Читать книгу Estás en mi corazón. 2ª ed - Anji Carmelo - Страница 7
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
A LAS CUATRO ESTACIONES
El duelo tiene sus etapas que pueden ser representados por las estaciones del año. No tienen nada que ver con el tiempo real de un año, ya que estas vivencias de sufrimiento, dolor, alivio, recaída, fortalecimiento y finalmente superación o renacimiento, tardarán todo lo que cado uno de vosotros va a necesitar. Para muchos el año será insuficiente y en cambio otros podrán vivir las distintas etapas en menos tiempo, que como siempre digo, no tiene nada que ver con el hecho de querer más o menos.
Empezamos, en el crudo invierno, despojados de todo y rodeados de nada. Nos hemos quedado como el árbol sin hojas, a la merced de la dureza de los elementos y tenemos que sobrellevar los vientos gélidos, que desde el polo norte de nuestra pérdida, nos asolan sin parar. En algún momento, lentamente, la oscuridad empezará a ceder ante los tenues rayos de sol que se asoman tímidamente presagiando algún resquicio, alguna tregua.
La primavera, esa primavera que necesitamos para salir del vacío, llega con frágiles promesas. Sus brotes de consuelo hacen menos duro el camino y empezamos a sentir que alguna esperanza puede haber. Pero las “flores” que prometían un alivio, un acompañamiento, pronto se marchitan ante el asfixiante calor del verano. La crudeza de un sol cuya demasiada brillantez daña nuestra sensibilidad, arranca la promesa de superación que nos prometía la primavera. La primavera nos ha dado el respiro necesario, para retomar el dolor que sigue estando en esos espacios internos. Espacios que con la prolongación de tener que soportar la ausencia física de la pérdida, se han agrandado y abrasan con su demasiado echar de menos.
Muchas veces, cuando después de una mejoría volvemos a enfrentarnos con el dolor, podemos desesperar porque sentimos que hemos retrocedido y que hemos fallado en nuestro esfuerzo de estar mejor. Querríamos retomar lo que éramos antes, pero jamás podremos. ¿Cómo? si falta lo más importante. Y a través de la luz penetrante que nos ciega como en verano, volvemos a enfocar nuestros sentimientos más profundos, esos que aún no habían podido salir a la superficie hasta ahora. Ahora sí se verán reflejados en todas partes, como las inacabables chispas de ese mar tan vasto que no deja ver más allá del horizonte. La necesidad de querer y ser queridos, encuentra su eco en el retorno sin parar de las olas, como sentimientos que buscan un descanso, imposible por el momento.
El verano con sus retos y la primavera con su grata amabilidad se alternarán atropellándose una y otra vez. Y habrá un largo espacio hasta que finalmente en algún giro del camino aparece el otoño. Lentamente la fuerza del dolor, desbordado a través de las vivencias a flor de piel empieza a atenuarse.
En un momento puntual salimos del exceso y entramos en la posibilidad de soltar suavemente todo lo que nos está haciendo daño. Nos despojamos de las falsas esperanzas, de aquello que pensábamos podría volver a ser. Y de la misma manera que las hojas se sueltan de los árboles en vuelo libre con los primeros soplos de vientos otoñales, también nosotros podemos empezar a dejar ir todo lo que ya no nos está sirviendo. De esta manera, algún día podremos vivir, más allá del dolor apremiante. Entonces el otoño con su lento retorno a lo básico empieza a acompañaros de verdad. Es casi un alivio ver cómo lo que ya no sirve se aleja, dejándonos despojados y despejados: árboles desnudos de toda pretensión.
Finalmente, el invierno vuelve a hacer su aparición. Pero esta vez estamos preparados, ya que, para sobrevivir, nos hemos familiarizado con el vacío, el frío congelador y el recogimiento Ya sabemos meternos dentro, allí en ese lugar donde nuestro ser querido ha hecho su hogar, allí donde encontramos todas las respuestas. Ahora podemos triunfalmente vivirlo desde el amor que ha ido creciendo en nuestro interior y que por fin da nacimiento a una esperanza verdadera.
En este libro “Estas en mi corazón” que quiere acompañar, aliviar y apoyar, separo los temas en estaciones del año, no para ser aplicadas según el calendario oficial, sino por vuestro calendario interno, que es el único que vale en este tránsito que nos lleva desde el duro invierno de la pérdida hasta el liberador encuentro en ese otro invierno. Invierno del reencuentro que tardará todo un ciclo vital para hacer su aparición, pero que nos regala con la recompensa de haber sufrido lo insufrible, sobrevivido la muerte.
El duelo está lleno de emociones, dolor, soledad, expectativas, y a veces vivimos todos a la vez. No existe un principio ni tampoco un itinerario fijo. El tiempo de procesar la pérdida de nuestro ser querido es casi anárquico y se vive de forma desordenada. Os ofrezco reflexiones que harán que os comprendáis un poco y comprendáis lo que os está pasando; temas que hagan que vuestro dolor, profundo y esencial, sea un poco más llevable. Podréis leer lo que en el momento estéis viviendo o lo que os esté haciendo falta. Estos temas han sido trabajados en mis grupos de apoyo y a través de estas líneas pretendo ampliar ese gran grupo para incluiros, si me lo permitís, ya que todos “estáis en mi corazón”.