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El meta-individuo

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De esta manera, con lo ya expuesto hasta el momento en la meditación anterior, es posible describir el escenario del YO post CoNES nocivo, definiéndolo con el nombre de META-INDIVIDUO. Esta construcción del sujeto en tanto individualista extremo de la actualidad tiene como características principales la competencia despiadada, la superficialidad en las relaciones, la idealización de la apariencia y la felicidad, la etiquetación y estigmatización del otro, el exceso de reactividad emocional, las relaciones virtuales ficticias, la reactividad intolerante a la diversidad de opiniones y el fanatismo de las ideas. De esta manera, la otredad comienza a desdibujarse perdiendo así identidad real, pasando a ser un algo aparente y efímero. La problemática radica justo ahí, en la cosificación de la percepción del otro como un algo y ya no un alguien, puesto que es tan ajeno al YO que sería casi imposible percibirlo como parte de o un reflejo inmediato del YO. Esta crisis en la percepción antes mencionada no afecta solo a la otredad, sino además al propio YO en tanto identidad real de sí mismo, porque la identidad propia se construye en parte con la interrelación que cada individuo pudiera tener con la otredad. Más aún, en la medida que concibe a esta como un medio para un fin, a su vez se estará predisponiendo a sí mismo con el mismo perfil utilitario, donde lo importante deja de ser la esencia humana pasando a ser el fin en sí mismo lo relevante: en este caso el producto.

Por lo tanto, lo que obtendremos será un sujeto productivo, dando protagonismo al producto y relegando al sujeto en tanto objeto útil para conseguir el producto. Esto indudablemente causará una crisis identitaria del yo esencial respecto al yo productivo, por el simple hecho de que la esencia de la existencia de ese yo no está constituida en este universo con el solo objetivo de producir y consumir, llevándolo en más de una oportunidad a preguntarse por la verdadera razón de su vida, interrogante conocido actualmente con el nombre de crisis existencial. Dicha crisis, en muchos casos, es tratada como patología o debe ser superada con el objetivo de otorgar la supremacía al yo productivo, confinando al yo esencial al plano de lo quimérico, resultando así en una esclavización del yo esencial por el yo productivo, debilitando la identidad y la esencia de ese individuo.

Ese META-INDIVIDUO termina de perder identidad cuando pasa a ser un número parte de un colectivo, como por ejemplo un colectivo de reivindicación de alguna causa social, el que supuestamente atiende el reclamo de una minoría, donde ese meta-individuo cree que está allí por plena elección y libertad pero es eco del eco, de un arquetipo que ni siquiera él mismo diseñó. Es parte ahora del colectivo y cree que está sensibilizado con el otro pero realmente no lo conoce, ya que el otro, como él, está cumpliendo con los estándares de un arquetipo y no mostrando su verdadera esencia, con un pack combo que incluye: vestimenta, discurso preelaborado y hábitos de comportamiento pautados. Todo esto practicado en total “libertad”. Lo que en verdad importa es que el meta-individuo se mantenga conforme creyendo que es sensible al OTRO y que, a través de sus acciones meta-individuales, realmente tiene una influencia en la realidad de ese otro. El colectivo da seguridad y sentido de pertenencia, por eso es tan difícil que el integrante se dé cuenta de cuán fanático se vuelve de la idea que lo impulsa, abrazando sus dogmas hasta convertirlos en su forma de vida. Si bien es cierto que este tipo de colectivo surge en respuesta a algún accionar totalitario y abusivo, es igual de acertado esperar que este se convierta en lo que critica, por el simple hecho que surgió de la reacción a otra cosa primero. Esto supone una lógica y una esencia reactiva que tenderá a responder ante lo diferente de manera excluyente y sesgada por su perspectiva particular.

El meta-individuo no se relaciona con el otro más que superficialmente, ya que tiene desconfianza de la OTREDAD, como meditábamos anteriormente. Está especulando y cuantificando, porque la percibe como muy ajena a sí mismo y no sabe realmente hasta qué punto representa una amenaza. En este estado CoNES, juega un rol necesario a la hora de identificar cualquier potencial amenaza, acentuando de este modo el carácter etiquetario —y a veces hasta estigmático— que llevará a encasillar a la OTREDAD con el fin de comprenderla y así saber en qué situación se encontrará respecto al YO, generando un rechazo por aquellas tipologías que escapen a los estándares predeterminados para la etiquetación, relegándolas la mayoría de las veces a algún rincón psíquico peyorativo que justifique el alejamiento de ese tipo de relaciones. Pero, son precisamente este tipo de personalidades, que cuesta etiquetar o a veces comprender, las que desafían la estructura predeterminada del CoNES, incomodando y sacando de la zona de confort al YO absolutista y esquematizado dentro de los patrones que percibe como “normales”, o más bien seguros. Esto resulta en un rechazo por parte de este YO hacia los sujetos que lo interpelen por su naturaleza “atípica”, como a toda situación que amenace esta zona de confort adquirida. Es así como el meta-individuo se queda solo con sus esquemas preelaborados, siendo susceptible a tomar del exterior todo aquello que le dé seguridad con el propósito de sustentar dichas estructuras y que no suponga un desafío en cuanto a la apertura en la relación con el otro. En esta soledad, existen packs o combos que pretenderán ser un placebo para la consciencia del individuo, haciéndole sentir que está comprometido con una causa mayor, distrayéndolo de enfrentar su propio esquema de relaciones.

Es de esta manera, que será fácil venderle al meta-individuo un arquetipo, con una estructura de pensamiento pre armada y que lo compre con el objetivo de encajar de la manera más cómoda para su personalidad en la sociedad. Por el contrario, veremos cómo personas que se encuentran en grupos donde la percepción del otro no es cuantificable desde la desconfianza, no son susceptibles a seguir las tendencias de las masas ni a comprar estos arquetipos. Más aún aquellos que dentro de estos grupos sean los que se manejen con estándares que involucre CoNES serán quienes a su vez consuman habitualmente las tendencias sociales de moda y generales.

Otra característica del meta-individuo es el exceso de reactividad emocional. Esto es posible gracias a que se confunde intencionalmente la empatía con la hiperemocionalidad, con el objetivo de cubrir la expectativa de conexión requerida en las relaciones con los demás, perpetuando de ese modo la estadía en la zona de confort y la sensación de seguridad, aparentando interés por el otro y empatía. Pero, en realidad, más allá de la apariencia no hay una apertura auténtica y comprometida hacia los demás, por lo que generará una tendencia border a la reactividad emocional permanente, ya que se estará estimulando el centro de las emociones básicas de supervivencia —es decir la amígdala— por el simple hecho de mantener una tensión emocional latente. Lo que impide que estas se transformen en sentimientos más elaborados y beneficia de esta manera un circuito repetitivo y hasta casi adictivo, donde el meta-individuo resuelve la mayoría de sus conflictos con una respuesta emocional. El ejemplo es claro en las redes sociales actuales, donde para juzgar una situación no se perfila la opinión en otra cosa más que en emociones, es decir, al principio era si gusta o no lo que se está viendo; una vez educada la masa para utilizar este método de calificación a través de un símbolo, se sumaron expresiones emocionales que instan al usuario a expresar cómo le afecta emotivamente lo que ve, siendo este el punto de partida para dar una opinión en la que se resume en una imagen la expresión de una idea o más bien qué tipo de emociones dispara la misma.

El método no se queda ahí, o sea en las redes sociales, sino más bien se traslada a la vida cotidiana donde se tenderá a reaccionar emocionalmente en primera instancia a los acontecimientos empíricos, no pudiendo trascender la mayoría de las veces este estado primitivo y perdiendo en muchos casos la capacidad para obrar de manera objetiva por fuera del patrón emocional. De este accionar se desprende un vicio muy común que está vinculado a la comparación numérica especulativa subconsciente CoNES: la apariencia. En la búsqueda por equiparar el YO con los supuestos estándares sociales que muestra la otredad a través de los medios virtuales, se genera una especie de competencia adictiva, ya que, a través de estas vías, se mide de manera cuantitativa los niveles de “aceptación” o “aprobación”, dando lugar a aparentar en pos de la obtención de la mayor CANTIDAD posible de reacciones positivas con las que cree construir su aceptación o estima. Esto crea una máscara que simula felicidad o éxito con la misma frivolidad que se aparenta cierta forma de vida acorde con la tendencia psicosocial que más se ajuste a la personalidad del sujeto. El hecho de sostener una simulación —ya sea consciente o inconsciente— no será gratis, tendrá un costo que calará hondo en la perspectiva psíquica de personalidad a la hora de percibir los logros conseguidos. Dicho en otras palabras, se predispondrá al autoengaño crónico, haciendo casi imposible diferenciar la realidad de la burbuja creada. La máxima cogitativa de pensar y luego existir pasó a ser, especulo cuanto puedo para aparentar existir, es decir, especulo en tanto aparento que existo, siendo por esto precisamente que la humanidad percibe un vacío que intenta llenar con la exteriorización del YO por el OTRO pero sin el otro. Es decir, se construye el yo sobre la base de cómo lo vea y piense el otro en función de agradar, encajar y competir, pero en realidad nunca se vincula profundamente con el otro ya que, mientras le dé lo que necesite en tanto aprobación, reconocimiento o valoración, será suficiente. Mas en el momento en que no sea funcional a la construcción del yo, ese otro será desechado tal como lo fue aquel que no cumplió con las expectativas condescendientes y aduladoras que el débil YO necesitaba, siendo así como se venden más fácil las mentiras funcionales que las verdades incómodas que conducen al autoconocimiento.

La ocupación de crear una imagen externa y que esta figura sea competitiva en el contexto adecuado demanda tiempo y consciencia. El caso es que quien posee el tiempo en esta ecuación es la otredad, ya que se estará trabajando permanentemente en dar con los estándares. Por ejemplo, desde lo más trivial, como sacar una foto de cualquier acontecimiento que se viva con el objetivo principal de mostrarlo y obtener la aprobación de los demás, hasta cumplir con mandatos sociales de comportamiento con la finalidad de encajar o ser aceptado, al estilo de los hombres no lloran y deben ser fuertes. Se pueden citar muchos ejemplos más, pero lo que se quiere explicar aquí es que el yo deja de ser el poseedor absoluto de su tiempo —que dicho sea de paso es uno de los bienes más preciados que tiene— para ser hijo de las circunstancias del TENGO QUE, ese tengo que hacer esto o aquello porque si no… En esta fórmula otorga su tiempo a otro amo que no es él, comienza a vivir su vida en una cadena de acontecimientos ejecutados más por obligatoriedad que por voluntad propia, llevándolo una vez más al autoengaño, a fin de sustentar la resignación solapada en la que vive.

Otro aspecto importante sin duda es la consciencia. Se involucra con los acontecimientos de manera que nunca está en el tiempo presente, sino en el pasado o en un futuro, creando un estado de ansiedad y ausencia, viviendo de los recuerdos pasados o esperando los resultados de los logros a futuro, mas le es imposible permanecer en el aquí y ahora, en el tiempo y espacio presentes, siendo esta otra razón para vivir desconectados de la otredad. Está claro que este proceso de crear y mantener una imagen donde se involucra tiempo y consciencia resulta desgastante y estresante para el meta-individuo, por lo que creará los anticuerpos necesarios para evitar todo aquello que ponga en evidencia su forma de vida aparente, en la que invierte tanto. Así que las relaciones pasarán por un tamiz donde quedarán aquellas que avalen, sustenten o admiren —aunque sea por interés o no— su imagen creada, mas todo aquel que no sea condescendiente representará un riesgo, teniendo en cuenta que si no tiende a la adulación es por lo general alguien difícil de manipular, dejando una vez más al meta-individuo ante relaciones superficiales.

En conclusión, el meta-individuo es en gran parte hijo del CoNES, comparación numérica especulativa subconsciente, ya que, como es evidente, en la mayoría de las circunstancias en que se relaciona con la OTREDAD, necesitará de esta para categorizarse de manera consciente o no. Casi siempre, la calidad de la relación dependerá de la utilidad de la otredad para con el yo meta-individual, quien continuará centrándose en los logros personales, comparándolos con los de los demás, con el objetivo de afianzar la autoestima y la construcción del YO por sobre el OTRO. Dicha actitud comúnmente se conoce como egoísmo o egocentrismo, y contribuye a percibir al otro como un competidor en el caso de no considerarse útil para los propósitos del yo, situación que será vista como un reflejo de lo fraccionada que se encuentra la sociedad hoy en día. Esto da lugar al temor en las relaciones por sobre la fraternidad que debiera caracterizar al ser humano, donde brindarse y mostrarse tal cual se es resulta “peligroso”, y en su lugar siempre existe la opción de un disfraz que muestre lo que el otro quiere ver. Del “pienso y luego existo” —con el objetivo de racionalizar la existencia al extremo, donde nada es si no es pensado previamente, y por creer que no hay nada más allá del cogitatio— hemos pasado al “especulo y luego aparento que existo”, al especulo en tanto existo, donde la opinión del otro se ha transformado en el objetivo final de toda acción y dominar el arte de la apariencia es hoy en día necesario.

La idea principal es trascender estos viejos paradigmas con el objetivo de encontrarnos ante la evolución inminente de la raza humana en su totalidad. No se pretende simplificar de esta manera lo complejo de la psicología humana ni su capacidad de interactuar en la sociedad, más bien se busca teorizar cómo influye en ciertas personalidades con tendencias meta-individuales la comparación numérica especulativa subconsciente, CoNES, y como vemos reflejadas estas en la sociedad actual, no olvidando que CoNES es una herramienta y como toda herramienta dependerá de qué perfil psíquico tenga el que la utilice, definiendo de esta manera el efecto que tendrá en la sociedad, ya sea fragmentándola aún más o generando un aporte constructivo. El meta-individuo se relacionará desde una perspectiva amigdalina (léase Salud Consciente método MAKAM, capítulo Azuam, del mismo autor), desde el miedo y la desconfianza, generando neurotransmisores afines a provocar desórdenes de ansiedad, estando a la defensiva y favoreciendo la especulación con el objetivo de cuantificar cuán en riesgo se está respecto a la otredad.

Pedagogía EN el otro

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