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2. Estructura y método de la obra

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En primer lugar, expongo de manera detallada el modelo de la mente que subyace en el trabajo con PBP desde mi perspectiva, para lo cual lo contrasto con el que entiendo que alienta el material clínico de una psicoterapia breve realizada por un destacado psicoanalista, M. Balint (capítulo I). Describo luego los conceptos psicoanalíticos básicos aplicados a esta psicoterapia que me permitan ofrecer una definición de la PBP (capítulo II). Después tomo los elementos fundamentales en una PBP y los desarrollo teóricamente: indicaciones (capítulo III), focalización (capítulo V), la cuestión del tiempo y la terminación (capítulos VII y VIII, respectivamente). Además, dedico un capítulo a las intervenciones terapéuticas e interpretativas, para señalar las que son específicas de esta psicoterapia (capítulo VI). Hay un tema que no suele ser contemplado, hasta donde yo conozco, en los tratados sobre psicoterapia y es el de las deserciones de los pacientes. Bien sea en el mismo proceso diagnóstico, lo que trato en el capítulo IV, donde también incluyo aquellos que no se consideraron aptos para la PBP; así como los pacientes que interrumpieron el proceso psicoterapéutico una vez iniciado el tratamiento (capítulo IX). En ambos casos propongo hipótesis de la interrupción que podrían ayudar a prevenir situaciones similares con próximos pacientes.

Pero quiero destacar que toda esta exposición teórica está fundamentada clínicamente de manera profusa. Se ha tenido en cuenta una suficiente cantidad de ejemplos a fin de ilustrar facetas distintas, que aunque nunca se agotan, pues cada paciente ofrecerá siempre matices nuevos, pueden aproximar más a la realidad clínica.

Podría decirse que la obra se encuentra a medio camino entre un manual de psicoterapia breve, una exposición de la experiencia psicoterapéutica en el sentido narrativo de la misma, según el modelo del «caso único», pero teniendo en cuenta también la cantidad, el número considerable de psicoterapias realizadas. No es un manual puesto que las afirmaciones que se hacen respecto del tipo de procedimiento psicoterapéutico se procura que estén avaladas por la ilustración clínica, pero más aún, porque las conclusiones técnicas que aquí se aportan, en algunos casos pueden verse no tan sólo como ilustración o ejemplo de ese proceder técnico que «el manual» recomienda, sino que es la integración a la técnica de aspectos que la experiencia habida con los pacientes que pasaron por el seminario nos permite hacer; por ejemplo, uno de los hallazgos que podemos adelantar es que hay dos tipos de pacientes en los que se consideró indicada la PBP: los que denominamos con duelo patológico antiguo (DPA) y los adultos jóvenes con una adolescencia tardía no resuelta (AT). De manera que el lector puede asistir a ese proceso necesario en el desarrollo de la teoría en psicoterapia y es que la aplicación de una técnica determinada nos lleva a modificaciones o ampliaciones de la misma. La obra tampoco corresponde al modelo del relato único, más propio del estudio profundo de un solo caso en las publicaciones psicoanalíticas. Y tampoco se pretende que sea una investigación empírica, aunque la experiencia está referida a un número considerable de psicoterapias.

De acuerdo con esa posición en que sitúo la obra, a medio camino entre el manual, lo empírico y el relato del caso único, también la manera de presentar el material clínico responde a una vía intermedia. Así, distingo tres niveles de material clínico. Un nivel A, donde expongo todos los casos recogidos en el seminario en una tabla que incluye brevísimamente un par de datos clínicos destacados, lo que justifica el foco y la indicación, no indicación o interrupción, según el caso. Un nivel B del material clínico en el que muestro un resumen de unos cuantos casos de la tabla, con explicaciones algo más detalladas. Y un tercer nivel C, en el que describo casos completos de psicoterapias realizadas con este procedimiento, desde las entrevistas de indicación hasta la terminación y las entrevistas de seguimiento posterior, cuando las hubo, en los casos que llegaron a término. En total, son siete los casos descritos de manera completa, distribuidos cada uno de ellos en los diferentes capítulos, según el aspecto que me interesaba destacar más. Los incluyo en aquellos capítulos más importantes, por significativos de la PBP, como son los referidos a las indicaciones (capítulo III), la focalización (capítulo V), el tiempo y proceso psicoterapéutico (capítulo VII), intervenciones terapéuticas (capítulo VI) y la terminación (capítulo VIII). Aunque, como se verá, la exposición de estos casos no se limita a mostrar el aspecto del material que ilustra el tema del que trata el capítulo, sino que se hace una extensa síntesis, desde el comienzo a fin. De esta forma se podrá tener una idea del inicio, curso y finalización de siete casos tratados en PBP, lo que permite observar cada uno de los aspectos técnicos en el contexto general de todo un proceso psicoterapéutico, y adquirir más sentido y coherencia clínica. Se advertirá que, algunos de los casos clínicos expuestos para ilustrar especialmente determinados aspectos técnicos, no siempre cumplen los requisitos «teóricamente» requeridos. Ello es intencional, a fin de mostrar la complejidad de la clínica, de manera que las orientaciones «teóricas» y «técnicas», deben tomarse solamente como puntos de partida; un aspecto más, que aleja a la obra del modelo del «manual». Por otra parte, a lo largo del libro, con frecuencia establezco referencias comparativas a las condiciones técnicas de la psicoterapia psicoanalítica y el psicoanálisis, a modo de telón de fondo, que contraste el perfil de la técnica de la PBP. De esa manera, se pretende situar a la última en su especificidad así como retener su procedencia conceptual.

En la obra se encontrarán pues esquemas, resúmenes y tablas. En las publicaciones de ámbito psicoanalítico, tales artificios expositivos suelen ser poco habituales. Y se entiende que así sea, puesto que la complejidad de la mente desde la perspectiva psicoanalítica encuentra más posibilidades expresivas en la narración. Los esquemas y tablas tienen el riesgo de caer en un simplismo y mecanicismo que distorsione la realidad de la clínica. ¿Por qué usarlos, entonces?

Creo que al presentar tanto material clínico, hubiera sido excesivamente farragoso y aburrido si solamente hubiera ofrecido casos «relatados». Por otra parte, la panorámica de un conjunto de casos expuestos muy sintéticamente, lo que he denominado en el nivel A, permite una visión más extensa; que puede completarse con el estudio en «profundidad» de los casos del nivel C. En cuanto a los esquemas, ofrecen puntos de partida, más que conceptos o preceptos técnicos acabados. Son más bien como mapas de un territorio a una determinada escala, que sirvan de guía al lector para que se oriente sobre los criterios fundamentales (teóricos y técnicos) en los que se ha sustentado la PBP.

Psicoterapia breve psicoanalítica

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