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Introducción

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La covid-19 es la primera pandemia que vive el planeta en el contexto de un proceso de interdependencia e intercomunicación planetaria, que aceleró no solo los contagios, sino también la reacción de los países para enfrentarla. Lamentablemente, con una reacción individual y particular de cada país, cuando los procesos de integración existentes podrían haber sido en la pandemia —y deberán ser en la pospandemia— instrumentos válidos y efectivos para racionalizar y maximizar el aprovechamiento de recursos y la eficiencia de las medidas por adoptar para enfrentarla.

La pandemia de la covid-19 es una de las variantes del coronavirus existente hace ya un tiempo y ha sido precedido en el presente siglo por otros coronavirus como el sars, en el 2003, que causó el síndrome respiratorio agudo grave, el mers, en el 2012, conocido como síndrome respiratorio de Oriente Medio y ahora, la covid-19, más transmisible que los anteriores. Los coronavirus son una gran familia de la cual el sars-cov2 es de los alfa-coronavirus presentes en los mamíferos; también hay otros coronavirus como los beta-coronavirus, adaptados principalmente a los murciélagos, pero poco adaptados a los humanos, con lo cual al pasar a estos hay un choque entre el microrganismo y el humano que lo aloja.

Las epidemias han venido aumentando su frecuencia y, en buena parte, son enfermedades producidas por transmisiones de agentes patógenos entre animales y humanos, situación debida especialmente a la deforestación que ha ejercido una presión sobre los animales, con lo cual al ser expulsados de sus hábitats naturales se ha facilitado el cruce con los humanos en ecosistemas desequilibrados entre otros factores por el calentamiento global. La realidad es que el origen de estas epidemias son los trastornos causados a la biodiversidad, por lo tanto, se requiere una mayor vigilancia epidemiológica con el funcionamiento de alertas tempranas.

La covid-19 se convirtió en un problema en todo el planeta ante la realidad de un mundo interconectado e interdependiente y ha sido enfrentado tanto de manera global a través de organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (oms), como particular con la actuación irregular de los Estados, unos responsables en las medidas para afrontar la pandemia, mientras otros han tenido un manejo que ha facilitado su expansión y contagio. El seguimiento simultáneo de su evolución por todo el planeta ha estado acompañado de informaciones exageradas y distorsionadas de noticias falsas en las redes, que han ocasionado dificultades para la aceptación de las medidas de control y contribuido a una mayor incertidumbre y angustia.

La esperanza es que estos largos meses vividos bajo la pandemia permita que la humanidad reaccione y examine cómo y por qué contribuimos a que se produjera, replanteando varios de los postulados y los paradigmas que hasta ahora nos han regido, de manera que, en vez de continuar con la depredación del planeta y la actuación egoísta de países y personas, el mundo pasara a un reforzamiento de los dispositivos globales y multilaterales y actuase de manera más solidaria, entre otras, a través de la integración.

El trasfondo y la reacción a la pandemia en el contexto mundial podría ser de ajuste del proceso de globalización desarrollado en el planeta durante tres décadas, para que no continuase soportado en un libre mercado caracterizado por la actuación especulativa y sin control del sistema financiero, que resultados tan malos tuvo en la distribución del ingreso y en el agravamiento de las inequidades sociales. Lo aconsejable sería una reafirmación de un Estado de bienestar poskeynesiano, el cual, en el caso de las políticas de salud pública, les otorgue la prioridad que se merecen para enfrentar de manera preventiva las nuevas pandemias que le llegarán al planeta. Por eso, son de utilidad los análisis sobre la aplicación de políticas poskeynesianas por regiones, como la de América del Norte, o en países de las dimensiones de Brasil, realizados en este tomo.

Uno de los campos principales en el cual habrá cambios profundos es el tecnológico, en el cual la pandemia aceleró varias de las tecnologías disruptivas del proceso globalizador, en particular, la inteligencia artificial, la robotización y la big data, las cuales brindaron elementos de control del coronavirus, como es el caso de China analizado en este libro, que a pesar de que su enorme población ha logrado implementar medidas de vigilancia soportadas en estas tecnologías de punta que tiene la expansión del virus bajo control. Se contrasta con América Latina que también ha tenido avances tecnológicos en estos campos, aunque muy desiguales, que deberán ser tratados con mayor atención por los procesos de integración latinoamericanos.

También es una oportunidad para considerar en este libro políticas públicas ajustadas a los cambios producidos en el contexto mundial, como los servicios Fintech en América Latina o políticas en sectores específicos como el automotriz en la región del Mercosur o la aplicación de principios de gobernanza multinivel en América Latina con resultados exitosos, como el caso de Uruguay, uno de los países latinoamericanos más efectivos en el control de la pandemia.

En el campo geopolítico, la pandemia pone en entredicho la falta de liderazgo de países como Brasil y México, como también los débiles liderazgos existentes en muchos de los países, donde han tenido lamentablemente más protagonismo liderazgos no colaborativos, en los que el hiperpresidencialismo ha aprovechado la coyuntura para debilitar los procedimientos democráticos y consolidar un mayor control de las instituciones y ha mostrado la ineficacia en enfrentar debidamente la pandemia en casos tan evidentes como el del actual gobierno de Brasil, analizado en este tomo.

En el ámbito global, los recientes resultados de las elecciones en Estados Unidos permiten esperar que el nuevo gobierno demócrata de Joe Biden rectifique medidas equivocadas aislacionistas y permitan en la pospandemia contar con la participación de ese país en los distintos foros multilaterales en los que se tomarán medidas globales para enfrentar los estragos que deja la pandemia. Parece conveniente la revisión de los instrumentos de gobernabilidad mundial, en los cuales varias de las organizaciones internacionales necesitan profundas reformas para adecuarlas a las nuevas realidades del siglo xxi y en los que lo multilateral debería disponer de reglas de aplicación mundial en el enfrentamiento de la pandemia que eviten la ineficiencia de medidas fragmentadas o contradictorias de cada país. Este reposicionamiento a favor del multilateralismo es fundamental para los procesos latinoamericanos de integración, para quienes las reglas multilaterales, como marco negociador de los acuerdos, dan mayor seguridad y beneficios, que el marco bilateral de negociación desde posiciones neoproteccionistas como las del gobierno saliente de Estados Unidos.

Otro problema geopolítico en la pospandemia es el peligro que las poblaciones frustradas por los efectos desastrosos de desempleo, de faltas de oportunidad y de pérdida de confianza en sus dirigentes, pasen a apoyar y dar respaldo a caudillismos populistas de alternativas demagógicas, de posiciones políticas extremas, con la reactivación de estilos de gobierno que tanto mal le han ocasionado a los avances de la integración latinoamericana, al contribuir a la división ideológica en la orientación de los procesos de integración.

En el caso de la integración latinoamericana, no deja de ser muy preocupante el desinterés y la falta de iniciativa de acudir a instrumentos de los procesos regionales de integración para procurar una respuesta comunitaria y colectiva a la pandemia, que unificará acciones, maximizará la utilización de presupuestos y de ayudas internacionales y programará medidas para la pospandemia. Ha sido notorio el posicionamiento individual de cada país en la adopción de políticas contra el virus, sin las coordinaciones necesarias, al menos de los ministros de salud, bien sea en la Comunidad Andina (can) y su convenio para temas sanitarios, sea el Mercado Común del Sur (Mercosur) y su institucionalidad para temas sociales adelantados al comienzo de siglo, sea el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) para los países centroamericanos y mucho menos en una Alianza del Pacífico sin institucionalidad y con el aislamiento del presidente López Obrador de México, a pesar de que Chile, Colombia y Perú fueron de los países latinoamericanos de mayores niveles de contaminación.

Se debe insistir en que la integración puede y debe ser herramienta fundamental de trabajo comunitario, colectivo y consensuado, de espíritu solidario, que invita al tratamiento de dispositivos y medidas en la pospandemia y en el replanteamiento de varios de los paradigmas que, hasta ahora, habían regido el mundo, ya se trate de la recuperación de un Estado de bienestar más responsable en la aplicación de políticas públicas, comenzando por la salud, en un proceso de armonización de políticas macroeconómicas y sociales; del cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible y de los compromisos sobre cambio climático; de enfrentar los estragos enormes de recesión mundial y desempleo ocasionados por la covid-19, mediante la revalorización de políticas sociales y de empleo, como también de políticas multilaterales, en las cuales se enmarquen los diferentes acuerdos comerciales que permitan aumentar exportaciones y reconstituir las economías mediante inversión y tecnología, y el desarrollo de energías limpias sustitutivas, acompañadas de encadenamientos productivos generadores de valor en las exportaciones de la región que reemplacen la participación actual de las exportaciones de materias primas.

La integración latinoamericana tiene la oportunidad histórica de responder a la pandemia y posicionarse de manera unida en la pospandemia, reconsiderando objetivos y planes de acción orientados a consolidar una integración multidimensional que equipare aspectos económico-comerciales, con aspectos de profundas reformas sociales y políticas, en un contexto de economía más solidaria que permita superar egoísmos nacionales en favor del bien común.

Los aspectos institucionales merecerían ser considerados, a fin de contar con una institucionalidad al menos operativa, la cual, frente al desgaste de posiciones aisladas nacionales, les permitiera a los gobiernos trabajar de manera colaborativa, compartiendo su soberanía en la puesta en marcha de soluciones comunitarias al problema de inequidad y de distribución de la riqueza y en mejores resultados en el bienestar y las condiciones de vida de la población.

Los impactos y las consecuencias de la covid-19 en la pospandemia son de una temática tan variada y diversa, que permitió tratar los temas en dos colecciones diferentes: la presente colección del Grupo de Reflexión sobre Integración y Desarrollo en América Latina y Europa (Gridale), con los tomos 6, 7 y 8, dedicada a analizar las temáticas desde la óptica y el enfoque de la integración en sus diferentes componentes multidimensionales, y la otra colección de Pensamiento Global, con cuatro obras más sobre impactos más generales y globales de la pandemia.

Impactos de la COVID-19 en el sistema internacional y en la integración regional

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