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La vida de Baxter

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Richard Baxter vivió de 1615 a 1691. Aunque enfermizo desde finales de su adolescencia, él nunca careció de energía mental e iniciativa. Vivió la Guerra Civil como un capellán del ejército, el Commonwealth como un pastor urbano, la Restauración como pastor rechazado, la persecución posterior como uno que, después de muchos años evadiendo el arresto por predicar sin autorización, finalmente pasó dos años en prisión, y la Ley de Tolerancia en 1689, posterior a la Revolución, dándole libertad total para el ministerio durante los últimos dos años de su vida. Él nació y fue criado en el área rural de Shropshire, en la región central de Inglaterra; era hijo de un caballero de la villa, en el sentido de esa palabra en el siglo XVII, eso es, tenía una propiedad, a pequeña escala en este caso. El padre de Baxter después de haber perdido mucha riqueza en el juego, se volvió un cristiano serio. Un día, le compró a un vendedor ambulante un devocional puritano, escrito por Richard Sibbes Reed and Smoking Flax (1630);1 su hijo Ricard lo leyó, y fue esto más que cualquier otra cosa lo que llevó a Richard Baxter a ser un cristiano comprometido serio en algún momento de su adolescencia. Él fue brillante en la escuela, pero su padre lo desvió imprudentemente de la universidad; sin embargo, habiendo tomado la decisión sobre el ministerio pastoral como carrera, él obtuvo la ordenación en 1638. Después de un año de ser profesor, se convirtió en un “profesor numerario” (predicador suplente, sostenido con fondos privados) primero en Bridgnorth de Shropshire y, luego, en el pueblo de tejedores Kidderminster, en la zona central de Inglaterra, donde, como pastor principal desde 1647, disfrutó su gran éxito.

Alto y delgado, alerta y amigable, Baxter era un pensador rápido, un disertante elocuente, un predicador apasionado, un polemista formidable y un escritor muy veloz sobre una amplia variedad de temas. Pronto se volvió conocido por su productividad extraordinaria; Carlos I lo conocía y se refería a él como “el garabato Dick”. Él empezó a toda marcha con su primer libro devocional, con más de 800 páginas del tamaño de un cuarto de carta, llamado The Saints’ Everlasting Rest (1650), el cual se convirtió rápidamente en uno de los más vendidos y se reimprimió anualmente en los primeros 10 años de su existencia. Durante su pastorado, estuvo produciendo constantemente sobre varios temas, y después de ser expulsado del pastorado de la Iglesia de Inglaterra, bajo la ley de uniformidad de 1662, él consideró el escribir como la tarea primordial que Dios le dio en su reino; por lo tanto, durante las últimas tres décadas de su vida, Baxter trabajó arduamente en ello, convirtiéndose en el escritor teológico, inglés, más grande de todos los tiempos. Lo más significativo pastoralmente fue la finalización de una serie ya empezada para el discipulado de la gente de la iglesia desde sus primeros pasos en la edad adulta hacia la fe y la devoción personal para la totalidad de su vida cristiana. Una vez, el arzobispo Usher lo había animado para que lo intentara, y Baxter llegó a sentir que era un mandato de Dios. Los títulos en estas series hasta su artículo final eran como sigue:

El método correcto para una paz de conciencia establecida y el consuelo espiritual (1653)

Un tratado de la conversión (1657)

Un llamado al inconverso para cambiar y vivir (1658)

Indicaciones y persuasiones para una convicción sólida (1658)

La crucifixión del mundo por la cruz de Cristo (1658)

Unidad cristiana (1659)

Un tratado de autonegación (1660)

La religión vana del hipócrita formal detectada (1660)

Las jugarretas de la autoignorancia y los beneficios del autoconocimiento (1662)

Ahora o nunca (1662)

Santo o bestia (1662)

La vida divina (1664)

Indicaciones para los cristianos débiles y trastornados (1669)

La vida de fe (1670)

Y el manual de la familia que se había planeado para terminar la serie había aumentado para 1673, su fecha de publicación a (le doy el título completo):

Un directorio cristiano

O

Un sumario de teología práctica y casos de conciencia.

Dirigir a los cristianos a cómo usar su conocimiento y fe; cómo mejorar

todas las ayudas y los medios y llevar a cabo todas las obligaciones; cómo

superar las tentaciones y escapar o avergonzar todo pecado.

En cuatro partes.

I. Ética cristiana (u obligaciones privadas)

II. Economía cristiana (u obligaciones familiares)

III. Eclesiásticas cristianas (u obligaciones de la iglesia)

IV. Política cristiana (u obligaciones hacia nuestros gobernantes y vecinos).

(Recordemos que en esos días, antes de las fundas para libros, lo que fuera que los escritores querían que los curiosos de librería supieran sobre el contenido de su libro tenía que estar incluido en la página del título). Por su alcance, tamaño y cobertura analítica, esta obra escrita por Baxter era única en su época, no digamos de la nuestra; tiene más de un millón de palabras. Durante los años de su expulsión, Baxter también publicó dos folios de teología sistemática, uno de ellos en latín, y muchos escritos pequeños sobre preguntas eclesiásticas. Su pluma nunca descansaba.

En 1662, se casó con Margaret Charlton, una dama joven y sin posesiones, brillante y muy nerviosa, quien después de que su casa fuera destruida en la Guerra Civil vino a resguardarse bajo el ministerio de Baxter. Ella era veintiún años más joven que Baxter, apenas más de la mitad de la edad de él, y ambos eran personas difíciles según los estándares ordinarios, pero fue un matrimonio por amor y eran felices, algo digno de ejemplo, tal como parece a juzgar por el abreviado conmovedor (un relato breve) de la vida de Margaret que Baxter escribió a pocas semanas de su muerte en 1681.2 Su vida juntos fue tanto en Londres como en sus alrededores, donde Baxter siguió viviendo hasta su propia muerte diez años después.

Fue William Haller quien, en 1938, caracterizó primero a los pastores puritanos como médicos del alma.3 La frase encaja, particularmente en el caso de Baxter. Cuando empezó su ministerio en Kidderminster, el pueblo no tenía doctor, y él se desempeñó como uno hasta que pudo reclutar a un hombre calificado para mudarse allí. Evidentemente, él había ganado una buena cantidad de conocimiento médico al vivir con sus propias debilidades, y su sentido de responsabilidad habría coincidido con lo que escribió en el Directorio sobre “El deber de los médicos”.4 Sin embargo, él siempre insistiría que su trabajo como pastor le requería decirle continuamente a su gente que su primer deber, al igual que el de él, era cuidar su alma, centrar su vida en Dios y las realidades de la eternidad, buscar la plenitud de la conversión y apuntar a un discipulado acucioso de Cristo según las Escrituras. El rol que Dios le dio al pastor, como guía en esto, debería ser visto en dos partes: como maestro y mentor en la verdad revelada a través de la instrucción bíblica y la catequización sistemática, como experto en salud espiritual, capaz de diagnosticar y prescribir para el bienestar espiritual según surja la necesitad. Por desorden espiritual, los puritanos querían decir cualquier condición que el pecado en cualquiera de sus formas estaba formando, mientras ellos igualaban la salud espiritual al mor, el servicio, la comunión con Cristo, y un andar con Dios; en una palabra, santidad. Puede decirse justamente de su ministerio, de principio a fin, que Baxter estaba expresando, de una u otra manera, este sentido de vocación ministerial, mucho de lo cual él verbalizó muy claramente para sí mismo y sus colegas en su clásico publicado en 1655: El pastor reformado.

Depresión, Ansiedad y la Vida Cristiana

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