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Introducción. Entre el Barroco y el siglo XXI

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Antonio Rafael Fernández Paradas

Han pasado 32 años desde que el profesor Martín González publicara su Escultura Barroca en España 1600-1770. Mucho ha llovido, historiográficamente hablando, desde entones. Aquel fue un trabajo, arduo, intenso, a la par que laborioso. No en vano, pretendía crear una magna obra que fuera, como fue y sigue siendo, el punto de referencia obligatorio al que todo investigador interesado en cuestiones relativas a la escultura barroca tuviera que dirigirse. Así, nos encontramos ante el libro de cabera de tres generaciones de investigadores.

Lo que Martín González consiguió, y pasó la prueba holgadísimamente, es lo que nosotros nos proponemos hacer, 32 años después, con la diferencia de que él era uno y nosotros treinta, en treinta y siete capítulos (en tres volúmenes).

La cuestión de la escultura barroca española no solo es una de las grandes aportaciones del país a la Historia del Arte Internacional, sino que, per se, es un mundo fascinante, que ha sido capaz de adaptarse no solo a los tiempos, sino lo que es más importante, a los caracteres de las comunidades de personas con las que se relacionaba. Así, nunca serán igual las piezas que afloraron en Antequera, que se estrena en esto de las grandes historias, como las se realizaron en Valladolid. Todos eran barrocos, peros sus idiosincrasias e interrelaciones personales eran diferentes. Existe una escultura barroca porque existe una sociedad barroca, que asume, consume y hace suya esas interrelaciones personales con la imagen religiosa, que trascienden a la propia divinidad, humanizando lo que muchos ven solo como un fragmento de madera, marfil, plata, o piedra. Pero para otros tantos, esas imágenes, ese barroco, en el sentido más amplio del término, es el día a día, que se perpetúa generación tras generación, donde personas y esculturas conviven por los tiempos de los tiempos. Esta es la clave del éxito de la escultura barroca en el siglo XXI, conjugar una perfecta y armónica convivencia entre hombres y mujeres de escultura, con hombres y mujeres de carne y hueso. Los segundos se ven reflejados en los primeros. ¿Escultura barroca en el siglo XXI? Sí, por favor.

Hagan memoria y deténganse a pensar en algún producto de la Historia del Arte que no solo haya sido capaz de reinventarse a sí mismo hasta la saciedad, sino que haya perdurado siglo tras siglo, superando guerras, cambios en el gusto, prohibiciones, etc., hasta ganarle la batalla a los propios representantes del clero y a la Santa Madre Iglesia. Probablemente ninguno. ¿El cubismo? ¿El expresionismo? ¿El romanticismo?... Todos tuvieron su época. De los pocos, la escultura barroca. Si empezamos a contar desde el manierismo, o del primer naturalismo, como está ahora tan de moda, nosotros somos hijos de nuestro tiempo, la escultura barroca lleva, en esencia, más de 400 años tal cual. Han cambiado muchas cosas, pero ella sigue moviendo masas, siendo reclamada y producida y, además, no solo está viva, sino que a día de hoy goza de una salud inmejorable, situándose en una de las cotas de esplendor más altas de su propia historia, probablemente la más alta. Los talleres y las esculturas en pleno 2015 afloran por doquier. No en vano, en su capacidad camaleónica, la escultura barroca que ya tenía como muy bien aprendido eso de las masas, y la sociedad, se ha sumado otro tanto, y se ha convertido en 2.0, y tiene perfil en todas las redes sociales y, además, se ha cansado de la oscuridad de las naves de las iglesias, prestándose a verse como una obra de arte, sin más, que puede ser adquirida y consumida desde una galería de arte hasta en una exposición. Que se lo digan a los compañeros de La Hornacina y sus premios…

Naturalista, barroca, clásico-barroca, preciosista, de Olot, de repoblación, popular, neo-barroca, neo-barroca gay, realista, hiperrealista, hipernaturalista, post Miñarro, post Zafra, post Buiza, post Duarte, post Suso de Marcos, 3D, ufff… Larga vida a la escultura barroca.

Ellas, las esculturas, salvo que se produzcan catástrofes naturales o intervengan las manos del hombre, pervivirán por los siglos. Nosotros nos iremos, pero los que vienen detrás siempre encontrarán en ellas un espejo en el que mirarse o, por lo menos, hasta que la sociedad deje de ser barroca.

De todas estas cosas da buena cuenta el libro que tienen entre sus manos. Nosotros, que le hemos dado vida a todas las historias que se cuentan en estas páginas, estamos en una sociedad, barroca, ciertamente, pero de un Barroco diferente al que le tocó vivir a Martín González, como diferente fue el Barroco del XVII al del XIX. Nuestras visiones, realidades, circunstancias, trabajos, etc., obligatoriamente nos tienen que hacer diferentes, y como tal queríamos que este espíritu se reflejara en esta obra, que es transversal a más no poder. En el libro hay Historia, pues había que contarla, pero el lector encontrará otras tantas historias que probablemente ni siquiera se hubiera cuestionado que existieran dentro de la escultura barroca.

A nuestros autores, seres de carne y hueso, repartidos por toda la geografía española y alguno allende los mares —Internet es maravilloso—, les pedimos que nos hablaran de lo que mejor saben hablar, de escultura, de sus circunstancias y sus problemas. Hemos buscado, como si de un casting se tratase, a quienes pesan en la materia, un peso mucho más contundente que los títulos y los grandes puestos de trabajo universitario. Buscamos, sobre todo, que fueran grandes conocedores de las esculturas con las que conviven, las que tienen cerca, con las que se pelean, rezan o a las que odian —alguno hasta las llevan sobre su hombros, pero esa es otra historia—. Si a estas alturas de la introducción, alguien sigue pensando que va a encontrar una retahíla de catedráticos/as, que los hay, este no es su libro. A nosotros, que a nuestra corta edad nos gusta que nos escuchen, lean, nos gusta también escuchar a nuevas voces y leer a nuevos escritores. Y aquí todos tienen cosas que contar, y además con toda la propiedad y autoridad del mundo.

Cada uno de los capítulos que a continuación el lector se encontrará se configuran como una serie de micro-relatos secuenciados, que quieren ser reflejo de cuantas historias se produjeron en la historia de la escultura barroca española, y que se están produciendo. Si venimos lloriqueando en toda la introducción que la escultura barroca ha sido capaz de perdurar a lo largo de los tiempos, no tenía ningún sentido cortar hacia 1770, con la explosión neoclásica que vive Europa en este periodo.

Como los grandes pintores, nosotros también queríamos hacer un gran libro, que por motivos de espacio y edición se ha convertido en tres, y sumando los granitos de arena de los treinta autores que lo componen, hemos creado un gran castillo de treinta y siete plantas/capítulos, con tres sedes, que nos cuentan una bonita historia barroca que se extiende desde finales del siglo XVI hasta ayer, cuando cualquier imagen, ya sea naturalista, barroca, clásico-barroca, preciosista, de Olot, de repoblación, popular, neo-barroca, neo-barroca gay, realista, hiperrealista, hipernaturalista, post Miñarro, post Zafra, post Buiza, post Duarte, post Suso de Marcos o 3D, fue compartida en una red social —alguno a lo mejor hasta se hizo un selfie con ella—, las queremos a todas.

El texto que tiene el lector entre sus manos Entre el Barroco y el siglo XXI. Esculturas, personas y sociedades, es el primer volumen de la trilogía Escultura Barroca Española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la Sociedad del Conocimiento, una magna obra configurada en tres partes, cuya edición, con el fin de facilitar el acceso a la misma, se ha estructurado en diversos volúmenes con personalidad independiente, pero con solución de continuidad.

Con el permiso del profesor Martín González, nuestro tiempo comienza a continuación y, si lo hemos hecho bien, nos encontraremos dentro de 32 años.

Antonio F. Paradas

En Málaga a 5 días del quinto mes del año 2016.

Escultura Barroca Española. Entre el Barroco y el siglo XXI

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