he pretendido no perder del todo su espíritu si ello no dificultaba la comprensión del texto. He intentado que a través de las notas se aclarasen los muchos y variados temas que trata Agatías en su obra y que también sirviesen para entenderla, además de como una obra histórica, como una obra literaria.

Mi agradecimiento por su inestimable ayuda en este trabajo a Juan Signes y a María Jesús Pérez, colegas, y amigos.

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