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Visitas, giras y candidaturas
ОглавлениеLa modificación de la estrategia mexicana hacia el Medio Oriente fue parte de un cambio de dirección general en la política exterior del sexenio. El régimen de Echeverría tuvo una gran actividad en el área de las relaciones exteriores, y posiblemente será recordado como su innovador más dinámico.52 Y aunque su proceder en este rubro tuvo “inconsistencia, ingenuidad y escaso realismo”, fue una variación muy significativa en materia internacional, pues sacó a México de su aislamiento habitual.53
De manera natural, esta intensificación de las relaciones mundiales incluyó un incremento en la participación de México en diversos temas de la política internacional. Como se lo diría Echeverría a los líderes judíos: “En años recientes, mientras más nos preocupamos por establecer una conexión con casi todos los países del mundo, más buscamos involucrarnos profundamente con los problemas internacionales, porque siempre nos afectan”.54 En su sexenio hubo un aumento exponencial en las relaciones diplomáticas y se iniciaron vínculos con 66 países.55 Entre ellos Kuwait, República de Zaire, República Árabe de Libia, República de Gambia, Bahréin, República Popular de Yemen, República Democrática Somalí y el Reino de Omán. También se firmaron acuerdos de asistencia mutua con países del bloque socialista, como Bulgaria, Cuba, Checoslovaquia, Hungría, Mongolia, Polonia, República Democrática Alemana, Rumania y la urss.56
Aunque en un principio Echeverría no tenía planeado viajar fuera del país por lo menos durante los primeros años de su gobierno,57 tan sólo en 1975 viajó a Guyana, Senegal, Argelia, Irán, India, Sri Lanka, Tanzania, Kuwait, Arabia Saudita, Egipto, Israel, Jordania, Trinidad y Tobago, Cuba y Guatemala. En total, durante su régimen se hicieron trece giras presidenciales a 37 países y, en reciprocidad, muchos representantes de otros países visitaron México.58
El embajador Jova, en mayo de 1975, dedicó un extenso cable confidencial al Departamento de Estado acerca de los dignatarios que constantemente llegaban a México. Con ironía lo tituló “Si hoy es martes, debe ser el Shah”. En él, recuenta cómo tan solo durante los primeros cinco meses del año, México había recibido a la reina Isabel ii; al presidente venezolano Carlos Andrés Pérez; al antiguo canciller alemán Willy Brandt; al viceprimer ministro de China, Cheng Yung Hui; al presidente de Tanzania, Julius Nyerere; al Shah de Irán; al presidente Léopold Senghor de Senegal, así como a innumerables funcionarios de menor rango. Además, todavía se esperaba, en los meses siguientes, la visita del presidente rumano Nicolae Ceauşescu; de Olof Palme, primer ministro de Suecia; del primer ministro de Jamaica, Michael Manley, y todo ello antes de la Conferencia del Año de la Mujer que iniciaría en junio y traería consigo a su propia plétora de visitas internacionales.
Jova escribe que tanto los mexicanos como los diplomáticos extranjeros en México se habían acostumbrado e incluso hastiado de esas visitas que no parecían tener ton ni son. En algunos círculos se murmuraba acerca del alto costo de la espléndida hospitalidad mexicana. Entre los diplomáticos se decía que “el desconcierto parece estar cediendo al escepticismo”, pues se cuestionaban cuáles eran los beneficios prácticos que pudieran derivarse de esas invitaciones. Jova se preguntaba si el gobierno mexicano tenía un objetivo claro con esa búsqueda de trofeos, pues señalaba que no parecía haber distinción en su trato hacia los diferentes visitantes. En principio, las relaciones con la Gran Bretaña y con Irán deberían ser más importantes para México que las relaciones con Senegal, pero el tratamiento otorgado y los programas realizados no parecían indicar que este contexto fuera tomado en consideración por el gobierno.59
Como lo señaló Cosío Villegas: “Muchas de las ideas presentadas por Echeverría fueron hijas del momento, improvisadas y en manera alguna son fruto de un conocimiento serio o de una meditación reposada de los problemas a que se refieren”.60 De ahí que sus innovaciones en materia de relaciones exteriores no obedecieron a “un serio proceso de planeación política” o a un estudio formal preliminar. Echeverría no siguió un camino preconcebido, sino que respondió a las circunstancias internas y externas del momento.61
Como resultado de giras y visitas, surgía un cúmulo de papelería con acuerdos culturales, declaraciones, comunicados, etc. Tan solo en el tiempo que estuvo Emilio Rabasa como secretario de relaciones exteriores se firmaron 120 convenios bilaterales y multilaterales,62 aunque muchos de estos no tuvieron grandes consecuencias. Y cuando en las giras y visitas se proponían temas de mayor importancia, casi nunca salía beneficiado México. Por ejemplo, a pesar de la presión gubernamental que se ejerció durante las visitas de la reina Isabel, de Sir Christopher Soames y de Willy Brandt, con el fin de conseguir un respaldo a la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, tan significativa para Echeverría, ninguno de ellos resultó ser su partidario. Y al contrario, a raíz de la visita del Shah, Echeverría tuvo que ceder a la presión de Irán y emitir declaraciones respecto a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (opep) que hubiese preferido no hacer.63
Ciertamente, el proyecto más importante de la política exterior del régimen de Echeverría fue la iniciativa de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que le ganó la animadversión de Estados Unidos pero le dio respetabilidad en el tercer mundo.64 Sin embargo, aun ahí los resultados fueron ambivalentes. La Carta fue aprobada el 12 de diciembre de 1974 por la Asamblea General de la onu después de muchas negociaciones; sin embargo, los países industrializados no votaron a favor, y esta falta de apoyo le restó toda fuerza, por lo que a pesar de haber sido adoptada, apenas si se hizo referencia a ella durante los años que siguieron. Lo mismo pasó con muchas otras iniciativas, tales como la Naviera del Caribe, el Banco Mundial de Alimentos y la Universidad del Tercer Mundo.65
Mario Ojeda señaló que los resultados económicos reales eran “menos halagüeños” de lo que se esperaba, y tampoco se logró una auténtica diversificación comercial. En efecto, pese a los grandes esfuerzos por reducir la dependencia económica de Estados Unidos mediante la ferviente actividad en política exterior, el déficit comercial y el endeudamiento externo siguieron creciendo, y el comercio exterior permaneció concentrado en el mercado estadounidense. “Las bases estructurales de sustentación de una acción dinámica e independiente” en lugar de haberse ampliado parecieron cerrarse, y la dependencia del exterior no disminuyó.66
No obstante, la política exterior del régimen sí obtuvo logros concretos, pues abrió espacios nuevos en el plano internacional, permitió a México adquirir un papel más notorio en la diplomacia y le consiguió cierto liderazgo en el tercer mundo.67 Además, las visitas tuvieron un efecto “iluminador e incluso educativo” en los visitantes, que regresaban a su país dejando a un lado el estereotipo tradicional del “mexicano adormilado descansando a la sombra de un cactus”.68
Sin embargo, para muchos fue evidente que la aspiración real era contar con algún apoyo para la ambición personal de Echeverría, casi formalmente anunciada: su deseo de conseguir una posición prestigiosa en un organismo internacional cuando terminara su presidencia.69
En efecto, fueron tantas las iniciativas y acciones de Echeverría en el campo internacional, que muy pocas podían justificarse con base en los intereses de México, y se volvió difícil distinguir hasta qué punto sus proyectos y sus actos tenían origen en una política de Estado, y hasta qué punto perseguían una “política de prestigio personal”.70 Este comportamiento alimentó los rumores, cada vez más extendidos, de que Echeverría buscaba el puesto de secretario general de la onu una vez terminado su sexenio, así como el Premio Nobel de la paz.
Estas sospechas se volvieron virtualmente oficiales cuando la prensa mexicana publicó a ocho columnas que Echeverría sería un candidato ideal como secretario de la onu, pues daría prioridad a la Carta de los Derechos y Obligaciones de los Estados, y además sería el primer titular de este organismo proveniente de Latinoamérica.71
Aunque Echeverría intentó desmentir las sospechas en su quinto informe de gobierno,72 en una entrevista que otorgó en octubre de 1975, cuando se le presionó de manera abierta e insistente para que hablara del tema, respondió que no tenía ninguna injerencia en el origen del rumor. Sin embargo, en una de las últimas preguntas, contestó con el preámbulo “si yo llegara a ser secretario general”.73
Sólo esa aspiración daba sentido a sus acciones que más parecían “provocaciones innecesarias” y actos “gratuitos”, ya que éstas no aportaban ningún beneficio al país.74 Entre ellas, su intento de mediar en el conflicto árabe-israelí cuando la urss y Estados Unidos competían por hacerlo, así como la apertura de una representación de la olp en México, asuntos que serán tratados más adelante en este capítulo.
Después de la Conferencia del Año de la Mujer celebrada en junio, Echeverría realizó durante julio y agosto de 1975 su octava gira internacional, y la de mayor duración de todas las realizadas por un primer mandatario mexicano.75 Visitó catorce países: República Cooperativa de Guyana, República de Senegal, República Argelina Democrática y Popular, Irán, República de la India, República de Sri Lanka, República Unida de Tanzania, Kuwait, Arabia Saudita, República Árabe de Egipto, Estado de Israel, Reino Hachemita de Jordania, Trinidad y Tobago y República de Cuba.76 Como ya se mencionó, uno de los motivos del voto mexicano en favor de la condena al sionismo en la Conferencia del Año de la Mujer fue justamente proteger esta gira de Echeverría por Medio Oriente.
El presidente fue acompañado por una comitiva de 180 personas, y el grupo contaba incluso con una tortillera para que hubiese tortillas recién hechas para ofrecer en las cenas.77 Este fragmento de la crónica escrita por Ricardo Garibay, resume el ritmo intenso de la gira y la impresionante capacidad de trabajo de Echeverría, así como la falta aparente de evaluación y planeación política seria que prevaleció en el viaje:
Durante aquel viaje de mes y medio, de Guyana a Cuba, pasando por Trinidad, Barbados, Jamaica, Inglaterra, Argel, Teherán, Isfahán, Persépolis, Shirás, La India, Sri Lanka, Tanzania, Kuwait, Arabia Saudita, Alejandría y El Cairo, Israel y Jordania, durante aquel peregrinar que amenazaba ser sin término, hubo un día en que subimos cinco veces al avión y recorrimos a pie y en coche y en autobús cinco ciudades; íbamos como locos de la noche al atardecer, del atardecer a la madrugada, de la madrugada a la siesta, de la siesta a la noche nuevamente, retrocediendo en el tiempo, atragantándonos de horas no vividas, tecleando, intemporales ya, en las salas de prensa, atiborrados de idiomas y razas y calles y paisajes casi inverosímiles. ¿Qué andamos haciendo? ¿Qué venimos a buscar a Sri Lanka, por Dios? ¿Usted está enterado de qué negocios tenemos con Tanzania o con Kuwait o con Jordania o en Dakar? Y lo sorprendente era que la pregunta te la hacía el Secretario Fulano, o el Subsecretario Perengano. Quienes se decían consejeros directos y ultra privados acababan haciéndose las mismas cruces. En Kuwait, a cincuenta y cinco grados de calor, asomados a los ventanales de doble vidriera del hotel más lujoso del mundo, oíamos durante todo el día y buena parte de la noche las sirenas que abrían paso al presidente y a su comitiva oficial. ¿Qué andarán haciendo? ¿De qué peligro inminente está salvando Echeverría a la patria, o qué monumental camino le está abriendo precisamente en estos momentos, y aquí, con los antípodas?78
El embajador de Estados Unidos en Jordania, Thomas Pickering, reportó al Departamento de Estado la visita mexicana, diciendo que ésta había llevado al límite la energía y el ingenio jordano durante tres días tremendamente intensivos, los cuales dejaron exhaustos a los anfitriones. Para los jordanos fue una carga atender a la enorme comitiva, aunque finalmente lo lograron. El embajador estadounidense escribió que en Jordania “todavía se preguntan cómo y por qué sucedió todo; pero como siempre, se comportaron con gracia y buen humor”.79
Antes de llegar a Jordania, Echeverría fue a Israel, donde realizó una visita “marcada por el espectáculo ceremonial y la atención máxima de los niveles más altos”.80
Originalmente, Israel no estaba incluido en la gira, a pesar de que se visitaría Jordania y Egipto, países vecinos. Fuentes comunitarias judías afirman que la inclusión de Israel se dio de último momento y sólo gracias a que se recurrió a judíos mexicanos con vínculos personales con el presidente.81 Para cuando Echeverría solicitó autorización al senado para realizar su gira, Israel ya figuraba en la lista.82
Es curioso que el embajador de Israel en México se haya enterado por medio de un noticiero televisivo de que el presidente de México visitaría Israel. En efecto, Hanan Aynor llamó a Jova para solicitar su consejo. Le relató que en la víspera había escuchado que Israel sería incluido en la gira presidencial. No se había solicitado la autorización israelí y, preocupado, Aynor quería saber si ese era un comportamiento usual de Echeverría.83
Jova reconoció que el estilo de Echeverría era “no protocolario”, pero, aun así, el incidente llama la atención. Parece indicar que para Echeverría los judíos de México e Israel eran una unidad. Como fue invitado a Israel por un miembro de la comunidad judía mexicana, quizá le pareció innecesario seguir la formalidad para organizar una visita de Estado.
Esta era la primera visita de un presidente mexicano a Israel, y se le dio una enorme importancia. Tanto el embajador de Israel en México como el Comité Central Israelita de México le pidieron a Sergio Nudelstejer, secretario del Comité Central y representante del American Jewish Committee en México (ajc), que acompañase a Echeverría en su viaje a Israel, con el propósito de “evitar problemas y lograr el mayor éxito posible”. Incluso el embajador de Israel llamó a Bertram H. Gold, vicepresidente ejecutivo del ajc, para asegurar su apoyo.84
Echeverría planeaba llegar a Israel el 7 de agosto, de manera que Nudelstejer se trasladó al Medio Oriente dos semanas antes, a fin de preparar el viaje. Ahí se vio con editores, periodistas, gente de la televisión, visitó personalmente todos los lugares a donde Echeverría iría y habló de cómo debía ser recibido. Organizó un acto público dedicado a México, así como la proyección de películas sobre el país; consiguió que se difundieran suplementos sobre México en dos periódicos en español (Aurora y Semana) y que se publicara una serie de cuatro artículos sobre el país en el Jerusalem Post, además de varios artículos en los periódicos en hebreo sobre México, Echeverría y la importancia de su visita. En la televisión colocó documentales de temas mexicanos que él mismo llevó a Israel, y en la radio consiguió que se entrevistara a personas que habían visitado México.
Desde el aeropuerto Ben Gurión y en toda la ruta a Jerusalén se colocó una decoración de banderitas de ambos países en cada poste de alumbrado, así como la foto del presidente mexicano con textos de bienvenida, y lo mismo se hizo para todos sus trayectos.85 Sin embargo, a pesar de todas las precauciones, en la víspera del arribo de Echeverría ya se temía que sería una gira muy problemática.
Antes de Israel, Echeverría estuvo en Senegal, donde hizo declaraciones en favor de los palestinos, declaró que Israel “debía devolver los territorios ocupados” y que hablaría sobre eso con los líderes israelíes durante su visita. En Egipto, el presidente mexicano se entrevistó con Yasser Arafat y dio su autorización para que la olp abriera una oficina de información en México.
Echeverría llegó a Israel el 7 de agosto, dos días después de su muy publicitada reunión con Arafat,86 a quien incluso comparó con Benito Juárez.87 Cabe mencionar que apenas en julio de ese mismo año, militantes de la olp, presidida por Arafat, habían detonado una bomba en la Plaza de Sion, en Jerusalén, que mató a quince personas e hirió a 77.88
En contrapeso, en Kuwait Echeverría declaró que México no apoyaría la expulsión de Israel de la onu, y exhortó a los países árabes a pensar cuidadosamente antes de hacerlo. De conformidad con su política de dobles mensajes, cuatro días antes de llegar a Israel, el presidente mandó ahí a “uno de los más altos funcionarios” de la Secretaría de Relaciones Exteriores para explicar a sus contrapartes que Echeverría venía “como amigo” para aprender acerca de la situación de Israel, y que sus declaraciones en Argelia, Kuwait, Arabia Saudita y Egipto debían ser tomadas con cierta reserva.89
Aun así, los israelíes estaban preocupados de que se generara una confrontación política durante su presencia en el país. El mismo día de su llegada a Israel se publicó la foto de Echeverría abrazando a Arafat en toda la prensa israelí, lo cual causó una gran impresión90 y fomentó una atmósfera de tensión que se prolongó a lo largo de la visita.91
Mientras Echeverría aún se encontraba en Israel, el Congreso Internacional de Educadores del Tercer Mundo aprobó unánimemente una propuesta de Honduras en la que se expresaba el apoyo para que Echeverría fuera el próximo secretario general de la onu. El subsecretario de relaciones exteriores, Rubén González Sosa, visiblemente complacido con esto, transmitió la noticia al presidente por vía telefónica.92
Es posible que este dato haya propiciado el suceso más notable de la visita: Echeverría mandó a Emilio Rabasa a El Cairo el 8 de agosto para que se entrevistara con el presidente egipcio Anwar Sadat y concertara una reunión entre Sadat y el primer ministro israelí Isaac Rabin.93 El 9 de agosto Rabasa se reunió con Sadat, en presencia del vicepresidente, Hosni Mubarak y de Roberto Rosenzweig, entonces embajador de México en El Cairo. Sadat rechazó la iniciativa mexicana.94
Más tarde escribiría Rabasa, que: “No faltaron quienes ironizaran la misión y otros que señalaran que había yo fracasado en mi encomienda”.95
Lo cierto es que el intento se percibió entonces como un fiasco del régimen.96 En efecto, el encargo del presidente había rayado en lo absurdo. Sadat le contó al embajador estadounidense en Egipto que había recibido a Rabasa para corresponder a las atenciones de Echeverría, quien había sido “lo suficientemente considerado” para enviar a su secretario hasta Egipto. Sin embargo, ambos coincidieron con cierta condescendencia en que los conocimientos de Echeverría sobre el tema eran “limitados”.97
A fin de promocionar su candidatura para ser secretario general de la onu, es posible que la intención de Echeverría al enviar a Rabasa a Egipto no haya sido únicamente lograr un acuerdo de paz, sino también proteger su imagen en el mundo árabe. Su mera presencia en Israel podía molestarlos. El embajador de México en Egipto aprovechó la llegada de Rabasa para declarar a los periódicos que el secretario había viajado a Egipto para asegurarse de que se supiera con claridad la postura de México en el Medio Oriente: las tropas israelíes tenían que retirarse de los territorios ocupados y se debían reconocer los derechos de los palestinos.98 Esa declaración no impidió que en un encuentro posterior con judíos estadounidenses Echeverría se ufanara de su intento por lograr “una reunión en un ambiente de franqueza y buena voluntad” entre Israel y Egipto.99
Mientras Echeverría estaba en Israel, Rabasa también viajó a Moscú junto con Benito Berlín, embajador de México en Israel. De manera extraoficial se dijo que el viaje tenía como objetivo contribuir a restablecer las relaciones diplomáticas entre la urss e Israel.100 Sin embargo, el encargado de negocios de la embajada mexicana en Israel le aseguró al embajador de Estados Unidos que el verdadero propósito había sido aprovechar el trayecto para informar al embajador Berlín del viaje de Rabasa a Egipto.101
Durante su estancia en Israel, Echeverría fue a Yad Vashem (el museo del Holocausto). Cuando Gideon Hausner, miembro del gabinete israelí, le expuso que “todo el mundo había abandonado a los judíos” en la Segunda Guerra Mundial, Echeverría lo corrigió. Afirmó: “México no solamente se opuso al fascismo nazi, sino que cordialmente abrió sus puertas a miles de judíos perseguidos. Ellos y sus descendientes continúan viviendo entre nosotros”.102 En una conversación similar, Echeverría ofreció visas de tránsito a judíos de Siria para que los dejasen emigrar.103
En la Universidad Hebrea de Jerusalén, en presencia del primer ministro Rabin, se inauguró la Biblioteca Rosario Castellanos, en memoria de la embajadora de México fallecida en Israel en 1974.104 El presidente visitó también un kibutz, donde ocurrió un incidente que revela la naturaleza impulsiva de Echeverría. Una joven llamada Ana se le acercó a decirle que ella soñaba con conocer México. Echeverría dio instrucciones para que Ana viajara con su comitiva de regreso a México, y ahí la instaló en casa de un amigo suyo judío mexicano, Mario Barouh, quien lo acompañaba en la gira. Ana vivió con la familia Barouh durante un año; Rosy, la hija del matrimonio Barouh, recuerda que su presencia eventualmente se volvió una pesadilla, pero que nadie se atrevía a negar algo al presidente.105
Ana no fue la única que Echeverría “importó” a México. Durante su visita le presentaron a tres inmigrantes judíos de la urss. Estos le explicaron la difícil situación de los judíos en la Unión Soviética. Echeverría ofreció traer a México a Hana Gurevich, que había salido de la urss hacía dos semanas y cuyo esposo permanecía en una cárcel soviética. Esta mujer se volvió residente mexicana, mientras Echeverría trataba, por distintos canales diplomáticos, de liberar a su marido.106
Debido a que el secretario Rabasa se vio obligado a viajar a Egipto, no estuvo presente en Israel durante la mayor parte de la visita de Echeverría. No obstante, en el tiempo que sí estuvo, Rabasa notó que en ningún momento se habló del voto mexicano respecto al sionismo en la Conferencia del Año de la Mujer, a pesar de que se le había advertido que sería uno de los temas por tratar.107 De hecho, el embajador Jova le había sugerido al embajador israelí en México que aprovecharan la visita para tratar ese punto.108
Es probable que las autoridades de Israel no quisieran incomodar al presidente, pues estaban muy satisfechas de haber sido incluidas en la gira de la región. Aunado a ello, las declaraciones erráticas del presidente mexicano antes de su llegada a Israel les habían hecho temer que podría haber una confrontación pública durante su visita. Y, como ésta se estaba desarrollando con tranquilidad, quizá no quisieron ventilar temas que pusieran en riesgo la placidez del encuentro. Esta inquietud también explica que no se hablara acerca de la votación que se aproximaba en la onu sobre el sionismo.
Además, Echeverría había demostrado su buena voluntad para con Israel: a pesar de que México tenía su embajada en Tel Aviv, Echeverría vivió en Jerusalén con su comitiva durante los cuatro días de su estancia, e hizo visitas a la ciudad vieja, es decir, a la parte conquistada en 1967. Con este detalle, que no pasó inadvertido a los anfitriones, aceptó la reunificación de Jerusalén de facto, aunque no de jure.109
Si nos situamos en el contexto imperante de 1975, cuando Israel estaba política y diplomáticamente aislado del mundo, y era supuestamente responsable del embargo petrolero árabe, esta visita tenía un valor muy especial. El gobierno israelí y los judíos de México se enorgullecían de este primer viaje de un presidente latinoamericano a Israel.110
Al concluir la visita, la Secretaría de Relaciones Exteriores de Israel emitió una declaración conjunta. Decía: “Desde que se establecieron las relaciones entre los dos países, éstas se han llevado a cabo en un ambiente de respeto absoluto y franca cooperación en los ámbitos cultural, científico y técnico”.111
La declaración final de Echeverría, en la que reiteró la universalidad de la onu, dio a entender a sus anfitriones israelíes que México se opondría a la expulsión de Israel del organismo internacional. Además, Echeverría no repitió en Israel sus declaraciones acerca de un Estado palestino y el retiro de Israel de los territorios, lo cual también permitió mantener la cordialidad. El gobierno israelí consideró la visita un “modesto éxito”112 y en general quedó satisfecho con ella.113 En opinión del embajador de Estados Unidos en Israel, “los israelíes estuvieron felices con la llegada de Echeverría y felices igualmente con su partida”.114 Hacia el final de la gira, Echeverría viajó a Cuba, único país con el que empleó el término “fraternal” para describir sus relaciones. Las declaraciones ahí emitidas preocuparon no sólo a Estados Unidos, sino que francamente alarmaron a países como Brasil y Perú, que temían leer en ellas un giro hacia la izquierda del régimen mexicano.115 Los observadores estadounidenses se preocuparon por la “retórica crítica y afilada contra el mundo desarrollado” que usó Echeverría en su gira, en la que pareció proseguir con su enfoque tercermundista y antiestadounidense.116
Rabasa intentó defender la conveniencia de la gira presidencial en una conferencia de prensa en México, afirmando que su propósito había sido fortalecer el papel de la nación en la comunidad internacional para así apoyar y acelerar su desarrollo. Sin embargo, muchos se cuestionaron si la duración de la gira, el costo, la enorme delegación y su intención verdaderamente servían a los intereses del país.117
También el embajador de Estados Unidos en Jordania, Thomas Pickering, se preguntó si la visita a Jordania había estado justificada, pues afirmó: “Los resultados concretos de la visita son pocos”.118 Y el embajador estadounidense en Israel, Malcolm Toon, la calificó de haber sido “considerablemente menos que un gran acontecimiento histórico”.119
Según Jova, el cuerpo diplomático instalado en México calificaba el viaje de Echeverría como un “espectáculo caro con una mínima importancia en términos de relaciones exteriores”. Incluso parte importante de los sectores banquero, profesional y de negocios en México pensaron que la gira no había sido más que una farsa, y no le atribuyeron ninguna importancia.120
De regreso en México, Rabasa consideró necesario disculparse con el secretario de Estado Henry Kissinger por su viaje a Egipto. Lo hizo por medio del embajador Jova, a quien explicó que su intención nunca había sido “ser presuntuoso o inmiscuirse” en un tema que Kissinger estaba atendiendo de manera personal. Jova reportó que Rabasa, compungido, estaba “incómodo y algo avergonzado” de este episodio al que había sido forzado por Echeverría.121
A pesar de haber sido el titular de la cancillería, parece queRabasa no sabía que, apenas dos días antes, Echeverría había llamado al embajador Jova a Los Pinos para exponerle un plan de paz para Medio Oriente. Reiterando repetidamente que esperaba que Kissinger tuviera éxito y que no se necesitara hacer nada más, el presidente sugirió un plan alternativo en caso de que no prosperaran las iniciativas estadounidenses. Echeverría pretendía proponer ante Naciones Unidas que la onu invitase a tres jefes de Estado para formar un comité de conciliación que trabajara por la paz en Medio Oriente, en Egipto, en Israel y en la propia onu. Este comité estaría integrado por el Shah de Irán, pues era un “musulmán en buenas relaciones con los árabes […] e Israel, al que ha seguido vendiendo petróleo”; el mismo presidente de México, “singularmente calificado en virtud de su viaje sin precedentes en el área”, y un líder europeo como el primer ministro de Suecia, el presidente de Finlandia o el presidente de la Confederación Suiza. Este comité serviría, además, como pantalla para que por detrás Kissinger continuara con sus esfuerzos de paz.122 En sus comunicados a la Secretaría de Estado el embajador Jova expresó su sorpresa ante este nuevo intento por “entrometerse” en el Medio Oriente.123 Era evidente que, con sus intentos “torpes” para lograr la paz, Echeverría había demostrado no tener la mínima “perspicacia diplomática”.124 El subsecretario de Estado estadounidense, Robert Ingersoll, coincidió en que lo mejor sería “desalentar cualquier iniciativa [mexicana] que pudiera complicar el proceso de paz”,125 pues éste marchaba por buen camino.
En efecto, tan sólo unos días después de la propuesta para un plan de paz que Echeverría le hizo a Jova, se firmaron los Acuerdos Preliminares de Sinaí entre Egipto, Israel y Estados Unidos.126
Sin embargo, no todo fue negativo. Trinidad y Tobago estuvo feliz de haber sido incluido. Siendo que visitas de líderes mundiales de la talla de Echeverría eran “una ocurrencia bastante rara”, el gobierno de Trinidad y Tobago se desvivió para dar una recepción adecuada a un aspirante al liderazgo mundial del tercer mundo y, mientras Echeverría estuvo ahí, gran parte del gobierno dedicó “prácticamente toda su atención” a la visita.127 Asimismo, hubo quienes señalaron que la gira dio proyección internacional a México. En efecto, antes de Echeverría, el país se encontraba más aislado en la arena internacional. La gran actividad desplegada por Echeverría, pese a que incluso a “los amigos de México” les parecía excesiva, puso a México en el mapa mundial.128
Ciertamente, varios funcionarios del Banco de México aseguraron que, “excluyendo a la clase alta”, la mayoría de los mexicanos estaba convencida de que la gira había favorecido a México por haberle abierto oportunidades alternativas de las que tenía con Estados Unidos. Aunque los funcionarios sabían que los acuerdos firmados no tendrían implicaciones prácticas importantes, alegaban que algunos serían benéficos para el país.
Jova era mucho menos optimista y opinó que las ganancias de la gira ni siquiera alcanzarían para cubrir su costo, pues los países visitados no ofrecían un campo atractivo para los negocios mexicanos, y era poco lo que México podía aprender de su tecnología.129
Como señalé antes, fueron muchos los observadores, Jova entre ellos, que afirmaron que el propósito principal de la gira había sido promover la candidatura del presidente para la Secretaría General de la onu130 y, sin embargo, ni siquiera en ese punto se logró el cometido. El embajador de Yugoslavia en México, muy involucrado en política tercermundista, consideró que la gira había sido políticamente “neutral”, y que no había logrado satisfacer ni a los radicales ni a los conservadores. Más aún, afirmó que su impacto había sido “insignificante” tanto para el liderazgo mundial de México, como para promover la candidatura de Echeverría a la onu.131 Explicó que la mayoría de los países no alineados, específicamente Egipto y Yugoslavia, preferirían que Kurt Waldheim continuase como secretario general, pues consideraban que su desempeño había sido razonable y el de Echeverría resultaba una incógnita.
Quizás era el apoyo de algunos países latinoamericanos lo que mantenía viva la esperanza de Echeverría, pues el 23 de agosto Rabasa declaró en una conferencia de prensa que a pesar de que el presidente no estaba haciendo campaña para obtener la Secretaría General de la onu, había recibido muestras “espontáneas”de apoyo de Latinoamérica, África y Asia.132
En efecto, a fines de agosto el embajador de Colombia en México señaló que a su país le agradaba la idea de que Echeverría ocupara el puesto en la onu133 y, en septiembre, el ministro de relaciones exteriores de Costa Rica, Gonzalo Facio, anunció que Costa Rica había decidido nominar a Echeverría para secretario general de la onu.134
Rabasa afirmó en una ocasión que “no había notado oposición de la Unión Soviética ni de Estados Unidos” respecto a la candidatura de Echeverría para la Secretaría General de la onu.135 Incluso el embajador de Israel en México veía con buenos ojos la idea.136
Sin embargo, las acciones futuras de Echeverría acabarían por hacerle perder los apoyos. Cabe mencionar el enredo internacional con España en el que se involucró el presidente mexicano, porque afectó gravemente sus posibilidades reales de presidir la Secretaría General del organismo internacional.
Como reacción a la ejecución de cinco militantes del eta y el frap en España, el 28 de septiembre de 1975, Echeverría tomó una decisión sin precedentes: romper todos los intercambios que México tenía con España; es decir, las relaciones económicas, comerciales, de comunicaciones y turísticas (México nunca sostuvo vínculos diplomáticos con el régimen de Franco).
Al mismo tiempo, el presidente mexicano envió una carta a Kurt Waldheim, secretario general de la onu, en la que solicitó una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad, la suspensión de España de Naciones Unidas y además: “México pide a usted [que] inste a los miembros de las Naciones Unidas a interrumpir totalmente sus relaciones económicas y las comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas y otros medios de comunicación (como la televisión) y a romper con España sus relaciones diplomáticas”.137
La acción mexicana causó inconvenientes a muchos turistas, forzó cancelaciones de actos culturales y deportivos programados, interrumpió relaciones económicas de alrededor de noventa millones de dólares anuales y ubicó a Echeverría una vez más en las primeras páginas de todos los periódicos nacionales.138
España respondió con un escrito en el que señaló que la onu no debía intervenir en asuntos internos de ningún país y además, que Echeverría carecía de “estatura moral” para hacer esa acusación, pues era responsable de la matanza de Tlatelolco y, encima de todo, era un agente de la cia.
En efecto, justamente en enero de 1975, Philip Agee, ex agente de la cia, publicó su libro Inside the Company, donde expuso las operaciones de la cia en México y otros países con gran detalle.139 El libro menciona a Echeverría varias veces, y en el anexo que incluye nombres de los operativos, lo describe como un “colaborador cercano de la estación de la Ciudad de México”, con el criptónimo litempo–14.140 Agee conocía de lo que hablaba, pues, años después, el embajador Jova confirmó que el mandatario mexicano tuvo lazos estrechos con la cia cuando estuvo en la Secretaría de Gobernación, y que había conservado algún tipo de conexión sentado en la silla presidencial. De hecho, Jova suponía que algunas de sus posturas más descaradas en contra de Estados Unidos eran una especie de cubierta para compensar su asociación con la cia.141
De poco sirvió que Agee escribiera que Echeverría no estaba a gusto con la relación que Gustavo Díaz Ordaz le había obligado a mantener con la cia, ni que Agee se preguntara si eventualmente Echeverría la habría interrumpido.142 El daño estaba hecho; como escribió en sus memorias el representante de Estados Unidos en la onu, Patrick Moynihan, una vez publicada esa información, la candidatura del presidente mexicano para secretario general “se había acabado”.143 Para rematar, la delegación española distribuyó fotocopias con esta información en la onu144 y, con ello, asestó el golpe final a la candidatura.
Además, la actuación de Echeverría respecto a España incomodó a muchos países en la onu que, si bien reprobaban el proceder de España, consideraron que el Consejo de Seguridad no era el lugar apropiado para tratar el asunto, y hubieran preferido que Echeverría no lo hubiese llevado a ese foro.145
En consecuencia, el Consejo de Seguridad decidió no tratar el tema, y así lo notificó a México.146 Echeverría, sin embargo, decidió seguir presionando. Quizá lo alentaron las noticias que le envió el embajador mexicano en Moscú, Víctor Flores Olea, quien le informó que su mensaje había recibido una “amplísima difusión” en la televisión, la radio y la prensa soviética, “con comentarios altamente elogiosos”.147
Una semana después de su carta al Consejo de Seguridad, Echeverría viajó a Nueva York para hablar ante la Asamblea General de la onu.148 Antes de partir, Mario Moya Palencia, secretario de gobernación, se reunió con el embajador Jova para preguntarle su opinión con respecto a los sucesos recientes. Jova pidió instrucciones al Departamento de Estado, y le enviaron como respuesta un largo memorándum, escrito por Kissinger, que debía enseñar a Moya Palencia, solicitando que no lo citase. El memorándum llegaba a la siguiente conclusión:
Independientemente de lo que se piense del gobierno de Franco, las acciones deben encaminarse a facilitar la deseada e inevitable transición política, más que a provocar una crisis de inestabilidad que le daría la ventaja a los extremistas.149
Moya Palencia leyó el mensaje con atención, lo agradeció y lo calificó como “un punto de vista interesante”.150
Sin embargo, el texto de Kissinger no convenció a Echeverría, quien no cambió de parecer. En su discurso frente a la Asamblea General, el presidente de México repitió la solicitud que ya había presentado ante el Consejo de Seguridad el 28 de septiembre “en la convicción de que tanto técnica como políticamente, nos asiste la razón”.151
La reacción general entre las delegaciones latinoamericanas frente a los intentos de Echeverría fue negativa. Consideraban que el presidente había hecho un gran daño, probablemente fatal, a su candidatura como secretario general. El representante de Perú dijo que el presidente mexicano se había hecho “Harakiri”; el de Paraguay afirmó que la conducta de Echeverría había avergonzado a América Latina, y la delegación salvadoreña se refirió a Echeverría como “el ex candidato a secretario general”.152
Tampoco en el ámbito nacional su conducta fue bien recibida. A pesar de que hay quien afirma que sus acciones tenían el propósito de agradar a la opinión pública interna,153 y es cierto que contó con el apoyo automático del congreso, el pri, los republicanos españoles asentados en México y la mayor parte de la prensa, parece ser que Echeverría no tomó en cuenta ni el contraataque español ni su vulnerabilidad personal a raíz de los sucesos de Tlatelolco en 1968.
Además, miles de mexicanos se vieron seriamente afectados por el cese de lazos de comunicación y transporte con España. Aunque en México hubo una manifestación para apoyar la iniciativa de Echeverría y demostrarse contra Franco, Jova oyó rumores fidedignos de que entre las consignas antifranquistas los manifestantes intercalaban expresiones contra Echeverría. Por último, aquellos familiarizados con lo que se decía de la “justicia” gubernamental en su propia lucha contra la subversión, consideraban los gestos de Echeverría “cínicos e hipócritas”.154
Para colmo, justo cuando Echeverría regresó a México de su participación en la Asamblea General de la onu, en la cárcel de Lecumberri se aplicó la “ley fuga” a un hombre acusado de “terrorismo”. La muerte de esa persona estuvo rodeada de circunstancias sospechosas y no faltó un periodista valiente que señaló el paralelo con la ejecución de los cinco españoles que tanto había alterado a Echeverría.155
Al día siguiente de este episodio, Echeverría inauguró los Juegos Panamericanos. El embajador Jova fue invitado a la apertura, y en su comunicado a la Secretaría de Estado escribió que cuando el presentador mencionó al presidente Echeverría: “La multitud irrumpió en silbidos burlones y ruidosos, que no se mezclaron con ningún aplauso”. Más tarde, el expresidente Miguel Alemán le contó a Jova que, a solicitud del gobierno, había cortado ese incidente de las noticias, para que no se transmitiese por televisión.156
En efecto, en contraste con el discurso empleado por Echeverría en los foros internacionales, donde se defendía al pluralismo y a los marginados, en México la esperada apertura democrática no se estaba dando: Se afianzó el centralismo, se agudizó más el autoritarismo presidencial, no se toleró la diferencia (incluso se trató de imponer una cultura y una moda oficial), se reprimió a la izquierda y se enfrentó a la burguesía.157
Los fracasos y las debilidades en la política interna reforzaron aún más la importancia de la política exterior, que se convirtió en el centro de atención del presidente. Echeverría enfocó hacia ella su abundante energía.