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AGRADECIMIENTOS

Este libro es fruto de un trabajo que me ha tomado un largo tiempo, en el que —como fiel reflejo de que uno casi nunca hace nada solo— he contado con la orientación, ayuda y apoyo de numerosas personas, que de diferente manera contribuyeron a que pudiera llevar adelante esta desafiante y entretenida tarea.

Todo comenzó cuando habiendo realizado un posgrado, me vi abocado a la tarea de elaborar la correspondiente tesis, lo que como bien sabemos no es un tema menor para todo alumno. Los problemas parten por la elección del tema, del profesor guía y por la exacta definición de qué investigar. Fue en esa etapa en la que el profesor Alejandro San Francisco tuvo una crucial influencia en mí, al estimularme a investigar sobre la Revolución de 1891. A él, todo mi agradecimiento por sus orientaciones y por el tiempo dedicado a las posteriores correcciones del texto. El que circunscribiera esta investigación a las batallas de Concón y Placilla, con el objeto que —aprovechando mi experiencia como profesor de Academia en Historia Militar y Estrategia— efectuara una revisión de las razones que llevaron a la derrota de las fuerzas gobiernistas y a precisar las causas que condujeron al triunfo de las fuerzas congresistas, fue en gran medida gracias a sus sugerencias e influencia.

Como dije, fueron muchas las personas que de diferente forma me ayudaron. Una mención especial debo hacer del ex profesor de Historia de la Escuela Militar don Julio Miranda E., con quien años atrás trabajé en el Departamento Comunicacional del Ejército y que con mucho entusiasmo y dedicación se convirtió en mi investigador ayudante, por lo que semana a semana conversábamos sobres las batallas y respecto de las materias y archivos a los que debíamos recurrir para ir avanzando en la investigación. El compromiso, interés, capacidad profesional y paciencia del profesor fueron notables. Recuerdo las reiteradas veces que para poder conversar y trabajar en la investigación viajaba de Linares y me esperaba por varias horas, hasta que podíamos iniciar nuestra tarea. No pocas veces eso ocurría después de las siete de la tarde. Su cooperación, trabajo y conocimientos fueron invaluables y le estoy profundamente agradecido.

Al teniente coronel Pedro Hormazábal, del Departamento de Historia del Estado Mayor del Ejército, le debo también mis agradecimientos por su valiosa ayuda al acompañarme a recorrer el escenario de los campos de batalla de Concón y Placilla, y reconstituir los movimientos que realizaron las tropas entre el 20 y el 28 de agosto de 1891; de la misma manera, al coronel Roberto Márquez A. (Q.E.P.D.), experto del Museo Histórico y Militar de Chile, le agradezco sus eruditas contribuciones para precisar los aspectos de detalle del equipamiento de los ejércitos enfrentados.

Fueron las habilidades computacionales y el espíritu perfeccionista del coronel Guillermo Carrasco W., las que fueron puestas a prueba en la elaboración de los gráficos que ilustran el presente trabajo. En ellos se concentraron informaciones de diferentes fuentes —a veces discrepantes e incluso contradictorias entre sí— y de nuestras propias deducciones, para a partir de ellas ilustrar de la manera más clara y fidedigna posible los movimientos de ambos ejércitos, buscando hacerlos comprensibles para un público general. Agradezco su espíritu de cooperación y valiosa ayuda, así como también los numerosos trotes que por diferentes partes de Santiago realizamos juntos, y en los que —jadeos más, jadeos menos— siempre en nuestras conversaciones estuvieron presentes las batallas de Concón y Placilla.

Un especial agradecimiento le debo a la sargento1o Mónica Ovalle, quien por varios años fuera mi secretaria y que con paciencia infinita transcribió y re transcribió todas las veces que se lo pedí los borradores de este trabajo. Su espíritu de servicio y su siempre buena disposición se confabularon para que, casi en una expresión de abuso, la molestara y le pidiera más y más. Ella nunca me falló. Por ello y por mucho más, solo puedo decirle, muchas gracias.

Como se ve, de forma directa o indirecta, fueron muchas las personas que me ayudaron en esta apasionante tarea. Algunos, como los ya mencionados, me apoyaron en su génesis, otros, contribuyeron a poner en forma el texto para que en un acto de temeridad no menor, me atreviera a enviar el primer manuscrito de este libro al concurso literario del Ejército del año 2010. Para mi alegría y satisfacción esta obra ganó el concurso. Ahora no puedo sino que reiterarles mis agradecimientos, ya que fue en esos momentos que surgió la idea de transformar lo que había nacido como una investigación académica, en un libro.

Extiendo también mis palabras de agradecimiento a las diferentes personas que leyeron los borradores de este trabajo y que con sus opiniones y recomendaciones, me permitieron optimizarlo para dejarlo —espero— en condiciones de ver la luz pública. Entre ellos, en forma muy particular al general de división Antonio Martínez R., del Centro de Estudios Estratégicos de la ANEPE, quien durante estos últimos años ha soportado mis monotemáticas conversaciones respecto de las batallas. De la misma manera, al suboficial Iván Canales, secretario del Centro de Estudios Estratégicos, quién con gran dedicación me ayudó en las últimas correcciones del texto y de los gráficos.

De manera muy especial, hago extensivos estos agradecimientos al miembro de la Academia de la Historia Militar, teniente coronel (R) Pablo Rodríguez M. y a su Presidente, el general de división Marcos López A., quienes tuvieron un papel particularmente relevante en el perfeccionamiento del texto. Pablo Rodríguez, impulsado por su cariño por la historia y, supongo, que por su amistad de largos años conmigo, se ofreció a leer y comentar el manuscrito, incluso antes que yo tuviera que pedírselo. No sólo hizo eso, sino que fue mucho más allá y sus profundas y acertadas observaciones, basadas en su condición de profesor de estrategia y de magister en Historia Militar, fueron de particular importancia para corregir y mejorar este trabajo. El general Marcos López, por su parte, no solo fue un activo impulsor de este proyecto al abrirme las puertas de la Academia para llevarlo adelante, sino que yendo mucho más allá, personalmente asumió la tarea de revisar el manuscrito. Sus “sugerencias” como editor y corrector —como él delicadamente las llamó— fueron profundas y certeras. Ambos, sin lugar a dudas, con sus eruditos comentarios contribuyeron a optimizarlo.

Teniendo en consideración que este libro busca entregar explicaciones del desarrollo de las batallas de Concón y Placilla desde la perspectiva de la conducción estratégica de las fuerzas que combatieron, es decir, desde él ámbito del quehacer propio de los mandos militares, es que no podía ser más adecuado que fuera el comandante en jefe del Ejército, el general Humberto Oviedo, quien lo presentara. Es particularmente pertinente que haya sido él quien se refiriera a la trascendencia e implicancias de los hechos descritos en el libro y muy particularmente al aporte que estos “viejos soldados” hicieron a la construcción de la materialidad y espiritualidad del Ejército de Chile. Gesto que además de ser especialmente significativo, agradezco profundamente.

A todos, gracias, muchas gracias.

Andrés Avendaño Rojas

A ciento veinticuatro años de las batallas

Santiago, agosto de 2015

Las batallas de Concón y Placilla

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