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Hacia una Filología cultural

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La diferencia de la forma en que se aplican las renovaciones previstas por la Teoría de la Cultura varía según la disciplina desde la que se acceda a las mismas. A grandes rasgos se puede decir que el bagaje metodológico de esta investigación permanece fiel a los postulados tradicionales de la Teoría de la Literatura y de la Filología. Se ha discutido mucho acerca del sentido de las Humanidades (Keisinger, et al., 2003), pero también en concreto sobre el término «Filología» (Thouard, et al., 2010): ¿cuál es su vinculación con la técnica literaria? ¿Hay límites nacionales? ¿Qué es y cuál es su futuro?

La actividad filológica tiene una alta dependencia con el propio origen etimológico de la palabra, el amor a la palabra, que es además el principal argumento para que sea precisamente la Filología la disciplina científica escogida para el estudio de la literatura. De este razonamiento podemos extraer y agrupar bajo un mismo marco filológico, entre otros, el estudio del fundamento de cualquier acto comunicativo y sus vehículos de transmisión, entre los que se cuenta su soporte literario. Por ello, y ya que el lenguaje es un maestro de la desfiguración de la realidad, ha de ser el filólogo el que se lance a desenmascarar sus pormenores (Wertheimer, 1988).

Las definiciones históricas del término «Filología» atestiguan esta actualidad. En el siglo XVIII se definía esta todavía como la «Ciencia compuesta y adornada de la Gramática, Retórica, Historia, Poesía, Antigüedades, Interpretación de Autores, y generalmente de la Crítica, con especulación general de todas las demás Ciencias», siendo el filólogo «el que estudia o profesa la Philológia, o Letras humanas» (Real Academia Española, 1737). Y es precisamente ante esta premisa cuando la reorientación de la Filología en este caso de la Teoría de la Literatura mediante la Teoría de la Cultura no parece estrictamente novedosa. Resulta casi contradictorio hablar de una «renovación» de la disciplina, tal y como prevé el postulado cultural cuando con la expansión se está, si cabe, volviendo a las «esencias». Esta es también la perspectiva de Jürgen Wertheimer, quien reprocha a las «nuevas ciencias» creer estar inventando algo nuevo que en realidad ya existía, y a partir de ahí, tiende un puente hacia la vital necesidad del intercambio interdisciplinar, donde son especialmente los filólogos quienes más tienen que decir (Wertheimer, 1988). El redescubrimiento cultural debemos verlo como si nos remontáramos un siglo atrás en la disciplina:

«Die „kulturalistische Wende“ in den Literaturwissenschaften seit dem Beginn der 1990er Jahre nimmt bewusst (und unbewusst) Aspekte der 1920er Jahre wieder auf […] Wie in den 1920er Jahren geht die neuerliche Bestimmung der Geisteswissenschaften als Kulturwissenschaften von einem fächerübergreifenden, interdisziplinären Impetus aus» (Voßkamp, 2008, p. 76).

«El “giro cultural” de la Teoría de la Literatura desde comienzos de los años noventa recopiló consciente (e inconscientemente) aspectos de los años veinte. Como en los años veinte, los nuevos parámetros de las Humanidades como Ciencias Culturales nacieron de un ímpeto transversal e interdisciplinar».

La historia de la disciplina ha demostrado por tanto que la interpretación filológica, aunque aparentemente prescindible, es de gran utilidad, pero la Filología es una ayuda que interviene en algo tan importante para el ser humano como es la producción literaria. La labor de la Filología no solo se limita a la interpretación teórica, donde precisamente reside su contemporaneidad y necesidad, sino que también debe asumir la edición de documentos, la recuperación y actualización de materiales y el trabajo lingüístico o de explicación de los textos facilitando los recursos para su máxima explotación (Thouard, et al., 2010).

La Filología se ha encargado igualmente de ampliar la labor de la literatura en tanto que elemento comunicativo. Durante la segunda mitad del siglo XX, la literatura ha dejado de ser un objeto analizable únicamente desde la estética, sino que la adopción de una esfera de entendimiento desde la cultura ha exigido una comprensión medial de la literatura (Gumbrecht, 1998). Para ello, dicha ampliación reclamó una reorientación del foco hacia la entidad medial del texto, tal y como lo intentaron antes la Semiótica, las Teorías de la Comunicación o los Estudios de la Memoria (Benthien & Velten, 2002, p. 21).

El criterio de su aportación fructífera no es la pregunta acerca de si disponen de una clara concepción teórica, sino más bien si son científicamente productivas (Köppe & Winko, 2008, p. 236). Es decir, aspectos como la innovación de la interpretación, el potencial crítico de sus argumentos, la amplitud de perspectivas, su novedad o el alto interés de los temas con que se ocupa son aspectos que demuestran su contemporaneidad. Por ello, hablar de una Teoría de la Literatura Cultural hace posible pensar en su aplicación práctica sin dejar de lado las raíces históricas de la Filología.

Sin embargo, una presencia de métodos filológicos cada vez más anticuados contradecía las exigencias contemporáneas (Böhme & Scherpe, 1996, p. 11). La Teoría de la Cultura ha importado y potenciado la interconexión de la Germanística con otras disciplinas, lo que ha permitido aumentar su orientación transversal. En definitiva, ha permitido ganar para la Teoría de la Literatura nuevos recursos:

«Verfahren anderer Disziplinen […], wenn sie sich mit Gegenständen (im weiten Sinne) befassen, die auch in literarischen Texten thematisiert werden, oder wenn sie zu einer neuen Sicht auf die kulturelle Praktik „Literatur“» führen (Köppe & Winko, 2008, p. 235).

«Procederes de otras disciplinas […] al ocuparse estas con asuntos [en el amplio sentido de la palabra] que también aparecen en textos literarios o que llevan desde una nueva perspectiva a una práctica cultural “literatura”».

La investigación transversal es un hecho constatable en la Filología Alemana desde los años setenta (Benthien & Velten, 2002, p. 16), de modo que esta apertura no fue algo aislado, sino que con relativa naturalidad se perdió la capacidad de reconocer preguntas transversales y de encontrar recursos para afrontar este tipo de textos (Böhme & Scherpe, 1996, p. 11). Este reconocimiento se compatibilizó sin renunciar a la propia esencia:

«Interdisziplinarität geht nicht zwischen den Fächern oder den Disziplinen hin und her […], sie lebt vielmehr fachliche und disziplinäre Engführungen, wo diese der Problementwicklung und einem entsprechenden Forschungshandeln im Wege stehen, wieder auf: sie ist in Wahrheit Transdisziplinarität» (Mittelstraß, 2005, p. 3).

«La interdisciplinariedad no oscila entre las especialidades o las disciplinas, […] renace más bien en el momento en que experiencias específicas se encuentran en el camino con el desarrollo de los problemas y cuestiones temáticas particulares: es, en verdad, transdisciplinariedad».

En este sentido, con la Teoría de la Cultura, la Filología se sirve de una situación fructífera y de un escenario inmenso y heterogéneo (Köppe & Winko, 2008, p. 234). La complejidad de la postmodernidad ha demandado la ampliación de los campos de trabajo y la profundización en muchos de los contextos históricos y filosóficos (Benthien & Velten, 2002, p. 19), lo que es una notable ganancia:

«Probleme typologischer Art, die Strukturen der Literatur gegenüber andern Formen des kulturellen Wissens abzugrenzen, lassen sich nicht auf dem Boden von Einzelphilologien lösen» (Böhme & Scherpe, 1996, p. 11).

«En el marco de cada una de las Filologías no se pueden resolver algunos de los problemas de índole tipológica que delimitan las estructuras de la literatura frente a otras formas del saber cultural».

Y la Germanística en concreto, a su vez, logra ser verdaderamente interdisciplinar, sin perder su esencia y su especialidad, especialmente en el momento en que se asume que Kulturwissenschaft no es una invitación para los germanistas al diletantismo:

«Die Grenzen zwischen den Disziplinen werden durch «transdisziplinäre» Problemstellungen durchlässiger, indem Erkenntnisse der einzelnen Wissenschaften zueinander in Beziehung gesetzt werden und sich gegenseitig interpretieren. Hinter ihre Ausdifferenzierung und die dadurch bedingte Kompetenzverteilung führt kein Weg zurück» (Müller, 1999, p. 578).

«Las fronteras entre las disciplinas se vuelven permeables con un planteamiento transdisciplinar de las problemáticas, ya que los conocimientos de las disciplinas por separado se aúnan y permiten una interpretación recíproca. No abren camino alguno las diferencias y el reparto de competencias resultante de estas».

En este regreso a la esencia nos percatamos de cómo mucho de cuanto se promulga desde la Teoría de la Cultura para la expansión de la Teoría de la Literatura apenas difiere de lo que ha venido haciendo hasta ahora, por ejemplo, el Medievalismo, en el que la Teoría de la Literatura parecía en este sentido estar ya en esencia «culturalmente expandida» (Bollenbeck & Kaiser, 2011). Tal y como apunta Jan Dirk Müller, una visión similar de la Teoría de la Literatura podemos constatarla en el Medievalismo. Su argumento se centra principalmente en dos de las diversas contribuciones de la Teoría de la Cultura en lo que respecta al discurso literario frente a la noción de cultura y de literatura. El uso que se hace aquí del texto literario resulta, cuanto menos, sorprendente por su actualidad:

«Die Mediävistik [arbeitet] seit langem mit einem weiten Literaturbegriff, der auch «pragmatische» Textsorten einschließt. […] Das Interesse an „Gebrauchsliteratur“ und ihrem „Gebrauchszusammenhang“ schließt zwangsläufig den kulturellen Kontext ein, in dem Texte „gebraucht“ werden» (Müller, 1999, p. 581).

«El Medievalismo [trabaja] desde hace tiempo con un concepto amplio de literatura que comprende también tipos textuales “pragmáticos”. […] El interés por la «literatura en circulación» y su «marco de uso» cierra por necesidad un círculo en el que los textos “se utilizan”».

La presencia de la Teoría de la Cultura repercute por tanto consecuentemente en una orientación que aporta a la disciplina rasgos que, en realidad, son intrínsecos a ella.

Desde Austriahungría hacia Europa

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