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Cursilería

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—Hola mi amor

—Hola mi vida

—Hoy le hablé de vos a mis amigas… les conté sobre lo total y puramente enamorada que de vos estoy…

—¿Hablabas bien de mí?

—Siempre. Me brota de los poros el amor profundo cada vez que te nombro.

—¿Pudiste ver el mensaje que te dejé en el papel de la hamburguesa?

—Hermoso. Me gustó mucho verte, siempre me gusta. Voy con ganas, a tu encuentro.

—Yo jamás dejaré de sorprenderme del amor enorme con el que nos miramos entre los barbijos, entre la gente y entre la distancia. Como si nada existiera fuera de nosotros. Somos el amor, mi amor.

—No paré de mirarte… con tu vestidito hermoso, mi princesa.

—Amo (verte). Que precioso lo que decís acerca de las ganas, ojalá así nos suceda siempre. Muero de amor por vos y sos lo más hermoso del mundo para mí. Y no lo digo por decir, no lo diría sino lo sintiera, lo sabes.

—Lo sé y vos lo sos para mí. No paro de amarte con locura como el primer día. Gracias por hoy; Gracias por siempre; Gracias por existir.

—A vos! Deseo con ansias poder volver hacernos el amor. Besarnos las bocas, el pelo, los poros. Tocarnos las manos, saciar nuestra sed con la transpiración del otro.

—Te amo mi amor. Te amo por fuera y por dentro, desde la punta del pelo y hasta el núcleo de tus células.

—¿Qué hacías ahora bombón? Es tu hora de estar en el baño haciendo lo segundo, ¿no?

—Adivinaste

—Te limpiaría con la lengua, te beso entero.

—Besitos de flamenco, con todo mi amor, cursilero.

Adultez y libertad

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