Читать книгу Todo esto es mi país - José Güich Rodríguez, Alejandro Susti - Страница 7

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Introducción

A lo largo de aproximadamente dos décadas, Sebastián Salazar Bondy (1924-1965) desarrolló una intensa y fructífera labor no solamente en el terreno de la literatura —fue dramaturgo, poeta, narrador, ensayista, antologador, entre otras tareas—, sino en el periodismo cultural como crítico literario, de arte, teatro, cine, además de cronista de su ciudad y columnista político. A pesar de la indiferencia de la sociedad peruana ante el papel del escritor y el intelectual, Salazar Bondy optó por su vocación con una convicción que le mereció la admiración de jóvenes escritores como Mario Vargas Llosa (1966) quien, en un emotivo homenaje que le rindiera junto con otros intelectuales escribió:

Recordemos someramente qué ocurría con la literatura en el Perú hace quince años, qué hizo Sebastián cuando llegó a Lima. No había casi nada y él trató de hacerlo todo, a su alrededor reinaba un desolador vacío y él se consagró en cuerpo y alma a llenarlo. No había teatro (…) y él fue autor teatral; no había crítica ni información teatral y él fue crítico y columnista teatral; no había conjuntos ni compañías teatrales y él auspició la creación de un Club de Teatro y fue profesor y hasta director teatral; no había quien editara obras dramáticas y él fue su propio editor. (…) Todo, en el Perú, contradecía la vocación de escritor, en el ambiente peruano ella adoptaba una silueta quimérica, una existencia irreal. Pero ahí estaba ese caso extraño, ese hombre orquesta, esa demostración viviente de que sí, de que a pesar de todo alguien lo había conseguido. ¿Quién de mi generación se atrevería a negar lo estimulante, lo decisivo que fue para nosotros el ejemplo centelleante de Sebastián? ¿Cuántos nos atrevimos a intentar ser escritores gracias a su poderoso contagio? (pp. 47-48)

Hoy, a más de cincuenta años de su muerte, dispersa en ediciones tanto peruanas como extranjeras, su obra se expande como un ramaje cuyos límites exceden su tiempo y espacio: el caso paradigmático es su célebre ensayo Lima la horrible —publicado por primera vez en México, en 1964, y luego reeditado en ese mismo país, en Cuba, Chile, además del Perú— cuya lectura ha influido en diversas generaciones de intelectuales y artistas no solo peruanos, sino latinoamericanos. Aquel mismo año, sin embargo, Salazar Bondy no solo publicaba el ensayo dedicado a su ciudad, sino la antología Poesía Quechua —con selección y presentación suyas—, el volumen Cerámica Peruana Precolombina —con introducción de su autoría— ambas con la Universidad Nacional Autónoma de México y, en Buenos Aires, una selección de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso publicada por la Editorial Universitaria.

Aun cuando parezca contradictorio, el propósito de este libro no es abarcar la totalidad sugerida en la expresión “Todo esto es mi país”. Una tarea de esa envergadura resulta a todas luces imposible. Más bien, se ha intentado trazar un recorrido por algunos de los múltiples itinerarios que el autor perfiló a través de la escritura, ya fuese en el periodismo o la literatura. En tal sentido, el desarrollo de este trabajo empezó a cobrar forma algunos años atrás con ocasión de la publicación de los dos volúmenes que conformaron La luz tras la memoria (2014), una selección de más cien artículos periodísticos de Salazar Bondy —la mayoría inéditos— dedicados a la difusión y promoción de la cultura y la literatura en nuestro país. Dos años después, con el apoyo de la Universidad de Lima, fue posible la publicación de más de cien crónicas del autor dedicadas a la ciudad de Lima, en el volumen La ciudad como utopía (2016).

He optado por organizar este estudio en función de los principales temas y preocupaciones presentes en la obra de Salazar Bondy. De este modo, en el primer capítulo, a partir de una revisión de testimonios que formaron parte del debate de la época —artículos, intervenciones en debates, publicaciones diversas— se recogen las bases del pensamiento del autor en torno a temas tales como la cultura, la identidad nacional, la configuración de lo indígena, el arte realista y la literatura, todo ello a partir del reconocimiento de su posición como periodista cultural una vez que se incorporó al diario La Prensa a su regreso al Perú en 1951.

El segundo capítulo aborda el diálogo entre el periodismo y la literatura a través de los artículos publicados entre 1945 y 1965: la responsabilidad social y el rol del crítico, el estado del libro peruano y la industria editorial, la importancia de la lectura y la formación de lectores, la labor de las revistas culturales y literarias, el reconocimiento de la obra de escritores canónicos y la promoción y apoyo a los nuevos escritores son algunos de los temas abordados.

El tercer capítulo, “Escribir sobre la ciudad: las crónicas periodísticas”, se detiene en un aspecto poco conocido de la obra periodística de Salazar Bondy: las crónicas dedicadas a la ciudad cuya elaboración sería fundamental en el proceso de escritura del ensayo Lima la horrible (1964). En ellas, por ejemplo, son motivo de discusión la historia y el patrimonio histórico de la ciudad, la planificación urbana, la necesidad del desarrollo de una política coherente para el cuidado y fomento de las áreas verdes y la salud pública, la transformación del espacio urbano, las expresiones culturales de los primeros migrantes andinos, el problema del tránsito, la delincuencia y otros males propios de la ciudad moderna pero también contradictoria que era Lima a mediados de los años cincuenta y comienzos de los sesenta.

El cuarto capítulo propone una lectura del ensayo Lima la horrible a partir de la revisión de una vasta red de referencias textuales. Como bien se sabe, en su ensayo Salazar Bondy se propone desmantelar el mito de lo que él describe como la “Arcadia Colonial” perpetuado por la literatura pasatista, así como por la cultura popular y la idiosincrasia de los limeños. Ello lleva al autor a consultar el testimonio de cronistas, viajeros, escritores nacionales y extranjeros y, en general, personajes diversos que, a su paso por la capital del Perú, la describen y representan en sus textos. Frente a estos, produce una crítica no exenta de algunas contradicciones que se examinan.

El capítulo quinto ha sido dedicado a la narrativa, más exactamente al volumen Náufragos y sobrevivientes (1954 y 1955) cuyos cuentos se ambientan en Lima y presentan, además, un conjunto de personajes femeninos cuya representación ayuda a comprender la situación de la mujer en la sociedad limeña de mediados del siglo XX, tema sobre el que Salazar Bondy retornaría en un capítulo central de Lima la horrible e, incluso, en algunas piezas teatrales. El análisis textual de cuentos tales como “Soy sentimental”, “Volver al pasado” o “Recuperada” proporciona algunas pautas para evaluar los aportes de la cuentística del autor en el proyecto narrativo de su generación.

El capítulo sexto aborda otro ámbito cuya valoración aún permanece pendiente: la poesía. En él se incorpora una serie de reflexiones acerca del quehacer poético que Salazar Bondy publicó bajo la forma de artículos, que luego son cotejadas en particular con el poema “Todo esto es mi país”, probablemente el más emblemático de toda su producción. El capítulo, además, plantea una lectura de Sombras como cosas sólidas (1966), poemario publicado póstumamente. Por último, el capítulo siete presta atención al teatro recogiendo una parte del vasto corpus de la crítica que él mismo desarrollara a través de diversos medios, vinculándola a su vez con su producción teatral, en particular dos obras poco estudiadas hasta hoy; una de ellas de carácter histórico inspirada en la vida de la activista feminista Flora Tristán que lleva el mismo nombre y, la segunda, una “pieza en un acto” que fuera estrenada póstumamente, El rabdomante, la cual le valiera la obtención, por tercera vez en su carrera como dramaturgo, del Premio Nacional de Teatro.

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Quiero expresar mi agradecimiento, en primer lugar, a la señora Irma Lostaunau del Solar por compartir el archivo personal y la biblioteca de quien fuera su esposo, Sebastián Salazar Bondy; a la Casa de la Literatura por haber tomado a su cargo el mantenimiento y organización del legado del autor con ocasión de la exposición realizada por los noventa años de su nacimiento; a Abelardo Oquendo, Luis Loayza (1934-2018) y Ernesto Ráez, quienes de alguna manera estuvieron presentes a lo largo de este trabajo, principalmente por la amistad que los unió a Salazar Bondy; al crítico Gérald Hirschhorn, cuya exhaustiva investigación, realizada hace más de una década, permitió una mejor organización del corpus de la obra del autor; y, sobre todo, al Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima, que proporcionó el financiamiento necesario para llevar a cabo esta investigación.

Finalmente, quiero dedicar este libro a Ximena, mi esposa, hija de Sebastián, de quien su padre escribió estos hermosos versos cuando ella era apenas una criatura recién llegada a este mundo:

Ojos que devoraban nuestros ojos

los tuyos al llegar. Era febrero

y el sol rotundidad daba a la vida,

al bulto de la vida que ocupaba

todo el espacio del amor y todo

el tiempo en que tu amor sobrevenía.

Todo esto es mi país

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