Читать книгу El enigma del código de las favas - Alberto Alexis Martínez - Страница 11
ОглавлениеCAPITULO 4.
La entrada oculta
La próxima vez que nos reunimos, varios días después, yo ya estaba tomando todo esto, más como un curso que como una reunión de amigos, porque, en realidad, me sentía como un alumno que está siendo preparado por un maestro, y que obviamente, siendo Malden un profesor, él sabía lo que estaba haciendo... Ciertamente, yo confiaba totalmente en él.
La naturalidad en su forma de hablar y la simpatía con que lo hacía, me generaba una enorme confianza y satisfacción, porque era algo así como ingresar en un mundo perdido, y de cierta forma, eso es lo que Malden me estaba enseñando, era como que me estaba llevando de la mano rumbo a algo desconocido.
En esta oportunidad, recuerdo que el tiempo era de un día tormentoso y que amenazaba a llover cuando salí de Porto Alegre rumbo al litoral, el cielo estaba totalmente cubierto, había una inmensa nube de color gris plomo y si bien, puede tornarse algo peligroso en la carretera, no puedo dejar de reconocer que me agradan esos días donde lo inesperado parece aguardar a cada paso del camino como un gran desafío para vencer.
Lo agradable de conducir en los días de tempestad, es que da la impresión de que el mundo se va a desplomar sobre la cabeza, pero mismo así, uno permanece aislado de toda inclemencia dentro de ese pequeño mundo que se forma dentro del automóvil que le mantiene ileso, seco y cálido, más allá de que el tráfico de camiones en la carretera, no dejaba de ser un peligro constante.
Fue inevitable que a poco de salir de la ciudad, comenzara a llover con gran intensidad, era un día de verdadero temporal, pero ello no me afectó, así que finalmente llegué sin mayores problemas como siempre a nuestro punto de reunión, donde estaba siendo esperado en esta oportunidad, por Ali.
Como siempre, dejé mi auto y abordamos la camioneta que, saliendo por el camino lateral, se adhería fuertemente con la doble tracción por la sinuosa ruta de tierra que ahora era un camino de fango repleto de partes semi-inundadas, lo cual justificaba el tener dicho vehículo.
Alí, era un individuo muy especial, permanentemente emitía simpatía, siempre estaba sonriente, era un tipo enérgico que generaba confianza porque tomaba todo con gran calma, aparentemente, como si en su cabeza los problemas no existieran.
En el recorrido hasta la casa, comentamos sobre lo que era dirigir en esas condiciones, donde Ali demostraba una evidente destreza, y por lo que él me contó durante el recorrido, en sus aventuras con Malden, ya había conducido en las peores condiciones y por los caminos más inhóspitos del planeta, tanto en África, Europa, y América.
Llegando a la casa, ingresamos a la sala donde esta vez, estaba Malden aguardándonos, y como siempre, había café caliente pronto a nuestra espera.
Esta vez, nos dirigimos a otra sala más reducida, donde Malden tenía su biblioteca particular, allí, no sentamos frente a una ventana donde se veía caer la lluvia que se proyectaba del alero del porche de la entrada.
La sala poseía grandes estantes, donde se encontraba la más estupenda colección de libros como hacía mucho tiempo que yo no veía. Algunos tomos estaban ricamente encuadernados, en cuanto otros, parecían ser ediciones muy antiguas.
Había en las paredes también, antiguas fotos de Malden y Ali con finas molduras, donde se atesoraban los años de amistad de ambos amigos en lugares muy distintos.
Ambos nos sentamos, mientras la mucama nos sirvió los pocillos, y Malden, saboreando su café, me dice:
Ya hemos charlado bastante, acerca de lo que ha sido una secuencia de vivencias y experiencias, en las cuales, existen lugares que no te los he mencionado por sus nombres, específicamente, porque no son necesarios para que comprendas lo que te voy a contar a continuación, y que creo que es lo que tu estás esperando.
Yo, sonriendo, moví mi cabeza en sentido afirmativo, concordando plenamente con lo que él decía, y confirmando de esta manera, que estaba dispuesto a seguir escuchando lo que él tenía para contarme, y que yo estaba ansioso por saber.
Con esto, le di a entender que yo ya sabía que él me estaba preparando para algo y que no lo ignoraba, es más, que estaba plenamente de acuerdo con lo que él estaba haciendo.
Como la vez anterior, indagó algo más sobre el avance en mis estudios, y extrañamente se interesó mucho en mi habilidad en el dibujo, desde que le había mencionado mi vocación también como artista plástico, actividad que había ejercido bastante tiempo como hobby, más allá de diseñar como proyectista.
Luego de manejar un poco ese tema, Malden hace una breve pausa, y mirando hacia afuera, se escucha el tronar de la tormenta que en ese momento caía sin cesar, y entonces continúa…
Este día, que a muchos les puede parecer tenebroso, a mi me recuerda uno de los días más significativos de mi vida... y debo estar agradecido por ello.
Te contaré algo Alexis... Una vez decidida la misión S.A.M., de realizar la investigación con los recursos dejados por mi padre, esta se inicia en el momento en que fuimos dispensados de la biblioteca por nuestra solicitud, con el pretexto de tener una mejor propuesta de trabajo en Londres, por lo cual, les dijimos que pretendíamos tomar unas vacaciones previas por algún tiempo antes de regresar a Inglaterra, lo que no le resultó para nada extraño al director con el cual no teníamos un gran dialogo.
Así fue que, una vez dispensados, habiendo adquirido previamente todo lo necesario, incluso mapas actuales de todo el territorio, partimos con nuestra vieja camioneta que ya había mandado dejarla en perfectas condiciones, y con bastante material para efectuar la investigación del lugar donde habíamos encontrado las ruinas.
En distancia, el lugar estaba a apenas unos 520 kilómetros, pero con la localización ahora exacta, observamos que podríamos entrar por otro lado, donde habría condiciones de llegar con la camioneta hasta el propio lugar, sin tener que dejarla a mucha distancia como la primera vez, para descargar los pertrechos. También existía un pequeño riacho que bajaba de la montaña entre las piedras, el que ahora nos quedaría bastante más cerca.
Mismo así, la dificultad del acceso a este sitio, parecía hacer que fuera bastante mayor la distancia, así que finalmente llegamos al atardecer, justo a tiempo para poder montar el campamento.
Una vez que arribamos al lugar, desempacamos, montamos las tiendas, y bajamos todo lo imprescindible, durante lo cual, preparamos una deliciosa cena, ya que esta vez, habíamos traído todo lo suficiente para eventualmente no pasar hambre según nuestros cálculos.
Descansamos plácidamente, sin estar sujetos a ninguna presión, como había sido en la vez anterior.
Al amanecer del otro día, si bien íbamos a trabajar, fue como comenzar una etapa de vacaciones, ya que salimos con calma hacia el lugar que ya conocíamos, y que no nos quedaba a más de ciento cincuenta metros.
Con total calma y confianza, fuimos ingresando en la floresta hasta arribar a las ruinas perdidas, donde hallamos todo, tal cual lo habíamos dejado en nuestra visita anterior.
Esto era una buena señal, lo que significaba que nadie había descubierto nada, así que seguimos adelante.
Empezamos por cortar el matorral, para ver bien donde estábamos pisando, y lo que de inicio parecía ser una jungla, era solamente un manto de ramificaciones y enredaderas sobre todo lo que fuera un amontonado de piedras que eran las ruinas del pasado.
Durante días, despejamos palmo a palmo cada parte del lugar, trazando un mapeamiento y determinando parte de lo que había sido el monasterio perdido.
Poco a poco, todo se iba transformando en realidad, hasta encontrar una parte que parecía ser una elevación de tierra. Observamos, que las murallas se introducían dentro de elevación, lo que nos indicaba, que una parte de la construcción había sido sepultada por avalanchas de lodo que habían venido desde la colina, y que había cubierto parcialmente un extremo de las ruinas...
Fueron pasando los días, en cuanto fuimos excavando, limpiando, y sacando a luz todo lo que estaba cubierto de tierra.
La tarea, aparentemente nos iba a insumir mucho más tiempo de lo calculado previamente, pero mismo así, decidimos seguir adelante, ya que una cuadrilla de operarios podría hacerlo bastante más rápido, pero ello pondría en evidencia lo que estábamos haciendo.
No teníamos otra alternativa que continuar nosotros solos con la operación, pero habiendo limpiado gran parte del patio de entrada de las ruinas, trasladamos el campamento hasta el centro de lo que había sido el monasterio, así no tendríamos que desplazarnos para descansar y cocinar cada día.
Igualmente, con el pasar de los días, los alimentos se estaban reduciendo, así que deberíamos dedicarnos a cazar, para no tener que regresar seguidamente al poblado más cercano, a algo mas de 100 kilómetros, en busca de mantenimientos, lo que llamaría la atención de los pobladores. Para evitar estar saliendo de cacería, Alí preparó algunas trampas en el monte, donde solíamos atrapar venados, conejos, y también en el riacho donde obteníamos algunos peces deliciosos.
Tratábamos de aprovechar al máximo el horario diurno que nos permitía excavar e ir limpiando el lugar, por lo cual, estábamos quedando ya bastante agotados. Decidimos entonces, bajar un poco el ritmo de trabajo, para no llegar a un grado extremo de desgaste que nos pudiera afectar.
Pasado ya un mes desde nuestra llegada, todo el panorama estaba comenzando a quedar bien más claro, así fue que, algunas partes que habían estado sepultadas bajo tierra y que estaban formadas por gruesas paredes, las cubrimos con toldos de lona formando un techo y las utilizamos como habitaciones, una para dormir, otra para guardar las cosas y un área para cocinar, donde antiguamente había sido la cocina del monasterio.
A medida, que fuimos removiendo la tierra, las salas del antiguo monasterio se fueron delineando, hasta que, en una de ellas, descubrimos una mesa de madera, que estaba semienterrada y virada de lado.
Al removerla con todo cuidado, por ser una pieza arqueológica, esto me demostró que había un piso de piedra a unos veinte centímetros más abajo del nivel en el que nosotros veníamos trabajando.
Siguiendo con la excavación en este nivel, para llegar al piso de piedra, en cierto momento, hallamos huesos humanos, los restos de un esqueleto de alguien que habría perecido en ese lugar.
Guardados los restos en bolsas, esto nos reveló que, todos los recintos del monasterio, no sólo los que estábamos ocupando, también deberían estar al mismo nivel, por lo que comenzamos a investigar y a remover la tierra, donde nos encontramos que, no solo había un piso de piedra debajo de la tierra, sino que, además, hallamos más restos humanos.
Esto, nos demostraba una clara evidencia de que los residentes de ese lugar habían muerto allí mismo, es decir, que no lo habían abandonado. Es más, en uno de los cuerpos, hallamos introducida entre los huesos de las costillas algo que parecían ser los vestigios de una vara, pero que entre los huesos del esqueleto, tenía una punta metálica en forma de punta de flecha, por lo que este cuerpo, era el de alguien que había sido ejecutado dentro del recinto.
Luego de profundizar más en las investigaciones, habíamos hallado los restos de unas seis personas, cuyos vestigios, databan de hacía más de ochocientos años, y que, por lo que pudimos constatar en algunos de ellos, habían sido asesinados salvajemente, ya que uno de los restos, tenía el cráneo visiblemente partido al medio, posiblemente por un hacha o una espada, y otro, tenía la cabeza aparentemente disipada a más de dos metros de su cuerpo.
Fuimos acomodando los restos hallados en improvisadas urnas que hicimos en la tierra, recubriéndolas con piedras para preservar las osamentas, y luego, proseguimos atentamente con la búsqueda.
El monasterio en sí, por el perímetro que habíamos desenterrado, era relativamente pequeño, por lo que seguramente no albergaría a más de una docena de personas a lo máximo.
Uno de los ambientes desenterrados, es el que había sido la cocina, pues tenía una parte donde había una especie de horno de piedras y barro, y en su segmento inferior, había restos de cerámicas y otras piezas metálicas, que, aparentemente, habrían sido ollas o cacerolas de hierro propias de la época.
Descubrimos también, más restos de flechas, un hacha y una espada, que era de origen turco, esto, por si solo, revelaba la existencia de haber sufrido un ataque y una posterior batalla que destruyó a los monjes que allí habitaban.
Además, resultaba obvio que, si estos cuerpos no habían sido removidos de su lugar, es porque nunca habían sido encontrados, es decir, que nunca, nadie más habría estado allí después de aquel desenlace fatal que aniquilara a los monjes hacía tal vez unos ochocientos años.
Arqueológicamente, esto, por si mismo, ya era un gran descubrimiento, pero no era todo, ya que, por algún motivo, los turcos habrían atacado este monasterio, que para nada era algo estratégico, pero, por sobre todo, las indicaciones encontradas en los antiguos documentos lo mantenían de cierta forma en “sigilo”.
Algo más había, pero ¿qué…? – Esto es lo que deberíamos descifrar.
Lo que sabíamos, era que el monasterio había estado ocupado por monjes y que ellos fueron aniquilados por fuerzas de soldados turcos. También, sabíamos que había algún motivo por el cual la Iglesia mandó construir este monasterio de manera reservada, que era para proteger un “secreto”, pero no sabíamos cuál…
Realizamos un relevamiento del local y un diseño elaborando una planta de arquitectura de la construcción. Todo estaba circundado por los límites del foso externo que rodeaba al monasterio, no sabíamos lo qué buscar ni donde buscar algo que hiciera referencia a algún secreto, por lo cual, todo el esfuerzo parecía haber sido en vano, y tan solo teníamos los vestigios de una antigua construcción. - VISTA DEL MONASTERIO – Diseñada por Malden:
En este dibujo, se puede observar la fosa que rodea al monasterio con un formato de seis fases, así como en la parte inferior, se aprecia el pequeño puente que permitía el acceso al interior del mismo. Entre la fosa y la construcción principal, habría un área cubierta de césped.
También se puede observar un recinto al fondo, el cual sería la capilla, la que estaba totalmente destruida, al igual que las cinco habitaciones a la izquierda, cuyas paredes no superaban la altura de un metro. Hay otras cuatro habitaciones a la derecha, las cuales estaban casi enteras. La última de la derecha era la cocina, y la primera de ellas, que posee mayores dimensiones, parecía haber sido la sala principal, posiblemente del director del monasterio. Todos los recintos, daban a un gran patio
El levantamiento arquitectónico de la construcción estaba concluido, y aparentemente, no existían muchas más razones para permanecer en ese lugar, a no ser, el hecho de registrar el hallazgo para fines de estudio sobre la cultura y la presencia de la iglesia en sus caminos de conquista territorial, lo cual, no sería nada fuera de lo común en aquella época.
Realizábamos un inventario final de todo lo hallado, siendo un día en que, ya entrado el invierno, se avecinó rápidamente una tempestad bastante fuerte. Los vientos comenzaron a soplar con gran intensidad y el cielo se oscureció totalmente a media tarde... paradójicamente, fue un día así como lo que está ocurriendo hoy… de ahí es que surge mi recuerdo... subrayó Malden.
De hecho, el día continuaba siendo tétrico, oscuro, y tempestuoso desde que yo había salido de Porto Alegre.
A todo esto… continúa Malden, nos refugiamos en una de las salas, la más amplias de la construcción, a la cual, le habíamos colocado el toldo principal como techo, ya que ahí guardábamos el agua para beber, los alimentos que quedaban, y teníamos casi todo el material que habíamos traído. Para dormir, normalmente lo hacíamos en la sala contigua que era un poco menor, en la cual, habíamos instalado dos catres encima de unos troncos y le habíamos hecho un techo de ramas con un toldo menor para protegernos del frío.
Para esa noche, tuvimos que traer los catres para esta otra sala que era más amplia y que tenía el toldo de lona mayor como techo a fin de protegernos un poco más de la lluvia torrencial que comenzaba a caer.
La tempestad permaneció por casi dos días, en la que veíamos el agua que corría por la ladera de la colina que había cubierto y corría como un río por todo el patio central del monasterio.
No conseguíamos evitar, que el torrente de agua ingresara parcialmente a través de los escalones que existían delante de las aberturas de ingreso a las salas, donde alguna vez, posiblemente existió una puerta de madera. Estos escalones, que eran más altos, seguramente fueron colocados con ese fin cuando la construcción del monasterio.
De cualquier manera, el agua ingresaba también dentro del recinto por los bordes del toldo de lona que hacía de techo, y esto, había colaborado a dejar medio inundado el habitáculo con una altura de unos diez centímetros de agua sobre el piso. Afortunadamente, los catres estaban un poco más altos, y nos mantuvieron cobijados debajo de las mantas para evitar permanecer todo el tiempo empapados, y así, conseguimos descansar en cuanto la lluvia continuaba.
Al segundo día, en la tarde, la lluvia se detuvo tan rápidamente como había comenzado, y nosotros, alojados sobre los catres esperamos un poco para que el agua bajase de su nivel y nos permitiera encender el fuego donde cocinar algo para comer.
Afortunadamente, para una eventualidad como esa, habíamos reservado algo de leña dentro de lo que había sido el horno de barro y piedra del monasterio, situado al lado de donde existía una gran piedra rectangular que serviría para encender un fuego como posiblemente lo hacían en su época los monjes del lugar.
Conversábamos sobre esto con Ali, aún sentados sobre nuestros catres, mientras, sin pensarlo, yo observaba el agua localizada dentro de nuestro habitáculo que corría levemente hasta un punto donde se producía un pequeño remolino e iba bajando de nivel paulatinamente, por lo cual, en un momento esta sala quedaría desagotada. Algún tiempo después, cuando ya quedaba algo menos de diez centímetros de agua sobre el piso y afuera no llovía más, le dije a Ali… “bien… manos a la obra, vamos a ver si podemos encender un fuego y preparar algo para comer”.
Así fue que nos bajamos de los catres y, pisando dentro del agua, salimos del resguardo para providenciar una reconfortante cena. Ali, salió adelante gritando… ¡¡¡tengo tanta hambre que me voy a comer un venado entero!!! - así es que lo voy a buscar… ja, ja, ja!!! – y agarrando sus pertrechos de caza, se dispuso a salir vociferándome: ...prepara el fuego Malden que ya vuelvo con la cena… ja, ja, ja…
Sonriendo por sus iniciativas, me predispuse a encender el fuego con la leña seca que teníamos en el antiguo horno de barro. Media hora más tarde, el fuego estaba ya encendido, y yo sabía que Ali no demoraría mucho en volver con algo adecuado para saciar el hambre luego de dos días sin probar bocado alguno.
Estaba en eso, cuando me dirigí a la sala donde habíamos pasado la tempestad ya que allí, teníamos almacenado sobre troncos, los ya pocos víveres elementales que nos estaban quedando a fin de buscar algo para condimentar lo que fuera que Ali consiguiera en su cacería. Los cereales ya se habían agotado hacía tiempo, pero, por lo menos teníamos sal y algunas especies para darle gusto a la comida, y eso es lo que me propuse a traer para saborear la cena de esa noche.
Así que me aproximo al habitáculo, observo que el nivel de agua había bajado bastante más, lo que me pareció formidable, porque pronto estaríamos con el piso seco nuevamente, entonces, ingresé y recogí los condimentos que necesitaba, pensando en cuál sería el animal que Alí traería para nuestra cena… venado, liebre, o algún ave silvestre… pero en ese instante, al salir para dirigirme al fuego que estaba encendiendo, alguna cosa irrumpió en mi mente…
¡Qué suerte que se está yendo el agua de la sala donde estábamos así en pocas horas podremos estar bastante más confortables!
Obviamente, el agua que estaba fluyendo iba para algún lugar inferior dejando el piso de piedra más limpio, y ahora se podían ver las piedras de aquel piso que durante años había permanecido cubierto por la tierra.
Pero, instintivamente, retrocedí unos pasos y volví a observar el corrimiento del agua hacia el mismo punto que anteriormente yo observara, y la misma, continuaba formando un pequeño remolino. Esto me generó una mayor satisfacción, pero algo giraba en mi cabeza no solo porque tal vez esta noche, podríamos descansar con el lugar bastante más seco y limpio, había algo más que mi mente me quería decir y yo no lo captaba, así es que volví al fogón al tiempo que escuché las risas de Alí, vociferando desde lejos… ¡Malden! ¡Malden… llegó la cena! ¡Ja, ja, ja! ¿Dónde está el fuego?
Y allí lo vi a Ali que, como era de esperar, venía con un venado al hombro.
No sé si fue el hambre, o lo delicioso que se veía el venado puesto a las brazas, que me hizo olvidar de todo en cuanto aprovechamos a saborear un poco del coñac que aún nos quedaba en una botella para entrar en calor por dentro mientras se cocinaba el venado.
Esa noche comimos hasta saciarnos, y luego, nos fuimos a dormir en nuestro aún bastante encharcado habitáculo. Recuerdo que esa noche no dormí tranquilo, porque seguía en mi mente aquello que me inquietaba sin saber lo qué, pero era una cosa que rondaba en mi cabeza sin entender de qué se trataba, era como una idea que quería aflorar y estaba trancada en mi cerebro.
Cuando se hizo la mañana, con los primeros rayos del sol que iluminaban un espléndido día con el cielo totalmente despejado, y con el típico despertar de Ali, ¡¡que me vocifera “Buenos Días amigo!! ¡¡Vamos a trabajar que el día está hermoso!!”, así que, sentándome en el catre, sacudí mi cabeza, y me dispuse a calzar mis botas, que todavía estaban totalmente mojadas.
Ali, que ya estaba preparado y de pie, me dice, ¡qué suerte! - ¡por lo menos el agua del piso se fue…!!!
Si es cierto le respondí, y mirando hacia el piso, ahí se me clareó la mente, y le dije, “si se fue, pero ¿para donde se fue?” - en cuanto mi mirada se dirigía hacia aquel punto donde yo había visto el pequeño remolino que se formaba cuando el agua escurría.
De hecho, entre las piedras del piso, que eran losas irregulares con pocos centímetros de espesor y de diversos tamaños, había un pequeño agujero que se había formado por el corrimiento del agua, junto a una de ellas que era de bastante mayor dimensión que las otras. Como había estado sepultada por la tierra cuando llegamos, no habíamos percibido este detalle, ya que la tierra fue sacada con la pala, pero ahora, el agua había lavado el piso, dejando las piedras mucho más limpias.
Todo indicaba que se trataba de una veta subterránea formada por el agua, cosa que es natural, pero hubo algo que, instintivamente, me llevó a buscar una barra de hierro, la cual coloqué en un borde, y comencé a forzar para mover la piedra.
Alí me observó, inicialmente con ojos de interrogación como diciendo “tú estás loco” - pero luego comprendió y dijo… ¡ya sé lo que estás pensando! – y me ayudo a hacer palanca con un pico.
Lentamente, la losa de piedra que medía aproximadamente 60 centímetros por 1 metro, comenzó a aflojarse, hasta que, en cierto momento, se desprendió de donde había permanecido afirmada durante los últimos ocho siglos.
Conseguimos colocar unos palos de forma diagonal para hacer palanca y erguirla suavemente, y en cuanto hacíamos fuerza… nuestros ojos asombrados observaban una gran abertura que se ocultaba debajo de ella.
Si, así es, habíamos descubierto una entrada secreta que había estado oculta allí todo el tiempo, justo debajo de nuestros pies, y que no sabíamos a donde conduciría, pero que tal vez, podría ser una puerta que nos condujera hacia el secreto que estábamos buscando.
A todo esto, yo permanecía fascinado con la historia que poco a poco Malden me iba desarrollando, e indagué, ¿Qué había en esa abertura?
¡¡¡Ah!!! Eso ya es otra historia, una historia que veremos en nuestra próxima reunión, si tú estás de acuerdo, me dice.
¡Si, claro! Por supuesto. Respondí.
Y como ya se había tornado costumbre, me invita a pasar a la otra sala para compartir su delicioso whisky... y encontrando allí sentado a Ali con un libro en sus manos sobre Política Económica de Brasil, el tema nos ocupó a los tres hasta que llegó la hora de irme y quedamos en volver a encontrarnos en la próxima semana.