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“Indicaciones sobre la melancolía” y “La cura de la melancolía”
ОглавлениеDurante sus años de expulsión del pastorado por los términos del Acta de Uniformidad de 1662, Baxter, aunque vivía tranquilamente en Londres o en sus alrededores, ganó una reputación como consultor sobre varios desórdenes espirituales, siendo la melancolía uno de ellos. No debería sorprendernos, por lo tanto, que cuando se hicieron los planes para una serie de lecturas-sermones temático-textuales sobre problemas pastorales, cada uno dado por un clérigo iconoclasta y para ser publicados, Baxter, debe habérsele encargado predicar sobre la pregunta: “¿Cuáles son los mejores preservantes contra la melancolía y demasiada tristeza?” y hacerlo con referencia a 2 Corintios 2:7, donde se halla la frase “demasiada tristeza” (RVR1960). Baxter tenía un pensamiento inclinado hacia los tratados que siempre procuraba decir, aunque fuera brevemente, todo lo que sabía sobre el tema en mente; y aquí, él tomó la oportunidad para detallar todo lo que sabía sobre el manejo pastoral de la depresión y sus diferentes formas.
Dos veces previamente (en la segunda “Indicación” de su Método correcto para una paz de conciencia establecida y el consuelo espiritual; y en “Instrucciones sobre la melancolía acerca de sus pensamientos”, en su Directorio cristiano reproducido en nuestro capítulo 3 como “Consejo para los cristianos deprimidos y ansiosos”), él había escrito un retalo de la condición melancólica, vista como una disfunción espiritual. En “La cura para la melancolía y la demasiada tristeza” (reproducido en nuestro capítulo 4 como “La resolución de la depresión y la tristeza abrumadora a través de la fe”), él lo expone como una bloqueo para la fe, la esperanza, el gozo y el amor. Habiéndolo contextualizado como una forma de “demasiada tristeza”, él se esfuerza en cubrir todas las bases de la ministración pastoral correctiva y potencialmente curativa que la Biblia ofrece.
1. Para una de las varias ediciones recientes, vea: Sibbes, The Bruised Reed (Edinburgh: Banner of Truth, 1998).
2. Richard Baxter, A Breviate of the Life of Margaret, the Daughter of Francis Charlton, of Apply in Shropshire, Esq., y esposa de Richard Baxter. Una edición del compendio es J. I. Packer, A Grief Sanctified: Through Sorrow to Eternal Hope (Wheaton, IL: Crossway, 2002).
3. William Haller, The Rise of Puritanism (New York: Columbia University Press, 1938), Cap. 1.
4. Vea la versión actualizada de Michael Lundy de “The Duty of Physicians” en el Apéndice.
5. Richard Baxter, A Christian Directory, pt. 1, Christian Ethics, Cap. 3 (título).
6. Baxter, Christian Ethics, Cap. 4 (título).
7. La adherencia de Baxter a esta perspectiva aparece cuando escribe que Satanás puede “mucho más fácil tentar a una persona colérica al enojo, que a otra; y a una persona flemática, carnal a la pereza; y a una persona sanguínea o de temperamento alterado a la lujuria, y promiscuidad; así también, a una persona melancólica a pensamientos blasfemos, infidelidad y desesperación” (Baxter, Christian Ethics, Cap. 6, “Directions for the Government of the Thoughts,” título 5, “Directions to the Melancholy about Their Thoughts,” no. 26).
8. Baxter, “Directions to the Melancholy,” introductory par.
9. Richard Baxter, The Right Method for a Settled Peace of Conscience and Spiritual Comfort (1653), direct. 2, no. 2.
10. Baxter, Right Method for a Settled Peace, direct. 2, no. 3.
11. “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”. (Ezequiel 36:26).
12. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17).
13. “Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 2:29–3:9).
14. “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?’” (Juan 3:3–12).