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ОглавлениеDespedida de los judíos y el Cid.
Martín Antolínez se va con los judíos a Burgos.
Raquel coge a Mío Cid la mano para besarla:
"Campeador, el que en buena hora se ciñó la espada,
hoy de Castilla os vais para las tierras extrañas.
Vuestra suerte así lo quiere, grandes son vuestras ganancias.
Una piel morisca quiero de rico color de grana,
humildemente os pido me la traigáis regalada."
"Concedido, dijo el Cid, la piel os será mandada,
si no, la descontaréis de lo que valen las arcas".
Los cofres de Mío Cid los judíos se llevaban,
el buen Martín Antolínez por Burgos los acompaña.
Así con muy gran secreto llegaron a su morada.
Tendieron un cobertor por el suelo de la cámara
y encima de él una sábana de tela de hilo muy blanca.
Contó Don Martín de un golpe trescientos marcos de plata,
con la cuenta le bastó, sin pesarlos los tomaba,
los otros trescientos marcos en otro se los pagaban.
Cinco escuderos traía y los cinco llevan carga.
Cuando acabó Don Martín, a los judíos hablaba:
"En vuestras manos, Raquel y Vidas, están las arcas
mucho ganáis, bien merezco que me deis para unas calzas".