Читать книгу El fascista estrafalario - Alberto Quintana - Страница 5

Оглавление

Gecé

El ansia por perdurar

Me siento un poco en la obligación de explicar (y sobre todo de explicarme a mí mismo) por qué he tolerado que durante más de dos años la sombra de Giménez Caballero haya ocupado tanto espacio en mi cabeza, convertida en una fijación incómoda y casi obsesiva. Creo que es porque su figura no solo constituye una de esas piezas imposibles de encajar, sino porque ilustra la historia de la tragedia española. Y de modo colateral, un complejo fracaso personal.

A eso hay que añadir que siempre resulta más estimulante observar al adversario que a quienes opinan más o menos como nosotros, cuyos argumentos -puesto que los compartimos- la mayoría de las veces conocemos.

La primera vez que me fijé en el nombre de Ernesto Giménez Caballero estaba esculpido. En una estela de piedra dedicada al conquistador Martínez de Irala que se encuentra adosada a la fachada de la catedral de Asunción. Luego volví a encontrarlo en el pedestal de otra estatua ubicada en la misma plaza (frente al Cabildo, a muy pocos metros del edificio del Congreso que los manifestantes quemaron en marzo de 2017). En esa ocasión sobre él descansaba la escultura armada -con armadura- de Juan de Salazar.

Comenzó a intrigarme; y cuando me asomé a internet quedé perplejo: promotor del vanguardismo, dos veces Premio Nacional de Literatura, fundador de Falange… ¿cómo es que nunca había oído hablar de él?

¿Por qué a todos nos suena desde el bachillerato que la Generación del 27 -y suele haber consenso en que fue uno de los momentos culturales más fecundos del siglo XX- se llama así por un homenaje que le hicieron a Góngora, y sin embargo nadie recuerda al principal aglutinador de aquel movimiento?

Pregunté a mis amigos y verifiqué que la ignorancia no era solo mía. Vaya por delante que entre mis conocidos hay unos cuantos a los que atribuyo cierta cultura política y -en menor medida- literaria, pero casi nadie conseguía ubicarlo. Con pocas excepciones (que coincidían con aquellos que me sacaban más de diez años) los que habían escuchado hablar de Giménez Caballero no tenían más que referencias sumamente vagas.

Hubo quien se acordó de que era uno de los 100 autores recogidos en aquella magnífica iniciativa editorial que fue la Biblioteca RTVE Salvat, que a principios de los 70 iluminó las estanterías de las familias españolas de clase media. Concretamente del penúltimo número, el 99. De color naranja. Junto a la tumba de Larra se titulaba. Lo busqué y -efectivamente- allí estaba, en un estante en la casa de mis padres. He aprovechado para verificarlo estos días que visito en ella a mi madre, a quien acaban de amputarle una pierna. La vejez es una catástrofe terrible.

¿Cómo es posible que alguien que tuvo una influencia tan notable en la gestación de la tragedia de España y que en su momento representó la punta de lanza de la vanguardia literaria haya sido olvidado de esa manera? Se diría que -ante la dificultad de encontrarle un acomodo- su figura ha sido abducida y echada a un lado.

En estos meses he leído mucho de lo escrito por él y, sobre todo, mucho de lo escrito sobre él. No leí por supuesto todas sus obras, porque son bastante ininteligibles (ilegibles por la jerga farragosa, detestable e imperial de una buena parte de ellas, e inmanejables por el ingente volumen de páginas que dejó escritas).

Me ayudó mucho un amigo. Ezequiel es un antiguo militante del PCE que en su día formó parte del equipo de gobierno de Tierno Galván en el Ayuntamiento de Madrid (por cierto, en 1979 -cuando eso ocurrió- Tierno le arrebató la alcaldía a UCD con el apoyo del PCE y a nadie en aquel momento se le hubiera ocurrido llamar a eso un pacto de perdedores).

Está muy mayor, claro. Ezequiel. Yo lo conocí a través del círculo de Podemos en Paraguay. Estos meses lo he tenido presente porque a él también acaban de amputarle una pierna. Como a mi madre. Ezequiel tiene una biblioteca envidiable; y como además es generoso me trajo a Asunción 6 ó 7 libros de Giménez Caballero de regalo -seguro, seguramente, de que nadie iba a echarlos jamás de menos-. Entre ellos se encontraba el dedicado a Azaña y La Nueva Catolicidad.

Otros títulos los conseguí en uniliber.com, un buscador de internet que permite husmear en librerías de viejo sin que sea preciso mancharse las manos de polvo y tinta -lo que le hace perder gran parte de su encanto-. Pude obtener otro en la biblioteca de AECID en Moncloa, y algo encontré también en la del Centro Cultural Español en Asunción. En este último había varios libros menos de lo que indicaba la base de datos. No puedo asegurarlo, pero siempre he tenido la sospecha de que hay diplomáticos escasos de escrúpulos que esquilman los fondos documentales en beneficio de sus bibliotecas particulares, lo mismo que hay embajadores que en sus mudanzas arramblan con todo y se llevan hasta las botellas sobrantes de la última fiesta nacional. No lo van a hacer porque les va en ello el sueldo, pero si los cancilleres hablaran…

En fin, volvamos a Ernesto Giménez Caballero.

¿Quién fue?

Tal vez el principal teórico del fascismo español, pero también otras muchas cosas. Autor de más de 50 libros, pionero del surrealismo, realizador de una decena de documentales (alguno filmado en 1930, un verdadero precursor). Un escritor al que Pío XII le bendijo todas sus obras, organizador -por encargo personal de Franco y junto a Millán Astray- del primer servicio de propaganda nacional, director de muchas publicaciones -entre ellas La Gaceta Literaria, que sirvió como estímulo y estupendo escaparate a la Generación del 27-, promotor del intento de instaurar una monarquía fascista mediante el rocambolesco procedimiento de casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera,8 embajador durante más de una década, procurador en Cortes …y mucho más.

Nació, por poco, en el siglo XIX. El 2 de agosto de 1899. O sea, inmediatamente después del desastre del 98 provocado por la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y la consiguiente asunción por parte de la sociedad española de que se había quedado sin colonias. Era mentira, restaban todavía el Sahara, Ifni, Fernando Poo y Río Muni -y no menciono Ceuta o Melilla porque ése es un berenjenal en el que no quiero entrar-. Esa circunstancia tuvo consecuencias en la vida política y en el debate de las décadas posteriores que marcaron sin duda el pensamiento de Giménez Caballero.

España tuvo además que recibir a los soldados repatriados de la guerra. Desmoralizados, sin trabajo y muchos de ellos mutilados. La sociedad no fue precisamente generosa y se les responsabilizó de alguna manera del desastre. El libro España salvaje lo refleja bien.9 Quizás la única concesión hacia ellos haya sido el monumento a Eloy Gonzalo en la plaza de Cascorro de Madrid (el corazón del Rastro). Por cierto, es inusual que en la estatua de un soldado lo que le pongan en las manos sea una cuerda, un bidón de gasolina y una mecha. Da idea de cómo debieron de ser algunas batallas.

En uno de los dos números extraordinarios que la revista Anthropos dedicó a Ernesto Giménez Caballero el año de su muerte puede leerse: …a estas alturas es de suponer que pocos se entretendrán en revisar sus argumentos.10

…pues yo me he propuesto desmentir tal cosa.

Traerlo de nuevo a colación11 e intentar comprenderlo, por más repugnancia que inspiren la mayor parte de sus ideas.

Hay quien sostiene en Anthropos -pese a las más de 200 páginas que la revista le dedicó entre ambos números- que para muchos, como fascista, no debe de ser siquiera recordado.

De hecho, apenas lo es.

Dicen que a su entierro (murió a punto de cumplir los 90) solo acudieron una veintena de personas. Fue en el cementerio de San Isidro. Curiosamente está enterrado junto a la tumba de Azorín y no junto a la tumba de Larra, como el título de su libro. He leído que en sus últimos tiempos pasó apuros económicos.

Él mismo no entendió jamás, ni quiso asumir, ese olvido.

En sus memorias Giménez Caballero se queja amargamente de lo que consideraba una ingratitud. Escribió: …quizás alguno de mis amigos, si viven cuando yo muera, me adiosen aún. Gracias. Es curioso que emplee el verbo ´adiosar´. En su caso tal vez hubiera sido más preciso ´endiosar´, tan alta era la estima en que él mismo se tenía, por más que en sus memorias presuma al mismo tiempo de humildad y sencillez.12

No en vano ya en 1931 había publicado un Ensayo sobre mí mismo13 y 56 años después, al final de su vida, dictó en los Cursos de Verano de la Universidad de Salamanca una conferencia titulada Salamanca, la guerra civil y yo. Debía de tener un ombligo inmenso.

En Paraguay he tenido ocasión de conversar sobre él con tres personas (viejitos todos, claro) que lo conocieron. Lo recordaban. Uno es académico de la lengua, otro regenta una librería de libros usados y el tercero, aunque no habían coincidido en la misma época, trabajó muchos años en la embajada de España. Todos ellos me corroboraron que en el trato directo irradiaba la misma egolatría que rezuman sus libros. Eso es coherencia.

Pude también revisar muchos de los escritos que desde su puesto de embajador envió a Fernando María Castiella, el ministro de Exteriores de la época.

El conjunto de todo ello infunde algo que tiene mezcla de inquietante y de trágico: la pretensión inequívoca de haber querido siempre, por encima de todas las cosas, trascender y dejar huella. Que no me olviden del todo. Le daba horror que pasara lo que, efectiva y paradójicamente, ha acabado sucediendo.

Para mis padres ser citado en la enciclopedia Espasa era el mayor reconocimiento que uno podía llegar a alcanzar. El Espasa describe a Giménez Caballero como una de las figuras más atrayentes y originales …pero se apresura a continuación a matizar ´desde el punto de vista literario´. Claro, una cosa es saber escribir bien y otra diferente qué es lo que se escribe.

Mi pequeña mitología familiar tiene el orgullo de contar con un pariente, el Padre Tuñón, que sale también en El Espasa con fotografía de medio cuerpo incluida. Hablaré de él en el siguiente capítulo.

En cuanto a Giménez Caballero, tal vez valiera la pena editar la wikipedia e ilustrar la definición de petulancia con una foto suya de cuerpo entero.

Al día siguiente de su muerte -el mismo en que yo cumplía 23 años- Eduardo Haro Tecglen publicó en El País un artículo titulado Lo que Giménez Caballero no ha sido en el que cuenta haber coincidido con él en un avión y haberle escuchado murmurar en sueños ¿cómo no habré sido yo ministro…? No me creo la anécdota, que estoy seguro Haro inventó como excusa para introducir su columna, pero esa fijación sí que encaja con todo lo demás.14

De hecho, sus memorias contienen varias menciones a una indisimulada frustración por no haber sido ministro. En un pasaje asevera que sí, que lo fue, aunque en aquel momento no lo llamaran de ese modo. Se refiere a haber formado parte del primer Secretariado Político que Franco organizó durante la guerra. En otro relata la vez que -a saber a cuento de qué- Franco le dijo: ¡qué inteligente es usted, Giménez Caballero! Y en un tercero afirma que todo el mundo le pronosticaba un ministerio o una embajada… Asegura que en una ocasión se le insinuó que iba a ser nombrado secretario general del Movimiento (el cargo que años después obtendría Adolfo Suárez) y a continuación afirma que, de haber sucedido, quién sabe si el Movimiento no se hubiera detenido. Cuenta incluso -sin pudor- que cuando el ministro de Educación de la época (Ibáñez Martín) le preguntó una vez si quería el puesto de director en el instituto madrileño Cardenal Cisneros su respuesta fue que no; que solo aceptaría el suyo de ministro.15

Nunca admitió de buen grado que no lo reconocieran como él se reconocía.

Torrente Ballester dejó dicho de él:

…su obra crítica está ya un poco avejentada, porque envejecieron los puntos de vista desde los que la ejercía …responde a formas de pensamiento y de vida rebasadas por la historia: apenas tienen otro valor que el documental …el mundo de las ideas literarias de G. C. se vino abajo -quién lo diría- con el crack económico de 1930.

José Antonio Primo de Rivera, tras uno de sus desencuentros, comentó que le parecía …un remedo grotesco hitleriano.

Paul Preston se refirió a él como desequilibrado.

…y el propio Franco aseguró que era un genial improcedente.

De todos modos, si hay un texto cruel y especialmente despiadado con Giménez Caballero, ése es un librito publicado en 1992 por Francisco Umbral.16 Justo el año en que el carácter hosco de Umbral hizo popular el ´…yo he venido aquí a hablar de mi libro´, con el que puso en apuros a Mercedes Milá en un programa en directo de Antena 3. Vale la pena recordar algunos de sus párrafos:

…Giménez Caballero tiene una noche inspirada, combativa e insoportable, cantando a las Escuadras Negras …¿le habrá explicado al Caudillo su teoría sobre las castañuelas y la Virgen? …tiene una frase o un muerto para cada mañana, Giménez Caballero es la chismosa de esta guerra …autodefinido como fundador del fascismo español y definido por los demás como el Groucho Marx del Nuevo Estado …imprudentemente vestido de falangista, Giménez Caballero le ha pedido al Caudillo un cargo, un ministerio, algo …el Caudillo estaba un poco arrepentido de haber metido a aquel loco en su secretaría particular …su verbosidad rampante y todavía ultraísta la corrige luego la pluma judicial y pulcra de Serrano Suñer …´dice que Franco ha estado en su imprenta´ -si lo dice Giménez Caballero es que no ha estado- ...´vendrán los rojos y violarán a nuestras hermanas´ ha dicho Giménez Caballero con una preocupación un tanto incestuosa …por la ciudad anda el rumor de que a Franco se le aparece Santa Teresa (invención de Giménez Caballero) …se ha quitado las insoportables gafas romboidales (insoportables para el que las mira) …está sentado en su mesa caótica de papeles, castañuelas y Vírgenes …menos mal que hemos parado a ese loco de Giménez Caballero.17

La verdad es que sorprende el nivel de mala hostia que tenía Umbral.

Es lastimoso ver en alguien que dedicó toda su vida a cultivar un afán desmedido de reconocimiento (lo obtuvo solo de manera parcial y durante no mucho tiempo) que el propio empeño acabara por volverse contraproducente y convertirlo en un personaje incómodo y marginado.

Más amargo todavía le debió de parecer si pensamos en sus numerosos amigos que sí trascendieron -Buñuel, Dalí, Lorca, Alberti…-, en que había mirado por encima del hombro los escritos de Miguel Hernández y hasta los de su condiscípulo Vicente Aleixandre, quien en 1977 obtuvo nada menos que el Nobel de literatura.

Él en cambio se quedó aislado. Sus colaboradores se fueron apartando -horrorizados con su deriva ideológica- y los últimos seis números de La Gaceta Literaria los tuvo que escribir íntegros (a pulmón) él solo. Enteros. Terminó cambiándole el nombre a la revista por el de El Robinsón Literario.18

El mismo régimen del que había sido inspirador acabó por desterrarlo. Poco a poco. El proceso se aceleró conforme los tecnócratas del Opus Dei ganaban poder en detrimento de Falange, que iba quedando paulatinamente relegada. Las hipérboles y extravagancias de Ernesto resultaban ya incómodas. En esa época tuvo sin embargo la habilidad de buscarse un refugio confortable en la embajada española en Paraguay, desde donde pudo deslumbrar al dictador Stroessner -un militarote intelectualmente bastante mediocre-.

En el año 1968 Estados Unidos lo condecoró como el mejor Jefe de Misión en Hispanoamérica (vaya premio más raro; y qué raro también que los gringos estuvieran pensando en eso mientras en México se producía la matanza de Tlatelolco, en Praga la primavera y en París el mayo). Todavía sigo ejerciendo virtual19 y moralmente allá, escribiría Giménez Caballero años después refiriéndose a Paraguay. Siempre pensó en sí mismo como el heraldo de una revolución moral.

Acercándonos desde una perspectiva totalmente diferente, la investigación (estupenda) que a principios de los 80 hicieron Fernando Jáuregui y Pedro Vega sobre el antifranquismo contiene dos referencias a Giménez sumamente pintorescas.

La primera lo vincula a José Gallego-Díaz (matemático y padre de Soledad Gallego-Díaz, la actual directora de El País). Según parece, en su casa se reunían los conspiradores de la UIL, Unión de Intelectuales Libres, un grupúsculo promovido por el comunista Rafael Guisasola; y en el libro se asegura haber oído comentar que algunos clichés fueron picados con la máquina de escribir de Ernesto Giménez Caballero, evidentemente sin que éste se enterase.20

La alusión a la dirección de El País me lleva -de oca en oca- a otro recuerdo en formato de comic. Carlos Romeu, el dibujante creador de Miguelito, ilustró durante tres décadas el periódico -y a través de él y de otras publicaciones una buena parte de nuestra juventud-. En sus memorias dibujadas Romeu relata cómo fue despedido de El País de modo fulminante (mediante una llamada de teléfono) por una viñeta en la que había criticado a los judíos. Por lo visto nadie le avisó de que Cebrián había vendido el diario a un grupo financiero de su influencia.

De él en su libro dice:

…a Cebrián nunca le hice mucha gracia. Quizá mi humor ácrata le dolía más en su condición de señorito de lo que estaba dispuesto a admitir como periodista.

Me conmueve especialmente que en la última frase del libro se pregunte:

¿…qué opinaría Manolo -por Manuel Vázquez Montalbán- de la situación actual? ¿También a él le habrían silenciado?21

Romeu, entre otro millón de cosas, fue quien ilustró El libro rojo del cole, un análisis marxista que en la transición abordó con un lenguaje muy coloquial asuntos espinosos, como el consumo de drogas o la sexualidad juvenil. Para mí estará siempre relacionado con el atentado que sufrió la librería progre de mi barrio, La oveja negra, a manos de unos descerebrados que seguro habrían gustado a Giménez Caballero. Estaba en la calle Hermanos de Pablo. A mí me pilló muy joven, pero con los años llegué a comprar muy baratos varios libros un poco quemados que habían sobrevivido a las llamas. Todavía conservo una antología de Miguel Hernández con las huellas del incendio. Al fascismo no lo hemos tenido tan lejos.

La otra mención es ésta:

…muchos jóvenes estudiantes ven en los ´curas obreros´ que se extienden por la periferia madrileña de Moratalaz, Vallecas o el Pozo del Tío Raimundo, un ejemplo …recordaría años después cómo el escritor franquista Ernesto Giménez Caballero colocaba ladrillos junto a él en Moratalaz codo con codo …solo que Giménez Caballero trabajaba con guantes de goma, entonces casi inéditos en España.

Esa referencia me trae también reminiscencias. Entre 1982 y 1985 me involucré mucho con Adsis, un grupo cristiano que trabajaba en el Pozo del Tío Raimundo y era heredero de alguna manera del Padre Llanos. Confieso que emocionalmente me costó desvincularme de todo aquello. Años después oí contar que se habían peleado entre ellos y la comunidad se había disuelto. Era el tiempo en que estaba Alberto Iniesta como obispo auxiliar de Madrid. Gran tipo. Uno de los catequistas de aquel grupo era Javier Sáez de Ibarra, que luego ha alcanzado cierta fama como poeta y escritor de cuentos.

Allí tuve un día ocasión de ver llegar en su mercedes oscuro a Luis Valls Taberner. Creo que entonces era una de las personas más poderosas de España y vino, sin avisar, a conocer un local con una multicopista que habíamos abierto en Entrevías. Valls Taberner fue durante más de 30 años presidente del Banco Popular, delantero centro del Opus Dei, financiador de Juan Carlos de Borbón y -por lo visto- también de nuestros grupos católico-obreristas. Eso es jugar con todas las barajas a la vez.

Pero regresemos a Ernesto Giménez Caballero, que hay que ver lo que me disperso.

A partir de determinado momento hasta los suyos dejaron de tomarle en serio. Yo creo que nunca le perdonó a Franco que en una ocasión se refiriera a él como peso pluma, utilizando un juego de palabras respecto a la literatura que entrañaba cierto desprecio. O al menos una gota de cachondeo.

Giménez promovió en el Café Levante de la Puerta del Sol (su número 5) una tertulia literaria con alguna relevancia. La bautizó la cripta de Don Quijote y le quiso dar un tinte americanista. El tiempo acabaría transformando el café en una zapatería (no estoy seguro, creo que se llamaba Los guerrilleros), del mismo modo que el célebre café Pombo de la calle Carretas en el que Ramón Gómez de la Serna hacía su tertulia acabó convertido en una fábrica de maletas.

No solo desapareció el Pombo. También Gómez de la Serna, que había sido muy amigo suyo. A su muerte Giménez Caballero escribirá: vivió 74 años, 6 meses, 3 horas y 35 minutos. Con él yo no sé ser tan preciso,22 pero su vida duró 89 años, 9 meses y 13 días, lo que vienen a ser 32.797 días. Poco más de 47 millones de minutos. Uno detrás de otro. Produce un poco de vértigo acotar la vida en términos tan objetivos.

Gecé, como a veces firmaba,23 vivió su infancia en una casa de la calle Huertas en la que se cree que siglos antes había residido Miguel de Cervantes (actualmente el solar ocupa los números 14 y 16). No es un mal inicio.

A pesar de todo lo dicho, a mí -que debo de ser un poco terco- me sigue pareciendo que el olvido es injusto. Aunque sea para tomar de inmediato distancia, Ernesto Giménez Caballero Gecé merece ser recordado.

¿Qué era lo que pensaba?

Para asomarse a sus ideas hay que partir del contexto del Desastre. De hecho, él había escrito de sí mismo …soy el único nieto del 98 al que le interesa asumir esa nietez. Su obra de algún modo enlaza entre sí a las generaciones del 98, del 14 y del 27. Desde el regeneracionismo de Joaquín Costa hasta el fascismo.

Fue un alumno cercano a Unamuno, en quien reconoció a su principal maestro. Contaba la anécdota de que fue precisamente Don Miguel, como presidente del tribunal que lo evaluaba, quien decidió en contra de todas las presiones -eran los tiempos de la República y Giménez Caballero ya destacaba como falangista- concederle una plaza de catedrático en el instituto Cisneros.

La época heredaba la reforma educativa de Giner de los Ríos y la decepción provocada por el 98. Un ambiente de desilusión por el presente, con un pasado comprendido en clave mítica y no poca angustia respecto al futuro. Si uno lo piensa tiene bastantes cosas en común con lo que nos rodea hoy.

Gecé también tuvo como profesor (de ética) a Julián Besteiro. Besteiro fue un catedrático de lógica que a la muerte de Pablo Iglesias, en 1925, asumió la presidencia del PSOE y de la UGT. Su decisión de apoyar el golpe de Segismundo Casado contribuyó a precipitar el final de la guerra. Acabó siendo el que rindió la capital a las tropas franquistas. A diferencia de lo que otros hicieron, se negó a abandonar Madrid. Murió en la cárcel apenas un año después.

Para mí la figura de Besteiro va a estar siempre asociada a la letra de una canción que cantaba el grupo Aguaviva. Recuerdo perfectamente la funda del LP (nadie los llamaba entonces vinilos) que me prestó un amigo y el cassette en el que lo grabé. Decía:

Institución Libre de Enseñanza,

el recuerdo y la añoranza

de tu maestro Giner.

Y después,

cuatro copas de ribeiro

y reproches derechistas

por el carnet socialista

que te dio Julián Besteiro.

Resulta curioso que transcurridos más de 35 años continúe recordando esa letra (la tarareo a veces cuando conduzco). Corresponde a esa época de la vida en que uno tiene la capacidad de apropiarse de las cosas. Luego se pierde. Años más tarde incluí en El brillo de los reversos una fotografía de la lápida de Julián Besteiro en el cementerio civil de Madrid.

Bajo la influencia de Besteiro Ernesto Giménez Caballero promovió en su juventud un grupo de estudiantes socialistas que se reunía en la sidrería Casa Mingo de la calle Echegaray (era una sucursal de la Casa Mingo del Paseo de la Florida, que todavía hoy continúa funcionando y está especializada en pollos asados). ¡Quién iba a decirles a los demás en lo que su amigo habría de transformarse!

Insistió más tarde en un intento similar apadrinado por otro profesor ilustre de filosofía -Ortega y Gasset- y participó en la fundación de la Liga para la educación política, que debió de funcionar, salvando las distancias, como si fuera un círculo de Podemos. En aquel grupo estaba también Salvador de Madariaga.

Entre sus compañeros estudiantes de filosofía se encontraba Xavier Zubiri, quien además de un filósofo esencial se convertirá con los años en el maestro de Ignacio Ellacuría.24

Hay que decir también, para ser justos, que con solo 24 años Giménez Caballero estaba ya recluido en una prisión militar por haberse atrevido a publicar -pese a que le habían advertido de las previsibles consecuencias- un libro (el primero suyo) que los jueces interpretaron como una incitación a la rebeldía.

A posteriori Giménez Caballero explicará su idea de España como la consecuencia de una trayectoria personal influida por Europa (había sido lector en Estrasburgo), por África (fue soldado en Marruecos) y por América (sobre todo tras su estancia en Paraguay).

Un precursor

Si hemos de fiarnos de él -y creo que es preferible hacerlo con alguna prevención, no vaya a ser que su afán de notoriedad lo lleve a apuntarse en la cuenta tantos de más-, la mayor parte de la simbología del régimen franquista fue de su inspiración. Puede ser cierto.

Veámoslo.

Muchos de los 27 puntos de Falange estaban ya sugeridos en La nueva catolicidad.25

Yo le atribuyo especialmente -aunque reconozco que no estoy en condiciones de asegurarlo- la autoría del principio de Falange que a mí más me gusta, el número dos. Estoy convencido de que ése es además el origen (en una evolución que ha dado bastantes tumbos) de lo que con los años acabaría institucionalizándose como agencia de cooperación española, la AECID, para la que trabajo desde hace década y media. Pero eso lo comentaré en otro momento.26

El principio falangista al que me refiero es ése que asegura que España es una Unidad de Destino en lo Universal.

Estos días tan convulsos en Cataluña resulta inevitable relacionar aquella consigna con el actual conflicto independentista, e interpretar las tres palabras mayúsculas (Unidad, Destino y Universal) como un intento -a medio camino entre lo nostálgico, lo ontológico y lo político- de demostrar que la España imperial de los siglos XVI a XIX habría sido la madre de otra cosa. La relación no está tan cogida por los pelos como parece. A fin de cuentas el Estado Catalán ya había sido proclamado en 1934. Los padres de Puigdemont, si habían nacido, serían entonces niños pequeños.

Por cierto, lo mismo que Franco se reservó para sí mismo, para Carmen Polo y para su hija los números 1, 2 y 3 del DNI español, a Giménez Caballero le dieron el carnet número 5 de Falange. ¿Quiénes, además de José Antonio y Ledesma Ramos, habrán tenido los dos anteriores?

Según cuenta el propio Giménez, fue él quien organizó -a medias con Ledesma Ramos- el lanzamiento de La conquista del Estado,27 cuyo nombre habían fusilado (y en este contexto provoca un poco de grima utilizar esa metáfora) de la publicación italiana del fascista Curzio Malaparte.28

Gecé presume de haber participado en la fundación de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista -las JONS-, aunque más tarde todo el mérito le haya sido atribuido (a causa de Ricardo de la Cierva) al ex jesuita vallisoletano Onésimo Redondo.

Él fue asimismo quien propuso en el primer Congreso Nacional el uso de la camisa azul -color laboral y operario lo llama- como signo identitario de los falangistas, copiando el ejemplo fascista de las camisas negras y las pardas de los nazis.

Y de lo que no parece haber duda alguna es de que tuvo un protagonismo esencial en la unión de las JONS con Falange y con los carlistas, que fue negociada en su casa. Ni de que fue él quien escribió el discurso de unificación que Franco leyó el 19 de abril de 1937. A partir de entonces el uniforme oficial de los falangistas, con su camisita azul y su canesú, añadió la boina roja de los requetés.

Giménez Caballero reivindica haber bebido de su profesor Pío Baroja el anarquismo libertario. Y a continuación, en una pirueta difícil de seguir -yo creo que es dialéctica, porque ideológica me parece imposible-, asegura en Genio de España que la fórmula anarcosindicalista es el refugio más auténtico del catolicismo popular español.29 De ahí da otro brinco sorprendente y se inventa el concepto ´nacionalsindicalismo´ (cuyo origen sigue relacionando con el anarquismo libertario).

Al hilo de esto Sánchez Dragó escribió:

…se hizo falangista sin dejar de ser anarquista y hasta se permitió la sublime impertinencia de teñir con los santos colores de la anarquía la bandera de falange.30

Ese episodio lo recuerda Giménez Caballero en sus memorias:

…encontré la fórmula ideal de la que surgiría el falangismo viendo por 1929 en mi barrio de Delicias su Ateneo Libertario o anarcosindicalista, con su bandera roja y negra, proponiendo ´nacionalizarla´ con el Yugo y las Flechas, el Haz o Fascio de los Reyes Católicos.31

…y en otro pasaje añade que no sabe a quién se le ocurrió llamar ´vertical´ a su sindicato, al que califica como nacional, creador y unificante.

Lo de utilizar la bandera rojinegra tuvo consecuencias. Sobre todo para Onésimo Redondo, que en los primeros días de la guerra se equivocó y se acercó a un grupo de anarquistas saludándolos con el brazo en alto y un ¡Arriba España! creyendo que eran falangistas. Le costó la vida, claro. Ocurrió en un pueblo de Segovia que se llama Labajos. No muy lejos de Guadarrama.

En El libro de España hay una referencia a este episodio:

De ninguna acción estoy más orgulloso que de la del Alto del León. Allí estaba la Falange de Valladolid, y con ella varios centenares de soldados. Nos empujaba a todos el aliento de un gran patriota, ONÉSIMO REDONDO, uno de nuestros grandes caídos y uno de nuestros grandes creadores de fe y de patriotismo, el organizador de las juventudes castellanas para la conquista de una patria mejor y más hermosa. Fue asesinado a traición cuando se dirigía al frente en aquellos primeros días de lucha, pero nosotros sabremos vengarle.32

También fue Giménez Caballero, siempre según su testimonio, quien propuso la instauración de la fiesta del 18 de julio …y la del 1º de abril como Día de la Victoria …y el uso del término cruzada que luego Franco asumió …y quien preparó en su casa, con José Antonio y Ledesma Ramos, la revista El Fascio (sacaron un único número) …y el que comenzó a hablar de movimiento nacional …incluso parece que el Cara al Sol lo compuso un empleado suyo, un tal Juan Tellería:

…Tellería había compuesto una melodía, a la que provisionalmente había titulado ´Amanecer en Cegama´, en cuya iglesia parroquial y con su viejo órgano, la había interpretado por primera vez. Cegama era, por otra parte, la localidad donde el padre de Ernesto Giménez Caballero, el empresario impresor, había comprado bastantes años antes una fábrica de papel.33

Es indiscutible que fue uno de los principales impulsores de la jerga y de los símbolos del Régimen.

Tampoco es para extrañarse mucho. Al fin y al cabo no parece que Franco estuviera especialmente dotado para la creatividad católica y universal.34

Así las cosas, es de suponer que hasta la tontería aquella de mitad monje, mitad soldado -Manuel Vázquez Montalbán la reescribiría como ´mitad monje, mitad notario´- debe de llevar también su firma. Ésa, y la estética de las canciones que deslumbraron a mi hermano mayor cuando era un crío en los campamentos de la OJE: …es mi tizona la tienda donde habito …yo tenía un camarada …en un cisne plateado voy …y demás. Seguro que los chavales de pelo corto que rondan alrededor del Valle de los Caídos se las saben. En su momento las cantó también Macías, el dictador loco y genocida guineano.

Ahora que me refiero al Valle de los Caídos, Giménez Caballero cuenta en sus memorias cómo asistió al posible emplazamiento de esta grandiosidad faraónica. Sus páginas son francamente -y va sin segundas- didácticas. Menciona en ellas al abad benedictino Luis María de Lojendio, a quien había conocido en plena guerra civil en el cuartel general de Salamanca.35 Claro, luego nos sorprendemos de que los benedictinos se nieguen a acatar la sentencia para exhumar a los presos republicanos.

Después de haber visto Balada triste de trompeta36 resulta imposible escribir ´Valle de los Caídos´ sin acordarse de la vertiginosa secuencia de sus créditos. Una magistral interpelación desde la cultura popular, obra y gracia de Alex de la Iglesia.

Alguna relación (al menos geográfica, histórica y sentimental) tiene todo esto con que Giménez Caballero dirigiese en 1975 la película Revelación del Escorial.

No es de extrañar que alguien con semejante currículum mostrara orgulloso en su casa la Cruz del Águila alemana Vom Deutschen Adler que le concedió Adolf Hitler. Y también un retrato dedicado por Mussolini ...junto a otros -de relleno- de Eva Perón y de Alfredo Stroessner.

Con todo, para mí continúa siendo un misterio cómo es posible que el autor de estas líneas excelentes:

La música fuma. Sus anillos salen desenrollados como cables de cobre para subsuelos. Pero se elevan como halos de santo. Grises y nácar. Y al relajarse laxos sobre el entarimado se detienen a la altura del intestino y forman los valores.37

…escribiera apenas cuatro años más tarde párrafos tan detestables como éstos:

Deberían acudir los elementos militares que crean aún en la posibilidad de un Heroísmo38 en el mundo. ¡No los militares de oficina! Sino los bravíos, los ´antiguos combatientes´, ´los fanáticos del Deber´, de la Santa Disciplina, los que vean la Espada en forma de sacrificio y de cruzada.39

o

…aquellos huesos que leyeron mis libros. Acompañarles hasta el nuevo Apocalipsis que se cernía sobre España, hasta que otra vez Combatientes sobre caballos blancos segaran las siete cabezas del dragón y un ángel mostrara la apoteosis de Cristo.

Esto de recopilar frases sueltas resulta un tanto atrevido y entraña riesgos, porque habrá quien pueda ver en ello falta de contexto y mala fe. Es cierto que en su larga trayectoria Giménez Caballero escribió cosas a veces abiertamente contradictorias. Por eso resulta necesario atender a cuándo fueron escritas; no es lo mismo la literatura de guerra (como su publicación Los combatientes) que otros textos redactados en 1929 o en 1979.

Por esa misma razón es deleznable que en 1942 haya escrito …hay quien afirma -gente enemiga- que las heridas no están cicatrizadas aún. Fin de la cita. Como apostilla siempre Rajoy.

En páginas posteriores vamos a revisarlo más en detalle, pero me cuesta dejar de adelantar algunos párrafos que proporcionan una idea de lo que pensaba Gecé sobre la mujer o sobre las relaciones entre los pueblos. Es bueno recordarlos, porque sirven de antídoto definitivo a cualquier tentación de dejarse seducir por su obra.

Y es que de ese pensamiento hegemónico es del que provenimos los españoles.

El olor a madre emborracha más que el olor a hembra.40

Es natural que frente a una ´masculinidad´ que se rebaja a oficios tan lacrimosos y caninos, frente a aquellas cortesanas o vampiresas del Renacimiento, surgiese la reacción contraria. La del Hombre que tratase a las Mujeres como a objetos de recambio. Surgiese DON JUAN.41

Nosotros, como Don Juan, tras haberla conquistado la soñamos como Purísima.42

La mayor parte de ellos, magníficos combatientes, viriles a la española, con sangre de machos imperiales en sus venas.43

Quién sabe si los hippies superarán su aberración sexual. Quién sabe si alborea una nueva ansia de virginidad y se vuelva al divino dogma de la Concepción Inmaculada y a la sacralidad del himeneo, ¡el himen intacto!44

Estos párrafos harán las delicias de las lectoras (y los lectores) feministas. Resultan inauditos en estos tiempos de feminización de la política. Vaya jerga; mística viril por contraposición a miembros del colectivo LGTBI, pero -hay que insistir- es de ahí de donde venimos. Y no hace tanto.

Hablando de eso, sé que la ´I´ de LGTBI significa intersexual (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales) pero no he conseguido encontrar a nadie que sepa explicarme de manera comprensible en qué consiste ser intersexual. La ignorancia.

En textos muy recientes he leído también colectivo LGTBIQ -e incluso LGTBIQ+-. Desorientado del todo, me pregunto por qué cada vez es más larga y más enrevesada la clasificación del deseo.

Regresemos a Gecé.

A esta otra idea suya hay que ponerle atención, porque insiste en ella usando casi las mismas palabras con 40 años de diferencia.

En 1938 escribía:

…el mejor salario para la masa es no hablarle de salario, sino de botín. Pues el mejor modo de curar a un marxista que cree en la lucha de clases, es trasladarle esa lucha de clases… fuera del país y contra otros. En España solo podrá haber ya política exterior. Se terminó el patio de comadres. ¡Todos volcados hacia afuera!45

Y en 1979, en sus Memorias de un dictador, volvía a insistir:

…hay que ofrecerle a todos la conquista de algo superior, pero fuera de su propio país. No hablarles de plusvalía, sino de botín. Y eso se ha llamado desde siempre y se seguirá llamando Imperio. Ricos y pobres puestos de acuerdo para arrebatar las riquezas de otras tierras fuera de la suya propia. Los pueblos entonces se embriagan de Poder y de Ilusión.46

Lo tenía claro. La ley del más fuerte.

Si hacemos caso a Douglas Walter Foard, un investigador de Baltimore pagado por la Fundación Ford (que sea oriundo de Baltimore recuerda a McNulty y al resto de protagonistas de The Wire), el pensamiento de Gecé se debatió entre el arte y la política.47

Según el gringo, de la confrontación entre la España oficial y la España vital (el mito de las dos Españas -españolito que vienes, al mundo y todo eso…-) Giménez Caballero empujó dos revoluciones: primero, la vanguardista; y segundo la imperial. Y ambas fueron promovidas con la premisa irresponsable de crear destruyendo.

Tal vez valga acá la pena hacer una reflexión.

A lo mejor esa idea que tenía Antonio Gramsci sobre ´Guerra de Posiciones´ y ´Guerra de Movimientos´48 lo que venía a decir es que cualquier cambio político, para poder ocurrir, necesita haber sido precedido por un cambio cultural.

…pues algo así había dicho ya Giménez Caballero. Eso sí, en su jerga insufrible:

El poeta es el macho de la historia. Y el político el elemento femenino. La palabra del poeta es como el polen de toda fecundación histórica, el germen vital (…) hasta dar con las entrañas maternales del héroe político, de aquel que habrá de parir y alimentar como una madre un movimiento, una revolución, un Estado nuevo.49

Sea como fuere, habiendo sido Gecé un pionero en el surrealismo, tal vez sea injusto que el fascismo (que podría ser considerado un ismo estético sino fuera por la tragedia descomunal que trajo consigo) haya perjudicado su imagen como escritor y forzado un inmerecido silencio sobre su trabajo como cineasta.

Al fin y al cabo, Marinetti, Celine o Ezra Pound fueron también fascistas. Y la obra literaria de Borges (cuñado por cierto de Guillermo de Torre, el amigo de Giménez Caballero con el que fundó La Gaceta Literaria) no desmerece en nada por sus simpatías hacia la Junta Militar.

No son pocos los investigadores extranjeros que se han ocupado de Giménez Caballero. Aparte de Foard,50 otra americana de Oklahoma -Lucy Tandy- ha publicado estudios sobre él, así como la italiana María Sferrazza y una colombiana llamada Soledad Ochoa. Entre los españoles destaca el libro de Selva Roca de Togores, una tesis de Miguel Ángel Hernando (desde el punto de vista literario) y numerosos trabajos universitarios.51

Joaquín Soler Serrano dedicó a Gecé en los 70 una larga entrevista de televisión en su programa A fondo que hoy se encuentra disponible en youtube. En ella aparece un Giménez Caballero al que hay que mirar con muy buenos ojos para no encontrar patético: ya anciano, vestido con un ridículo traje de cuadros, dentadura horrorosa, gafas de culo de vaso y cierto parecido a personajes interpretados por José Luis López Vázquez. Convencidísimo, eso sí, de haber desempeñado un papel esencial en la historia de España.

Hay en sus memorias un diálogo muy corto que merece ser rescatado. Se produce, según cuenta él mismo, en un encuentro con Franco a los pocos días de haber vuelto definitivamente de Paraguay:

-¿Y ahora, qué quiere que haga, mi General?

-Escribir

-Ya nadie me hará caso -le respondí.52

En eso acertaba.

El olvido es malo. Siempre. Y la desmemoria. Causan escalofríos esas entrevistas en televisión en las que preguntan a chavales sobre historia y no saben siquiera quién fue Franco.

Si al desconocimiento generalizado sobre la vanguardia española de preguerra le añadimos simplificaciones y desdenes mutuos, va a ser imposible -ahora que está tan en boga- saber quién escribió sobre la relación entre Cataluña y España estas palabras:

Nuestra generación ha cumplido. Virilmente. Si futuras generaciones más débiles, más cobardes o -simplemente- traidoras envenenan nuestro cariño, eso es sentencia que incumbe a los pósteros (el diccionario de windows no reconoce la palabra ´pósteros´ -creo que es portuguesa-). En la mano de Dios confiamos nuestro esfuerzo para que lo bendiga y lo perennice.53

Lo terrible de esto en el fondo tiene poco que ver con el personaje; lo horroroso es que algunas de esas ideas hayan podido pervivir. Da miedo pensar que a un porcentaje de aquellos a quienes hoy les gusta reafirmar públicamente su españolidad colgando trapos de colores en el balcón no les resulten (aunque en su vida hayan oído hablar de Giménez Caballero) totalmente ajenas.

Por eso es por lo que hay que volver a hablar de Gecé.

Para que no se olviden las consecuencias que tuvieron sus bobadas.

8 No he conseguido verificar si los interesados llegaron a enterarse.

9 España salvaje. Los otros episodios nacionales. VVAA. Ed. La Felguera, 2019.

10 Anthropos. E. Giménez Caballero: Una cultura Hacista: Revolución y Tradición en la Regeneración de España. N. 84. Mayo 1988 y E. Giménez Caballero Prosista del 27 (Antología) Antología Temática N. 7. Mayo 1988.

11 La expresión proviene del ámbito jurídico y tiene que ver con el reparto de la herencia.

12 Memorias de un dictador. Ernesto Giménez Caballero. Ed. Planeta, 1979.

13 Ensayo sobre mí mismo. Ernesto Giménez Caballero. Books Abroad, vol. 5. 1931.

14 El País. 16 de mayo, 1988.

15 Memorias de un dictador. Ibíd. Pgs. 117, 266, 137, 155 y 201 respectivamente.

16 Leyenda del César Visionario. Francisco Umbral. Ed. Seix Barral, 1991.

17 Leyenda del César Visionario. Ibíd. Pgs. 6, 7, 38, 45, 46, 50, 63, 70, 82 y 108.

18 A caballo entre los años 1931 y 1932.

19 Aunque nos sorprenda, ese término es anterior a la invención de internet.

20 Publicada en forma de trilogía. Crónica del antifranquismo. Fernando Jáuregui y Pedro Vega. Ed. Arcos Vergara. Barcelona, 1983. Las referencias a Gecé aparecen en los tomos I (1939-62) y II (1963-1970).

21 Ahora que aún me acuerdo de todo (o casi)… Carlos Romeu. Astiberri Ediciones. Bilbao, 2012.

22 Él sí lo fue; otro de sus libros se titula: Circuito imperial, 12.302 kms de literatura. La Gaceta Literaria, 1929.

23 El seudónimo recuerda a un periodista y blogero actual que firma en La Marea y en CTXT como Tecé y se presenta a sí mismo como ´modelo y actriz´. Lo decía Lacan, un significante remite a otro significante.

24 Hipervínculo Ignacio Ellacuría. Libro 3. La política. Pinceladas viejas.

25 La nueva catolicidad: teoría general sobre el fascismo en Europa: en España. Ernesto Giménez Caballero. Ed. La Gaceta Literaria, 1933.

26 Hipervínculo. Luis. "De dónde venimos".

27 La conquista del Estado. Semanario político fundado por Ramiro Ledesma Ramos en marzo de 1931, justo inmediatamente antes de la proclamación de la República. Duró siete meses.

28 Hipervínculo. "Curzio".

29 Genio de España. Exaltaciones a una resurrección nacional. Y del mundo. Ernesto Giménez Caballero. Ed. La Gaceta Literaria, 1932.

30 Prólogo de la 8ª edición de Genio de España. Barcelona, 1983. Citado en Testimonios y juicios críticos sobre E. Giménez Caballero. Revista Anthropos n. 84, 1988.

31 Memorias de un dictador. Ibíd. Pg. 95.

32 El libro de España. Ed. Edelvives 1960. Pgs. 162 y 163.

33 El ausente. Antonio Rivero Taramillo. La esfera de los libros, 2018.

34 Es muy interesante a este respecto el documental Raza, el espíritu de Franco (1977) realizado por Gonzalo Herralde sobre cómo fue la participación del dictador en el guion de la película Raza (1941).

35 Memorias de un dictador. Ibíd. Pgs. 281, 282.

36 Balada triste de trompeta. Alex de la Iglesia, 2010.

37 Yo, inspector de alcantarillas. Ernesto Giménez Caballero. Biblioteca Nueva. Madrid, 1928.

38 Las mayúsculas están así en el original.

39 Genio de España. Ibíd.

40 Entrevista A fondo. TVE, 1977. El conjunto de esas entrevistas debería ser una asignatura obligada en algunas facultades. Y en el cuatrimestre siguiente la primera temporada completa de Otra vuelta de tuerka. Para compensar.

41 Amor a Cataluña. Ernesto Giménez Caballero, 1942.

42 Su estudio sobre La Purísima es una crítica a la emancipación femenina, un movimiento que atribuía a los nórdicos.

43 Amor a Cataluña. Ibíd. Pg. 138.

44 Memorias de un dictador. Ibíd. Pg. 17.

45 España y Franco. Ernesto Giménez Caballero. Fascículo doctrinal N 1. Ed. Los Combatientes, 1938.

46 Memorias de un dictador. Ibíd. Pg. 77.

47 Ernesto Giménez Caballero (o la revolución del poeta). Estudio sobre el Nacionalismo Cultural Hispánico en el SXX. Douglas W. Foard. Instituto de Estudios Políticos, 1975. (350 ptas).

48 Cuadernos de la cárcel. Antonio Gramsci. Los 32 cuadernos fueron escritos entre 1929 y 1935. Parece que no estaban pensados para ser publicados (lo fueron en 1975). Constan de 2848 páginas.

49 Arte y Estado. Ernesto Giménez Caballero. Gráfica Universal, 1935.

50 Además de la obra citada Foard también escribió The forgotten falangist: Giménez Caballero. Journal of Contemporary History. January 1975.

51 Las referencias bibliográficas aportadas por Anthropos son mucho más numerosas.

52 Memorias de un dictador. Ibíd. Pg. 197.

53 Palabras finales de Amor a Cataluña. Ernesto Giménez Caballero. Ed Ruta, 1942.

El fascista estrafalario

Подняться наверх