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La fuente de la piedad
ОглавлениеEjercítate para la piedad.
I TIMOTEO 4.7
Yo soy una evangelista de alma. Me encanta interactuar con la gente que no tiene ni idea del mensaje de la Biblia. Es increíble observar la luz que aparece en los ojos del no creyente que de golpe comienza a comprender la verdad, y me siento decepcionada si una persona cierra la puerta a toda discusión o debate. ¿Por qué me entusiasma tanto el Evangelio? Porque revela el plan amoroso de Dios para este mundo y para la humanidad: hombres, mujeres y niños. Son las buenas nuevas, las mejores noticias que podríamos recibir jamás. Cuando una persona comprende el amor de Dios en Jesucristo, su vida cobra finalmente sentido.
¿Recuerdan el momento en que comprendieron por primera vez el Evangelio? Todos los días, las buenas nuevas del Evangelio le son reveladas a alguien a su alrededor. Hace siete años atrás, Dios le estaba manifestando sus buenas nuevas a una joven que regularmente nos servía una taza de café, a Kent y a mí, en un café de la zona llamado Starbucks. A mi esposo y a mí nos gustaba ir caminando a este café, no sólo porque servían un magnífico capuchino, sino porque Stacey se encontraba detrás del mostrador. Ella era una pelirroja llena de vida, quien hacía que la compra de un café fuera toda una experiencia. Aun antes de ingerir la cafeína, uno ya se sentía mejor porque Stacey tomaba el pedido.
Debido al hecho de que ella aparentaba estar siempre tan contenta, uno nunca se hubiera podido imaginar que estaba involucrada en un devastador divorcio y una batalla por la custodia de sus hijos. Sin embargo, alguien lo sabía: una ex vecina, una cristiana que ahora vivía en una ciudad alejada. Como estaba preocupada por Stacey, la animó a que visitara su iglesia.
Unas semanas después, Stacey, sola y algo indecisa, vino a la iglesia College por primera vez. Cuando el personal pastoral caminó hacia la plataforma para comenzar el servicio, Stacey reaccionó. ¿Qué está haciendo ese «señor simpático» que viene a Starbucks con su esposa en la plataforma? Cuando ese «señor simpático» se puso de pie para orar y predicar, ella escuchó como nunca lo había hecho antes.
A la mañana siguiente, Stacey nos saludó con aún mayor energía que la usual. Nos contó sobre la sorpresa que se llevó cuando descubrió que mi esposo era un pastor. Nos preguntó si yo me podría reunir con ella, ya que tenía preguntas acerca de la Biblia. Estábamos contentísimos.
La ex vecina de Stacey nos llamó para decirnos que ella estaría orando por nosotros. Mucho tiempo antes de que la conociéramos a Stacey, Dios ya había estado obrando en su vida para prepararla. Ella estaba lista para escuchar las buenas nuevas del Evangelio y recibir a Cristo como su Salvador.Y así lo hizo.
Con su conversión, Stacey comenzó una nueva forma de vida. Su fe en las buenas nuevas del Evangelio se ha convertido en el centro de su vida. Ella es una devota estudiante de la Palabra de Dios. Su talento como mamá refleja su deseo de ayudar a que sus hijos crezcan en piedad. Después de su compromiso con su familia, lo que más valora Stacey es su ministerio a los estudiantes de la escuela intermedia. ¡Ella halló vida misma en el Evangelio!
Pero no todas las personas que profesan ser cristianas atesoran el Evangelio con el mismo entusiasmo y tenacidad. Para algunos, el cristianismo es sólo una parte de sus atareadas vidas. Tienen sus empleos, sus grupos de autoayuda en el YMCA, sus horas de gimnasia, ah, y su vida espiritual también. Otros ven a su experiencia cristiana como un recuerdo: «el día que dije ‘la oración’ o ‘me acerqué al altar’ o ‘me uní a la iglesia’».
Para muchos, el cristianismo es un boleto al paraíso. Ellos desean la garantía de que todo va a estar bien cuando se mueran, pero no desean tomarlo con demasiada seriedad ahora.
Muchas familias acoplan al cristianismo como una parte del paquete de su estilo de vida. Disfrutan la atmósfera íntegra que brinda la iglesia, la buena enseñanza moral para los niños, las cenas en conjunto, y las reuniones de mujeres.
Ninguna de estas últimas opiniones sobre el Evangelio es lo real; ninguna ve al Evangelio como lo revela la Biblia. El Evangelio de Jesucristo es implacable en su búsqueda de convertir a todas las áreas de nuestro corazón y de nuestra vida. El Evangelio lo abarca todo. Es en realidad la única fuente para una vida piadosa. Busquen en todas partes, y no tendrán más que, con suerte, autoreforma y, con mala suerte, idolatría.
¿Desean ser mujeres piadosas? Dado que intentamos discutir las muchas, muchas áreas de la vida de una mujer que son moldeadas e informadas por el Evangelio, ¡debemos saber lo que es este Evangelio y creerlo! Luego, como nuestra amiga Stacey, debemos estar preparadas para convertirlo en el centro de nuestra vida.
¿QUÉ ES EL EVANGELIO?
Recientemente, un grupo diverso de mujeres de nuestra iglesia (jóvenes y mayores, casadas y solteras, viudas y divorciadas) se reunieron para estudiar cómo influye la fe en el Evangelio a la forma en que vivimos. En la primera sesión, les pedí que escribieran una respuesta clara a la pregunta: «¿Qué es el Evangelio?»
Sencillo, ¿verdad? La respuesta debería caerse de nuestros labios como el abecedario. ¡No! Todas estas mujeres creyentes y piadosas tuvieron dificultad para componer una definición clara y sucinta del Evangelio. ¡Fuimos humilladas! Algunas mujeres escribieron páginas enteras describiendo cómo convertirse al cristianismo. Otras describieron técnicas de evangelización. Algunas enumeraron los beneficios del Evangelio. El Evangelio en sí se perdió en esa gran neblina de palabras.
Cuando les preguntamos a la gente cómo saben que son cristianos, a menudo contestan: «Porque lo acepté» u «oré» o «caminé hacia el frente». ¿Notan el uso del «yo»? Todas estas respuestas le dan preeminencia a lo que la persona ha hecho. Esa es la raíz de la confusión general acerca del Evangelio. ¡El Evangelio trata sobre lo que Dios ha hecho!
El cristianismo es la única religión en la cual la salvación no puede ser ganada. Los cristianos saben que nuestra salvación fue alcanzada por medio de lo que Dios solo ha hecho, no por lo que hemos hecho nosotros. Ésta es la verdad que Jesús gritaba desde la cruz: «Consumado es» (Juan 19.30).
El Evangelio de Dios
El Evangelio le pertenece a Dios. Es su Evangelio.2 De una tapa a la otra, la Biblia trata sobre el Evangelio de Dios. Fue su idea y su plan: «Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones» (Gálatas 3.8).
La Biblia, comenzando en Génesis, revela el plan de Dios de restaurarnos a lo que habíamos sido creados a ser: un pueblo hecho a su imagen, viviendo con gozo bajo su reinado de amor y su bendición. No obstante, aun cuando nos salva, «el Evangelio no es principalmente acerca del hombre y sus necesidades, a pesar de no estas cosas no dejan de ser importantes ni tampoco dejan de relacionarse entre sí».3 Por bueno que suene, un evangelio centrado en el ser humano no es el Evangelio de Dios. Un evangelio que se concentre principalmente en las necesidades o la culpa o los sentimientos o los deseos del ser humano no es el Evangelio de Dios. El Evangelio de Dios son noticias asombrosas sobre lo que su hijo Jesucristo ha logrado en la cruz. Trata acerca de lo que Dios ha hecho.
Cristo crucificado... De acuerdo a las Escrituras
Jesucristo es la figura central del Evangelio de Dios. Nuestro grupo de estudio llegó a la conclusión de que la explicación de Pablo del Evangelio en 1 Corintios 15.1-4 es el texto fundamental: «Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras» (NVI, énfasis de la autora).
Pablo lo mantiene todo muy sencillo: Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos. Luego agrega, ¡dos veces!, una frase muy importante pero que es a menudo pasada por alto: «según las Escrituras». En otras palabras, el Antiguo Testamento es la fuente y ratificación de este Evangelio y de este Cristo.
Al señalarnos las Escrituras del Antiguo Testamento, Pablo nos está diciendo que Jesucristo no vino en un vacío: un acontecimiento sin ninguna relación con el pasado o el futuro. Él vino como la culminación y cumplimiento del magnífico plan de Dios en la historia según es revelada en el Antiguo Testamento. Esa es la razón por la cual Pablo declara: «Todas las promesas que ha hecho Dios son ‘sí’ en Cristo» (2 Corintios 1.20, NVI). ¡Jesucristo es el «sí» profético a todas las promesas del Evangelio en la Biblia desde el Génesis al Apocalipsis! La primera insinuación de esta verdad fue revelada en el jardín del Edén donde Dios prometió que un descendiente de la mujer aplastaría la cabeza de Satanás (Génesis 3.15).
Cristo mismo se refirió también a las Escrituras del Antiguo Testamento para explicar el Evangelio a los discípulos desalentados que caminaban por el camino a Emaús después de su resurrección. Los reprendió con estas palabras: « ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lucas 24.25-27).
¡Qué «estudio bíblico» debe haber sido ese! Cristo, en forma sistemática, los llevó a través de todo el Antiguo Testamento, explicando su muerte y su resurrección como el cumplimiento de sus promesas proféticas.
Pedro comprueba ese mismo punto importante sobre el lugar de Cristo en el centro de la verdad de las Escrituras: «Los profetas, que anunciaron la gracia reservada para ustedes, estudiaron y observaron esta salvación. Querían descubrir a qué tiempo y a cuáles circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando testificó de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que vendría después de éstos. A ellos se les reveló que no se estaban sirviendo a sí mismos, sino que les servían a ustedes. Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado los que les predicaron el evangelio por medio del Espíritu Santo enviado del cielo. Aun los mismos ángeles anhelan contemplar esas cosas» (1 Pedro 1.10-12, NVI, énfasis de la autora). ¿Lo vieron? Los profetas del Antiguo Testamento nos estaban sirviendo a nosotros. ¡A ustedes y a mí!
Isaías, Jeremías, Daniel, David, y todo el resto de los profetas escribieron sus libros para que nosotros que vivimos de este lado de la cruz podamos reconocer a Jesús como el Cristo, el único y verdadero Mesías, quien es el único que tiene las palabras de vida: el Evangelio. ¡Ellos escribieron para nuestro beneficio! De modo que escuchen esto: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15.4, énfasis de la autora).
¿Por qué tanto énfasis en esto? Porque como dijo Pablo, si creemos en cualquier otro evangelio, hemos creído en vano. En el día cuando todo (incluyendo la teología) se decide por voto popular, qué sencillo es creer en otro evangelio. Qué fácil es darle forma a nuestro dios según lo que pensamos que debería ser y no permitir que las Escrituras en su integridad lo definan.
Algunos hombres se acercaron a Jesús y le hicieron esta pregunta: «¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado» (Juan 6.28-29, énfasis de la autora).
A nosotros nos corresponde creer. Sin embargo, debemos creer en este Jesús: el Cristo que Dios ha revelado en las Sagradas Escrituras y no uno que pertenezca a nuestra propia imaginación. Aquí les debo preguntar: ¿En qué evangelio creen ustedes? ¿Es vuestro Jesús un mesías definido por vuestra propia imaginación o el Mesías prometido definido por las Escrituras? ¡El Jesús de la Biblia es totalmente maravilloso! Y su Evangelio es el único camino que nos conduce a la piedad.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado. (Romanos 10.9-11)
Es posible que ustedes no hayan aún comprendido totalmente el Evangelio. Para estar segura de que lo han hecho, he incluido «Dos maneras de vivir» al final de este capítulo. Es la explicación más clara del Evangelio que se pueda obtener hoy día. Si ustedes no están seguras de vuestro estado espiritual, léanlo y háganlo ahora mismo, antes de continuar.
BUENAS NUEVAS
William Tyndale, el mártir que nos dio la Biblia en inglés, escribió que evangelio viene de una palabra que «significa noticias buenas, alegres, jubilosas, gozosas, que hacen que el corazón de un hombre esté feliz, y lo hacen cantar, bailar y brincar de júbilo».4
Una joven en el grupo de solteros de la iglesia descubrió el gozo que proviene de ver a Cristo a la luz del Antiguo Testamento. Michelle creció yendo a la iglesia. Ella conocía «las respuestas de la Escuela dominical». Le habían enseñado que Jesús murió por sus pecados, pero ella sentía que era bastante buena persona y que sólo pecaba muy de vez en cuando. Como adulta, Michelle comenzó a estar más y más conciente de su pecaminosidad. No era la persona buena que ella pensaba que era.
Un domingo a la noche, cuando el pastor analizaba paso a paso la historia de Israel, relató cómo Dios había concertado un pacto con Israel, les había dado su Ley, y había establecido el sacrificio de animales como expiación de pecados cuando la gente desobedecía. El pastor planteó la siguiente pregunta: «¿Cómo ha de habitar un Dios santo con un pueblo pecaminoso?»
Michelle recuerda: «Comencé a darme cuenta de que a causa de mi pecado, yo no podía acercarme a un Dios santo por mi propia cuenta».En ese punto, el pastor explicó que Jesucristo vino a satisfacer la Ley y los profetas y citó 2 Corintios 5.21: «Al que no cometió pecado alguno [Jesús], por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (NVI).
Esa noche, Michelle comprendió por primera vez que «no era una observadora pasiva de la muerte de Jesús. Era una participante activa en su muerte. Mis pecados eran los clavos que le atravesaban sus manos y sus pies y las espinas que le oprimían su frente. Sólo en Jesús puedo ser justa. Ese domingo, yo deseaba treparme a lo más alto del techo y gritar: ‘¡Fui perdonada!’».
«De acuerdo con las Escrituras», Michelle comprendió el Evangelio como nunca antes lo había hecho, y ahora éste podía estar en el centro de su corazón, sus relaciones y sus decisiones.
EL EVANGELIO ES TODO
De manera que, como pueden ver, el Evangelio no es simplemente una cosa más que ustedes planean en sus agendas o en el almanaque de la cocina. El Evangelio le da forma a todo lo que nos atañe. La disciplina del Evangelio es acercarnos a Dios en sus propios términos. Eso es de lo que trata este libro. Como mujeres que entendemos y abrazamos el Evangelio, encontramos que la Palabra de Dios es tan dinámica que de inmediato nos define, nos satisface y nos motiva.
El Evangelio nos define
Cuando volvemos a nacer, nuestra vida comienza a cobrar sentido. Dentro de las páginas de las Escrituras, encontramos la bendita respuesta a la antigua pregunta: «¿Quién soy yo?» Comenzando en las páginas de apertura de la Biblia, aprendemos que somos hechos a la imagen de Dios. Aprendemos también que como mujeres, somos hechas claramente mujeres y no hombres. Más importante aún, descubrimos que poseemos un gran valor ante Dios, según fue demostrado por la muerte de Cristo en la cruz. Por lo tanto, el Evangelio no sólo aporta dignidad y valor a nuestra humanidad, sino que le brinda propósito y significado a las distinciones de sexo.
Aprendemos además que somos pecadores. Génesis 3 registra la decisión de Adán y Eva juntos de rebelarse contra el buen plan de Dios, trayendo pecado y muerte a toda la humanidad (Génesis 3; Isaías 53.6; Romanos 3.23). Descubrimos que podemos ser salvos de la ira de Dios contra toda iniquidad (Romanos 6.23; Efesios 2.3-9) .Vemos que nos podemos convertir en hijos de Dios y miembros de su familia, la iglesia (Juan 1.12; 3.5-8; Marcos 3.31-35). Por último, participamos con todos los santos a favor del Evangelio (Filipenses 1.1-6; 2.14-15). Las disciplinas que trataremos en este libro están informadas por estas realidades.
Aparte de los ángeles, quienes no fueron creados a la imagen de Dios, somos los únicos seres en el universo que pueden oír la Palabra de Dios y responder a ella. Génesis revela que lo primero que hizo Dios después de la creación de Adán y Eva fue hablarles. ¡Ustedes y yo podemos escuchar la Palabra de Dios! Debido a que fuimos creadas a su imagen, nuestra alma tiene un sentido moral que puede responder a su Palabra en obediencia, por medio de la gracia de Dios. Mujeres, ustedes llevan la imagen de Dios y son seres espirituales complejos que pueden escuchar a Dios hablar y, por medio de su gracia, ¡responder!
El Evangelio nos motiva
El Evangelio nos motiva; nos da un propósito en la vida: «Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Colosenses 3.17).
Las Escrituras nos muestran dónde cabemos dentro del plan de Dios para el mundo y nos detallan lo que debemos hacer con nuestra vida. La Biblia es el manual de instrucciones para colocar a nuestra vida bajo la disciplina del Evangelio. A medida que avanzamos, observaremos la labor que se nos ha dado de difundir las buenas nuevas, de ser parte de la familia de Dios, de ser responsables de alimentar a otros y de servir a los pobres y desvalidos. El Evangelio le da forma a todos los aspectos de nuestra vida como mujeres solteras o casadas. El Evangelio le da significado a todo lo que hacemos, porque como mujeres del Evangelio estamos haciendo todo en el nombre del Señor Jesús. Si sólo se pueden acordar de una cosa de este libro, recuerden que el Evangelio es el fundamento para todo lo que ustedes son y hacen.
El Evangelio nos satisface
María Antonieta es famosa por su declaración desalmada a la gente hambrienta de Francia que carecía de pan: «Que coman pasteles». Esta misma reina, rodeada por un mobiliario exquisito, ropas extravagantes, comida abundante y exótica, y sirvientes para satisfacer cada uno de sus deseos, también dijo con desesperación: «Nada tiene sabor». No es sorprendente que no pudiera encontrar ninguna satisfacción en sus posesiones materiales, pero es trágico verdaderamente para aquellos que declaran tener fe en el Evangelio que busquen en otros lados esa satisfacción. Como esposa de pastor, he tenido que escuchar a menudo el anhelo de mujeres cristianas que me decían que deseaban algo que no poseían. En su búsqueda para encontrar lo que les faltaba, ellas disminuían y aun rechazaban con toda indiferencia lo que habían dado por sentado: el conocimiento de Dios y sus provisiones misericordiosas que se descubren en las páginas de las Escrituras.
Ésta es la verdad del Evangelio: «Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda» (2 Pedro 1.3, NVI, énfasis de la autora). ¡La provisión de Dios para sus hijos es asombrosa! ¡Tenemos todo lo que necesitamos! ¿Creen ustedes eso?
No tengan dudas de que el simple Evangelio tenga todo lo que necesitan y aún más. Jesús le dijo a la mujer junto al pozo de agua: «Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás» (Juan 4.13).Y nuevamente en el último día de la fiesta de los tabernáculos, Él declara que Él es la fuente de toda satisfacción: «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (Juan 7.37-38).
LAS MEJORES NOTICIAS
A pesar de que todos llevamos la noble imagen de Dios, descubrimos que caemos una y otra vez en egocentrismo, envidia, codicia, rebeldía, lujuria, o explotación de los demás, y aún cosas peores.Y esa es exactamente la razón por la cual el Evangelio es una noticia tan buena. Ahora mismo, hoy, cada uno de nosotros podemos escuchar la Palabra de Dios y responder por medio de su gracia. Podemos pensar los pensamientos de Dios tal como Él los ha revelado. Podemos hacer las obras de Dios. Podemos complacerle, y estar complacidos con Él. Podemos estar satisfechos, de la misma manera que lo estuvo Cristo, viviendo en obediencia a la Palabra de Dios y su voluntad.
Nunca me olvidaré el día, hace quince años, cuando una joven llamada Carol, que había recibido a Cristo como su Salvador apenas unas pocas semanas antes, vino al estudio bíblico por segunda vez. Se sentó, sosteniendo una Biblia prestada en sus manos, en un círculo de mujeres muy bien versadas en las Escrituras. Carol escuchó en silencio mientras que las demás mujeres respondían a las preguntas del estudio.
Cuando hubo un paréntesis en la conversación, Carol dijo con gran entusiasmo: « ¡Anoche encontré el versículo más maravilloso!» Todas aquellas mujeres cristianas dirigieron su atención a esta creyente nuevita. Lentamente y con reverencia, ella comenzó a leer: «Porque... tanto amó... Dios... al mundo, que dio... a su Hijo... unigénito... para que todo... el que cree... en él... no se pierda... sino que tenga vida eterna».
Se podía palpar el silencio en la habitación. Ella estaba leyendo Juan 3.16 — un versículo que muchos memorizan desde la niñez y que lo pueden repetir como loros en segundos— como debería ser leído: como si cada palabra fuera un verdadero tesoro. Alrededor del círculo, comenzaron a centellear los ojos de las presentes a medida que la admiración de Carol por el Evangelio ponía al descubierto la vergüenza de aquellas de nosotras cuyos sentidos se habían insensibilizado a la maravilla del mismo.
¡Nunca pierdan su asombro frente al Evangelio! Nunca piensen que lo han superado. Juan 3.16 es no sólo el resumen hermoso de lo que Dios ha hecho, sino que es también la base para una forma de vida. Debería ser el verdadero centro de nuestro vivir: definiéndonos, motivándonos y satisfaciéndonos. El Evangelio es la disciplina principal y la más importante de una mujer, porque es la fuente de la vida piadosa.
RENUEVEN SU MENTE
¿Cuándo comprendieron y aceptaron el Evangelio de Cristo por primera vez? ¿Qué efectos inmediatos produjo en su vida y en sus elecciones?
¿Por qué debe el Evangelio ser el centro de su vida? ¿Se ha deslizado el Evangelio de lo más alto de su lista de prioridades? ¿Cómo harán que vuelva a ser lo más importante en su pensamiento nuevamente?
¿Cómo lo define el Evangelio al cristiano (véanse Génesis 1-3; Romanos 3.23; Romanos 6.23; Juan 1.12; Efesios 4-5)?
¿Cómo lo motiva el Evangelio al cristiano (Colosenses 3.17)?
¿Cuál es la verdad maravillosa y satisfactoria del Evangelio que encontramos en 2 Pedro 1.3? ¿Qué piensan actualmente que «necesitan» para «la vida y la piedad»? ¿Cómo pueden reclamar estas promesas para ustedes mismas?
DOS MANERAS DE VIVIR: UNA MIRADA BREVE AL MENSAJE DEL CRISTIANISMO5
¿De qué trata el Evangelio? ¿Qué significa ser un cristiano? La mayoría de las personas tienen sus propias ideas sobre estas preguntas, pero al final, las ideas de Dios son las que valen. ¿Qué dice Él sobre lo que es realmente el Evangelio? Eso es lo que estaremos viendo en este breve estudio: la definición de Dios del cristianismo tal como Él lo explica en detalle en la Biblia. Hay seis puntos básicos.
1.Dios: el Gobernante y Creador bondadoso
Dios es el gobernante bondadoso del mundo. Él lo creó, y Él nos creó a nosotros para que gobernemos y cuidemos al mundo, bajo su autoridad.
Encuentre Apocalipsis 4.11 en una Biblia (el Apocalipsis está justo al final). Léalo y luego intente escribir las respuestas a las siguientes preguntas de lo que ha leído.
a. ¿Por qué deberíamos honrar y alabar a Dios?
b. ¿Existe algo en la creación que no dependa de la voluntad de Dios? Explique.
c. ¿Qué actitud deberíamos tener frente a un Dios semejante?
2.La humanidad en rebelión
Sin embargo, cuando observamos al mundo, vemos que las cosas no son como deberían ser. Esto se debe a que hemos rechazado a Dios como nuestro gobernante, tratando de manejar nuestra vida sin Él. ¿Hemos hecho un buen trabajo manejándonos a nosotros mismos, nuestra sociedad y nuestro mundo? Respalde su respuesta con ejemplos.
Ahora lea Romanos 3.10-13 de la Biblia.
a. De acuerdo con este pasaje, ¿cuántas personas justas hay allí?
b. ¿Cuántas personas buscan realmente a Dios?
c. ¿Cuántas personas se han apartado del gobierno bondadoso de Dios?
Note esto con cuidado: Algunas personas se rebelan calladamente, simplemente ignorando a Dios. Otros se rebelan en una forma más evidente, realizando cosas que todos reconocen como pecaminosas. Pero de una u otra forma, es rebelión en contra de Dios. La verdadera pregunta es: ¿Qué hará Dios al respecto? Averigüemos.
3.Dios no va a permitir que las personas continúen rebelándose eternamente.
Dios se preocupa lo suficiente de nosotros como para tomar nuestra rebelión en serio y para llamarnos a rendir cuentas.
Lea Hebreos 9.27.
a. ¿Qué nos depara a todos el futuro?
b. ¿Qué debemos todos enfrentar después de la muerte?
El castigo de Dios por la rebelión es muerte y juicio. Esto puede sonar muy duro y muchas personas no desean creer que a Dios le pueda importar tanto nuestra rebelión. Pero la justicia no es justicia a menos que tenga en cuenta al pecado. Es simplemente incorrecto hacerse el ciego para no ver.
Las malas noticias son verdaderamente malas, pero las buenas noticias son maravillosas. Dios ha provisto un remedio para esta posición desastrosa en la cual nos encontramos.
4.Jesús: el hombre que muere por los rebeldes
Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo al mundo: Jesucristo. Jesús le obedeció a Dios completamente. Era la única persona que no merecía castigo alguno. Él vivió una vida maravillosa de entrega sin egoísmo, con verdad e integridad. No obstante, fue ejecutado como un criminal común y corriente. Al morir en la cruz, Él, el Hombre perfecto, tomó nuestro castigo sobre sí y nos brindó un perdón sin costo alguno.
Lea 1 Pedro 3.18.
a. ¿Por qué murió Cristo?
b. ¿Quién es la persona justa mencionada aquí? ¿Quiénes son los injustos?
c. ¿Cuál de estos dos términos lo describe a usted?
d. ¿Qué puede hacer la muerte de Cristo por usted?
La muerte de Jesús no es el final de la historia. Antes de morir, Jesús dijo que regresaría de la tumba después de tres días. En ese momento, nadie le creyó. Pero luego...
5. Jesús: el Gobernante resucitado
Dios aceptó la muerte de Jesús como pago en su totalidad por nuestros pecados y lo resucitó de entre los muertos. El Jesús resucitado es ahora lo que la humanidad siempre se supuso que fúera: el gobernante de Dios del mundo. Jesús ha conquistado la muerte y nos brinda ahora nueva vida a nosotros . Un día regresará ajuzgar el mundo.
Lea Filipenses 2.9-11.
a. ¿Qué lugar le ha otorgado Dios a Jesús?
b. ¿Qué actitud deberíamos tener hacia Jesús?
c. Ya sea por elección o no, ¿quién va a finalmente postrarse frente a la autoridad de Jesús?
Al resucitar de los muertos, Jesús comprobó una vez para siempre que todo lo que Él llevó a cabo tiene realmente todo el poder y la autoridad que reclamó tener como el Hijo de Dios. Eso nos da sólo dos opciones...
6.Las dos maneras de vivir
Nuestra manera
Rechazar a Dios como gobernante
Tratar de manejar nuestra vida a nuestra manera
Resultado
•Condenado por Dios
•Enfrentado a la muerte y el juicio
La nueva manera de Dios
Someternos a Jesús como Señor
Confiar en la muerte y la resurrección de Jesús
Resultado
•Perdonado por Dios
•Recibimos vida eterna
Lea Juan 3.36.
a. ¿Qué dos clases de personas se describen aquí?
b. ¿Qué debe hacer usted para tener vida eterna?
c. ¿Por qué razón permanecería el enojo (ira) de Dios sobre ciertas personas?
d. ¿Cuál de estas dos opciones es la manera en que usted desea vivir?
¿Qué debería hacer yo a continuación?
Quizás desee pensar más acerca de las verdades que hemos cubierto en este breve estudio. Lo puede conocer mejor a Jesús leyendo el Evangelio de Marcos.
Sin embargo, si usted sabe que está listo para dar su vida a Dios sometiéndose al gobierno de Jesús, debería orar una sencilla oración en sus propias palabras. Pida a Dios que lo perdone por haberlo ignorado y haberse rebelado. Pídale su ayuda para permitir que Jesús maneje su vida y para confiar en su muerte para perdón y vida eterna.
De aquí en adelante, es cuestión de vivir su nueva manera de vida un día a la vez, pero ya no estará solo. Dios estará siempre con usted. Él seguirá hablándole (cuando lea la Biblia); Él seguirá escuchándole y ayudándolo (cuando le ore); Él le ayudará a cambiar y a vivir a su manera (por medio de su Espíritu que mora en usted); y Él le proporcionará hermanos y hermanas que lo animen en el camino (cuando se reúna con otros cristianos).