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Capítulo III

El rey y la reina no gobiernan juntos


3. Cuando no hay unidad en la paternidad

Cuando la pareja decide formalizar su unión, la mayoría de las veces tiene muy clara la naturaleza de esa unión, ambos quieren complementarse, definitivamente el uno se siente realizado con el otro, el uno tiene lo que el otro necesita y viceversa. Lamentablemente para algunos casos, con el paso del tiempo, ese complemento va tomando otra forma, y en algún momento, se convierte implícitamente en una competencia en lugar de un complemento, entonces surgen roces que van siendo entre cubiertos con los afanes de la rutina, pero cuando llegan los hijos las diferencias en la pareja se hacen un tanto evidentes en cuanto a los estilos de crianza, definitivamente la paternidad origina sentimientos maravillosos, pero también saca a la luz, elementos precipitantes de problemas y conflictos a nivel paternal.

Los casos son muy parecidos en la mayoría de las parejas, el uno debido a su temperamento toma una actitud dominante, reguladora y normativa, el otro, debido a su experiencia personal de infancia, adopta una actitud permisiva, pasiva y hasta débil frente a los hijos. La dificultad se acrecienta cuando surgen situaciones donde se debe imponer autoridad, ó, donde se debe impartir disciplina, ó, simplemente donde se deben tomar decisiones en pareja, relacionados con criterios sobre regalos, viajes, fiestas, compras, etc. pero por cuestiones de tiempo, de trabajo, y de aparente funcionalidad, a veces se termina tomando decisiones individuales sin tener en cuenta al otro, o en el peor de los casos, dejándose excluir por el otro.

Y así, como los padres son los que más conocen a sus hijos -después de Dios-, también son los hijos los que más conocen a sus padres -después de Dios-, sólo que ellos en algunas ocasiones expresan más viveza para aprovechar las oportunidades que se les presentan. La mayoría de los hijos saben que decirle a su padre y que no, por ejemplo, saben a cual de los dos acudir primero ante una queja del colegio, sopesan a quien le pedirán permiso para ir a jugar a la casa del vecino, saben como llegar al corazón de su mamá y de su papá, si la madre es permisiva, simplemente le dicen que ya hicieron la tarea, o que ya organizaron su cuarto, si el padre es permisivo, solo basta decirle de cierta manera, con cierto tono de voz y obviamente regalarle un abrazo, al padre autoritario, le hablan con cierto tono de humildad, con mucha sumisión, etc. Alrededor de estas dinámicas, se puede pasar mucho tiempo, inclusive años. Pero no muchos, pues tarde o temprano, se evidencia una situación común en los niños que viven con padres que no comparten las mismas políticas de educación.

Generalmente estos niños comienzan a manifestar cambios en su carácter, algunos se vuelven de mal genio, otros son irascibles, otros expresan confusión y al hacerlo, manifiestan conductas que nunca antes habían expresado, quizás se vuelven violentos, agraden a compañeros de clase o a hermanos, otros comienzan a responder de manera atrevida y/o desafiante a los padres y maestros, y en otros casos, se retraen o se inhiben, y se convierten en niños tímidos, que se amedrentan fácilmente.

Entonces se evidencia una dinámica subyacente, de manera abierta, los padres no pueden ocultar su inconformismo con el otro por su falta de apoyo, por su falta de dominio y prudencia, por su falta de firmeza, por su falta de comprensión, por su pasividad, por su impulsividad, por su falta de organización, etc. Los niños se dan cuenta de esto, interpretan señales corporales, faciales, movimientos de manos y por supuesto perciben el tono, la velocidad y la intensidad de las palabras de sus padres entre sí. La mayoría de los niños comienza a conocer verdaderamente el carácter de sus padres, y la sabiduría o ignorancia que expresan según su rol. Algunos niños comienzan a sentir angustia, inicialmente es una angustia de que no querer que sus padres discutan o peleen, lo curioso, es que cuando la discusión cesa en los padres, la angustia sigue en los niños, y es precisamente esa angustia la que origina algo llamado “confusión”, que a su vez, desencadena en desánimo, inestabilidad emocional, aburrimiento, y sentimientos de soledad.

Pensemos por un momento lo que sucedería si trabajáramos en una empresa con dos jefes de igual status, que definitivamente se llevan la contraria, cuando uno imparte una orden, el otro la anula o imparte una orden contradictoria, como empleados quizás tratemos por un tiempo de lidiar con dichas políticas, pero en determinado momento se hará insufrible trabajar así. Seguramente pasaremos por varias etapas, desde hablar con cada uno para exponerles la cuestión, hasta debatir en reuniones o comités, arguyendo la necesidad de poner límite a semejante disparidad de liderazgo. Supongamos que hemos hablado, tratado de confrontar, enfrentado, supongamos que nos han prometido unificar sus acuerdos, y lo cumplen solo por una semana, supongamos que insistimos y la situación se repite. Seguramente llegará un momento en que estamos tan aburridos, pues la división o falta de acuerdo entre los jefes, no solo ha afectado la comunicación, sino también el trabajo en equipo, el clima laboral, la motivación y los estándares de calidad del trabajo. En algún momento querremos salir de allí, renunciar, cantarles las verdades a los jefes, o en el peor de los casos, callarnos, conformarnos y dejar pasar los días, y si hacemos esto de todas maneras, no dejaremos de sentirnos frustrados, en algunos momentos confundidos y por supuesto desanimados. Afortunadamente no existen muchas empresas corporativas así, pero desafortunadamente, si existen muchos hogares así.

Las empresas más importantes que puedan existir, son las familias, y desafortunadamente sus jefes, o sea los padres, de muchas familias, están actuando de manera individual, la pareja no se ve así misma como un equipo, sino como dos individuos viviendo en un mismo techo y cuya mayor tarea ha sido batallar y tratar de cubrir las falencias del otro. Entonces vienen las excusas en forma de recriminación: “pero si ya les pego a los niños, para que quiere que les diga algo”, “Porqué tiene que regañarlos de esa manera, deje de ser cantaletuda”, “porque le dio permiso de salir, si yo ya le había dicho que estaba castigado”, “pero dígale algo al niño, al fin y al cabo es también su hijo”, “porque siempre tenemos que ir de vacaciones a donde usted se le antoja” Etc. En la mayoría de los casos, los padres aunque intentan ser prudentes en sus reclamos, sus hijos se dan cuenta de todo, no importa que tengan solo 4 o 5 años, de hecho, a menor edad, los niños son más perceptibles, pues su mundo son sus padres, y dependen la mayor parte del tiempo de ellos, por lo cual, están más pendientes de ellos.

Cuando en el noviazgo, una pareja sueña con su matrimonio y programa los objetivos educativos de sus futuros hijos, debería discutir con antelación la forma de crianza que utilizaran con ellos. A veces piensan en cosas como el colegio al que irán, los viajes que harán, pero no piensan en la forma como los criarán día a día. Es por eso que padre y madre, deben inicialmente establecer canales de comunicación permanentes y amigables, y asegurarse de mantenerlos abiertos, además, deben reconocer las fortalezas del otro no solo como pareja sino como padres, también deben admitir las debilidades del otro para apoyarlo y complementarlo, no para enjuiciarlo y condenarlo. Por ejemplo, Si los padres se ponen de acuerdo, no en quién le pega o regaña a los niños, sino en cuales son los métodos de sanción o castigos, seguramente cuando llegue el momento, padre o madre, impondrá la sanción o castigo correspondiente, sabiendo que el otro apoyará la decisión, pues ya se ha establecido de antemano. Así como se habla de muchos temas en la pareja, se debe hablar del sistema de premios y castigos, y demás políticas teniendo en cuenta la etapa de desarrollo por la que atraviesan los niños. Es necesario clarificar y unificar criterios y políticas de crianza según la etapa de nuestros hijos, y si sucede algo imprevisto, evitar escenas de impulsividad, dramatismo, desahogo emocional, discursos violentos, y hasta calamidades en forma de maltrato agresivo. Como padres antes de actuar frente a nuestros hijos, puede ser propicio hablar oportunamente en privado con la pareja y ponerse de acuerdo. De esta manera se evitará discusiones innecesarias, reclamos y juicios, pero sobre todo, en últimas, se evitará errores con los niños que afectarán su autoestima y su desarrollo.

Casi siempre en una pareja existirá uno más permisivo que el otro, uno más autoritario que el otro, uno más firme que el otro, uno más débil que el otro, pero lo que los padres debemos tener en cuenta, es que debemos respetarnos entre sí, aceptarnos y sacarle provecho a nuestras fortalezas, reconocer ante el otro nuestras carencias, admitir que tenemos fallas o vacíos, y tener humildad y sabiduría para aprender del otro, por ejemplo: si mi esposo es sereno y tranquilo, y yo tiendo a ser más impulsiva, debo acudir a él, para lograr un equilibrio en la crianza, igualmente, si yo tiendo a ser más serena y tranquila y mi esposo a ser más impulsivo, debo acudir a él, para lograr un equilibrio en la crianza, en el primer caso para no arrepentirme inmediatamente por cometer arbitrariedades y excesos, y en el segundo caso, para no arrepentirme a mediano plazo por ser alcahueta y permisiva.

La paternidad es un privilegio demasiado elevado, Dios proveyó para que los hijos tuvieran dos padres, y en los casos donde afortunadamente los hay, es un injusticia que alguno de los dos crea que tiene más responsabilidad que el otro sobre sus hijos, no es sabio pensar que uno es mejor que el otro, no es correcto desmeritar la labor del otro, y mucho menos delante de los hijos, como padres debemos poner en práctica la paciencia, la prudencia y la comunicación, como pilares del trabajo en equipo que indudablemente somos. Cuando un niño ve que sus padres están de acuerdo, aprende lo que significa unidad, comprende la utilidad de trabajar en equipo, asimila la familia como un nicho seguro para vivir, no lo confunde la autoridad, no tiende a ser manipulador, y sabe como expresar estabilidad emocional. Cuando un niño ve que sus padres son unidos, sabe a que atenerse en su casa, respetará límites, cumplirá normas, obedecerá y actuará en la verdad modelada por sus padres. No olvide que el concepto de sinergia 1+1=3 se aplica primero en casa, pues Dios ya lo dijo “¿andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”1. Los padres no fueron diseñados para competir entre sí, sino para complementarse, es un derecho innegable para los hijos, poseer padres unidos en función de ayudar al mundo, brindándole personas de bien, estables, que conocen el valor del otro y que vivencian la autoridad como un servicio de prestigio.

Los problemas de los padres de hoy

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