Читать книгу The Dog Who Loved Tortillas - Benjamin Alire Saenz - Страница 8

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Just then, a woman walked up to the

dog and put a leash on him. “He got away

from me. I hope he didn’t scare you.”

“No,” Little Diego said. “What’s his

name?”

“Pinto,” the lady said. “He’s very

gentle.”

“Can we pet him?” Little Diego asked.

“Sure,” the woman said.

Little Diego petted the dog, then

reached over and hugged him. The dog

licked Little Diego right in the face and

made him laugh. He wished Pinto was

his. But he knew the lady would never

give him away. When you loved a dog,

you didn’t give him away, because a dog

wasn’t like a toy or a glove or a baseball

bat. And then, all of a sudden, an idea

came into his head.

“I have to go,” Little Diego said.

“I have to go home, now.”

Justo en ese momento, una mujer se

acercó al perro y le puso un collar. —Se me

escapó, espero que no los haya asustado.

—No —dijo Dieguito—. ¿Cómo se llama?

—Pinto —dijo la señora—. Es muy

mancito.

—¿Podemos acariciarlo? —preguntó

Dieguito.

—Claro —dijo la mujer.

Dieguito acarició al perro, y después lo

abrazó. El perro le lamió la cara y lo hizo reír.

Dieguito deseó que Pinto fuera suyo. Pero

sabía que la señora jamás se lo regalaría.

Cuando quieres a un perro no lo regalas,

porque un perro no es como un juguete o un

guante o un bate de béisbol. Y así de repente

se le ocurrió algo.

—Me tengo que ir —dijo Dieguito—.

Ya me tengo que ir a la casa.

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