Читать книгу El color de la decisión - Beatriz Navarro Soto - Страница 8

4

Оглавление

Llevaban dos meses de relación ininterrumpidos. Se turnaban para compartir sus respectivos departamentos, aunque para Bárbara era más difícil ceder parte de su espacio. Laura había sido la más contenta cuando se enteró de que salían, y a veces, para dar más privacidad a la incipiente pareja, optaba por quedarse en el departamento de su amiga. Respecto de Cristóbal, JP fue el encargado de anunciarle que estaba saliendo con Bárbara. Como era de esperar, Cristóbal no tomó bien la noticia e increpó a JP por lo que catalogó como deslealtad. Luego de un par de semanas de distanciamiento, Bárbara intervino sabiendo lo importante que eran uno en la vida del otro. Se dio el tiempo para relatarle a Cristóbal cómo se habían dado las cosas entre ellos, le aseguró que JP no intentó nada hasta tener la certeza de que él no tenía ninguna oportunidad. Eso hirió un poco su orgullo, pero terminó por entender que la historia entre su mejor amigo y la santiaguina había comenzado antes de que él la conociera e incluso antes de que los involucrados lo supieran. Se reunieron los tres en el bar y zanjaron el asunto, concluyendo que esta historia sería de Bárbara y JP.

Pese a sus fuertes temperamentos, congeniaban muy bien como pareja. Descubrieron aspectos en sus gustos y personalidades que los dejaron sorprendidos en una especial forma. Por ejemplo, que Bárbara era muy graciosa y no le importaba ponerse en ridículo con expresiones que desfiguraban su rostro cuando veía a JP concentrado leyendo un libro o estudiando la información de un paciente. Hacerlo reír era el objetivo y se valía de todo para conseguirlo. JP se había desconcertado al saber que a Bárbara no le gustaba que le regalaran flores, por considerar que era injusto arrancarlas de donde pertenecían. Sin embargo, ella le dio la opción de que si alguna vez quería obsequiarle flores, bastaba con decirle cuáles quería regalarle y dónde se encontraban. Bárbara, por su parte, confirmó lo que le había anticipado Laura. A JP le gustaba imponerse y era muy paternalista cuando quería proteger a los suyos. Pero también descubrió lo divertido que era. A Bárbara le gustaba cómo la miraba cuando algo le había encantado de ella, y el resultado casi siempre era taparla de besos y cosquillas.

Como en toda relación, y a pesar de sus muchas diferencias, los dos primeros meses fueron fantásticos, aunque Bárbara no dedicó ni un minuto en proyectarse con él. Lo que tenían era suficiente para ella, y para demostrárselo, le preparó un regalo. Fotografió todos los dibujos que JP tenía en la muralla de su departamento, e hizo un collage

El color de la decisión

Подняться наверх