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Echeverría e Israel

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Así como la cercanía ha determinado en gran parte las relaciones entre México y Estados Unidos, la lejanía ha definido las relaciones entre México e Israel.

Hasta antes del incidente que nos ocupa, México actuó con gran cautela en el Medio Oriente y, en términos generales, la relación entre México e Israel había sido fría y distante. En 1947, al analizar el conflicto entre árabes y judíos, la Secretaría de Relaciones Exteriores llegó a la siguiente conclusión:

México no puede sino perder al romper lanzas a favor de unos o de otros […] cualquier cosa que se diga o haga será examinada palabra por palabra, acto por acto, tanto por los judíos como por los árabes; no sólo en Palestina sino a través del mundo entero pues envuelve a toda la judería del mundo y a todo el mundo musulmán, y por lo tanto nos conviene pensar nuestras palabras en interés no sólo de nuestras futuras relaciones con el Islam, sino con el Oriente y el Occidente.46

Como lo puntualizó el delegado mexicano ante la onu en 1947: “Tenemos que seguir adelante navegando entre dos aguas, sin tomar partido, para no comprometer nuestra posición y crearnos dificultades serias”.47

Además, el Estado de Israel, desde que fue establecido en 1948, nunca constituyó una prioridad en la agenda de las relaciones internacionales de México. Graciela de Garay estudió el caso de los años que van de 1947 (año en que se votó la partición de Palestina cuando estaba bajo mandato británico en la onu) a 1967. Llegó a la conclusión de que los elementos característicos de la diplomacia mexicana hacia Israel fueron “pasividad, distanciamiento y desinterés”.48

Aun así, de Garay señaló dos atributos de Israel que hacían que este país tuviera cierta importancia para México: la relación especial de Israel con Estados Unidos, y el vínculo entre Israel y los judíos de la diáspora. Estos matices explican la complejidad y la multilateralidad de las relaciones entre México e Israel, y fueron precisamente los más relevantes para el caso que nos ocupa.

El 29 de noviembre de 1947 se votó en Naciones Unidas la resolución 181 (ii), que dispuso la partición de Palestina bajo mandato británico. México se abstuvo.

De hecho México fue el último país latinoamericano que reconoció a Israel. En 1952, a raíz de la firma de un tratado comercial, se establecieron las relaciones diplomáticas entre México e Israel, y sin embargo, éstas permanecieron distantes.49

En su trabajo, de Garay concluye que la actitud de México hacia Israel se distinguió en el transcurso del tiempo por su ambigüedad, la cual le llevó a ser lento tanto en la toma de decisiones como en la formalización de los acuerdos.

Los motivos detrás de la agenda mexicana son múltiples y variados: su conservadurismo, que la impulsó a intentar mantener el estatus quo; su abstencionismo, para evitar confrontaciones con los distintos grupos de presión; y la ambivalencia, pues se encontraba, por un lado, bajo la influencia de sus principios de abstención y, por el otro, sometido al peso del consenso internacional. Esta ambivalencia explica que México se abstuviera de votar en la resolución para la creación de Israel, empero que votara a favor para su ingreso a la onu.

Otra palabra clave en las relaciones de México con Israel fue la equidistancia. Siendo que México tenía en su seno comunidades árabes y judías, México intentó no tomar posturas que favorecieran a una o a otra. Este principio se vio reforzado porque los asuntos de Medio Oriente eran temas internacionales complejos que no tenían relación directa con los intereses nacionales.50

En el voto de México en la resolución sobre el sionismo en la onu, México abandonó casi todos los principios tradicionales que habían regido su relación con Israel. Se dejaron de lado el conservadurismo, el abstencionismo, la pasividad, la distancia y la preocupación por los intereses nacionales. Toda prudencia habría de desaparecer durante el sexenio de Echeverría. Sólo permanecieron la ambigüedad y la ambivalencia.

Aunque en un principio Echeverría mantuvo la equidistancia, luego dio un viraje que no pasó inadvertido. Un observador de la época se preguntaba: “¿Qué hay del cambio gradual en el voto mexicano?”, recordando que apenas un año antes, en la unesco, México decidió abstenerse en la votación contra Israel, y que, un año más tarde, votó en favor de la resolución de la onu contra el sionismo.51

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