Читать книгу Karl Barth en América Latina - Alberto F. Roldán - Страница 4
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¡Señor, Dios nuestro! Tú sabes quienes somos: hombres de buena y de mala conciencia; hombres satisfechos e insatisfechos, seguros e inseguros; cristianos por convicción y cristianos por tradición; creyentes, creyentes a medias e incrédulos.
Y sabes de dónde venimos: del círculo de los parientes, conocidos y amigos, o de una gran soledad; de un tranquilo bienestar o de apuros y estrecheces de toda clase; de una situación familiar ordenada o tensa o destrozada; de un círculo estrecho o de la amplia asamblea cristiana.
Mas hora estamos todos delante de ti y, pese a todas esas diferencias, somos iguales porque hemos obrado el mal ante ti y unos con otros; porque todos debemos morir algún día; porque todos estaríamos perdidos sin tu gracia; mas también porque tu gracia se nos ha prometido y otorgado a todos nosotros en tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Estamos aquí reunidos para alabarte porque podemos hablarte de nosotros. Porque esto ocurre en esta hora en que dejamos atrás el domingo y tenemos ante nosotros el trabajo de la semana; por eso te rogamos en nombre y con las palabras de tu Hijo, nuestro Señor, invocándote ¡Padre nuestro!1
1 Karl Barth, Oración preparatoria para la predicación sobre Levítico 26.12. Culto vespertino de la Bruderholzkapelle de Basilea, 7 de octubre de 1956 en Ensayos teológicos, trad. Claudio Gancho, Herder, Barcelona, 1978, p. 35.