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UNA MIRADA A LOS OTROS, RECONOCIÉNDOLOS NOSOTROS

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Beatriz Paredes*

Mi primer contacto con la Universidad de São Paulo (USP) fue a través de grandes maestros de esa institución. Llegaba a Brasil como representante diplomática de México, y, aunque mi relación de conocimiento y aprecio por ese gran país era mucha, todavía existían numerosos secretos a develar para que pudiera afirmar que conocía las claves para comprender al coloso de América del Sur. Como resulta evidente, yo admiraba al país de mi adscripción y tenía un verdadero gusto por sus ciudadanos.

Pues bien, resulta que en São Paulo el Consulado de México estaba encabezado por un compatriota que era todo un personaje. Conocedor de la realidad paulista, con varios años de desempeño en esa plaza, poseía un marco de relaciones muy representativo y una mirada aguda sobre el acontecer de esa gran urbe, a no dudarlo, la gran metrópoli de Brasil. José Gerardo Traslosheros Hernández era, además, un individuo amable e hiperactivo, características que yo valoraba y me llevaron a identificarme rápidamente con él.

Yo había visitado São Paulo desde el año 2000, cuando, como presidenta del Parlamento Latinoamericano (Parlatino), tuve mi oficina en un espléndido edificio diseñado por Oscar Niemeyer, el Memorial de América Latina. Durante tres años consecutivos viajé periódicamente a esa ciudad para presidir las sesiones del órgano parlamentario regional, y llegaba al aeropuerto de Guarulhos dispuesta a enfrentar heroicamente el tráfico de allí a mi oficina, en el tras­lado de la terminal aérea a la zona urbana. Aunque mi condición de mexicana, re­sidente de la Ciudad de México, me tenía familiarizada con embotellamientos permanentes y tráfico a vuelta de rueda, vivenciar el tráfico paulista me provocaba siempre una reflexión sobre la necesidad de repensar las grandes metrópolis de América Latina, en varios de sus vectores principales, de manera muy significada, el de la movilidad urbana.

Como ya afirmé, yo había visitado São Paulo desde el año 2000, pero no me atrevería a decir que la conocí. São Paulo no es una ciudad fácil de conocer, requiere de un traductor, precisa de un introductor que ya haya invertido tiempo de su vida y talento para develar sus secretos y descubrir su perfil, su verdadero rostro de ciudad pluricultural, con una intensa vocación por el arte y la cultura. En dos intensas semanas, gracias a la guía de Gerardo Traslosheros y su equipo de trabajo, descifré más la ciudad y a los paulistas que en tres años de periódicas visitas.

Comprender São Paulo es aproximarse necesariamente a su alma: la USP. Fue así que llegué a ella, en mi afán de acercarme a la ciudad, de interpretar correctamente los elementos constitutivos de la dinámica de la urbe, característicos y caracterizantes de su sociedad. Tuve la suerte, además, de que una de mis primeras presencias como embajadora coincidiera con un episodio extraordinario: la inauguración de la Biblioteca Brasiliana Guita e José Mindlin (BBM), cuyo acervo fue donado por la familia Mindlin a la USP. Soy una amante de los libros. Se encuentran entre mis pasiones principales. Y descubrir el hecho extraordinario de cómo un bibliófilo de la calidad de José Mindlin donaba a la universidad el patrimonio constituido a lo largo de décadas de esmerado coleccionista era, para mí, toda una revelación: la de la confianza y amor que importantes personalidades tenían por la universidad y la disposición de esta institución para establecer grandes y trascendentes proyectos culturales, como la BBM. Quizá fue ese día cuando decidí que era esencial aproximarme más a la universidad, y lograr que dos grandes universidades de América Latina, la USP y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mi alma mater, estrecharan lazos, impulsar que realmente se vincularan.

Afortunadamente, a través de la profesora Maria Arminda do Nascimento Arruda, había tenido la oportunidad de conocer al rector Marco Antonio Zaga, quien, coincidentemente, es doctor en medicina, profesión que ejerce también el rector de la UNAM, el doctor José Narro Robles, con quien me unen lazos de entrañable amistad. Esa feliz coincidencia y, desde luego, la voluntad política de ambos, facilitaron el acercamiento entre los titulares académicos de las comu­nidades universitarias más grandes de nuestra región, contactos que fructificaron en la suscripción de un convenio fundamental entre grandes universidades de América Latina y Europa: la USP (Brasil), la UNAM (México), la Universidad Federal de Rio de Janeiro-UFRJ (Brasil), la Universidad de Buenos Aires-UBA (Argentina), la Universidad Complutense de Madrid-UCM (España) y la Universidad de Barcelona-UB (España). Ese instrumento y esa gran asociación marcan una pauta en la cooperación universitaria iberoamericana.

Dicen que, cuando una cosa va a suceder, los astros conspiran a través del acomodo propiciatorio. Es así que se alinearon los astros para que recibiese yo la invitación de la USP para participar en la Cátedra José Bonifácio. Uno de los elementos fue, ya mencionado, mi participación en el acercamiento de dos grandes universidades. Otro, la disposición y el apoyo del catedrático Felipe González, mi antecesor en la cátedra, político relevante de Iberoamérica, cuya biografía, consistencia y profesionalismo son una inspiración para mí, desde hace muchos años, así como de los demás catedráticos que habían participado con anterioridad. Sin embargo, debo confesar que la magia de la escritora brasileña Nélida Piñon y su habilidad para hacer artilugios constructivos fueron determinantes para que las autoridades universitarias pensaran en mí para ocupar la honrosa encomienda de titular de la cátedra. Agradezco a todos ellos, y, desde luego, a los profesores del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la universidad, su invitación y acompañamiento a lo largo de estos doce meses que he participado en la cátedra.

Cuando recibí la invitación, más que una distinción personal, entendí que estaban convocando a una mexicana que, además, tenía el alto honor de representar a su país en Brasil. Estaban invitando, también, a una universitaria, egresada de la UNAM, la universidad pública con mayor población estudiantil en América y una de las mayores del mundo. La selección del tema que constituiría la materia de la cátedra debía, desde mi perspectiva, considerar estos dos aspec­tos: mi condición de mexicana y mi condición de egresada de una universidad que ha sido fundamental en la movilidad social de mi país, y con impacto en otros países de Centroamérica. Quería que mi tema constituyese una aportación original, que enriqueciese la oferta de conocimientos que transmite la USP a sus alumnos y que representara una temática poco abordada en esa universidad. Mi pretensión también era llamar la atención al alumnado de la universidad sobre la problemática que afecta a miles de compatriotas suyos y otros tantos de América Latina en ese papel que también tiene la universidad de profundizar el conocimiento y la toma de posición de sus educandos sobre temas cruciales para la región. Reconozco que me afectaba un prejuicio: la presunción de que, a la mayoría de los estudiantes de la universidad y, desde luego, a la mayoría de los paulistas, el tema indígena no les interesaba en lo más mínimo, era una cuestión distante y exótica, vista como algo que afectaba a otros países o, cuando más cerca, a otras regiones de Brasil, y que los aborígenes brasileños aún se encontraban en estadios muy atrasados en relación al conjunto de la sociedad brasileña. Eso pensaban. Algo más ligado al folclor que a la realidad sociodemográfica nacional.

Vino después un comentario de Pedro Dallari, director del IRI, que me transmitió una opinión de don Enrique Iglesias, y ¡ya!, todo listo, la cátedra sería sobre los pueblos originarios de América Latina. A partir de esa decisión nos embarcamos en una aventura intelectual y de recreación, pues nos propusimos ampliar los alcances de la cátedra a otras áreas de la universidad que pudieran interesarse en el tema. Evidentemente, para mí representaba, también, la oportunidad de profundizar en la problemática de los diversos pueblos indígenas que se encuentran en distintas regiones de Brasil. El grupo de investigadores que se inscribieron al curso fue de lo más interesante y alentador, significándose porque varios de ellos habían trabajado, o permanecido por un tiempo, en poblaciones indígenas, lo cual implicaba que era un grupo conocedor, exigente académicamente, pero enterado y decidido a aprender más.

Como mexicana, me sentí muy orgullosa al constatar el conocimiento acerca de los antecedentes de las civilizaciones mesoamericanas que tiene un destacado grupo de profesores de la USP, encabezados por el profesor Eduardo Natalino dos Santos, erudito en la descripción del sentido de los códices prehispánicos y convencido estudioso en la materia. Ello y la colabo­ración de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (FFLCH) de la universidad nos permitieron, con el apoyo del Consulado de México en São Paulo, llevar a cabo una exposición de códices mesoamericanos, que consti­tuyó una actividad sin precedente en la universidad de divulgación de los antecedentes de las culturas originales.

El programa del curso fue intenso e intensivo. Espero que haya dejado en los estudiantes el propósito de profundizar más sobre los pueblos originarios de América Latina y, especialmente, sobre los pueblos originarios que habitan en distintas regiones de Brasil. Si ese objetivo se logró, me daré por satisfecha. Seguramente, el libro del que forman parte estas notas y que recoge los ensayos de los investigadores que tomaron el curso, y algunos textos de especialistas en la materia, coadyuvará también a despertar o a acrecentar el interés que por los pueblos originarios tenga el lector. Así deseo que suceda. Así espero que pase.

Para concluir esta breve introducción, voy a lanzar un desafío a la USP, con la convicción de que dispone de los recursos, tanto por la calidad de su profesorado como por los recursos materiales existentes, para llevar a cabo los planteamientos que sugiero:

 Armar un concurso docente y encargar un programa de estudios sobre las poblaciones indígenas en Brasil: antecedentes, desarrollo y realidad contemporánea. Estoy convencida de que será algo de la mayor relevancia para la comprensión integral del país y para que los alumnos de la USP tengan una visión más completa de su realidad nacional. La materia Pueblos Originarios de Brasil podrá impartirse en las carreras de ciencias sociales (antropología) e historia. Ese programa puede ser del mayor interés de las universidades del área amazónica y de otras regiones del país.

 Solicitar a la BBM que integre en una sola sección todos los libros de su acervo que se relacionan con los pueblos indígenas de Brasil, para que sea de fácil acceso a los estudiosos que realizan consultas en la materia. La biblioteca dispone de un valiosísimo arsenal de libros sobre las poblaciones indígenas, lo cual merece ser consultado.

 Siendo São Paulo una ciudad con tantas avenidas y sitios de interés denominados con vocablos en tupí-guaraní, se sugiere ampliar la divulgación de las clases de enseñanza del idioma tupí para los alumnos que se interesen en ello y patrocinar una investigación sobre la historia de esa lengua y su vigencia en cuántos y cuáles grupos poblacionales.

Finalmente, quiero agradecer la sustantiva colaboración para la realización de las aulas que integraron la Cátedra José Bonifácio, en 2017, de la profesora María Antonieta Gallart Nocetti, de México; de los profesores Gerson Damiani, Wagner Pinheiro Pereira y Gustavo Gallegos, de Brasil, todos ellos, desde distin­tos ángulos, fueron claves para los resultados de los trabajos. A las autoridades universitarias y a las del IRI, mi gratitud imperecedera. Es un honor, que atesoro en mi memoria, haber fungido como catedrática de esa gran universidad. Quise sacudir la conciencia universitaria, preocupándoles por una problemática y una temática con las que yo tengo un enorme compromiso.

Con nosotros o sin nosotros, algo sucederá.

* Mexicana, socióloga por la UNAM. Master en literatura hispanoamericana por la Universidad de Barcelona (UB). Autora de varios libros y diversos ensayos para revistas y periódicos. Editorialista de prensa en México. Política, diplomática y parlamentaria. Demócrata de centroizquierda y feminista.

El mundo indígena en América Latina: miradas y perspectivas

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