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PRESENTACIÓN

Santiago, agosto de 2015.

Una excelsa descripción y análisis de un hecho histórico relevante, pero a la vez trágico, presentado en las páginas siguientes con una argumentación rigurosa y coherente, ha sido el resultado fructífero de la inquietud profesional, y por qué no decirlo patriótica, del autor de esta obra, quien se desempeña como Director del Centro de Estudios Estratégicos de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE).

Su valioso aporte se inserta en el contexto de la Guerra Civil de 1891, en que chilenos divididos en dos posiciones antagónicas irreconciliables, no fueron capaces de superar sus diferencias por la vía institucional vigente, llevando sus disputas por un camino de solución extrema, como fue la guerra. Sin duda uno de los quiebres más dramáticos de la sociedad chilena, en toda su historia republicana.

El Ejército de Chile, ya fraccionado e impelido por los acontecimientos, fue requerido tanto por partidarios del Gobierno de entonces, como por aquellos identificados con la causa del Congreso Nacional, a modo de instrumento para resolver sus controversias internas. El resultado fue catastrófico y cruento, donde miles de compatriotas se inmolaron por los ideales que estimaban justos.

Desde la vertiente de las ciencias militares, y utilizando como recursos los “elementos de la conducción estratégica” y los asociados a la teoría estratégica en general, el autor analiza y logra interpretar de manera exhaustiva, las batallas de Concón y Placilla. Su ilustración aporta un nuevo conocimiento para todos aquellos apasionados y estudiosos de nuestra historia patria.

La historia de Chile testimonia a vencedores y vencidos, pero en un hecho de esta naturaleza y dimensiones, no hay victoriosos ni sometidos; fue el país como un todo el gran perdedor, al no poder resolver civilizadamente sus divergencias internas.

Desde una perspectiva militar, alcanzaron el triunfo quienes correctamente aplicaron los principios de la guerra, y que con visión y perspectiva estratégica, planificaron sus acciones con la asesoría calificada, oportuna y eficiente, de un Estado Mayor General. Fue además el triunfo de la tecnología disponible y de la doctrina aplicada, por sobre la tradición y la autocomplacencia. Por último, fue el triunfo de la proactividad y del ingenio, por sobre la pasividad y la improvisación.

Con todo y afortunadamente, las lecciones fueron aprendidas e incorporadas a nuestros procesos y experiencias, dando paso, en los años posteriores a esta tragedia de la sociedad, a un profundo proceso de modernización institucional, que dejaría atrás una época de pretéritos recuerdos más bien románticos de la guerra, para dar paso a un sistema que ponía todo su énfasis, en alcanzar el profesionalismo necesario para lograr la operacionalidad y eficiencia que requería un Ejército renovado. Lo anterior manteniendo, en un justo equilibrio, el valor innegable del legado histórico del cual se era depositario.

En consecuencia, el Ejército no había abandonado la reconocida senda, tan característica de su tradición, de pensar y proyectarse estratégicamente, velando por no repetir errores en aspectos considerados esenciales para el quehacer de una institución que, desde sus inicios, había sido un actor protagónico en el desarrollo de Chile; Corroborando que el futuro, junto con preverse, debía prepararse.

Coetáneamente el Estado de Chile, una vez restablecida la normalidad, daba muestras inequívocas de madurez y altruismo, dictando y haciendo prácticas sucesivas leyes de amnistía, buscando con ahínco lograr la paz y cohesión social, y restaurando así el clima de hermandad y de sana convivencia nacional, que le permitiría transitar por un camino de prosperidad, ad portas en ese entonces de un siglo XX que se avizoraba con grandes desafíos por enfrentar.

Las batallas tan rigurosamente tratadas en esta obra, aportan y representan para Chile y su pueblo grandes lecciones y desafíos. Nuestro Ejército, después de esta amarga experiencia, se puso rápidamente de pie. Hoy, a 124 años de la tragedia, desarrollamos nuestras funciones plenamente comprometidos con este hermoso país y avanzamos de manera entusiasta junto a la sociedad que integramos, en procura de un futuro siempre mejor.

Junto con felicitar aI autor de esta meritoria obra, hago propicia la ocasión para instar a mis compatriotas a compartir y disfrutar de este sentimiento y vocación de servicio por Chile.

Humberto Oviedo Arriagada

General de Ejército

Comandante en Jefe

Las batallas de Concón y Placilla

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