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5 de marzo

En un pesebre

“Entonces denle al césar lo que es del césar y aDios lo que es de Dios” (Mateo 22:21, NVI).

Para muchos, la Navidad es la mejor época del año, con sus luces parpadeantes alrededor de las ventanas, los escaparates decorados y una actitud notablemente más agradable entre desconocidos. Para los cristianos, el aspecto más significativo de la Navidad es celebrar juntos la venida de Jesús a este mundo como un bebé. Aunque ahora sabemos que Jesús, probablemente, no nació el 25 de diciembre, muchos siguen considerándolo el motivo de la temporada. Sin embargo, no todos lo ven así, lo que nos lleva a la historia de hoy. El 5 de marzo de 1984, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que una ciudad o pueblo puede utilizar una escena de pesebre como parte de una exposición navideña. ¿Qué? ¿La Corte Suprema, el más alto tribunal del país, tiene que decirles eso a los ciudadanos estadounidenses? Llevamos siglos colocando escenas de pesebres para ilustrar la historia del niño Jesús en Belén, y la llegada de los pastores y los reyes magos. ¿Por qué un tribunal consideró necesario emitir un fallo al respecto? Es una buena pregunta.

Algunas personas en esa nación libre no creen en Jesús, ni en su encarnación y su llegada a este mundo. Se sienten incómodos con cualquier cosa que les recuerde que Dios existe y que los ama lo suficiente como para nacer entre ellos. Y por eso, intentan aprobar leyes que mantengan a Dios fuera de los lugares públicos. Si poner una escena de pesebre estuviera en contra de alguna ley, porque la mayoría lo elige así, entonces tendríamos que obedecer esa ley y seguir con nuestra vida. Si los “césares” de hoy pudieran ejercer ese tipo de poder, tendríamos que aprender a convivir con sus decisiones. Como dijo Jesús: “Denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Pero, esto del pesebre no es cosa del César en absoluto. Es una cuestión personal. Alguien, en algún lugar, se siente más cómodo si no ponemos la tradicional exhibición de la escena del pesebre en un lugar público. Todos deberíamos estar a favor de la libertad de expresión, pero los derechos de la mayoría rara vez, o nunca, deberían estar controlados por los deseos de unos pocos.

Dios utiliza el gobierno para mantener el orden y la estabilidad en nuestras vidas públicas, y para regular nuestra relación con los demás en la sociedad; y la Biblia es clara en cuanto a que debemos obedecer a las autoridades del país. Pero, cuando ellos proponen leyes que contradicen directamente los principios bíblicos, siempre debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.

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