Читать книгу Un capítulo de mi vida - Ana Margarita Ciereszko - Страница 7

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LA SEPARACIÓN

Una noche de tantas, antes de separarme, una compañera de trabajo me dijo: − Nena tenés que recordarle lo buena que sos en la cama y para eso, viste que los hombre son muy visuales, comprate uno de esos trajecitos sexys y cuando te vea, va querer recordar viejos tiempos y lo vas a tener a tus pies. Yo no estaba muy segura de eso, pero perdido por perdido dije bueno por ahí resulta y las cosas mejoran, cuando querés a alguien es difícil perder las esperanzas, por más dolida que tengas el alma.

Así fue que lo hice, me compré un traje de chica sexy esos con medias caladas, una mini con un delantal con puntillas, un moño y unos guantes hasta arriba del codo y antes de que suba a la habitación, después de cenar, fui al baño y me lo puse, cuando entró a la habitación esperé que se acostara y me presenté toda sexy o al menos quería parecerlo en la puerta de la habitación.

Miguel me miró y me dijo: −¡No estamos grandes para hacer el ridículo?

Esas palabras creo que fueron las que no solo hirieron mis sentidos, sino rompió mi autoestima para siempre, el sentirme fea, una oruga, que se arrastra frente alguien que ya desde hace rato no la quiere, sentirme como vieja obsoleta y eso hizo retumbar las veces que me decía si yo te dejo quien te va querer, con la edad que tenés.

Lo único que le dije fue: − gracias por hacerme saber lo que pensás de mi.

Me fui al baño otra vez, me quité el trajecito de mujer vieja y arruinada, como dejo ver a través de sus palabras.

Desde la puerta lo escuchaba queriendo arreglar lo que ya estaba roto, lo que quedaba de nuestra relación, diciendo: − los dos somos ridículos, era un chiste, te queda bien, salí que no te vi bien.

Pero mis lágrimas salían en silencio y estuve un rato largo tratando de calmarme y como no sucedía, me dí una ducha larga para disimular mi llanto.

Lo que sucedió después fue que esperaba que estuviera dormido, pero no sucedió y quería arreglar con algo de sexo que obviamente no iba suceder, porque cuando hizo el intento me salió del alma decirle ya me quitaste las ganas.

Me di vuelta y me dormí, creo que es el mecanismo de defensa más antiguo, tanto que hasta soñé.

Lo que vi en mi sueño fue muy raro, vi a mi Papá que hacía tres años que había fallecido y me decía llevando del brazo a Miguel quedate, que ya volvemos.

En mi sueño sentía calor, se veía una tarde hermosa y arriba de mi cabeza unos racimos de uvas blancas gigantes y dos muchachos rubios que parecían gemelos con una especie de camisola color crudo que me llamaban y me decían: − vení que te vamos a sacar todas las espinas, yo pensaba entre mi ¿que espinas?, pero lo cierto fue que me miré las manos y las tenía llenas de espinas, me acerque a ellos y al unísono dijeron: − no te preocupes que no te va doler y no te va quedar ninguna.

Me desperté como nueva, ya mis lágrimas se habían secado y tan solo los ojos hinchados atestiguaban todas las lágrimas que había derramado esa noche, en ese momento no entendí porque me sentía tan bien, lo atribuí a ver aunque sea de lejos y en un sueño a mi Papá, pensando que desde arriba me seguía cuidando, esa sensación era reconfortable.

Así llegaron las fiestas, nos fuimos a la casa que habíamos construido para los fines de semana, era como una peregrinación, pero esta vez mayor, porque él, estaba casi todo el tiempo allá y muy poco con nosotros, de 7 días de la semana, 6 estaba allá y venía los domingos, pero siempre de mal humor, como si el estar con nosotros fuera un sacrificio y en realidad el sacrificio no era estar con los chicos, sino estar cerca mío.

La verdad, yo fui para ahí, porque venía mi hermano con mi cuñado para las fiestas y mi mamá, no tenía ni idea de todo lo que me pasaba. ¿Para que hacerla sentir mal? ya tenía suficientes cosas a las que adaptarse, como lo era, el hecho de estar sin mi Papá; pero además fue porque habíamos fumigado el departamento tipo casa y necesitábamos dejar la casa por unos días, no solo nosotros, sino todos los animales (gatos y perros).

Supongo que el destino está ya marcado por fuerzas invisibles que hacen que el dolor no pueda ser eterno y ese sueño, fue como premonitorio, porque en vísperas de reyes del año 2017, me sacaron de una sola vez todas las espinas.

Esa noche se murió el amor o lo que quedaba de el, esa noche fue el final de mi matrimonio, que desde el 2013 veníamos como en caída libre, pero derrapamos y volcamos, todo en una noche, caímos de una sola vez y nos fuimos al barranco, tan solo en cuestión de horas.

Ese día nos levantamos temprano y fuimos en tren hasta casa, ya habían pasado los tres días que nos había dicho el fumigador, necesarios para no intoxicarnos y poder limpiar todo, para volver a llevar los animales y dejarlos ahí, ya que los gatos no querían salir porque no era su casa, en cierto modo solo en esos casos los llevábamos allá, porque de otro modo éramos nosotros los que nos acercábamos para darles de comer y estar un rato con ellos para que no nos extrañen; distinto es el caso de los perros que estaban acostumbrados a ir a todos lados conmigo, incluso a la casa de la playa en donde amaban meterse al agua; pero ese día fuimos a quitar lo que quedaba del veneno de la fumigación.

Santino hacia poco que había sacado el registro, por lo cual decidimos ir en tren, para hacer más rápido y evitarnos el tráfico, porque era víspera de Reyes y todo el mundo sale a comprar regalos,

comimos temprano tipo 11 y salimos rumbo al departamento para dejar todo en condiciones y llevar los gatos, porque a Miguel le molestaban y yo ya no quería pelear.

Limpiamos todos los rincones de la casa y a eso de las 17 hs estábamos rumbo a Rincón, así se llamaba la casa quinta; pero no teníamos idea que a mitad de camino el tren iba a parar y no seguir, que se iba a detener antes de llegar al anden nuevo, que era mucho mas alto que el anden viejo en donde quedábamos como a dos metros del piso y el tren no tiene escaleras.

Esperamos un rato y cuando vimos que la gente se bajaba y que anunciaban por los altos parlantes que el tren no seguía, decidimos bajarnos, pero la odisea no terminaba ahí, recién comenzaba.

Salimos rodeando la estación, porque el tren atravesaba la calle principal, así que tuvimos que caminar unas cuantas cuadras para poder llegar por donde el colectivo pasaba camino a la casa.

Llegamos a la parada de colectivo y quisimos parar al primero que pasaba y venía totalmente lleno, dijimos el próximo va venir más vació y nos va parar; pero no fue así y en un momento les dije a los dos, a Santino y a Nico que en vez de ir para Rincón, nos íbamos para el departamento y mañana temprano volvíamos, pero ellos dijeron no: − Papá se va preocupar. Fue entonces que salió la idea de llegar caminando hasta donde salía el segundo colectivo, para poder llegar; unos 7 km no eran tanto para hacer una caminata, una tarde bonita de verano, ya habíamos esperado demasiado, así que emprendimos el viaje a pie.

El calor se hizo sentir cuando ya habíamos hecho la mitad del recorrido, miramos en el teléfono que hacían 34 grados de temperatura y la verdad hacía mucho calor y nos dio sed, paramos para comprar agua y luego seguimos, ahí fue cuando Santi dijo: −llamemos a papá, yo conociéndolo dije: −mejor no, pero el insistió y lo llame, le conté lo que había pasado y el contestó que no era remis, que estaba cansado y no nos iba ir a buscar; les dije a los chicos, pero ellos me dijeron: -seguro que no le explicaste bien; les volví a decir: − si le dije. Ya cansados y haciéndose de noche dijo Santi: −deja que llamo yo.

Lo que paso después fue que le contestó algo parecido y enojado me dijo:− sigamos caminando porque parece que no le importa.

Nico dijo: − bueno después que no me pida que lo ayude con el trabajo, porque no lo voy hacer.

Ya que el siempre en verano les pedía ayuda a los chicos, por tener una distribuidora de helados y el verano es la temporada fuerte de trabajo, por eso estaban enojados, que su padre, no era capaz de buscarlos y evitar el calor, el cansancio de hacer la caminata.

Llegamos a destino, pero faltaba todavía tomar un colectivo para llegar a casa, por suerte vino pronto pero ya eran las 21.30 y lo llamé otra vez, le dije que compre algo para comer, que estábamos cansados y estaba todo cerrado. A lo que el me respondió: − ¿Porqué tengo que hacer todo yo, si ustedes pasaron por el centro, donde están los negocios?. No quise discutir, ni contestar y le dije: − como quieras, pero los chicos están cansados; a lo que Él contestó: −¡tampoco es para tanto!

Nos subimos al colectivo ya sin ganas de hablar y así hicimos el recorrido de media hora que faltaba para llegar y caminamos esas cuadras interminables solos, de noche, rodeados de árboles y ni un alma cerca.

Abrimos el portón y ahí lo vimos en la galería, tomando algo de alcohol, pero en ese momento, lo único que yo quería era comer y acostarme, sin saber que iba ser una noche larga.

Lo primero que ocurrió fue que empezó a discutir por los gatos con los chicos, diciéndoles que para que habían llevado esos animales de mierda a la casa que llenaban de olor a pis y que no se los bancaba más adentro y encima lloran cada vez que no están acá ustedes.

Santi cansado le contestó: −no te preocupes que ya los llevamos y también nos vamos ya que tanto te molestó tenerlos un par de días, total ya limpiamos la casa, porque si no te enteraste, venimos de hacer eso y caminando nos volvimos, pero se que no te importa.

No te preocupes ya guardamos todo y nos vamos.

El contestó.− pendejo de mierda, ¿quien te crees que sos, para contestarme así?

Santi le contestó: - Tu hijo, así que puedo contestarte como quiera, no sos mi jefe, sos mi Padre.

Él se puso como loco y le tiró con la botella que tenía en la mano y ya estaba vacía.

Por supuesto los reflejos de Santi fueron mas rápidos y la esquivo.

Pero no se quedo conforme y cuando salió Nico a ver que pasaba por mis gritos de: − ¿PARÁ,QUÉ TE PASA?

Nico le dijo a Miguel: −Estás loco, como le vas a tirar una botella, ¿qué, estás chupado? Y Él, descontrolado le dijo: −callate, más respeto que soy tu padre.

Y Nico enojado le contestó: −Si claro por eso deberías dar el ejemplo.

A lo que le contestó ya con la bordeadora en la mano, que había dejado yo el día anterior sobre la mesa de la galeria, para cambiarle el hilo para terminar de cortar el pasto, −Callate defensor de pobres.

Ahí todo fue como que una cosa llevó a la otra, ni bien le tiro la bordeadora con la intención ya de lastimarlo, que por suerte no lo toco; el resto fue un ir y venir de palabras hirientes y el como vio que los chicos se metieron adentro a buscar la ropa, animales y todo lo que habíamos llevado para quedarnos por lo que restaba del verano, aprovechó para tirar parte de aquellas cosas que habían guardado en el baúl abierto y con saña tiró el teclado y cosas que eran de la computadora, con ganas de desquitarse por algo que ni siquiera entendíamos, pero esta vez se terminaba el verano en rincón en vísperas de reyes, un lindo regalito, ya no quedaba otra que volvernos a nuestro departamento.

Lo que sucedió después fue que cruzo la camioneta para que no pudiéramos sacar el auto y eso desencadeno la furia de los jóvenes hombres, porque eso son.

Santino le dijo: − si sos como decis, un padre ejemplar, entonces sacame la camioneta o te rompo los faros, porque sabes qué, un padre ejemplar no te cruza un vehículo para que no te puedas ir, no nos podes obligar a quedarnos después de esto. Yo desesperada porque no se vayan a las manos, padre contra hijos, lo único que me salía era decirles: - “BASTA”, “BASTA”.

Así fue que Santi le partió un palo sobre los faros a la camioneta y Nico quiso llamar al 911 y yo le dije hablemos, el padre los agarró de los pelos que por cierto por ese entonces, lo tenían ambos, muy largo, casi hasta mas allá de la mitad de la espalda, cosa que Miguel aprovecho para sostenerlos de ahí, pensando que si les tiraba del pelo se iban a calmar, cosa que no paso; primero agarró a Santino para que no siguiera con la camioneta y luego al acercarse Nico, también lo sujetó del pelo.

Lo que pasó después fue que ambos se dieron vuelta a la vez y ya era incontrolable la situación, un vecino se animó y se acerco a ver que pasaba y le dijo: − Miguel tranquilizate deja a los chicos.

Él le contestó: −que te metes, tomatela.

El vecino se fue, la situación empeoró, la pelea fue un ir y venir de trompadas y patadas luego, porque ,el que perdió el equilibrio fue Miguel y cayó al piso. Ahí me metí yo, porque si eso seguía iba a terminar en tragedia y me acerque para que no le pegaran.

Lo siguiente fue decirle: − Miguel, hablemos, deja que te ayude. Lo traté de levantar por detrás, lo quise agarrar por debajo de los brazos y como no es liviano me agaché y me puse en cuclillas para ayudarlo; pero lo que paso después no lo voy a poder borrar nunca de mi memoria; me miro, vi ese brillo en lo ojos, esa mirada fría como el hielo, que solo esos ojos celestes podían transmitir, esa expresión furiosa como una tempestad a punto de comenzar y así sucedió, luego de mirarme, echo su cabeza para atrás y lo que pasó luego, fue un dolor intenso a la altura de la nariz, me había destrozado el tabique de un cabezazo;

me senté sin poderme pararme por la puntada intensa que sentí, ese dolor profundo que casi me desmaya.

Los chicos reaccionaron y yo no podía hacer nada ya, lo único que les dije: - junten todo ahora, cuando se me pase nos vamos.

Él, en ese momento reaccionó como si se despertara de un sueño y me dije perdoname, no te quise lastimar, pero ya estaba hecho; lo que recuerdo fue que trate de mojarme y quitarme la sangre de la nariz en el baño, me moje hasta que ya no sangró y luego lo vi sentado, ya calmado y dije a los chicos que me dejaran con él, a solas, ellos no querían, supongo que por miedo a que reaccionara de nuevo como un loco; pero les dije que fueran a buscar todas las cosas, que yo tenía que hablar con él, que después nos íbamos.

La conversación fue calma,el sentado en el sillón y yo en una silla, lo primero que me dijo fue: − ya se lo que me vas a decir a lo que yo le contesté: −no creo que sepas.

Quiso tomar la palabra, tratando de minimizar todo lo ocurrido esa noche, diciendo que era que estaba cansado, que necesitaba vacaciones, que tenía presión con su trabajo, cumplir con todo se le hacía pesado y yo lo deje hablar por un largo rato, luego dijo que me quería, que no tenía excusas, que sabía que lo que había hecho estaba mal pero que todo se le había ido de las manos, que lo perdonara; Él alcanzó a decir: − Decime algo. Cuando llegamos a ese punto le dije: − ¿Terminaste?

A lo que él contestó:− Si, si.

Lo que paso a continuación fue una conversación dolorosa, la más dolorosa de mi vida, fue como arrancarme el corazón y mostrarle cuán lastimado, había quedado después de tanto intentar seguir, cuando ya no habían esperanzas. Hablé despacio, mi voz era clara, pero no hubo gritos, no hubo reproches, tan solo decirle que había franqueado la última frontera, esa que nunca debió franquear,

la de pelearse a las tropadas con sus hijos, porque como le había dicho Nico, un padre está para dar el ejemplo y eso que había hecho, nunca se debe hacer, porque los jóvenes tienen la posibilidad de equivocarse, pero los adultos no.

La conversación se extendió hasta las tres de la mañana, yo con mi cara hinchada, ya asomándose los moretones, los chicos arriba que tenían casi todo listo y aún sin comer, cuando él que me dijo: − ¿Qué querés que haga?

Yo le contesté, lo único que podes hacer es dejar que nos vayamos, pero vos te vas a quedar acá y yo con los chicos en casa, de donde hoy no deberíamos habernos movido, pero esta vez de forma definitiva, total ya hace rato que lo estás haciendo, este ultimo año casi ni estuvimos juntos porque de 7 días que tiene la semana, 6 estas acá; para vos no va ser la gran diferencia, ya estas acostumbrado a vivir de esta manera.

Luego Miguel me dijo: − yo quiero saber si me perdonás por todo lo que te hice pasar y corro la camioneta, pero no quiero que me contestes para que te deje ir y listo, quiero saber si de verdad me perdonás.

Yo le contesté: − ya te perdoné, sino no hubiéramos tenido esta conversación, porque todo pudo haber sido distinto, si llamaba al 911, vos en este momento hubieras estado arriba de un patrullero rumbo a la comisaria por violencia doméstica, pero sabes que, no quiero que además de separarnos, los chicos pierdan a su padre, porque de esa forma, no hay solución posible y no vas a poder arreglar lo que hoy rompiste, así que te estoy dando la oportunidad de convertirte en un buen padre, lo nuestro es más difícil que se arregle, pero si te perdoné, en el momento que me senté para tener esta conversación.

Quitó la camioneta del camino y nosotros nos subimos al auto y emprendimos viaje, con lo que habían juntado los chicos y lo que se quedo allá, allá quedo, lo material y lo no material, que fue la peor de las perdidas.

Un capítulo de mi vida

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