Читать книгу Un capítulo de mi vida - Ana Margarita Ciereszko - Страница 8

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BAJO LOS BRAZOS

Bajo los brazos y es aún mas doloroso aceptarlo.

Dejo que las cosas pasen, dejo que el dolor me cure más rápido;

dejo que mi alma se fortalezca, con la soberbia y la falta de tacto;

dejo que mi ilusión desaparezca y tus engaños no me hagan daño.

Bajo los brazos ante el desprecio y las críticas que a mi espíritu llenaron de cayos,

dejo que me humilles hasta lo imposible y en este último desencanto,

dejo que seques este amor, hasta la última gota;

sin mover un solo dedo, sin mover un solo brazo.

Bajo los brazos y quizás creas que no es cierto,

pero se me muere de a poco lo que siento,

porque cada día que me lastimas, estoy un poquito mas lejos

y parece que de a poco, me estoy yendo.

Bajo los brazos, yo que pensaba envejecer al lado tuyo;

contando en cada arruga los recuerdos

y cada día que pasa, quiero olvidar las palabras,

que con saña pronuncias para despertar lágrimas en mi rostro,

que un día dijiste que amabas y no es cierto.

Bajo los brazos, cierro mis ojos, apago mis labios,

tapo mis oídos, trato de no pensar; yo que siempre estuve,

cada día que pasa estoy un poquito más lejos.

Dejo guardadas las caricias y mis besos,

dejo guardados los abrazos que no tienen tiempo,

dejo cerrada con llave mi alma, para que duela menos.

Tan olvidada está la ternura, que ya no tengo memoria,

ya no estoy, ya me fui, ya no puedo esperar,

solo la próxima herida que ya no quiero,

esperando mas dolor en mis recuerdos.

Contando cada surco que las lágrimas dejaron en mi,

con cada gesto.

Bajos los brazos y me muero por dentro,

pero si sigo, me matas de a poco y duele más saberte lejos,

aunque estés presente, no ves que me estás perdiendo

y me alejas con cada palabra que ya no tiene afecto,

con cada gesto adusto, con cada lágrima que en mi memoria

son mas que los besos y las demostraciones de amor

y de sentimientos.

Creo que cierro por duelo mi alma, aunque afuera es verano

por dentro es invierno. El frío me congela como nevada,

con cada palabra que mis recuerdos evocan

y peor son tus miradas gélidas como el mar congelado

y un huracán se desata y parece que pierdo.

Pero creo que en realidad más perdés vos, yo ya no siento,

me anestesiaste el alma de tanto dolor en mi recuerdo.

Lo que sucedió después fue dedicarme de lleno a estudiar, mis dos últimos años de abogacía, más tranquila; mi casa, se convirtió en mi verdadero espacio, mis plantas crecieron, mi jardín se convirtió en mi selva privada. Empecé de a poco a arreglar mi casa que estaba bastante abandonada, a causa de que todo el dinero en los últimos años había ido a parar a la otra ,que era ese proyecto ansiado, el de tener ese lugar para los cumpleaños, los asados y los festejos.

Mis condiciones económicas estaban muy deterioradas y la única ayuda fue la de mi madre por ese entonces, el no aportaba absolutamente nada y yo me tenía que arreglar sola.

Por esos años Miguel hizo dos viajes a Europa, por suerte con esta situación aprovecho para arreglar un poco la relación deteriorada con los chicos y llevo a cada uno en un viaje para que conocieran.

Lo que paso luego fue que a principios del último año de la facultad me dijo que estaba conviviendo en pareja y que quería decírmelo personalmente y yo ya lo sabía, por una de esas cosas del destino que hacen que te enteres sin querer, fue que un día que tuvimos problemas con la luz, porque tuvimos que hacer la instalación eléctrica nueva en el departamento, muy deteriorado por ese entonces; el de viaje y nosotros sin agua caliente, la decisión la habían tomado los chicos, ir hasta Rincón para bañarnos y ahí encontré una mochila de una chica de 4to año de la secundaria y supuse que era la hija de alguien, así que cuando me lo dijo yo ya lo sabía; lo único que le dije fue: −mirá Miguel, muerto el perro, se terminó la rabia; no te preocupes acá ya no hay nada. Se lo afirmé porque una semana anterior había querido que verme con intención de reconciliación, pero creo que en el fondo solo extrañaba el sexo.

Pero todo deja una marca, una huella y no de las bonitas, sino de las dolorosas, esas que hacen que cada noche te asalten las ganas de llorar, tipo cascada, que no para.

Eso me pasó a mi por mucho tiempo, sumado a los nervios y querer hacer 10 materias todas juntas en el último año para recibirme, hicieron que mi corazón se agotara de tanto dolor y tanto estres.

Así terminé mi último año de la facultad, aprobando todo si, pero dejando parte de mi salud en eso.

En diciembre nos recibimos juntos con Román, como le había dicho en el primer año de la facultad, la noche que nos quedamos charlando, el esperando el colectivo y yo camino a tomar el tren, cuando me contó que había perdido a su mamá hacia poco ese mismo año, el 2014, el año de la muerte de mi padre.

Será por eso que los viejos desde arriba, hicieron que nos hiciéramos amigos para hacernos compañía.

Lo cierto fue que nos hicimos inseparables por lo que duro la facultad y el fue el responsable de curar muchas de mis heridas.

Cuando dimos la última materia, la de concursos y quiebras, el cuco de toda la carrera, la dejamos para lo último, total perdido por perdido la daríamos el año siguiente y entonces íbamos relajados al integrador, aunque estudiados, si, siempre.

Lo primero que recibí al lunes siguiente, porque rendimos un viernes, fue la felicitación de Mariela, una compañera nuestra y al sonar el teléfono, estaba medio dormida, pero me despertó la noticia; ya era ABOGADA; no lo podía creer, era como tocar un ratito el cielo con las manos y me acordé de esa noche en la puerta del hospital... “no servís para abogada” y ahí me dije a mi misma TOMÁ, ya lo soy y no hubo nadie que haya podido pararme, contra viento y marea grité “SOY ABOGADA” en el patio de mi casa.

Nos juntamos luego, nos tiraron harina a Román y a mi, nuestros amigos, mis hijos orgullosos de su madre y nos sacamos miles de fotos juntos, pero la que siempre va estar en mi memoria, es la del abrazo sentido que nos dimos con Román, tanta lucha juntos y al fin abogados, ese día pusimos fecha para un asado en casa, después de las fiestas un 5 de enero.

Ese día comimos, nos reímos juntos, el grupo de 4 amigos que empezamos en el 2014 con ese sueño en el bolsillo, Martín, Canela, Román y yo, pasamos un día bello para recordar.

No pude festejar mucho porque terminé internada, al otro día después del asado con mis amigos de la facultad; el infarto, 10 días de terapia que me hicieron reflexionar.

Creo que fue eso de terminar una etapa y empezar otra nueva, eso que sentí ese ultimo día de facultad, ese último viaje.

Un capítulo de mi vida

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