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CAPÍTULO DOS

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–Hola, Chloe.

Intentaba sonar normal. Intentaba hacer que sonora como si fuera algo muy normal el hecho de que él estuviera en la escalera. Sin mencionar el hecho de que había estado en prisión durante casi veintitrés años, cumpliendo condena por haber participado en el asesinato de su madre. Claro que, los recientes eventos que ella misma había descubierto mostraban que él probablemente fuera inocente de esos cargos, pero para Chloe el hombre siempre sería culpable.

Pero al mismo tiempo, ella tenía un pequeño anhelo de ir hacia él. Tal vez incluso para abrazarlo. No podía negar que verlo aquí, a la intemperie, le despertó una gran variedad de emociones.

Sin embargo, no se atrevió a acercarse más. Ella no confiaba en él, y peor aún, ella no confiaba plenamente en sí misma.

–¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó.

–Sólo quería venir a visitarte –dijo poniéndose de pie.

Un millón de preguntas pasaron por su cabeza. La principal de ellas era, ¿cómo había averiguado donde vivía? Pero ella sabía que cualquiera que tuviera conexión a Internet y determinación podría descubrirlo. En su lugar, trató de ser civilizada sin ser cálida y acogedora.

–¿Hace cuánto saliste? –preguntó ella.

–Hace una semana y media. Tuve que hacerme de coraje para venir a verte.

Ella recordó la llamada telefónica que le había hecho al Director Johnson cuando encontró aquella última prueba hace dos meses, la prueba que aparentemente había sido más que suficiente para liberar a su padre. Y ahora él estaba aquí. Por causa de su esfuerzo. Se preguntó si él sabía lo que ella había hecho por él.

–Y esta es la razón por la que esperé tanto –dijo–. Este… este silencio entre nosotros. Es incómodo e injusto y…

–¿Injusto? Papá, has estado en prisión la mayor parte de mi vida… por un crimen del que ahora sé que no eres culpable, pero del cual no parecía importarte asumir la culpa. Sí, va a ser incómodo. Y dada la razón de tu encarcelamiento y las últimas conversaciones que hemos tenido, espero que entiendas si no me aproximo a ti bailando y llena de dicha.

–Claro que lo entiendo a la perfección. Pero… hemos perdido tanto tiempo. Puede que no puedas sentir eso todavía, siendo tan joven. Pero esos años que perdí en prisión, sabiendo lo que había sacrificado… tiempo contigo y Danielle… mi propia vida…

–Sacrificaste todas esas cosas por Ruthanne Carwile –lanzó Chloe–. Esa fue tu elección.

–Lo fue. Y es un remordimiento con el que he tenido que vivir por durante casi veinticinco años.

–¿Qué es lo que quieres? –preguntó.

Ella se aproximó en su dirección, sólo para abrirse paso a su lado, hacia su puerta. Se necesitaba más fuerza de voluntad de la que ella pensaba para pasar junto a él, para estar tan cerca de él.

–Esperaba que pudiéramos cenar juntos.

–¿Así de fácil?

–Tenemos que empezar por algún lado, Chloe.

–No, en realidad no tenemos que hacerlo –ella abrió la puerta y se volvió hacia él, mirándolo por primera vez a los ojos. Su estómago estaba hecho un nudo y ella estaba haciendo lo posible para no emocionarse frente a él–. Necesito que te vayas. Y por favor, no vuelvas nunca más.

Él parecía genuinamente herido, pero sus ojos nunca se apartaron de los de ella.

–¿Lo dices en serio?

Quería decir que sí, pero lo único que salió de su boca fue:

–No lo sé.

–Hazme saber si cambias de opinión. Tengo un lugar…

–No quiero saber –interrumpió ella –.Si quiero ponerme en contacto contigo, te encontraré.

Él le sonrió ligeramente, pero aún había algo de dolor.

–Ah, es cierto. Trabajas para el FBI ahora.

Y lo qué pasó entre tú y mamá es lo que me llevo por ese camino, pensó.

–Adiós, papá –dijo ella y cruzó la puerta.

Cuando la cerró detrás de ella, no se molestó en mirar hacia atrás. En cambio, fue hacia el elevador tan rápido como le fue posible sin que pareciera que tuviera prisa. Cuando las puertas se cerraron detrás de ella y el elevador comenzó a subir, Chloe apretó sus manos contra su rostro y empezó a llorar.

***

Ella miró fijamente su armario, pensando si debería llamar a Moulton y decirle que no podría salir esta noche después de todo. Ella no le diría la verdadera razón: que su padre había salido de la cárcel después de haber pasado allí veintitrés años y que de repente había aparecido en la puerta de su casa. Ciertamente, él entendería lo traumático de la situación, ¿verdad?

Pero decidió que no iba a dejar que su padre arruinara su vida. Su sombra ya había rondado sobre una parte demasiado grande de su vida. E incluso algo tan pequeño como cancelar una cita debido a su presencia le daba demasiado poder sobre ella.

Llamó al número de Moulton y cuando salió el buzón de voz, dejó su sugerencia de un lugar para cenar. Una vez hecho esto, se dio una ducha rápida y se vistió. Mientras se ponía un pantalón, sonó tu teléfono celular. Vio que era Moulton quien la llamaba y su mente se imaginó primero los peores escenarios.

Ha cambiado de opinión. Me llama para cancelar.

Ella realmente lo creyó hasta que atendió el teléfono.

–¿Hola?

–Entonces, comida japonesa me parece muy bien –dijo Moulton–. Ahora, quizás te des cuenta por mi falta de detalle y seguimiento, pero no hago mucho esto. Así que no sé, ¿voy a recogerte o si nos encontramos allí…?

–Ven a recogerme, si no te molesta –dijo, pensando de nuevo en el estado andrajoso de su coche–. Hay un lugar bueno no muy lejos de aquí.

–Suena bien –dijo–. Nos vemos entonces.

…No hago mucho esto. A pesar de que él lo habría admitido, a Chloe le resultaba difícil de creer.

Terminó de vestirse, se peinó un poco y esperó a que la llamaran a la puerta.

Quizás será tu padre de nuevo, se dijo a sí misma. Aunque en realidad, si estaba siendo honesta, no era su propia voz la que se lo decía. Era la voz de Danielle, condescendiente y confiada.

Me pregunto si ella ya sabe que él ha salido, pensó Chloe. Dios mío, se pondrá furiosa.

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ello. Antes de que pudiera hacerlo, llamaron a la puerta. Durante un momento de parálisis, ella estaba segura de que era su padre. Esto la hizo congelarse por un segundo, sin querer contestar. Pero luego recordó que Moulton se había sentido igual de torpe que ella fuera del campo de tiro, y se dio cuenta de lo mucho que deseaba verlo. Especialmente después de lo que habían sido las últimas horas de su vida.

Ella abrió la puerta con su mejor sonrisa. Moulton tenía otra sonrisa. Tal vez fue porque rara vez se veían fuera del trabajo, pero a Chloe le pareció muy sexy su sonrisa. También ayudó el hecho que aunque estaba vestido simplemente con una camisa abotonada y un par de pantalones bonitos, se veía increíblemente guapo.

–¿Lista? –le preguntó él.

–Absolutamente –dijo.

Ella cerró la puerta y se dirigieron al pasillo. Una vez más, estaba ese silencio perfectamente tranquilo entre ellos, uno que la hizo desear que ya estuviesen más adelantados. Incluso algo tan simple e inocente como él intentando tomarla de la mano… ella necesitaba algo.

Y fue esa simple necesidad de contacto humano que la hizo darse cuenta de lo mucho que la había alterado la presencia de su padre.

Sólo va a empeorar ahora que él ha salido de la cárcel, pensó ella mientras Moulton y ella tomaban el elevador hasta el vestíbulo.

Pero no iba a dejar que eso arruinara esta cita.

Ahuyentó todos los pensamientos de su padre de su mente mientras Moulton y ella se salían a una cálida noche. Y para su sorpresa, realmente funciono.

Por un tiempo.

Callejón Sin Salida

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