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SINOPSIS
Virtudes y beneficios de la Historia (1 -6 ). Sus trabajos literarios (7 -10 ). Su dedicación a la Historia (11 -13 ). Presentación del autor (14 -15 ). Objetivos y planteamiento de la obra (16 -20 ). Contenido de la obra (20 -32 ).
VIRTUDES Y BENEFICIOS DE LA HISTORIA
Bello y dichoso asunto son las victorias y trofeos militares y [1] la reconstrucción y el embellecimiento de ciudades y todas las acciones grandes y admirables 1 . Estos y similares éxitos procuran fama y placer a quienes los consiguieron, pero cuando ellos mueren y han desaparecido, en modo alguno pueden acompañarlos, sino que sobreviene el olvido, que oscurece y distorsiona las verdaderas consecuencias de los hechos: una vez que han muerto quienes los conocían, huye y se va su reputación, extinguida con ellos. Así pues, la sola memoria es algo inútil e [2] inestable, que no está hecha para prolongarse largo tiempo. Nadie, creo, habría accedido a ponerse en peligro por la patria o sufrir otras penalidades sabiendo bien que, aun cuando realizara las más grandes hazañas, su gloria, si sólo tuviera la medida de su vida, se desintegraría y moriría con él, a no ser porque cierta divinidad todopoderosa 2 , al parecer, fortaleció nuestra debilidad natural añadiendo los beneficios de la Historia y las esperanzas allí contenidas.
[3] No era, creo, a causa del acebuche o del apio que los vencedores en las Olimpíadas o en las Nemeas 3 entraban desnudos en la arena 4 , ni es sólo por la esperanza de botín o de un beneficio inmediato por lo que los buenos combatientes en la guerra se arrojan a un peligro manifiesto y evidente; al contrario, para ambos, es por causa de una fama pura y duradera que no tiene otra manera de originarse sino a través de la Historia que los inmortaliza, no como los ritos de Samolxis o el desvarío de los getas 5 , sino, en verdad, de un modo divino e inmortal y el único en el que los asuntos mortales pueden vivir para siempre 6 .
No me sería nada fácil enumerar y exponer todos los bienes [4] con los que la Historia ha colmado la vida humana; por decirlo muy resumidamente, creo que no es en absoluto inferior a la Filosofía política 7 , si no es aún más provechosa. Pues ésta [5] ordena y establece, cual maestra rigurosa e inflexible, a qué hay que atenerse y qué hay que evitar, en una mezcla de obligación y embeleso. La Historia, en cambio, usa más la seducción, condimenta la exposición con anécdotas variopintas y muestra en el discurso ejemplos en los que los hombres han conseguido buena reputación por haber hecho uso de la prudencia y de la justicia y en los que no dieron con lo conveniente al estar dirigidos por un mal criterio o una mala fortuna: así infunde las virtudes, con calma y discreción, en las almas de los hombres. Pues en ellas lo agradable y espontáneo germina y se asienta mejor 8 .
En efecto, después de observar y reflexionar mucho llegué a [6] la conclusión de que hay que admirar y celebrar como benefactores públicos a cuantos se afanaron en tales obras, aunque me parecía que no tenía que encargarme de ningún modo de una tarea similar, ni siquiera intentarlo.
SUS TRABAJOS LITERARIOS
[7] Desde joven me sentía sobre todo inclinado al metro heroico y me agradaban los deliciosos refinamientos de la poesía; así, tengo escritos unos poemas cortos en hexámetros a los que di el nombre de Dafníacas , engalanados con historias de amor y repletos de adornos igual de encantadores 9 .
[8] Antes 10 pensé que sería una empresa digna de consideración y nada ingrata si los últimos y más recientes epigramas, todavía desconocidos y susurrados 11 de unos a otros sin orden ni concierto, los reunía en una colección lo más completa posible y los registraba con un orden adecuado 12 . Además, compuse otras muchas piezas que no fueron hechas por obligación, sino, al contrario, como diversión y embeleso 13 . Es sin duda la Poesía [9] un asunto sagrado y divino: en ella ciertamente las almas están poseídas, como diría el filósofo hijo de Aristón 14 , y las que de verdad están cautivadas por las Musas o están sometidas al delirio dan a luz obras encantadoras. Decidí, pues, dedicarme a [10] ello y no abandonar nunca por mi voluntad estas agradables ocupaciones juveniles, sino seguir el famoso precepto délfico y conocerme a mí mismo 15 .
SU DEDICACIÓN A LA HISTORIA
Pero sucedió que en mi época estallaron inesperadamente grandes guerras en la mayor parte del mundo y hubo migraciones en masa de muchos pueblos bárbaros; hechos confusos e increíbles tuvieron resultados inesperados y se dieron desconcertantes vicisitudes de la fortuna; y hubo pueblos destruidos, ciudades esclavizadas, gentes desplazadas, es decir, que toda la Humanidad estaba trastornada 16 .
Así, al tener lugar estos sucesos y otros similares, me sobrevino cierto temor de que no sería justo si, por mi parte, dejaba silenciados y sin recuerdo acontecimientos tan importantes y asombrosos, que serán útiles y provechosos para la [11] posteridad. Por consiguiente, me pareció que no estaba fuera de lugar intentar relatarlos 17 de alguna manera, para no consumir toda mi vida en el banal trabajo de mis fábulas míticas 18 sino producir también algo necesario. Y con sus alientos y estímulos me animaban y urgían a la acción muchos de mis amigos; entre ellos, el más insistente sin duda era Eutiquiano el joven, primer secretario de palacio, además de gran persona, muy inteligente, de buen nivel cultural y que había llegado a [12] ser el mejor adorno para la familia de Floro 19 . Este hombre, en efecto, dedicó mucha atención a mis asuntos y, al estar ocupándose intensamente en que mejoraran mi nombre y mis intereses, no dejaba de animarme y de demostrarme las benévolas esperanzas que tenía en mí. Me decía que no tenía que ver esta empresa como algo inútil e imposible ni sentirme espantado por probar algo nuevo, como los hombres de tierra adentro ante un viaje por mar 20 . Creía firmemente, además, que la Historia no estaba lejos de la Poesía, sino que ambas eran hermanas de la misma sangre y que quizá sólo se diferenciaban por el metro: el cambio era, pues, como ir de casa a mi segunda casa y por ello me exhortaba a proceder con confianza y a dedicarme a este empeño con todas mis fuerzas. Por supuesto, [13] con tales palabras, que hechizaban mi ánimo deseoso, le fue muy fácil conquistarme y convencerme. Y heme aquí: ojalá sea capaz de realizar una obra digna de beneplácito y proporcional a la magnitud de los acontecimientos.
PRESENTACIÓN DEL AUTOR
Hay que aclarar primero quién y de dónde soy, como es costumbre [14] entre los historiadores. Me llamo Agatías, Mirina es mi patria, Memnonio mi padre, mi trabajo el Derecho romano 21 y los procesos en los tribunales. La Mirina a la que me refiero no es la ciudad de Tracia ni ninguna otra con ese nombre que pudiera encontrarse en Europa o Libia, sino la de Asia 22 , antiguamente colonizada por los eolios, situada a ambos lados de la desembocadura del río Pítico, que transcurre desde Lidia para desembocar en el canal más alejado del golfo eleático 23 . [15] Ojalá pudiera recompensarla por su crianza hasta donde me fuera posible y escribir una exhaustiva relación de los hechos ilustres de mi patria; pero, por ahora, reciba benévola y amable mis buenos deseos, ya que he de dirigir mis pasos a asuntos generales de mayor envergadura 24 .
OBJETIVOS Y PLANTEAMIENTO DE LA OBRA
[16] Escribiré mis Historias no como otros lo están haciendo hoy en día: en efecto, ahora algunos han emprendido esta tarea, aunque en la mayoría de los casos sin preocuparse lo más mínimo de la verdad ni de contar a qué azar respondieron los acontecimientos 25 ; al contrario, prefieren adular y halagar tan claramente a la mayoría de los poderosos que si por casualidad [17] hubiesen dicho la verdad, no se les creería 26 . Los expertos en la materia 27 dicen que ponderar en exceso los méritos de alguien es característico sólo del género encomiástico y la Historia, aunque no desprecia en absoluto ensalzar a quien actúa bien, no quiere, creo, que éste sea su objetivo y marca; siempre que la manera de proceder conlleve alabanza o censura, no deben ni rechazarse ni maquillarse los hechos. En cambio, los que dicen [18] escribir Historia y hacen profesión de ello en la portada de su obra, al primer examen se ve que han jugado con ese título, pues a los que aún están vivos, sean reyes o cualquier otra persona importante, no sólo los ensalzan con el relato de sus hechos —lo que sería una falta leve—, sino que lo hacen con tanto descaro que no tienen otro afán que alabarles y encumbrarles mucho más allá de lo que merecen; pero a los que ya han muerto, fueran como fueran, los llaman criminales y destructores del bien público o, lo menos malo, los desprecian de tal modo que ni siquiera los nombran 28 . De esta manera creen [19] afianzar su situación y obtener para sí un provecho al mimar a quien esté en el poder, aunque están equivocados, porque a los que son objeto de sus halagos no les complace demasiado tal comportamiento, ya que creen que no será suficiente con lo ostensible de esa adulación para consolidar su fama 29 . En cualquier [20] caso, escriban estos autores como quieran o suelan, que yo por mi parte he de decir la verdad, hacia donde sea que ello me conduzca.
CONTENIDO DE LA OBRA
Recordaré cuántos hechos memorables hayan sucedido hasta ahora en el mundo romano 30 y en la mayor parte del mundo bárbaro, no sólo de hombres aún vivos, sino sobre todo de aquellos que ya se han ido y no omitiré nada digno de mención. [21] Por ello mismo, aunque me he puesto a escribir no antes de que Justino II alcanzara el poder imperial una vez muerto Justiniano 31 , comenzaré por la época anterior y me ocuparé con especial interés de lo que no haya sido tratado por nadie más.
[22] Y al haber sido ya registrados con exactitud la mayoría de los acontecimientos del reinado de Justiniano por el rétor Procopio de Cesarea 32 , he de pasarlos por alto, ya que están suficientemente tratados; en cambio, los posteriores a él los he de [23] exponer de la manera más completa posible. El proemio de su Historia lo constituye la muerte de Arcadio y el nombramiento de Isdigerdes, el rey persa, como tutor de su hijo Teodosio; los acontecimientos relacionados con Vararanes y Peroces y cómo Cabades, ya rey, perdió el poder y poco después lo recuperó 33 ; y cómo Amida fue capturada por él, cuando Anastasio era emperador de los romanos; y cuántas penalidades sufrió posteriormente Justino I por este asunto 34 . A continuación [24] uno puede informarse perfectamente en la obra de Procopio de las guerras persas 35 que llevó a cabo Justiniano, el emperador de los romanos, contra Cabades y Cosroes 36 en Siria, Armenia y las fronteras de Lázica 37 , y también de Gelimer el vándalo, la ciudad de Cartago y toda África, desde Bonifacio y Genserico y la revuelta de aquellos tiempos, hasta que muchos años después fuera dominada por Justiniano y volviera de nuevo a formar parte del Imperio romano 38 . Tras la ruina de [25] los vándalos, pueden incluso encontrarse en la obra todos los éxitos y desgracias de los moros cuando se rebelaron contra los romanos en muchas partes de Libia: cómo Estotzas y Gontaris, que estaban en el bando romano, se rebelaron 39 y fueron los verdaderos causantes de multitud de desgracias y de revueltas en Libia y cómo no cesaron los males hasta que aquellos dos hombres murieron 40 .
[26] Y de qué manera la revuelta intestina que se alzó en Bizancio contra el emperador alcanzando una gran magnitud causó la destrucción de los bienes públicos 41 ; también de las incursiones de los hunos, que pasaron entonces el río Istro e infligieron grandes daños en los dominios de los romanos, saqueando a los ilirios, los tesalios y la mayoría de los pueblos de Europa y de [27] parte de Asia, tras cruzar el Helesponto 42 . Asimismo, se encuentra allí de qué manera tan terrible fueron devastadas por Cosroes las ciudades de Sura en Siria y Berea y Antioquía, junto al río Orontes 43 , y también el asedio de Edesa y cómo se le rechazó y alejó de allí. También es posible en esta obra saber de las batallas entre etíopes y homeritas y la causa por la que llegaron [28] a tal hostilidad 44 . Se habla también largamente de la gran peste, de cómo en aquel momento se fue infiltrando en la humanidad y de cuántos hechos increíbles trajo consigo 45 . También [29] es en esta obra donde hay que leer las acciones que después llevó a cabo el ejército romano, en las ciudades de los lazos y en la fortaleza de Petra 46 , contra Corianes y Merméroes 47 y las hordas persas.
Después pasa al oeste y no falta en su obra ni el relato de [30] cómo murió Teodorico, el rey de los godos 48 , ni cómo su hija Amalasunta fue asesinada por Teodato 49 , ni ninguna de las causas por las que se desencadenó la guerra gótica, ni tampoco cómo Vitiges, que se convirtió en el caudillo de los godos después de Teodato 50 , fue vencido por Belisario tras numerosos combates y llevado a Bizancio 51 , ni tampoco cómo Sicilia, Roma e Italia expulsaron a los bárbaros extranjeros y se organizaron de nuevo según sus antiguas tradiciones 52 . Allí se puede [31] encontrar también que Narsés el eunuco fue enviado a Italia, convertido en general en jefe por el emperador y aquellas famosas campañas que llevó a cabo contra Totila; y cómo al morir éste, Teyas, el hijo de Fritigerno, obtuvo el poder y cómo [32] también él fue asesinado poco después 53 . Todos estos sucesos llevan hasta el año 26 del reinado de Justiniano y están recogidos en su totalidad en la obra de Procopio el rétor 54 . Por mi parte, era mi intención comenzar con los hechos inmediatamente posteriores a éstos y en ese punto me encuentro. Continúo, pues, con los acontecimientos.
1 Agatías se refiere aquí a dos de las facetas más significativas del reinado de Justiniano: las victorias militares y el embellecimiento de las ciudades, en especial Constantinopla, aunque en su obra se limita, en realidad, al primer aspecto.
2 Para el sentido religioso de la obra, véase Introducción 3.4.
3 El premio en las Olimpíadas era una corona de olivo silvestre y en los Juegos Nemeos, que se celebraban en el santuario de Zeus en Nemea en la Argólida, de apio. Ninguna de las dos plantas tenía en la Antigüedad un gran valor culinario, sólo era símbolo de triunfo y gloria en los Juegos.
4 El que los antiguos griegos participaran desnudos en los Juegos era una de las peculiaridades más llamativas para los romanos y consecuentemente también para los bizantinos. El cristianismo tampoco veía bien estos certámenes, que se entendían como festivales paganos. Su celebración fue prohibida por Teodosio I en el 393.
5 Samolxis o Salmoxis era una divinidad entre los getas, una tribu tracia de la que tenemos noticia por HERÓDOTO , IV 94-95. Este autor nos habla de una leyenda —que él rechaza— según la cual Samolxis fue esclavo de Pitágoras, del que había adquirido muchos conocimientos, así como de los egipcios. Después volvió con su pueblo, al que enseñó lo que había aprendido, especialmente sobre la inmortalidad. Los getas creían que al morir residirían con él. Cada cuatro años elegían a un mensajero al que le encargaban transmitir a Samolxis lo que necesitaban y que hacían morir con un complicado ritual. Véase también ESTRABÓN , Geografía VII 297. No está nada claro por qué Agatías cita aquí a este personaje, aunque llama la atención que frente a la historiografía occidental, para quien los getas son símbolo de sabiduría, Agatías insista en su «desvarío». Véase LAMMA , «Ricerche….», págs. 91-94.
6 Probable alusión a TUCÍDIDES , I 22, 4.
7 Las grandes obras del pasado —las Leyes de Platón o la Política de Aristóteles— sobre política se basan en una concepción moral, como la que defiende aquí Agatías. En el siglo VI d. C. la discusión teórica sobre la administración del Imperio y su cristianización se intensificó con obras como el anónimo Diálogo sobre la ciencia política , el Tratado sobre estrategia , las obras de Agapito y las reflexiones del propio Justiniano en los prefacios de las Novelas . Véase, para el tema, F. DVORNIK , Early Christian and Byzantine Political Philosophy: Origins and Background , Washington, 1966.
8 Sobre la concepción de la Historia aquí reflejada, véase Introducción 3.3.
9 No se ha conservado nada de esta obra. Sobre lo poco que sabemos de ella, véase Introducción 2.1.
10 Para la problemática secuencia temporal de la publicación de las Dafníacas y el Ciclo , véase Introducción 2.2.
11 El epigrama como género reúne unas características —poesía de ocasión, brevedad, capacidad alusiva, imitación y variación de modelos anteriores— que lo hacen especialmente dependiente de su contexto y por ello estos poemas son piezas que primero circulan oralmente —a excepción, naturalmente, de los epigramas inscritos—, y que sólo en ocasiones llegan a formar parte de una obra impresa, véase R. KEYDELL , «Epigramm», Reallexikon für Antike und Christentum 5 (1962), págs. 539-577, y para la época de Agatías, H. LAUXTERMANN , Byzantine Poetry from Pisides to Geometres. Texts and Contexts , vol. I, Viena, 2003, en especial págs. 19-54
12 Un aspecto importante de una antología de epigramas de temas y autores variados es el orden en que se leen. En este sentido, la de Agatías difiere de sus predecesoras —las de Meleagro y Filipo— en que ordena los poemas por temas, frente al alfabético o mixto de aquéllas.
13 No sabemos a qué obras se refiere. Véase, para las distintas, y nada seguras, hipótesis, Introducción 2.3.
14 Es decir, Platón. La cita hace referencia a Fedro 245a, donde se describe la poesía como uno de los tres tipos de locura divina. También ARISTÓTELES , Poética 1451a38-b11, dice que la poesía es más filosófica que la historia. Para la similitud entre Poesía y Filosofía planteada aquí por Agatías, véase KALDELLIS , «Agathias on history…», pág. 299, e Introducción 3.5.
15 «Conócete a ti mismo», la máxima inscrita a la entrada del templo de Delfos.
16 Durante todo el reinado de Justiniano, y también en los de sus sucesores, Justino II y Tiberio, las guerras se sucedieron sin tregua, tanto defensivas, contra Persia al este y los eslavos al norte, como ofensivas, contra los Estados germánicos bárbaros de la Europa occidental. Es curioso sin embargo que en el Proemio al Ciclo (AP IV 3, 98) —dirigido al Justiniano de los últimos años o a Justino en sus primeros momentos— hable de un mundo en paz.
17 No por casualidad utiliza la misma palabra que Tucídides en el inicio de su obra: syggrapheîn .
18 El término utlizado es mythología , una palabra no muy frecuente, utilizada, por ejemplo, por PLATÓN , Leyes 752a, etc., y que implica cierta idea de «cuento», referido más bien a «lo falso», que se opone a «lo verdadero» de la Historia.
19 No se sabe exactamente quién es este Eutiquiano; Floro puede ser quizá el padre de Pablo Silenciario, con quien Agatías tenía una relación íntima, véase Introducción 1. Los secretarios imperiales estaban organizados militarmente y tenían, además de su ocupación inicial de secretarios, otras diversas funciones. El primer secretario, por ejemplo, se encargaba del laterculum maius , el gran registro de funciones civiles y militares.
20 La comparación la utiliza ya ISÓCRATES , Cartas IV, 8.
21 En todas las épocas de la historia bizantina, la base del sistema jurídico la constituye el Derecho romano.
22 Los tres continentes para los bizantinos, Europa, Asia y Libia (África).
23 Ciudad de la costa eolia, a unos 37 km al sudoeste de Pérgamo, levantada en las orillas del río Pítico o Titneo, hoy el Güzelhisar Çayi. Agatías escribe desde Constantinopla, así que el canal más alejado es el más meridional desde su perspectiva.
24 La relación con su patria parece que fue intensa, como prueba la inscripción que acompañaba a una estatua suya (AP XVI 316) y que quizá obedeciese a la gratitud por la reconstrucción de unas letrinas públicas en su ciudad. Cf . Introducción 1, para la discusión sobre esta posibilidad.
25 Para el valor de týchē , azar o fortuna, véase Introducción 3.4.
26 El género encomiástico es uno de los más desarrollados en época de Agatías, al que se dedicaron incluso dos de los autores más admirados por él: Procopio en Edificios y Pablo Silenciario en su Descripción de Santa Sofía , y llenó, también, las páginas de la Historia. Para un catálogo de textos que lo reflejan, véase T. C. BURGESS , «Epideictic Literature», Studies in Classical Philolology 3 (1902), 89-261.
27 Probablemente se refiere a los manuales de retórica que establecían detalladamente los distintos subgéneros en literatura y oratoria, como por ejemplo los de Menandro, aunque en opinión de H. LIEBERICH , Studien zu den Proömien in der griechischen und byzantinischen Geschichtsschreibung I-II, Múnich, 1900 (reimpr. 1976), págs. 10-12, puede tratarse del opúsculo de LUCIANO , De cómo debe escribirse la historia , con el que la obra de Agatías presenta interesantes coincidencias, véase Introducción 3.5.
28 Así como la alabanza excesiva es frecuente en la época, lo es, igualmente, la crítica más despiadada, como la que aparece en la Historia Secreta de Procopio, cf . A. CARILE , «Consenso e dissenso fra propaganda e fronda nelle fonti narrative dell’età gustiniananea», en G. ARCHI (ed.), L’Imperatore Giustiniano storia e mito , Milán, 1978, págs. 37-93.
29 Este largo excursus repite ideas que se encuentran, por ejemplo, en la obra de LUCIANO , De cómo ha de escribirse la historia 9. Agatías parece tener a alguien concreto en mente, quizá a Procopio, según apunta CAMERON , Agathias , pág. 33.
30 Los hombres de la época de Agatías no se llaman a sí mismos «bizantinos» sino «romanos», ya que se sentían directos continuadores del Imperio romano.
31 Justiniano murió el 14-15 de noviembre del 565, tras haber confiado el poder, según CORIPO , Panegírico 167-198, a su sobrino Justino II, que es proclamado emperador la tarde misma de la muerte de Justiniano. Por otra parte, esta referencia da una fecha post quem para datar el principio de la redacción de las Historias , cf . Introducción 1.
32 Procopio de Cesarea, que murió pocos años después de Justiniano, fue el más importante historiador del período, autor de los ocho libros de Las guerras de Justiniano , la controvertida Historia Secreta y Sobre los edificios . De formación jurídica, fue durante muchos años el secretario de Belisario, al que acompañó en sus campañas militares. Fue, entonces, rétor, como el propio Agatías, ya que este término podía referirse a su profesión o formación jurídica y también a su trabajo como historiador, cf . Introducción, nota 11.
33 Arcadio murió en el 408. Isdigerdes murió en el 420; Vararanes V reinó del 420 al 440, Peroces, del 459 al 484, cf . PROCOPIO , Guerras I 2.
34 Cabades fue rey desde el 488 hasta el 496 y del 499 al 531. En el 503 se hizo con Amida, una ciudad de Mesopotamia, en un asedio que Procopio narra con detalle y que marcó el principio de la guerra persa. Anastasio murió en el 518 y Justino I reinó del 518 al 527. Cf. Guerras I 5-12.
35 Libros I y II.
36 Cosroes I (531-579). Agatías hablará, no obstante, de todos ellos, aunque brevemente, en su segundo excursus persa, IV 25-30.
37 La costa oriental del Ponto Euxino, la antigua Cólquide. Era una región estratégica que permitía el paso de las tribus norcaucasianas hacia el sur, por lo que era muy deseada por los persas.
38 La revuelta de Bonifacio, comes Africae , que se proclamó independiente del gobierno romano occidental en el 427, hasta la conquista por parte del rey vándalo Genserico en el 439, cuando tomó Cartago, cf. Guerras III 3, 14 ss. Gelimer usurpó el trono y fue el último rey vándalo de África (530-534). Fue derrotado por Belisario en el 534, cuando África se reincorporó al Imperio. Es el personaje central del libro III de las Guerras de Procopio.
39 La palabra utilizada es týrannos , que en estos contextos es sinónimo de «usurpador», como en PROCOPIO , Guerras I 24, 44.
40 Estotzas pertenecía a la guardia de corps del general romano Martino en la campaña de Libia (533) y Gontaris lo era de Salomón, gobernador de Libia. Los relatos de sus sediciones —que no llegaron a convertirse en una auténtica toma de poder— se encuentran en PROCOPIO , Guerras IV 15 ss.
41 En el 532 las facciones del circo, los «verdes» y los «azules», se rebelaron en el hipódromo contra la decisión del prefecto de la urbe de condenar a muerte a algunos de sus partidarios, convictos de asesinato, y se hicieron con la ciudad, que quedó arrasada. La revuelta se dominó tras una sangrienta intervención del ejército comandado por Belisario. Se llamó nikâ , ‘vence’, que era el grito de los conjurados. PROCOPIO , Guerras I 24.
42 El estrecho de los Dardanelos. PROCOPIO , Guerras VIII. Las incursiones de distintas tribus hunas y de eslavos que vivían al otro lado del Istro o Danubio fueron constantes en especial a partir del 540: en ese año los hunos llegaron al istmo de Corinto, en el 547 los eslavos llegaron a Dirraquio o Epidamno, en la actual costa albanesa; en el 551 avanzaban hacia el Egeo y siguieron así, como nos relata el propio Agatías a partir de V 11 ss.
43 PROCOPIO , Guerras II 5-13.
44 Los etíopes eran cristianos y los homeritas, que habitaban el actual Yemen, en parte judíos y en parte «helénicos», es decir, paganos, cf . PROCOPIO , Guerras I 20.
45 La peste comenzó en Egipto y en su segundo año, en el 542, llegó a Bizancio, cf. Guerras II 22-23.
46 Ciudad en la costa de Lázica, cuya fundación se narra en Guerras II 14, 9-13.
47 Ambos eran comandantes persas. De estas campañas se trata en Guerras VIII 1, 4 y 7-16.
48 Teodorico murió en el 526, Guerras V 1, 35-39.
49 Amalasunta fue asesinada en el 535, Guerras V 4, 27.
50 En el 536, Guerras V 11, 5 ss.
51 En el 540, Guerras V 1, 1.
52 Esto es, se libraron del dominio ostrogodo y volvieron a ser «romanas» Sicilia en el 535, Roma en el 536, en el 540 se tomó Rávena, con lo que, en teoría, se daba por concluida la campaña de Italia; ésta, sin embargo, no llegó a acabar nunca. La guerra gótica se trata en Guerras V-VIII.
53 Narsés fue enviado a Italia en el 552, tras la reconquista de gran parte de Italia, Sicilia y Cerdeña; en ese mismo año, Narsés derrotó a Totila, Guerras VIII 21 ss. Cf . nota 55.
54 El año 552. Los siete primeros libros de Guerras fueron publicados hacia el 550-551, y relatan hechos sucedidos entre el 527 y el 550, ordenados por escenarios bélicos; el libro VIII describe los acontecimientos del 550 al 553 en todas las zonas; su fecha de composición se sitúa en el 554. Véase J. SIGNES , «Introducción», en PROCOPIO , Historia Secreta , Madrid, 2000, págs. 29-36, y G. GREATREX , «Recent Work on Procopius and the Composition of Wars VIII», Byzantine and Modern Greek Studies 27 (2003), 45-67.