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CAPÍTULO PRIMERO

FUNDAMENTOS DEL SER PARA SABER OBRAR: HACIA UN PANORAMA

Si hay que buscar el sentidode la música, de la filosofía,de una rosa, entonces noestamos entendiendonada.

José Saramago

HACIA UN MARCO CONCEPTUAL

RAÍCES FILOSÓFICAS

Las nociones del Ser para Saber Obrar (SSO) se validan por las disciplinas filosóficas que las sustentan; las entendemos desde la siguiente aproximación y cada cual con las otras dos de la trilogía y alcances:

I. Ontolología. Rama del saber que se ocupa de explicar las esencias del ser que se es –ahí– ente consciente de sí mismo. Ser que se interpreta en su verdad en correlato entre la consciencia espiritual de la consciencia (del alma-psiquis) y la realidad a partir de la mismidad, puesto que el ser –en los “aquí y ya” en la interactividad– es representación de un estado continuo de saberes determinados por serse consciente de sí mismo con la realidad en la que actúa (obra).

II. Epistemología. Disciplina que versa sobre la esencia del conocimiento, experiencia psicomotora que define el saber –gobierno de la idea– en las trayectorias evolutivas de las ciencias, técnicas y tecnologías. El saber es condición de la mente-pensamiento (inteligencia), estadio de la consciencia –por entender y darse cuenta de [being aware of]– que entiende lo que entiende sobre uno o varios conocimientos que comprende, retiene y aplica y con salida al aprehender a ser.

III. Gnoseología. Estudio sobre el discernimiento o conocimiento de la esencia del saber hacia al objeto destinado en la obra del mundo físico y metafísico. Acción o acciones tácitas de comportamientos del ser que se sabe sensato e interpreta sobre el objeto de su ser para saber poner en acción lo que requiere de acuerdo con el discernimiento.

SER, SABER OBRAR (SSO): TRILOGÍA

Por “trilogía” entenderemos el sistema (abstracto) de nociones cuyos alcances transdisciplinares se mantienen como un todo en las reciprocidades (con base en Bertalenffy, 1968). Esto incluye las posibles relaciones entre cada noción e interpreta las relaciones para comprender la interrelación recíproca que se revela en conjunto como unidad (integrada). Desde cada noción se conforma el todo trilógico, invocando la capacidad de significar cada uno de los conceptos-nociones frente a sí en consonancia con los otros dos. Se dilucidan de acuerdo con los contenidos taxativos sobre la vida sensible e insensible en las implicaciones de “entender que se entiende” (Lonergan, 1957) para retener y luego, aplicar.

Cada noción en sí misma atesora apreciaciones de conocimientos esenciales en pro del entendimiento para la comprensión del sí mismo y el objeto externo con el que se relaciona. En las reciprocidades cada noción-concepto requiere un proceso de razonamiento que se articula en la dependencia mutua –o en las interdependencias–, facilitando “saberes”, conocimientos integradores en las construcciones del conocimiento en las nueve propiedades:

El Ser en sí | Ser < ≈ > Saber | Ser < ≈ > Obrar

El Saber en sí | Saber < ≈ > Ser | Saber < ≈ > Obrar

El Obrar en sí | Obrar < ≈ > Ser | Obrar < ≈ > Saber

< ≈ > = reciprocidad de doble vía.

Por tanto, el ser consciente aprende y se aprehende (a ser) en saberes sobre el mundo interno o externo por los medios (preguntas) y las razones (necesidades) que fueren. Por estar consciente de saberse aprendido/aprehendido, se sabe inteligente (conocedor) sobre determinados conocimientos, saberes que se retienen en la memoria para y por algo desde la atención. Lo que implica que se enfundan concluyentes alcances, objetos del saber. La utilidad (beneficio) pone determinado saber expreso en la acción, en el obrar, consecuencia del conocer del ser que atañe a la dimensión de la imaginación en cuanto esta designa (gestiona/dirige) el conocimiento en las construcciones del conocimiento en los diferentes saberes.

El resultado del obrar a partir del conocimiento es esencia del pensamiento y los sentimientos de la vida interior a partir de la consciencia, el motor de la vida psíquica y biológica. De manera que cada noción de la trilogía tiene una o más correspondencias, reciprocidades con las otras dos, con nueve perspectivas diferentes en las combinaciones. Cada noción del SSO y sus conceptos se presentan en los capítulos correspondientes; se integran con otras trilogías complementarias, como identificamos más adelante, y actúan en calidad de hilos conductores –intrínsecos a los desarrollos formativos del fortalecimiento de las virtudes, el desarrollo de las habilidades transversales con las competencias colaterales y organizacionales y facultades endógenas– en pro del desarrollo integral de la vida.

En esencia: el ser humano es ente consciente; a media ración sabe que se es; como tal, que aprende y se aprehende, construyéndose poco a poco. Al saberse conocimiento, obra fundiendo la consciencia racional, afectiva, volitiva, ética, estética… entre múltiples niveles en el entendimiento (comprensión) del “sí mismo” (self) con los respectivos “yos” según los roles que cada uno ejerce y las “voces” que autoescucha por parte de la consciencia en las experiencias. Se sirve de códigos (lenguajes) para comunicarse con el mundo externo en la transferencia de significados de doble vía desde la inmediatez del sí mismo y en las intencionalidades que formula. Cada una de las nociones de las trilogías asciende, se renueva hacia diferentes cotas; de manera que el sustantivo “ser” junto con los verbos “saber” y “obrar” de cada disciplina de la filosofía se interpretan según las interrelaciones que conforman el tejido de la malla curricular.

Si bien el lenguaje es el epicentro del entendimiento, el medio que permite expresar y construir cogniciones, la palabra es la fuerza expresiva del tiempo presente en el verbo en la modalidad de infinitivo, y denota la acción por significar la razón del ser humano en el logos. La palabra es el principio racional de las cosas del mundo interno y externo del ser y conlleva a las transformaciones por el autogobierno en relación con los cambios o, en su defecto, en el futuro de estos.

En el diagrama de Venn se presentan las interrelaciones de doble vía de cada una de las nociones en los cruces de las disciplinas. Este es el marco que fundamenta el enfoque del Ser para Saber Obrar, epicentro de la dirección integral de vida. La trilogía esencial del enfoque es semilla de la coherencia interna, autenticidad que permite atender los gérmenes de todos los defectos virtudes en las dualidades y afrontar complejidades; en la pluridimensionalidad y horizontes de las significaciones intencionales que orientan al Directivo Integral de Vida (individuo interior) hacia la ética del juicio (Kant) y ética de la decisión (Hegel).

ESQUEMA 2

INTERRELACIONES DEL SER PARA SABER OBRAR Y LA ÉTICA


Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2010-2018

DEL SUSTANTIVO Y VERBOS DE LA TRILOGÍA SSO

El verbo define la acción, esto es, el estado o el suceso de algo aplicable en nuestro contexto del saber obrar en las expresiones desde la dirección integral de vida, comenzando con el ser autoconsciente, lo que implica ser esfuerzo para autosuperarse (Nietzsche, 1978), haciendo un camino permanente en su potencia transcendente. Desde estas premisas, cada verbo de la trilogía:

1) en modo simple infinitivo, va más allá de los límites de lo que comprendemos por el mundo sensible e insensible (ser, saber, obrar), en la perdurabilidad de las cosas;

2) expresa lo que es posible conjugar en la acción por quien define –llámese Directivo Integral de Vida o individuo interno–, consciente de sí, de los alcances y limitaciones frente a su unicidad y de los congéneres en procesos de innovar cambios en la sostenibilidad;

3) es susceptible a los cambios a nivel personal y productivo-organizacional, gracias a lo cual permite expresar los accidentes de tiempo, número, persona y modo; aplica a las tecnologías y a la productividad desde la habilidades transversales que comprenden, en ese orden de virtudes, competencias, facultades según el programa de enseñanza-aprendizaje, complemento de estas líneas;

4) es transcendente desde el principio por su connotación teológica, bíblica en el logos (en el principio del universo, la palabra) en el contexto del hombre frente a sí, en ser/ente desde el “verbo”; además, por iniciativa e inventiva humana en las inspiraciones con capacidad de imaginar naves ideas intencionadas en la asertividad e inherencia frente a cada quien y los congéneres;

5) “ser” significa ser con uno mismo, auténtico en los cuestionamientos o frente a los demás, por saber obrar con dignidad frente a sí en y para el bien común por medio de la palabra, el logos, en comunicación generativa con base en intercambios dinámicos;

6) en la forma absoluta, el primer verbo “ser” que significa “haber” o “existir” (en lenguaje filosófico o literario), o en el dilema de Hamlet, “ser o no ser”, este último solo como verbo porque como sustantivo “no ser” es imposibilidad.

SOBRE LA PREPOSICIÓN “PARA” DESDE EL SER

La preposición “para” del sustantivo “ser” y en su forma absoluta sin atributo significa “haber” o “existir” y en el “Dasein” heideggeriano (1927), “ser-ahí” es esencia de vida. El imperativo del verbo “ser” en su modo infinitivo, futuro del indicativo –el potencial– “para”, del presente subjuntivo, sugiere “finalidad, destino o utilidad” (en la direccionalidad de las cosas). Lo anterior implica un “lugar al que se tiende en el movimiento” como de “duración de la situación creada por la acción”; en “la disposición o en el estado de cierta cosa, adecuado para hacer de ella lo que en la preposición cada verbo expresa” (Moliner, 1994, p. 633).

DIMENSIONES HUMANAS, ALMA Y CONSCIENCIA

Al interior de la trilogía SSO, las Dimensiones Humanas en Acción (DHA) definen la estructura del enfoque, fundamentos del marco conceptual para el desarrollo y fortalecimiento de las virtudes, habilidades transversales y facultades endógenas del individuo interior hacia el estándar de la dirección integral de vida. Las DHA son las facultades intrínsecas del alma-consciencia considerando el alma como el principio vital (espíritu) mediante el cual vivimos, sentimos, conocemos y nos movemos. Ese animus (espíritu y ánima) es la fuente de todas las operaciones en la pluridimensionalidad del ser humano, como veremos en el segundo capítulo.

En el universo, el espíritu y la materia se compenetran; son intrínsecos a la naturaleza en las representaciones, como sugiere Schopenhauer (2010). La primera expresión, el espíritu, es ingrediente esencial, absoluto e inspirador de vida. Rescatamos de Jung (2013) “la creencia sobre la sustancialidad del espíritu […] después que esa afirmación cediera a una cada vez más intransigente sustancialidad del mundo físico” (p. 12), cuando, durante casi cuatro siglos, pensadores y sabios consideraron el espíritu “como totalmente de la materia y de las causas materiales” (Jung, 2013, p. 12). Y desde Kant, Hegel, Dilthey, De Chardin… entre otras mentes, el espíritu se pronuncia en la humanidad como una fuerza plena, profunda y como última expresión de la vida.

Regresando al alma humana en relación con las DHA, que esta tenga una “calidad de consciencia es un hecho que, en resumidas cuentas, hay que aceptar tal como es, pues, si no fuera así, no se podría hablar de psique; más aún, no se podría hablar de nada, al faltar el propio lenguaje” (Jung, 2013, p. 18). Al aceptar la concepción junguiana, la consciencia es la condición de lo psíquico y en sí, es el alma. Y desde la propuesta de las DHA consideremos al alma interlocutora entre el corazón y espíritu; luego, si la consciencia es alma, se viste de espiritualidad con la función de habilitar las operaciones cerebrales/neuronales; de pensar sentimientos y de sentir pensamientos, combinaciones que interpretan y codifican las percepciones, emociones, sensaciones, impulsos, intuiciones, fantasías y creencias según vivencias de realidades transitorias de estados de consciencia espiritual, intelectual, social… cuando los breves espacios de la cotidianidad en las fragmentaciones alimentan cada vez más la complejidad.

En lenguaje agudo junguiano, la idea de un espíritu autónomo, su existencia, se postula de forma natural. Inferimos que se rescata con fuerza en países emergentes en este joven siglo XXI sin referirnos necesariamente a la religiosidad e iglesias que pululan por doquier. Una cosa es el espíritu de una época o que mueve a una persona (individuo interior) manteniendo en mente que el espíritu es Amor (universal), Inteligencia y Libertad. La “psicología con alma” (Jung, 2013, p. 20) se recobraría con fuerza y de su propuesta hace 75 años. Sugerimos, por tanto, sembrar la semilla de una psicología metafísica sobre una consciencia espiritual-humanista: el común denominador del SSO desde la ética, como sugerimos llamarlo el endocentro espiritual, haciendo referencia a Hegel (1966). De forma que el enfoque de las cuatro DHA en la autoconsciencia lo enmarcamos en una consciencia espiritual-psicológica, consciencia que es conocimiento inmediato que tenemos de nuestros fenómenos psíquicos y de nuestros varios “yos” (Horney, 1959; Pörksen, 2016), que animan (en la psiquis), como reflexionamos más adelante.

En la aspiración y la fuerza para comprender la vida en sí misma, la poesía es reflejo del inmenso concepto del espíritu y la misteriosa consciencia humana (álmica), seguimos existiendo con sentido mientras creamos, y así:

¡Cuán asombrosa es la consciencia…! Inmanente. Raíz de la actitud. Puente de trascendencia… Presencia... Centro de plenitud. ¡Cuán prodigiosa la consciencia…! … endocentro espiritual… Fuente… reservorio racional. Pensamientos en estados… Mar de vida intencional; ¡Cuán fenomenal la consciencia...! … Luz radiante en el valorar… Al instante un iluminar Discernimiento… Florescencia. Aliento al reexaminar… ¡Cuán Fascinante la consciencia…! … Imágenes de una realidad… Compañera incondicional, ¡besas el alma!… Angelical… ¡Cuán alumbrada la consciencia…! … Efecto de vida espiritual… / ¡Viajera con norte misional! Guía: microcosmos… iluminada. Centello del buen sentir-pensar… Fuente de fraternidad… ¡Decibel! Unicidad… ¡Vida vertida! ¡Cascabel!

Conciencia, alma y espíritu son nociones que no se prueban o desaprueban y que nos remontan a la “psyqué” del griego, paralelo con el verbo “soplar”, y del latín “el significado del alma evocando la representación de un ‘viento agitado’, de soplo helado de los espíritus” (Jung, 2013, p. 22). Así, se hace referencia a una psicología sin alma que mantiene que el alma no es entidad que existe por sí misma, “sino una simple emanación de los procesos físicos del sustrato”, en contravía de las teorías junguianas y de las otras que adoptamos en el enfoque SSO-DHA. Por tanto, las psicologías “sin alma”, hoy, en el posmodernismo, le apuntan al transhumanismo, son de una conciencia (sin ese), que excluyen todo psiquismo del inconsciente y temas candentes de la bioética. Para estos, lo psíquico y lo anímico son tan solo efectos bioquímicos, neuronales-cerebrales, y ahora, en las bioideologías van en contravía del humanismo clásico. Proseguimos con Jung. La idea de un espíritu en sí, de un cosmos espiritual que forma parte de un sistema cerrado es postulado para la existencia de almas individuales y separadas, abriendo la posibilidad de una psicología con alma, que se basa en el postulado de un espíritu autónomo, considerando que “la hipótesis del espíritu no es más fantástica que la de la materia” (Jung, 2013, p. 20). En conclusión, lo psíquico es lo que denominaremos “álmico-conciencial”, que son las experiencias innegables del ser.

Complementariamente, Jung mantiene que “tenemos derecho a invertir, por una vez, las hipótesis y suponer que el alma proviene de un principio espiritual tan inasequible como lo es el origen de la materia en la hipótesis contraria” (2013, p. 21). Suponer entonces que el alma proviene de un principio espiritual como ya lo habían planteado Hegel, Dilthey, Hipona... y desde remotos filósofos griegos y más atrás, de las “poderosas culturas como la india y la china que elaboraron filosófica y prácticamente hasta en sus menores detalles, la vía del conocimiento interior” (Jung, 2013, p. 27). En esta propuesta, el autoentendimiento lo situamos en el SSO, en el despertar frente a cuatro dimensiones a las que tenemos acceso, si miramos con cuidado, en el desarrollo del criterio. En efecto, es el despertar frente a estas dimensiones el que nos permite saber cómo salir de zonas de confort y darnos cuenta con plena consciencia activa cómo desfragmentarnos. DHA del saber obrar tomando decisiones oportunas, enriqueciendo las virtudes y, así, fortaleciendo las habilidades aunadas a la eticidad por medio de la consciencia espiritual y los componentes dimensionales que sugerimos y en los que en estas líneas fundamentamos las reflexiones del sistema del SSO-DHA, sistema que, si bien es abstracto por las nociones que lo componen, se mantiene como un todo gracias a las reciprocidades de estas nociones (Bertalenffy, 1968), con salida práctica en las herramientas que sugerimos y explicamos.

El sentido de ser es saber que tenemos dos tipos de consciencia: la espontánea y la reflexiva. La espontánea abriga “las primeras impresiones de nuestros estados y actos” (Faría, 1955, p. 36) en el fluir continuado de la consciencia en James (1950). La consciencia reflexiva, en cambio, “es un retorno deliberado del espíritu sobre sí mismo y sus actos” (James, 1950, p. 36) frente al sí mismo en una identidad individualizada de los “yo” de Pörksen (2016), fortalecidos al sabernos conscientes de: los tiempos psíquicos –los de la memoria–, repositorio principal de nuestro inconsciente (como suele ocurrir con los estados del presente inadvertido); los tiempos reales o históricos de la consciencia; los “aquí y ya” en el presente infinitivo y la experiencia; y los tiempos de expectativas, esto es, los de los futuros que corresponden a las anticipaciones.

Afirmamos que el Directivo Integral de Vida (individuo interior) piensa con sabiduría en los cómos, con propiedad expresa en los momentos oportunos. De esta manera, genera confianza y con criterio actúa, con decisiones honestas y equitativas, gracias a lo cual genera beneficio (Comenio, 2006). Así, sobre el planteamiento de las cuatro Dimensiones Humanas en Acción (DHA), estas quedan preliminarmente identificadas, a saber:

I. Intencionalidad de la consciencia

II. Interactividad, mediante la conectividad

III. Direccionalidad por la voluntad

IV. Imaginación inspirada por la creatividad

Por tanto, consideramos que las DHA son estados interrelacionados en el fuero interno del ser que se sabe por y para algo, en función de uno o más sentidos, y además considera que la consciencia es una actividad, un fluir continuado en el interior; “facultad de considerar lo que pasa en nosotros”, o como efecto, los “hechos que, por ser conocidos por ella, existen en ella” (Faría, 1955, p. 17). Y el Espíritu, es ánimo que guía. Cada quien, como energía, soplo del presente-presencial de la consciencia espiritual, en su libre albedrío puede optar por las buenas, en vez de las malas intenciones por medio de reflexiones a la luz que la racionalidad pueda irradiar, pero en la frecuente oscura y fría especulación de los pensamientos, los cuales, no obstante, se sienten buenos en las sombras del corazón (Rilke, 2001, p. 81). El sistema dimensional se pone en marcha considerando que los componentes son expresiones de cambios cognitivos, emocionales, espirituales, sociales, entre otros estados anímicos y actitudinales en las circunstancias de la cotidianidad. Es a partir de la consciencia cuando interpretamos cada noción al interior del corazón-alma y con mente abierta (en ese orden en la autognosis), inspirada por el ánimo (alma), la voluntad de Schopenhauer (2006) y la aperceptividad de Leibnitz (1983). Es a partir de la primera dimensión que las demás dimensiones se integran en las simultaneidades como un programa de computador “con varias ventanas abiertas” y cada dimensión con su rol y responsabilidad conscientes de la responsabilidad de cada una en el sistema. Son cada vez más las personas huérfanas de atención concentrada en el mindfulness por los actos conscientes con salida en cada una de las siete Áreas de Concentración Individual. Iremos despacio con este tema intrínseco al enfoque dimensional que se sugiere.

Los conceptos sustanciales de las cuatro Dimensiones Humanas en Acción del marco conceptual son:

1. Intencionalidad. Se refiere a la consciencia individual de sentipensamientos atentos compenetrados en la mente-cerebro que se sabe alerta y desde una memoria promueve determinado actuar en el criterio de valores y actitudes en las necesidades, expectativas o intereses, deseos o pasiones en pro o en contra de un objeto físico o social. Estímulo de energía espíritumental (neuronal)-emocional que en milisegundos predecisorios (intuitivos o razonados) desde la inmanencia, aperceptualmente direcciona los sentidos con anticipación de causa y efecto en la acción.

2. Interactividad. Presencia intencionada y atenta frente a sí mismo y con el mundo externo desde la mismidad en los “aquí-ya” en concordancia con las razones de ser “Dasein”: estar-ser-ahí- dándose cuenta de, en los hilos del tiempo lineal (del reloj) y psíquico (de la memoria), con visión interna (insight) y atención concentrada (mindfulness), compenetrado con el momento del presente-presente (los “aquí y ya”) al hacer valer la experiencia frente al objetivo del momento en beneficio personal o mutuo.

3. Voluntad. Factor dimensional, facultad del discernimiento y madurez personal en el manejo racional del fin y motivos para obrar, ejecutora del querer libremente atendiendo las necesidades, intereses, expectativas, deseos y pasiones, como factor esencial de la gobernabilidad individual. Esencia vital del desarrollo humano que previene crisis personales y profesionales. Propiedad del ser autoconsciente, racional y ético-moral que confronta con carácter y criterio, motivos y estímulos mixtos en el ejercicio del libre albedrío con actitudes positivas (asertivas) en la direccionalidad de cosas.

4. Creatividad. Inventiva, pensamiento original, imaginación constructiva, pensamiento divergente o pensamiento creativo. Es la generación de nuevas ideas o conceptos, o de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales. Se nutre de la inspiración, intuición; propiedad asequible y ocasional en el continuum de las cosas a nivel individual. Es representación, extensión del mundo de las ideas en dos modelos de la realidad: la inteligible (imagen) y la sensible (cosas). Carga energética de procesos (heurísticos) que tienden a ser “cerrados”, aunque en entornos productivos los imaginarios de las iniciativas originales a nivel individual se validan y llegan a fortalecerse colectivamente. La creatividad ocurre a partir de la recursividad con referencia a las otras tres dimensiones.

De manera que el fuero inmaterial, “ingenerado” de las cuatro dimensiones son las que mueven al individuo interior desde la consciencia que entendemos como “la principal candidata que sostiene la singularidad de los humanos” (Dehaene, 2015, p. 302) al saber que sabemos que sabemos. De esta manera, estas dimensiones son medios para un mayor autoentendimiento del sí mismo y de mirarnos potencialmente “autotrascendentes” (Frankl, 2011), alertas frente a los devenires que se presentan con el correr de los días. Las dimensiones facilitan el mantenimiento del equilibrio entre las Áreas de Concentración Individual, como veremos a continuación, al anticipar, apropiar y llevar a la acción y atender las necesidades, intereses, deseos o pasiones (estímulos) en razón de algo o para algo en las intencionalidades que brotan en la medida que vamos corriendo con la cotidianidad en las tijeras del tiempo.

Las DHA son entonces las disposiciones que orientan los procesos que facilitan, por ejemplo, la trilogía de la Elección (la toma de decisiones), la Responsabilidad (capacidad de respuesta hábilmente) y la Autoridad (autarquía) (ERA) que un individuo interior asume con base en la trilogía de los Valores, Actitudes y las Conductas (VAC), trilogías al interior del SSO que sirven de hilo conductor para el desarrollo de las habilidades transversales y las facultades endógenas que un directivo integral posee y manifiesta según realidades experienciales en la temporalidad de las cosas cotidianas. Así, las cuatro dimensiones son como la luz del individuo interior mientras este ilumina distancias frente a su propia trascendencia, y trabaja hacia la excelencia personal en función y en proalimentación de y hacia su “gran diseño”, ese yo ideal, norte misional que persigue fines continuos en el desarrollo del autoconocimiento mediante el sistema del SSO y, en lo posible, manteniendo las Áreas de Concentración Individual en equilibrio a pesar de las contingencias.

La Elección es la libertad que el individuo interior ejerce frente a la integridad que guía la autoconsciencia en el discernimiento para que, de hecho, esté en capacidad de responder con habilidad (responsabilidad) con base en la intención de la consciencia y la actitud que lo mueve a la acción para consigo mismo o congéneres, al ejercer la Autoridad (el autogobierno) a partir de las virtudes por las decisiones que toma. Los autorrescates del sí mismo son continuos… se mantienen en movimiento en las compensaciones. Estos espacios de reflexión-acción permiten definir el sentido sobre lo que se hace o se deja de hacer en la madurez o inmadurez según las causas y los efectos a partir de la consciencia como actividad o en sus efectos cuando la voluntad actúa a nivel de la atención concentrada e imaginación, según los estados e intencionalidades que se alumbran cuando pensamos los sentimientos (emociones) y sentimos los pensamientos (ideas).

ESQUEMA 3

LAS DIMENSIONES HUMANAS DESDE LA CONSCIENCIA ESPIRITUAL


Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2019.

Consideremos que “dimensional” representa una extensión de las realidades inteligibles del fuero interno (psiquis) en las naves ideas; pensamientos, sentimientos y sensaciones en el continuum del fluir de la consciencia y del inconsciente en las teorías de James, Jung, Adler y otros. Los conocimientos se materializan en realidades empíricas (fácticas), esenciales para la supervivencia, la estabilidad o el crecimiento del individuo interior.

Los conocimientos y saberes conscientes no son significativos hasta que el individuo interior los interpreta por medio de introspecciones y les asigna contenido y determinado significado intencionado transformado en un lenguaje con los códigos propios y sociales. Lo dimensional ejemplifica los fenómenos de los sentidos percibidos por la mente y “explica el ser y la consciencia” de las cosas del mundo sensible (Husserl, 1949). Estas realidades se presentan en las correspondencias, o bien, en las reciprocidades de los antes y los después en los tiempos lineales –los del mundo material (los del reloj)–, y como consecuencia, en los tiempos psíquicos –de la memoria–. Si bien la psicología es ciencia de realidades (the matters of fact) en Hume, los fenómenos de que trata son sucesos, existencias reales “que pertenecen dentro del orden de mundo uno del espacio y del tiempo, o de la ‘omnitudo realitatis’” (Husserl, 1949, p. 10).

En síntesis, la capacidad para emprender o continuar con determinados recorridos se manifiesta cuando en los espacios-de-tiempo (distancias) hacia propósitos imaginados (visualizaciones), se les presta debida atención por una u otra razón (consciencia intencional), en espacios y tiempos lineales –presentes-presentes cuando se gestan los recorridos (conectividad)– y se define así la dirección que se da a las cosas mediante la toma de decisiones (voluntad) y así también con la predisposición en una buena disposición en pro o magnitud de algo que motiva al Directivo Integral en el continuum de las cosas que se materializan por la imaginación en quehaceres, en obras en cualquier alcance.

La dimensión de la creatividad es el concepto que cobra vida con la voluntad de imaginar y transformar la realidad con mixturas nuevas, idearios con salida práctica comenzando en los procesos intuitivos, resultado de la imaginación. Así, las ideas o combinaciones innovativas son las que responden a los contenidos de la razón, así como a los conceptos contenidos del entendimiento e intuiciones, expresiones de la sensibilidad, como veremos en los siguientes capítulos.

LAS ÁREAS DE CONCENTRACIÓN INDIVIDUAL

Con base en las Dimensiones Humanas en Acción, el marco conceptual del Ser para Saber Obrar también cobija siete Áreas de Concentración Individual (ACI) las cuales las equiparamos con la teoría de la jerarquía de necesidades de Maslow (Whittaker, 1977, pp. 176-177), así:

Dentro del marco conceptual del SSO, las necesidades de Maslow se circunscriben a necesidades físicas, sociales y psíquicas, las cuales en el modelo se complementan con intereses o expectativas, deseos y pasiones por parte del Directivo Integral de Vida, sugiriendo estímulos diferenciados al interior de las siete Áreas de Concentración Individual. Las pasiones, los deseos y los intereses no son requerimientos, pero sí son estímulos que requieren tomas de decisión y acciones para llevar a cabo con determinación y entusiasmo; y todas estas querencias son mutables al interior de cada una de las siete Áreas de Concentración Individual con salida en las habilidades transversales (con las virtudes y las competencias en las tipologías), que comprometen al individuo interior directa o indirectamente con la misión de vida, o bien, el “gran diseño” que establece con sensatez desde las experiencias frente a una teoría sobre la madurez (en esencia, prudencia en el ejercicio del criterio) y se manifiesta con los respectivos antónimos en breve, así:

HACIA UNA TEORÍA DE LA MADUREZ

Inmadurez Temor / desconfianza Mentira / incumplimiento Pesimismo / envidia Pereza / narcisismo Avaricia Cólera / terquedad Agresividad / cobardía Ignorancia / atrevimiento Inseguridad / timidez Pasivo Dependencia Comportamiento de pocas maneras Intereses superficiales y erráticos Perspectiva a corto plazo Posición subordinada Ausencia de conciencia de sí y de sus actos Madurez Audacia / seguridad de sí Veracidad / rectitud Optimismo / servicio Acción / entrega Generosidad / comprensión Jovialidad / flexibilidad Tolerancia / colaboración Preparación / estudio Estabilidad / seguridad Activo Independiente Se comporta de muchas maneras Intereses profundos y perseverantes Perspectiva a largo plazo Posición igualitaria o súper-ordinaria Conciencia y control de sí

La teoría de la madurez (González, 2005), presentada como esta “lista de chequeo”, permite vislumbrar cómo obrar frente a la realidad con audacia, rectitud, entrega y perspectiva, entre otros rasgos reflexionados en las construcciones del autoentendimiento por quien se sabe consciente, en equilibrio frente a sí al actuar con ecuanimidad con el entorno. Lo anterior le permite autodefinirse de acuerdo con lo que cree, piensa, siente y hace con su vida, guiado por el criterio, el medio para conocer la verdad al interior de las dimensiones humanas en las decisiones. Sabe que la tranquilidad de consciencia (felicidad) es claramente proporcional a la superación (dominio) de los pocos defectos con relación a los más numerosos atributos o cualidades que el ser consciente de sí conserva, nutre y yuxtapone.

El individuo interior se autodefine por lo que piensa, siente y hace en cada Área de Concentración Individual de la Vida. La felicidad (o en Horacio, la ausencia de dolor) la hace más alcanzable. Este valor es directamente proporcional a la superación de los defectos en la etapa de madurez consciente. De manera que el Directivo Integral de Vida canaliza las actividades en cada área en conformidad con la madurez que define para su vida y “sus circunstancias” (en términos de Ortega y Gasset) y maneja cada área como proyecto de vida integrado con los demás, estableciendo la misión desde el “gran diseño”. Y cada área tiene igual jerarquía, cobra igual valoración, puesto que unas áreas refuerzan las otras y orientan cualquier iniciativa (intencionada), concatenada con las otras en los espacios de tiempo. Lo anterior se basa, por una parte, en los bienes de la vida humana, que se dividen en tres clases, según plantea Aristóteles en la Ética Nicomáquea: los exteriores, los del alma y los del cuerpo, y por otra parte, en la búsqueda de los cambios de Schopenhauer (2006). De esta manera, el individuo interior se confronta con:

1. Lo que cada quien es: el temperamento, carácter y la personalidad en los sentidos más amplios que incluyen la inteligencia, los valores, el sentido ético-moral, las actitudes, las conductas, etc.

2. Lo que se posee: en conocimientos con base en los valores, los títulos, propiedad y el haber de todas las clases.

3. Lo que se representa: la manera como los demás se caracterizan frente al individuo interior; por tanto, lo que está en su representación frente a sí y a los demás.

Las tres suertes sobre aquello que cada uno piensa que es, posee y representa están en moción y pasan por transformaciones que se registran en las distancias recorridas por el individuo interior en los tiempos lineales y psíquicos en su continuo de los presentes-pasados (memoria), presentes-presentes (experiencias) y presentes-futuros (expectativas), según los telos (objetivos que persigue en los fines de la vida). Estas conjugaciones son en pro de las anticipaciones, apropiaciones y las acciones dentro del esquema prospectivo de los futuros deseados en los cambios. Lo anterior implica una dirección en la madurez de las actividades al interior de las cuatro DHA con salida en las siete áreas, definiendo lo que es correcto hacer y lo que no, con ilusión de alcanzar la autorrealización de Maslow en la cúspide de la pirámide de las necesidades, las que, al interior del Ser para Saber Obrar, complementamos con la estructura de las áreas, puesto que la autorrealización requiere autoentendimiento, no solo en beneficio propio, sino en el canalizar el saber ser integral en beneficio de los congéneres en el bien común. Al área espiritual le corresponden los procesos de las “necesidades” (deseos o pasiones) a la propuesta de Maslow en la cúspide (Esquema 4, arriba) y autotranscendente en Kant y Frankl en los pilares del autoconocimiento que conllevan a los referentes éticos-morales del Directivo Integral de Vida, como veremos más adelante.

ESQUEMA 4

LAS SIETE ACI Y LA JERARQUÍA DE NECESIDADES MASLOW


Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2010-2018.

Con base en la anterior visual en las interdependencias, el reto del directivo integral está en vislumbrar la vida integradamente en los equilibrios. Apreciar la realidad como una totalidad integrada, evitando fragmentaciones, aumentando la intensidad y la calidad de la “atención concentrada” (atención desnuda o mindfulness), la visión interna (insighting), la precisabilidad1 o bien responsabilidad demostrada (accountability), facultades endógenas que complementan las habilidades transversales que le competen al Directivo Integral de Vida frente al omnitudo realitatis –el conjunto, la totalidad de la realidad, desde lo íntimo-personal y profesional–. Y la vida consciente reclama definición en los actos a partir de las intenciones que los guía en las reciprocidades.

Las Dimensiones Humanas en Acción son las guías para afrontar las vicisitudes que el ser atiende a oscuras “luchando toda noche de la vida”, gestionando el riesgo en las contingencias que se presentan de una manera u otra al interior de las siete Áreas de Concentración Individual. Es en tales retos cuando una Dirección Integral de Vida satisface todas las necesidades, la mayoría de sus intereses y expectativas y algunos de los deseos y pasiones en las querencias con base en las cuatro virtudes cardinales que son necesarias para atender las siete áreas en el recorrido diario mediante las habilidades transversales y las facultades endógenas que facilitan y propulsan al individuo interior hacia la excelencia mediante la voluntad. Los motivos para la acción (motivaciones) y los estímulos precedentes a las realidades internas y externas de cada uno frente a cada una de las áreas son, en esencia, los que le dan sentido a la vida.

En el anillo externo del Esquema 5, abajo, observamos en el continuum de la cadena que cada estímulo invita al libre albedrío a responder a interrogantes (qué hacer, por qué, para qué, cómo, cuándo, con quién, en dónde…), lo que implica toma de decisiones (en la autonomía de la voluntad) y como consecuencia se procura la acción, la que, a su vez, provoca otros estímulos y así se genera el bucle en el continuo de las cosas. Gracias a las capacidades o atributos personales –que son las habilidades transversales y facultades endógenasel individuo interno responde con habilidad frente a cada uno de los roles en las siete áreas. La capacidad de responder con habilidad en la vida es posible por medio de las dimensiones cuando se tiene consciencia de la intencionalidad, la conectividad, la direccionalidad y la creatividad de lo que hacemos o dejamos de hacer.

ESQUEMA 5

ÁREAS DE CONCENTRACIÓN INDIVIDUAL Y DIMENSIONES HUMANAS EN ACCIÓN


Fuente: Desarrollo del modelo: González-Duperly. Derechos reservados en dimensiones humanas en acción- SSO-2017.

En relación con los desempeños de las cuatro dimensiones y la influencia que tienen en las Áreas de Concentración Individual, el modelo se enriquece con las conexiones funcionales entre las estructuras de la psique de Jung (2013): pensamiento, intuición, sentimiento y sensación, factores propios de la consciencia (Dimensión 1) y consecuentes manifestaciones antropológico-culturales, entre otras, de las que tratan las teorías psicológicas junguianas, en particular las relacionadas con las actitudes.

Las dimensiones actúan como fuerzas motrices al interior de las Áreas de Concentración Individual; la tensión por las presiones internas o externas se reducen mientras se logre mantener o recuperar el equilibrio emocional en la homeostasis (Cannon, 1939). Al controlar y mantener en equilibrio las siete áreas, estas se fortalecen mediante la direccionalidad que se asigna a la vida entendida integralmente. El manejo de una vida ordenada, sostenida –que se mide en la distancia que se recorre frente a cada proyecto de vida–, es el pasaporte para autotranscender, dejando espacios de tiempo para la realidad externa, el derrotero esencial desnudo de la existencia por el hecho intrínseco de ser un individuo interno quien, como sugiere Frankl,

[...] siempre está relacionado con y señala a algo distinto de sí mismo, más exactamente expresado, hacia a algo o alguien. Es decir, más que aparecer preocupado por alguna circunstancia interna, sea ésta el placer (freudiano) o la homeostasis, el hombre se orienta siempre hacia el mundo externo, y dentro de este mundo, se interesa por colmar el sentido de las cosas y por otros seres humanos (1987, p. 282).

Y complementariamente, la autocomprensión ontológica prerreflexiva de Frankl considera que “el hombre sabe que se está autorrealizando en la medida en que se olvida de sí mismo, ya sea sirviendo a una causa noble o amando a otra persona distinta de sí mismo” (2011, p. 282). Así, las causas nobles en el amor en su sentido amplio espiritual-humano y la libre elección son los semilleros de las Áreas de Concentración. Estas son paralelas con las necesidades sociales de valoración y de autorrealización por las exigencias interactivas en las reciprocidades que requieren las Dimensiones Humanas en Acción al interior del sistema de Ser para Saber Obrar. De manera que la autorrealización en Maslow y el ser autotrascendentes de Frankl las consideramos acciones dimensionales, conscientes, integradas con las funciones junguianas (pensamiento-intuición, sentimiento y sensación) del Esquema 5, arriba. Y consideramos que esta autorrealización consiste también en mantener el equilibrio al dirigir con madurez las Áreas de Concentración Individual con base en los principios que fundamentan la ética (la honestidad y el respeto) y, de igual manera, establecer una tabla diáfana de valores y actuar conforme a estos, ya que, de esta manera, se abren las oportunidades para salir de sí y ejercer un control sosegado de sí.

Desde los planteamientos de Maslow, Frankl y Jung, el manejo práctico de las cuatro Dimensiones humanas y de las siete áreas es entonces el recurso para fortalecer los procesos de autoconocimiento en un desarrollo personal progresivo al comprender las realidades internas y externas a partir de percibir, intuir, pensar, y sentir (Jung, 2013), y al considerar la consciencia espiritual, que es la guía de las intenciones y de las acciones voluntarias en los asuntos donde prima la atención concentrada (mindfulness) y la visión interna (insighting) de las que se ejerce control, cuando se quiere, en la Dimensión de la Voluntad.

De manera que con las manifestaciones inteligentes (al interior de una consciencia espiritual) hacia la autorrealización y autotrascendencia, el marco conceptual del Ser para Saber Obrar se deslinda en el bien obrar a partir de la libre elección en la rectitud moral en cada área: frente a sí (ética) y para con los demás (valores morales), como veremos en el capítulo tercero. Y cuando un directivo integral se autorreconoce en la experiencia de vida en los aprendizajes (por medio de las habilidades y facultades), el individuo interior se reconoce inmanente (Kant); se sabe frente a su propia finalidad, inherente a la permanencia del yo interior, en el ser que reconoce y va despertando frente a sí y que, desde el pensamiento augustiniano, clama: “me he hecho cuestión a mí mismo”.

Por lo tanto, la construcción personal es posible a partir de la inmanencia y las construcciones personal-transcendentes, a flor de piel en la realidad para quien las quiera buscar en su interior, entendiendo qué es lo que se busca en el telos del gran diseño, la misión en una vida, manteniendo los equilibrios en el principio de homeostasis. El complemento espiritual y la transcendencia –en las “aspiraciones superiores” de la psique humana de Frankl– son elementos para definir el sentido y la posición para la vida y la orientan para insertar la razón del ser individual en concierto con los valores universales en la sociedad. Estas axiologías afloran cuando las dimensiones humanas activan la imaginación hacia el interior, y a la vez, hacia lo social. Esa inspiración es consecuencia de la inventiva-intuida, resultado de las dimensiones del marco conceptual del Ser para Saber Obrar a partir de: la consciencia intencionada, la conexión auténtica con el mundo sensible e insensible y la voluntad que direcciona la acción a partir de la imaginación en las iniciativas de la creatividad, sabiéndonos seres innovativos porque transformamos lo que nos es dado por los sistemas de vida, tanto para el bien como para el mal.

Decisivamente la persona imaginativa de sí, en procesos de autorrealización desde el autoconocimiento, es dinámica y constituye el gran diseño para vivir por algo, en vez de vivir de algo (Kierkegaard, 2012), al saberse simultáneamente aprendiz y obrante con base en los diferentes motivos para la acción y en búsqueda del sentido (Frankl, 1945), de frente a lo que hace o se deja de hacer en el ser, el deber ser y el tener el deber de… Lo expuesto se encuentra en la dignidad y en las virtudes humanas a partir de una ética íntima y una tabla axiológica pertinente a cada una de las Áreas de Concentración Individual. En la cotidianidad, lo bondadoso es bienaventurado (feliz en los goces alegres), considerando que las cosas del mundo no siempre son buenas por ser deseadas, sino que son deseadas por ser buenas. Y, ¿no es por la libertad, gracias a la amplia capacidad de elegir, que no siempre obramos en función de un bien mayor con integridad?

El cuadro 1 presenta los cruces preliminares entre las nociones del Ser, Saber y Obrar y las dimensiones de percibir, intuir, pensar-sentir, aprender y actuar, bondades de las esencias de cada dimensión en relación con las Áreas de Concentración Individual. La propuesta de las cuatro dimensiones se vislumbra psíquica-espiritual, visión introspectiva que surge de la dimensión de la Consciencia, cuya esencia es la intencionalidad y que en los flujos de los sentipensamientos hace “presencia” en su mismidad y se exterioriza mediante la dimensión de la Conectividad, cuya sustancia son las interacciones de los “aquí-ya” con el mundo real. Estas articulaciones ocurren por la dimensión de la Voluntad, atributo que establece la direccionalidad y orienta las decisiones. Así, entra en las interdependencias dimensionales la Creatividad –originalidad constante–, cuya esencia es la imaginación, la promotora de apariciones incesantes que surgen del fuero interno; la intuición en esta dimensión propulsa la realidad de maneras diferentes en los futuros deseados que son intencionados.

CUADRO 1

CRUCES TRILOGÍA SSO, DIMENSIONES HUMANAS Y ÁREAS


Fuente: AGD-Gerencia integral, 2010: SSO/DHA, 2018.

DE LAS VIRTUDES

Estas disposiciones habituales son actitudes firmes mayormente para hacer el bien que permiten al individuo interior realizar actos buenos, considerados de valor en cualquier ámbito, entregando lo mejor de sí. El individuo interior en búsqueda inmanente de querer en la voluntad de ser virtuoso reconoce las oportunidades para hacer entregas, intencionadas con acciones sencillas, concretas. Es el ejercicio de una voluntad que se educa, cultivándola, consciente, que promueve el hábito de estar alerta frente a sí, prestando atención concentrada a sus facultades en los tiempos de los “antes y después” que definen el sentido de la vida. Tales disposiciones se orientan mediante objetivos que comprometen los derechos y los deberes que le corresponden a emisor y receptores. Al estar conscientes de las cuatro virtudes estimuladas por las cuatro dimensiones al interior del Ser para Saber Obrar, estas propensiones son un saber obrar con integridad en la coherencia. En la sabiduría de Confucio (libro de las virtudes), “Existen cinco características que pueden ser universales y que actúan en la esfera social: respeto, grandeza del alma, veracidad, agudeza y generosidad”.

Las virtudes en la memoria desde la consciencia intencionada (Dimensión 1) incluyen:

La prudencia, el fundamento de toda acción; por tanto, es la primera virtud del ser-individuo interior-Directivo Integral de Vida. Es una cualidad que se cultiva y requiere del ejercicio constante de la razón (el criterio) para actuar con reflexión al discernir entre lo que es importante y urgente, entre la bondad y la torpeza –esta que siempre conlleva al mal, al temor que suele manifestarse y es ofensiva, insensata, imprudente–.

La justicia, que implica equidad, principio de vida (ley universal). Al igual que la prudencia, es una virtud transversal. Como segunda virtud dentro del esquema del Ser, Saber y Obrar, consiste en facilitar a cada uno lo propio de acuerdo con su naturaleza y en concordancia con los actos en el correr de los “antes y después” de lo cotidiano. De manera que la entrega, la sensibilidad y la empatía son los tres ejes de esta virtud, la que también es un principio (ley universal) de vida y que es manifiesta en cualquier actividad personal o profesional.

La templanza, la tercera virtud moral que modera la atracción a los placeres, equilibrando los desenfrenos de la vida en los bienes materiales y del espíritu; con ella en acción se asegura el dominio de la voluntad, facultad racional, apetito que sigue al conocimiento.

La cuarta virtud, la fortaleza, es el cultivo de la fuerza de ánimo para afrontar adversidades; clama constancia en la búsqueda del bien, con paciencia e inteligencia hasta alcanzar el cometido final en las anticipaciones, sabiendo vencer los miedos.

De la prudencia, justicia, templanza y fortaleza provienen múltiples cualidades, parte del tejido de otras virtudes, principios y valores éticos y morales, atributos y actitudes intrínsecas al ámbito espiritual2, epicentro del sistema del Ser para Saber Obrar.

Las virtudes cardinales se regulan por medio del entendimiento. Es a partir de la capacidad de comprenderlas que se retienen para aplicarlas en el mundo interno; de esta manera dinamizan el sentimiento de valor personal (autoestima) y la autoconfianza, donde ambas cobran valor.

DE LAS HABILIDADES, COMPETENCIAS Y FACULTADES

DE LA DIRECCIÓN INTEGRAL DE VIDA

En el contexto del Ser para Saber Obrar, el eje horizontal corresponde a las habilidades transversales. Estas se fundamentan en un tripié combinado de virtudes, competencias colaterales y organizacionales, y en las destrezas pertinentes a cada competencia, que se presentan como complemento a estas líneas. Las habilidades se perfeccionan mediante facultades endógenas explícitas, que también identificamos y cruzamos mediante un análisis de relevancia en términos de alta, media y baja incidencia, como se aprecia en el Cuadro síntesis 2 (“Hacia una malla curricular”).

El término “habilidad” tiene la raíz etimológica de la cualidad “hábil” –del latín habilitatis, que se refiere a “lo que se puede tener”–3. Así, las habilidades representan las capacidades o cualidades –bien sean innatas o las que se pueden adquirir por medio del conocimiento que el Directivo Integral de Vida tiene (que atesora)–. Estas se utilizan en circunstancias específicas mediante determinadas acciones relacionadas con los procesos de dirección (gerenciales y de liderazgo), talentos que se ejecutan con facilidad para cumplir con eficacia objetivos y metas tanto a nivel personal como profesional y vocacional (Webster’s, 1983; RAL, 2002).

Las facultades endógenas incorporan aquellos atributos distintivos de la inteligencia (ámbito cognitivo mayormente), es decir, aquellos que distinguen a un individuo interior y le facilitan un entendimiento específico, profundo (esencial) para hacer (obrar) con calidad sobre las virtudes. Son competencias que se expresan por medio del discernimiento.

Las habilidades se consideran como transversales porque, como capacicualidades, se cruzan (transversalmente) en dirección perpendicular a lo que se considera “que se puede tener” u obtener (Corominas, 1984). Así, por su esencia oblicua y por los selectos comunes denominadores que estas habilidades transversales exhiben, se trasponen y articulan con una o más dimensiones, virtudes, competencias y respectivas destrezas con las facultades endógenas en al ámbito cognitivo. Al decir que son facultades endógenas se hace referencia a que proceden del interior, se engendran en él. En efecto, el vocablo “endógeno” viene del griego endo (que significa “adentro”) y del griego gen (que hace referencia a producir o engendrar). Por tanto, “endógeno” significa que nace dentro, y que “produce” o “engendra” dentro del sí mismo (Corominas, 1984).

Cabe anotar también que las habilidades transversales requieren de compatibilizaciones substantivas con los atributos individuales (cualidades y motivadores) que el Directivo Integral de Vida autorreconoce. De manera que los procesos de enseñanza-aprendizaje cobran valor cuando el terreno está abonado para asumir el entendimiento sobre cada una de las competencias y su interrelación según la convergencia (nivel de inherencia) con las demás, visto que el enfoque es integral por su naturaleza transdisciplinar. Por lo tanto, se enseñan y se aprehenden con profundidad, no superficialmente. Se trabajan con metodologías activas, con fundamentos teórico-prácticos aunando los valores y las actitudes que orientan y sostienen las predisposiciones que se reflejan en los comportamientos propios de cada competencia y cada facultad. En los “cómo” es que estas habilidades transversales se entregan (aplican) según los contenidos basados en la realidad y en relación con los comportamientos (actos en las obras), mediante la comprensión de las trilogías complementarias al Ser, Saber y Obrar, que entran en juego en el proceso de la formación de competencias que se circunscriben al aprendizaje por razonamiento y sirven de hilos conductores al interior de las habilidades transversales y las facultades endógenas, como veremos más adelante.

DE LAS COMPETENCIAS

A partir de las fundamentaciones filosófico-prácticas que se presentan en estas líneas, la formación en las competencias correlativas a las virtudes y facultades endógenas se traduce en una obra práctica. El libro es para quienes están abiertos a la tarea de enriquecer su formación personal y profesional con la de los congéneres por medio de dotes de dirección en los ejemplos con salida en entornos productivos-organizacionales de pequeñas, medianas y grandes empresas y para que quien tenga “limpios los ojos del entendimiento” (en términos de Comenio) y con visión interna se mire el sí-mismo.

Se presentan maneras diferenciadas, didáctico-pedagógicas, para comprender y retener las herramientas pertinentes a cada competencia. El manual-guía ofrece conocimientos profundos y pone énfasis en las esencias. Se da un tratamiento concreto a los conocimientos que se presentan con un lenguaje a la vez sencillo y profundo. Los contenidos útiles de la oferta sirven para contrarrestar situaciones-problema que se presentan en los espacios productivos, complemento de los atributos personales y los conocimientos profesionales al interior de cualesquiera de las ciencias administrativas, sociales y humanas, y son aptos para usuarios con cualquier nivel de experticia.

Las competencias son atributos innatos y aprehendidos del individuo interior genuinamente interesado en fortalecer las habilidades transversales con fundamento en la práctica consciente de las Dimensiones Humanas en Acción para fortalecer la ética del Ser para Saber Obrar en la integridad e integralidad, para enriquecer dones y cualidades en la pluridimensionalidad4 según las motivaciones personales y el nivel de consciencia frente a la inmanencia y los procesos transcendentes. Incluyen: tabla de valores, actitudes, temperamento, carácter, experiencia, conocimientos, fundamentos del sí mismo (de la psique) de un Individuo Interior. Las competencias se miden frente a desempeños y pruebas psicotécnicas para contrarrestar debilidades por medio de procesos de enseñanza-aprendizaje, con metodologías activas.

El carácter transdisciplinar de los saberes de las competencias colaterales y organizacionales invita a desarrollar un manual-guía con procesos amables de enseñanza-aprendizaje para enriquecer o sustituir modelos antiguos de valores, actitudes y comportamientos por otros nuevos dentro de los principios y en coherencia con la integralidad. Se convida así a desarrollar idoneidades para solucionar situaciones-problema en los ámbitos comunicativos, organizacionales, de autoestima, bajo rendimiento, gobernabilidad, conflictos, entre otros retos, al interior de la gestión directiva con visuales integrales, como consideramos más abajo.

Las tipologías de competencias que identificamos a continuación se consideran “blandas”, principalmente “herramentales” por la utilidad que estas generan.

LAS COMPETENCIAS COLATERALES

Al interior de las habilidades transversales, las competencias colaterales, como sugiere el adjetivo, están junto a las virtudes y a las competencias conexas (organizacionales), así como a las cuatro Dimensiones Humanas en Acción del sistema Ser para Saber Obrar, considerando los contenidos de las cinco trilogías.

Las competencias colaterales tienen inherencia directa en la vida personal y profesional del individuo interior en función de:

Ética del Ser para Saber Obrar

Toma de decisiones e implementación

Uso eficaz de la vida

Estrategias asertivas de comunicación

Generación de confianza, confiabilidad y empatía

Formación y consolidación de equipos de alto impacto

Las competencias colaterales son funcionales para individuos interiores con un enfoque de vida práctico. Contrarrestan la imprevisión. Los resultados de los aprendizajes de estas competencias se relacionan con la autarquía (gobernanza personal), con los estilos y manejos de influencia según las dinámicas relacionales, las que son más abiertas al interior de los puntos cardinales de la profesionalidad del directivo integral. Estos puntos cardinales incluyen la constancia frente a los cambios, así como la distancia o la cercanía que hay que tener con los socios, colegas y colaboradores, factores que inciden en la gestión de conocimiento, en los cambios de valores, actitudes y comportamientos en función de los tiempos y en la dificultad para que estos cambios ocurran y se puedan medir (indicadores de gestión).

Estas competencias colaterales inciden también en el fomento de los congéneres según las curvas de aprendizaje y en la habilidad para identificar fuerzas motrices y restrictivas a nivel organizacional para desarrollar y fortalecer las primeras y contrarrestar las segundas. Son competencias que contribuyen para lograr verdaderas integraciones y propiciar una cultura interna más propicia para las innovaciones, la gestión gerencial de los riesgos y la sostenibilidad. Además, permiten comprender mejor los efectos del direccionamiento al interior del arte y la ciencia de la prospectiva, la planificación, lo estructural-organizacional y los factores psicosociológicos involucrados en los procesos de las renovaciones empresariales según contingencias, prioridades y proyecciones que el directivo integral maneja en complemento con las competencias organizacionales.

COMPETENCIAS ORGANIZACIONALES

En esta segunda categoría de competencias también se trabajan “los cómo” para poner en marcha las renovaciones o para dar seguimiento a los cambios con el fin de generar impactos positivos en los procesos de desarrollo organizacional al interior de las estructuras productivas en beneficio de los clientes internos y externos. Son competencias más “herramentales”, aunque también son “blandas”, como las competencias colaterales.

Ofrecen los medios para resolver las situaciones-problema entre áreas (o dentro de estas) que suelen ser divergentes y tienden a ser recurrentes. La administración de empresas es parecida al manejo de un sistema complejo: no hay acción independiente, todas las decisiones forman parte de una cadena. El resultado final depende del eslabón más débil y, por tanto, un Directivo Integral de Vida en estos entornos ha de tener a su disposición los medios para asegurar que su labor sea eficaz.

Estas competencias buscan idoneidades accesorias más puntuales, integradas a las estructuras de los sistemas en función de los desempeños, que incluyen: colaboradores, tareas, sistemas de participación, pertenencia y compromiso, sistemas de información y decisión y estructuras, tales como son, entre otras competencias secundarias o destrezas:

Prospectiva y herramientas estratégico-tácticas

Consultividad comercial y cierres de influencia

Habilidades y estrategias de negociación

Direccionamiento estratégico-táctico

Facultación (empowerment)

Retroalimentación (feedback)

Mediación y resolución de conflictos

Y si las anteriores competencias colaterales y organizacionales han de generar mayor valor en los diversos escenarios personales o estructurales, será siempre y cuando el directivo integral interrelacione cada saber con los alcances prácticos que la competencia define según los contenidos temáticos. De igual manera, las competencias abrazan la resonancia de virtudes y las Dimensiones Humanas en Acción y las adoptan mediante las facultades endógenas, al estilo de dirección que cada uno posee en conformidad con los retos que la realidad cotidiana impone en las contingencias, enriqueciendo la trayectoria formativa, la experiencia laboral y los conocimientos profesionales que le han enseñado y que ha aprendido a pensar con sentido “poco común” en relación con las competencias colaterales.

LAS DESTREZAS

La propuesta del tripié al interior de las habilidades transversales sugiere integrar las virtudes y las competencias, las cualificaciones, las que se conocen como “destrezas”. Las destrezas se comprenden como las “dexteridades” (dexterities) mentales o físicas y la rapidez para realizar determinadas tareas en los quehaceres; se refieren a la gracia, la recursividad desarrollada, proveniente de la experiencia (conocimiento) o la aptitud adquirida por medio de la práctica (Webster’s, 1983). Las destrezas son talentos humanos específicos a nivel de la ciencia, la técnica y la tecnología conexas a cada actividad profesional, las cuales se requieren para ejecutar con eficacia, eficiencia y efectividad actividades singulares de una ocupación o de los asuntos personales. Estas capacidades incluyen pericias o prácticas específicas en cualquier orden o disciplina y, en buena medida, son capacidades observables y audibles; algunas son complemento de las competencias. Se referencian en el manual-guía y no se desarrollan directamente, sino que se entrelazan referencialmente en la segunda etapa:

Manejo de tecnologías de la información

Manejo y solución de problemas

Atención a las fechas cierre

Manejo de entrevistas

Técnicas de consejería

Pensamiento crítico

Multitasking

Investigación

FACULTADES ENDÓGENAS

Estas facultades enriquecen los saberes con salidas prácticas en los manejos de la vida real al interior de las competencias colaterales y organizacionales; se relacionan con la capacidad intelectual y la madurez que manifiesta el individuo al interior de las dimensiones humanas, y son las que permiten manejar los asuntos de la vida cotidiana con plena consciencia. Las facultades endógenas se definen como las aptitudes y capacidades intelectuales y volitivas.

Desde la lente cognoscitiva, responden a una taxonomía (Bloom, 1956), con seis escalones, así:

1.La ciencia, la base de la profesión que el directivo domina y ejerce.

2.Comprensión y retención (memoria) de los conocimientos prácticos.

3.Aplicación y articulación de los saberes que tienen incidencia en el desarrollo de las competencias.

4.Análisis de los contenidos de los mensajes y comprensión de las situaciones-problema.

5.Síntesis, el ordenamiento y la integración de las partes de un conjunto estructurado.

6.Valoración, tarea de construir un sistema de valores con criterios claros, lógicos.

La cumbre de las capacidades intelectuales al interior de las competencias colaterales y organizacionales que forman parte del tejido del sistema de las Dimensiones Humanas en Acción: Ser para Saber Obrar, son las capacidades valorativas (evaluativas) –número seis en la lista anterior– frente a sí y con el mundo circundante. El individuo interior que sabe valorar (evaluar) correctamente habrá superado los primeros cinco escalones.

Las facultades endógenas son esenciales para el desarrollo de las habilidades transversales:

Atención concentrada (mindfulness)

Visión interna de las cosas (insight)

Responsabilidad demostrada (accountability)

Estas facultades del individuo interior complementan los procesos cognitivos y afectivos de las competencias. Son intrínsecos a las dimensiones y permiten comprender y valorar las cosas con mayor objetividad y profundidad y realizar actividades con un alto nivel de excelencia.

Las habilidades transversales, las destrezas y las facultades intrínsecas a las dimensiones humanas son el semillero de conocimientos que, en sus combinaciones de saberes particulares que se aprenden, apuntan a las sabidurías universales y a fortalecer las ejecuciones de un directivo integral. Generan valor y otorgan a la vida un sentido práctico en pro de la transcendencia individual para compartir con mayor sentido social-humano en pro del bien común.

TRILOGÍAS, HILOS TEMÁTICOS

Las trilogías son los hilos conductores esenciales para los aprendizajes de las habilidades transversales. Son referentes temáticos de las competencias y las facultades endógenas porque integran los saberes y orientan con sentido práctico la filosofía de vida de la propuesta del Ser para Saber Obrar. Cada concepto arroja luz en sí mismo y se relaciona con los demás al interior de la trilogía, permitiendo profundizar en diferentes niveles de consciencia y de conocimiento según la incidencia que tienen en los cruces y las aplicaciones de las habilidades que predominan en el fuero interno del Directivo Integral de Vida.

Los conceptos o nociones de cada trilogía conforman la malla curricular cuando se trabajan los “cómo” de cada competencia. Es más, los temas armonizan la ética y la moral, que son la médula de la conciencia espiritual y que a su vez son brújula de las Dimensiones Humanas en Acción. La comprensión de los contenidos de cada noción trilógica de interrelaciones con el sistema le permiten al directivo integral un mayor conocimiento de sí y de sus congéneres.

1. Elección <≈> Responsabilidad <≈> Autoridad

2. Valores <≈> Actitudes <≈> Conductas

3. Acciones <≈> Sentimientos <≈> Interacciones

4. Intuición <≈> Iniciativa <≈> Imaginación

5. Direccionalidad <≈> Viabilidad <≈> Operatividad

La articulación de los conceptos y respectivos pares al interior de cada trilogía (subsistema), y así, cada una con las otras cuatro, se conjeturan como un sistema abierto, integrado. Cada trilogía cumple uno o varios objetivos. Los conocimientos (o nivel de consciencia lúcida) de las competencias (colaterales y organizacionales) se esclarecen por medio de la observación de sí. De igual forma ocurre con las facultades endógenas, puesto que cada noción tiene incidencia directa con las dimensiones humanas.

Decíamos arriba que las dimensiones trabajan de manera integrada. Como la consciencia es pensamiento y sentimiento en acción, cada noción activa la mente-cerebro y el espíritu-corazón y los alcances de cada concepto conducen a la autorreflexión. Esto, a su vez, facilita la toma de decisiones que se revela en cada una de las dimensiones mediante la voluntad, que es la que actúa de árbitro según las intenciones. Las nociones de las cinco trilogías permiten al individuo reflexivo significar con sentido profundo para comprender las estructuras y las aplicaciones de las competencias en el mundo real con las facultades que el lenguaje convierte en pensamientos.

Y si bien las dimensiones están “ahí” –presentes en el fuero interno– en la consciencia, la del “deber ser” (la consciencia de la cotidianidad), es beneficioso traerlas a la mente para interpretar la realidad de manera integral frente a las circunstancias. Esto implica abrigar el interés de utilizarlas y senti-pensarlas para comprenderlas con atención plena y asignar significado a las nociones trilógicas. A cada noción de por sí se le otorga significado, siendo estas el medio para que ocurran enlaces que enriquezcan las percepciones como hilos conductores. Es necesario entonces “pasar” del nivel verbal, pues quedarse allí sería superficial y lo superficial es externo, distrae, mientras que lo interno presenta contiendas con los diversos yos, y no todo lo que ocurre interna y externamente queda en la memoria a largo plazo, que es el objetivo de aprender y aprehender las herramientas de las habilidades transversales.

Las nociones trilógicas tienen una alta incidencia en los procesos de aprendizaje de las diferentes habilidades transversales. Estas facilitan el autoconocimiento, que es un proceso continuo de la vida, en especial en la madurez, cuando el conocimiento se va convirtiendo en sabiduría con base en la experiencia de cómo hacer mejor las cosas en todo sentido. Para crecer interiormente –autoconocimiento– consideramos necesario estar vigilante, despierto frente a sí y, con inteligencia y autoobservación en las reflexiones, entender los pensamientos que se sienten y sentir los pensamientos de las nociones que ofrece la estructura de las Dimensiones Humanas en Acción: Ser para Saber Obrar con los componentes identificados arriba.

Estar vigilante implica, alegóricamente, tener prendida la lámpara de la mente, dándose cuenta de que la vida se define en los antes y los después de cada estímulo de acuerdo con el siguiente bucle: uso del libre albedrío > acción > estímulo > uso del libre albedrío > acción. Y así, los bucles van ocupando al directivo integral en el continuo de las cosas al poner en práctica los saberes en los procesos de cambio que se afrontan. Cada concepto trilógico tiene una incidencia alta con los saberes de las habilidades transversales armonizadas con las dimensiones humanas que el directivo controla, y con ellas actúa tomando en consideración las reciprocidades y cada una con las demás en el ejercicio de su eticidad.

En síntesis, cada trilogía se mantiene como parte de un todo que es la consciencia espiritual, que se entiende como la antesala del Ser para Saber Obrar y por la dinámica que las Dimensiones Humanas en Acción ofrecen, para quien las adopta, impulsan el sentimiento de valor personal, la integridad y dignidad individual, así como la coherencia interna. De manera que las trilogías al interior de las habilidades transversales son los hilos conductores de los procesos de enseñanza-aprendizaje del manual-guía, nociones transversales taxativas, fuerzas inmanentes con salida en las experiencias físicas-sensibles, así como con las ininteligibles-espirituales en las virtudes, habilidades y facultades.

Y así, como el número tres es fecundo en simbolismos, las nociones de las trilogías en las combinaciones también. Cada noción trilógica sirve de guía en el criterio del individuo interior y facilita el aprendizaje de los contenidos programáticos de las competencias colaterales y las organizacionales del directivo integral. Las quince nociones trilógicas facilitan la autorreflexión tomando en consideración las fuerzas motrices (positivas) que entran en juego en cada una de las cuatro dimensiones humanas en acción. El sistema dimensional responde a los qué, por qué, para qué, cómo, cuándo, dónde y quién en las actividades y en las acciones que orientan el obrar en las dualidades y paradojas de la vida cotidiana.

La trilogía del sistema establece el marco conceptual con fundamento en las nociones del Ser <≈> Saber <≈> Obrar, cuya esencia es la nave idea de la consciencia del individuo interior, a quien en ella calificamos de “espiritual”5 y sobre la que reflexionamos en los siguientes capítulos en las introspecciones. Es a partir de la consciencia espiritual que trabajamos las dimensiones con los hilos conductores de las nociones de cada trilogía, las que se entretejen con las introspecciones del sí-mismo (ser) del individuo interior, los grados de consciencia del saber intencional –serse entendido– en las actividades (quehaceres) que son acciones de su obrar al interior en las Áreas de Concentración Individual. Son estos los hitos trilógicos de la consciencia espiritual a nivel íntimo-personal y profesional, social-productivo en la ética, en la moralidad sensibilizada que representa el ánima que guía la inteligencia, la libertad y el amor, impulsando al Ser que se Sabe Obrar por medio del entendimiento en su razón de ser desde una ontología integral como consideramos en el siguiente capítulo.

ESQUEMA 6

TRILOGÍAS / HILOS CONDUCTORES DE LAS HABILIDADES TRANSVERSALES


Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2018.

CONCLUSIONES

Las dimensiones humanas del Ser para Saber Obrar tienen una salida práctica en las siete Áreas de Concentración Individual del Directivo Integral de Vida. Las nociones de las trilogías son conocimientos prácticos que facilitan el entendimiento de las habilidades transversales con el rescate de las virtudes, competencias –colaterales y organizacionales– y las facultades endógenas, con salida filosófico-práctica del enfoque y su inherencia ética en los estadios individuales y profesionales del Directivo Integral de Vida.

Desde la lente filosófica, la propuesta del SSO se fundamenta en la premisa de que los procesos de construcción de los conocimientos del sistema son cíclicos, acumulativos e integrales. Las combinaciones temáticas y los contextos de por qué y para qué son de beneficio en diferentes entornos personales y organizacionales, enfatizan el entendimiento, el fundamento del conocimiento que los individuos interiores (directivos integrales) complementan según los respectivos saberes y las experiencias de vida de cada uno; se ajustan a cualquier profesión, vocación u oficio. Las iniciativas son diferenciadas, conexas a la acción humana, y estimulan el autocrecimiento a partir del autoconocimiento en pro de la transcendencia individual.

La propuesta es práctica, puesto que los conocimientos se aprehenden con los principios de los elementos que se requieren para alcanzar la preparación que puede llevar al individuo interior a transcender integralmente frente a sí y con los demás en cualquier entorno. Los fundamentos se basan en: i) la ciencia, por las disciplinas, técnicas y herramientas definidas por los contenidos al interior de las competencias; ii) las virtudes, por la integridad, eticidad y eficacias que se combinan en las mallas curriculares por medio de las trilogías; y iii) la espiritualidad, que orienta las anteriores con las facultades endógenas –el tejido de las Dimensiones Humanas en Acción–. Además, el enfoque del SSO es práctico porque invita a pensar reflexivamente, va hacia la sabiduría práctica, que es como el “sentido común en un grado poco común” como dice Coleridge, e invita a aprender con profundidad, no superficialmente, para pensar diferente hacia un autoconocimiento a partir de las semillas de las Dimensiones Humanas en Acción que estas líneas presentan.

En esencia, los aprendizajes son entonces transdisciplinares, por los cruces de las nociones al interior de las habilidades transversales, que se ajustan a las circunstancias del lector. De manera que aprender y aprehender o fortalecer las habilidades transversales representa un recurso para el futuro inmediato de la Dirección Integral de Vida desde una visual ontológica del ser que sabe cómo obrar. Así, el espíritu catapulta los saberes para atender con eficacia el futuro en los cambios deseados en las realidades del lector y contar con las herramientas para contrarrestar las fuerzas restrictivas de las incertidumbres que deba afrontar. De esta manera, se le brindan al lector herramientas para que sea competitivo y dirija la gestión de los cambios en las renovaciones mediante la construcción de conceptos, métodos y herramientas, aplicados a la dirección de las cosas, perfilando un estándar de dirección trascendente, íntimo, ejemplar, para que cada uno no solo lo comprenda y retenga, sino lo ponga en práctica para sí y para sus congéneres.

El común denominador del tripié de las virtudes, habilidades transversales y facultades endógenas es el contenido práctico de lo que es ético-moral, implícito en los principios que definen las competencias colaterales y organizacionales. En su interior están las nociones prácticas de las trilogías –los hilos conductores de las competencias–. El énfasis está en los “cómos”, elucidando las bases teórico-prácticas que facilitan su internalización con base en un alto sentido didáctico y en discurrir por lo manifiesto y lo oculto que se trabaja en las guías del Ser para Saber Obrar II, sirviendo estas líneas como su fundamento en las reflexiones preliminares.

En el cuadro 2 se vislumbra la alta incidencia que existe entre las virtudes, las competencias colaterales y organizacionales y la estructura del SSO presentada arriba.

CUADRO 2

HACIA UNA MALLA CURRICULAR AL INTERIOR DEL SISTEMA SSO: NIVELES DE INCIDENCIA


Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2019.

ENSEÑANZA-APRENDIZAJE Y HABILIDADES TRANSVERSALES

Con el fin de que la formación de habilidades transversales tenga salida integral en el mundo productivo, la formación de adultos busca metodologías activas para grupos heterogéneos. Los espacios de formación por capítulos del manual-guía se trabajan con estrategias didáctico-pedagógicas cuyos procesos de enseñanza-aprendizaje responden a la consecución de los objetivos de cada una de las competencias colaterales y organizacionales. El éxito de tales procesos en la formación de adultos se logra cuando el tripié comprensión, retención y aplicación se traspone con uno o más saberes posibles de ser aprehendidos con lenguaje sencillo.

Dentro del marco conceptual en los enfoques presentados arriba con base en la malla curricular, se entiende por “enseñanza” al conjunto de medios y recursos (estrategias [qués] y tácticas [cómos], cuyas actividades para cada competencia estimulan, orientan y regulan procesos que le permiten al individuo interior formarse a través de aprendizajes interiores – en los esenciales–, útiles y de calidad [profundos], por medio de ejemplos, casos, juego de roles, reflexiones, demostraciones, entre otros medios estructurados que se entregan, aplicables a la realidad del mundo personal y profesional). Se utilizan referencias de recursos tecnológicos aplicables a diferentes prácticas didáctico-pedagógicas que enriquecen la consciencia y las eficacias personales y profesionales en los procesos, independientemente de la ciencia o la disciplina en la que el individuo sea idóneo.

A la par del concepto de enseñanza, el aprendizaje es el proceso dinámico de interacción entre un sujeto y algún referente cuyo “producto” representa un nuevo repertorio de respuestas o estrategias de acción –o de ambas–, a la vez que le permite al individuo interior comprender y resolver con eficacia situaciones futuras que se relacionen de algún modo con las que produjeron tal repertorio.

Y todo proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad exige cambios: simbólicos o concretos, tanto al interior como en el exterior de cualquier sistema, en lo físico o lo metafísico, en la conciencia y en su expresión más profunda, en lo espiritual –guía de la intención en “darse cuenta de” para construir autoconocimiento en aras de la autorrealización en pro de la transcendencia individual.

Consideramos que las ciencias de la educación y los procesos de enseñanza-aprendizaje son intrínsecas a las ciencias espirituales de Dilthey (1938) y engloban los factores que gobiernan los procesos con salidas en los ámbitos personal y organizacional, sin importar el contexto y el nivel, siempre y cuando las habilidades transversales jueguen un rol importante en los procesos de cambio.

Hoy la comprensión de la didáctica no solo incluye procesos de enseñanza-aprendizaje, sino además microdidácticas, es decir, la implantación de los procesos de macrodidácticas en la planificación y la evaluación de dichos procesos (Götz y Häfner, 2002). Son los anteriores procesos los que se proponen para los desarrollos de formación de las habilidades transversales según el marco metodológico sugerido en estas líneas que buscan estrategias en el desarrollo de la malla curricular para fortalecer las competencias con salida práctica para los Directivos Integrales de Vida.

Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar

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