Читать книгу Fuga y retorno de Teresa - Alfonso Crespo Hidalgo - Страница 9
Оглавление¿Quién es Dios para ti, Teresa?
Con el Libro de la vida en mis manos, lancé la pregunta: «¿Quién es Dios para ti, Teresa?». Y comencé su lectura, me adentré con pudor en su «alma» en un diálogo abierto, a modo de entrevista virtual, que supera los límites del tiempo y del espacio y que remonta el diálogo al silencio, casi místico, de desvelar el misterio de una persona adentrándonos en su paisaje interior mediante la lectura de su propia biografía.
Azorín, como literato, ha definido este libro: «El más hondo, más denso, más penetrante que exista en ninguna literatura europea». Y Edith Stein, como filósofa, hebrea sedienta de verdad, exclamó tras el encuentro fortuito con estas páginas: «Aquí está la verdad». La lectura provocó su conversión al cristianismo, su profesión en un convento de carmelitas, su entrega hasta la muerte por fidelidad al esposo. Hoy la veneramos como santa Teresa Benedicta de la Cruz.
El Libro de la vida se ofrece, abriendo sus páginas, a todos aquellos que se acercan a Teresa para que les hable, con la fuerza de su sinceridad humana, de su fuerte e insólita experiencia de Dios. Experiencia insólita porque muchas páginas contienen fuertes vivencias del misterio y están impregnadas, y ello es harto difícil, de la facilidad de poderlas comprender y transmitir. Como dice el P. Jesús Castellano, añorado maestro: «Teresa se convierte en testigo del misterio, narradora de historia de salvación, en evangelista del amor misericordioso de Dios. Y al escribir quiere no solo transmitir verdades y vivencias, sino también contagiar, atraer, “engolosinar”, como ella misma dice»[8].
Mi lectura del Libro, al tomarlo de nuevo en mis manos, se impregnó del deseo, entre curiosidad y complacencia, de desnudar la verdad más íntima de la Santa ya admirada pero que de nuevo me iba cautivando. Manifiesto, ya al inicio de estas páginas, que me embelesó la contestación que, con su Vida, Teresa me ofrecía a la pregunta tantas veces lanzada: ¿qué es Dios para ti?
Permitidme compartir una primera sorpresa. Cuando comencé el libro creía, y era lógico, que la protagonista de esta biografía sería Teresa; según fui leyendo, me convencí de que el auténtico protagonista era Dios. Jamás había leído, fuera de la Biblia, una cosa semejante. Quizá en las Confesiones de san Agustín había visto un Dios tan vivo, tan actuante, un Dios del que se huye y que nos busca; un Dios que vence, que enamora, arrebata y desborda... Los textos de literatura consideran esta obra de Teresa como una autobiografía; mucho mejor sería calificarla de Cantar de Gesta: el poema de las gestas de un Dios que traba combate largo y tenso con Teresa; combate que concluye con una victoria feliz que es, al mismo tiempo, marcha nupcial de los dos protagonistas: Dios y Teresa.
Quisiera adelantar algunas primeras conclusiones, que susciten en el lector la sana curiosidad por conocer las entrañas de un desenlace anunciado y conocido. El Dios de Teresa sobresalía en cuatro notas: un Dios dinámico, personalísimo en sus relaciones con ella, celoso y excluyente de todo rival afectivo, y realizante hasta lo insospechado de todas las capacidades de su enamorada.
Confieso con humildad que cuando comencé este trabajo, reflexionando y dialogando sobre la «imagen de Dios» que, a través del Libro, nos presenta Teresa, inicialmente pretendía abarcar toda la obra; pronto me di cuenta de que era una tarea que me sobrepasaba. Además, existen estudios suficientes y por personas más cualificadas. En principio, pensé en detenerme en los cuatro primeros capítulos, que narran la vida de Teresa seglar y que terminan con un «Amén» de asentimiento y nos deja a Teresa en el convento. ¿No es quizás esta etapa la más sorprendente: una chica agraciada y con grandes cualidades y un futuro envidiable entra en un convento? Por un tiempo pensé reducirme a esta etapa.
Pero un cambio imprevisto en la vida de Teresa, que ella misma narra a continuación, ejercía una gran fascinación. En el capítulo quinto, confiesa Teresa: «Aquí comenzó el demonio a descomponer mi alma...» (5,3)[9]. Hasta el capítulo nueve nos encontramos con un relato desconcertante que rompe la línea tan sencilla de la Teresa anterior: la Santa vive una gran crisis que le hace confesar que «le comenzó a faltar el gusto y regalo en las cosas de virtud» (7,1). Crisis que le ayudará a profundizar en una experiencia capital para su vida: si ella se ausenta de Dios, es Dios quien siempre sale a su búsqueda. «Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío» (8,6), exclamará Teresa, que después de una profunda crisis grita: «Sea Dios alabado que me dio vida para salir de muerte tan mortal» (9,6). De esta experiencia brotará la definición más hermosa de oración y la más citada: «No es otra cosa oración, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (8,5). Y la crisis tendrá un desenlace feliz. Y nos quedará su enseñanza, doctrina ejemplar arrancada a su propia experiencia.
Nuestra curiosidad y nuestro tiempo se detuvieron en estos nueve capítulos. Creíamos que había suficiente material para responder a la pregunta inicial que hacíamos a Teresa de Ávila. Y que ella nos respondía, fiel a su estilo: con su propio testimonio elevado a doctrina universal. Así, quedaron constituidas las dos partes, mejor, dos movimientos de una misma sinfonía, que conforman el núcleo de esta reflexión compartida y que podemos titular: «Fuga y retorno de Teresa al amor de Dios»[10].
Primer movimiento: Los protagonistas: Dios y Teresa. «Una soñadora en el convento»