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La Cruz Del Bebé




Me asomo de mi cama a través de grandes ojos castaños enmarcados por el pelo negro azabache. Mi pequeño cuerpo está encerrado en un molde de yeso desde el cuello hasta las rodillas, como me acuesto sobre mi vientre, encaramado en los codos. Esta es la visión del mundo que experimentará durante los próximos doce años.

¿He dicho la cama? Era una cuna con barras de metal en todos los lados. Me ataron en esta cuna con una correa de delantal, que tenía cuatro lazos a cada lado atado a las barras laterales de la cuna y dos lazos que ataban alrededor de mi cuello y luego a las barras delanteras de la cuna. Yo no podía salir si quería, sólo cuatro años de edad, incapaz de correr y jugar. La expresión de mi cara era una de la determinación, diciendo al mundo que yo podía hacer frente a todo lo que estaba por venir.

Se podía ver en mis ojos grandes marrones las preguntas que se encuentran al fondo de mi corazón. ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué me pasó? ¿Por qué no fui capaz de correr y jugar como los otros niños? ¿Por qué no está mi madre aquí? Realmente la necesito aquí conmigo. El molde de yeso era tan pesado, mis codos se irritaban por el roce de las sábanas.

Yo tendría un visitante cada mes, una señora alta y delgada, era mi tía Eunice, hermana de mi madre. Le pregunté dónde estaba mi madre y ella dijo: “Ella está muy enferma.” Dijo la tía Eunice que iba a visitar a mi madre después de sus visitas y le decía todo sobre mí. Ella me dijo que tenía grandes ojos marrones como mi mamá y su voz dulce canto. Ella era como un mensajero que traería la buena noticia de ida y vuelta. Yo le pregunté si le traería algún día, cuando mamá se amejoraba. Ella me lo prometió. Ella me daba un gran abrazo y cuando ella me dejaría me ponia a llorar. Yo la extrañaba mucho cuando se iba. Ella era tan agradable y olía tan bien y que me hacia reír, pero sobre todo eran los abrazos. No podía sentir mucho en la parte superior de la escayola, pero yo sabía que me sentiría bien.

La respuesta a todas las preguntas que estaban en mi mente se responde a algo en el poema que es el título de mi libro, “La Cruz del bebé,” escrito por mi mamá. El poema fue escrito después de una de las visitas conmigoí y luego a mi mamá de la tía Eunice, que le había traído el mensaje junto con la imagen.

La Cruz Del Bebe: Memorias de una Sobreviviente de la Tuberculosis

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