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5. LA FRACTURA ENTRE LA REALIDAD Y LO SILENCIADO

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Mientras redactaba esta introducción una pregunta rondaba mi cabeza. Pensaba, por un lado, en que no quería desligar los escritos políticos galdosianos de la realidad que inspiraba sus comentarios, de no sustituirla, según dije en varias ocasiones, por comentarios ideológicos que explican la visión general, pero que no llegan a donde él quería llegar, a poner de relieve los problemas del ciudadano. La coalición con Pablo Iglesias fue en este sentido crucial, y antes la amistad con Joaquín Costa, le mostró la difícil situación del proletariado. Los discursos aquí antologizados, leídos en reuniones públicas por secretarios, como Pablo Nougués, o simples amigos sirven de ejemplo para poner al descubierto una fractura en la percepción social, entre la realidad y lo silenciado, o expresado de otra manera, entre los aspectos de la realidad social que nos afectan y los que dejamos de lado, por incómodos, por intratables.

Galdós cambió de tono en sus escritos políticos, pasó de reportero de los acontecimientos, de hacer que giraran en torno a las novedades del día a día, comentados desde la perspectiva ofrecida por su ideología liberal progresista, a la perspectiva del activista social, que se puso al lado de los maltratados por el capital. No suponía un posicionamiento ideológico, insisto; Galdós poseía una copia de El capital, de Karl Marx, pero la plegadera nunca entró en sus páginas. Los textos publicados con anterioridad a su conversión al republicanismo son valiosos para el lector actual, pues nos enseñan el abecedario de la primera democracia, la base de la actual, la que llegó después del enorme hiato de cuarenta años de dictadura, que había nacido tras una revolución (1868), que transformaría el país de una monarquía absoluta en una constitucional. Y cuando llegamos a la etapa republicana, entonces el propósito social aparece claro, y adquiere un carácter diferente, hacernos entender la realidad. Debemos leerla con el carácter ejemplar que exhiben sus novelas, como Misericordia, por ejemplo, donde mejor describió la parte invisible de la sociedad de su tiempo.

Sus escritos políticos terminan mostrando el compromiso con el ser humano y su situación en la sociedad, el que siempre se olvida, sea el hombre en minoría, el acallado por las maniobras políticas, que llegan a forjar mayorías pactadas para crear legitimidades mixtas, desprotegido por las maniobras de mercadotecnia política. Apuntan, en cambio, al corazón de carne y hueso del ciudadano, no al corazón mecánico, hecho de plástico político, que reemplaza al verdadero, en las discusiones del presente. Galdós apuntaba a la realidad del país. Acabo de decir que los políticos actuales han conseguido llevar a cabo una compleja cirugía en el cuerpo social, sustituir como sujeto de sus políticas y discursos, al hombre real, al ciudadano palpable, por un muñeco con corazón de plástico, que ni sufre ni siente, y al que se le puede hacer lo que se quiera.

Esto se prueba de muchas maneras, pero solo mencionaré una, y cito un reportaje de Noticias ONU (7 de febrero de 2020) hecho según las investigaciones realizadas por el relator Philip Alston: «Puesto en cifras: En 2018, el 26,1 % de la población en España, y el 29,5 % de los niños, se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión social. Más del 55 % experimentó algún grado de dificultad para llegar a fin de mes y el 5,4 % sufrió privación material severa. La tasa de desempleo del 13,78 % es más del doble de la que presenta la media de la UE, y ha sobrepasado el 30 % para los menores de 25 años».

Galdós no fue un socialista, ni siquiera un socialista de salón de los que llenan de hojarasca los medios de comunicación. Representó en sus obras, junto con los grandes realistas de su tiempo, Dickens o Dostoievski, la cara de la sociedad, con su confort y sus miserias, que expresaba con maestría una etapa de la conciencia social humana.

Lecciones del ayer para el presente

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