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Prólogo

Desde que existe el hombre existe la realidad del “conque Dios os ha dicho” (Génesis 3:1). Como remolque de esta primera duda, de esta confrontación primitiva entre fe y desconfianza, existe la necesidad de la apologética, tanto en forma defensiva como en forma ofensiva. Génesis 3 fue el prototipo de todas las situaciones apologéticas bíblicas. Cada vez que el pueblo del AT se encontraba con otros pueblos y religiones, existía una necesidad de apologética, como por ejemplo, durante la lucha de Elías con los sacerdotes de Baal (1 Reyes 18:21ss). La discusión de Pablo con los atenienses sobre el areópago (Hechos 17:16-34) es una de las apologías más conocidas del cristianismo.

El pasaje clave para el término es 1 Pedro 3:15, donde Pedro pide estar preparado para la “apología” ante todos frente al trasfondo de un pluralismo religioso e ideológico. La apologética tiene su fundamento en la Biblia. Es fe que se defiende y que no elude la confrontación. Tuvo su continuación en la historia de la Iglesia.

Apologética viene de la palabra griega “apología”, discurso de defensa, hacer una defensa. Se refiere a la realización del acto de defensa, defender, dar una respuesta. Originalmente se usó en el contexto de una defensa judicial formal. En la Iglesia cristiana se aplica a la controversia razonada de la fe cristiana con sistemas filosóficos e ideologías no cristianas de la actualidad de turno, contrarias a la Biblia.

La apologética se condensa en la defensa de la fe cristiana con argumentos racionales. En su deber la apologética es una irrenunciable manifestación de la vida de la Iglesia cristiana y de su misión. Aquí radica la fundamentación y la absoluta necesidad de la apologética, a pesar de su disminuida popularidad en la Iglesia y la educación teológica. Esto se debe al deseo de buscar armonía en lugar de confrontación y a la nueva relatividad de la verdad como también a la dificultad del discurso interdisciplinario entre la teología y la ciencia. Pero el siglo XXI, con los desafíos del pluralismo, del relativismo, de la diversidad religiosa sincretista, de la etnicidad y de la ideología de género, de la globalización, del diseño inteligente como nueva teoría del origen del mundo, de la ética mundial médica, la bioética y la ecológica, el deconstruccionismo, en una palabra, el postmodernismo, exige una apologética para el nuevo siglo, y una apologética bíblica para derribar los argumentos y cualquier pretensión que se oponga al conocimiento de Dios.

Su fundamento primordial y su autoridad concluyente es la Palabra de Dios. Se trata de la apologética bíblico-teológica. Todas las cosmovisiones, ideologías y filosofías se prueban en base a esta norma. La Biblia como revelación de Dios y la epistemología con sus componentes de razón, fe y experiencia legitiman la apologética teológica. Por esto se debe rechazar toda apologética moderna que parta de una cosmovisión inmanente, de que los sujetos a investigar son neutrales, objetivos e imparciales y que la razón es la norma universal. Por esto se debe rechazar la apologética postmoderna que relativiza la verdad absoluta, favorece el pluralismo religioso y busca solamente el diálogo entre las diferentes creencias. ¡Urge un apologética bíblica!

Dr. Helmut Siemens

Director del Centro Evangélico Mennonita de

Teología Asunción (CEMTA)

Decano de la Facultad de Teología de la

Universidad Evangélica del Paraguay

Apologética en diez respuestas

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