Читать книгу Nadie te enseña - Carina Schwindt - Страница 15

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“Reconozco que muchas veces grito y después pido perdón. Entro en ese círculo del cual no me es fácil salir”.


¿Qué es el sentido común? Es aquello que nos ayuda a saber qué es más adecuado decir o hacer en determinadas situaciones. De allí que no sea un pensamiento individual que dependa de cada sujeto, sino que es una especie de pensamiento colectivo.

Cuando hablamos de crianza, nos cuesta, muchas veces o la mayoría de ellas, encontrar un equilibrio entre lo que nos dijeron que tenemos que hacer, lo que queremos hacer y lo que podemos aplicar. Lo que normalmente sucede es que tendemos a repetir lo que hemos visto en nuestros hogares y pensamos que, como nuestros padres nos educaron así, eso es lo correcto. A todo esto, se le suma la exigencia que tenemos como padres frente a la expectativa de cómo nos gusta que salgan esas cosas para criar “buenos chicos” ante nuestros ojos y los de los demás.

Ser fundamentalistas del modo de crianza que deseamos aplicar implica defender a muerte ese modelo y llevar encima una gran cantidad de carga de decepción cuando esto no sale como esperamos, además del rechazo hacia otras formas que nos llevan a querer aplicar solo nuestra mirada en todos los ámbitos. Esto nos hace encontrarnos con ciertas dificultades cuando no tenemos en cuenta el entorno, el contexto y la modalidad, ya sea parental, educacional o teórica si eres profesional.

Los extremos no son mejores que el término medio. Que el pequeño aprenda a esperar cuando no podemos atenderlo en ese momento es tan importante como atenderlo de forma calmada y no dejarlo llorar más de la cuenta.

Lo importante es que, en cada situación, devenga un aprendizaje mutuo donde podamos confiar en nuestro instinto, preguntarnos sobre los modos y los porqués para luego actuar de la misma o de diferente manera frente a una situación que se presenta, reforzar normas sociales y favorecer el desarrollo de comportamientos positivos en los niños.

Los adultos generalmente tenemos una mirada desde un lado muy exigente para con los pequeños: queremos que sean los mejores en todo porque creemos que eso está bien y esperamos esa retribución en base a cómo se desarrollan e interactúan con su entorno.

Desde esta perspectiva, la respuesta está dirigida a tener resultados orientados a complacer a otras personas, sin tener en cuenta las necesidades básicas de los niños y las nuestras como educadores. Suele acarrear frustración e insatisfacción no poder cumplir con lo que deseamos, ya que cuando podemos lograr algo, esto no es lo suficientemente bueno y sentimos que podemos pedir más o una mejor manera. ¡Es agotador! Nuestra mirada, pensamientos y sentimientos siempre van a estar puestos en lo que falta y esto nos lleva a estresarnos y no permitirnos actuar de manera adecuada.

Si ponemos la mirada en lo mejor que puedo ser hoy, vamos a empezar a centrarnos en el cómo y no en el fin. Aparece la posibilidad de aprender, construir y potenciar las herramientas con las que cuento para hacerlo más llevadero y disfrutar no solo del objetivo final, sino del proceso; aceptar otros puntos de vista y la posibilidad de que haya errores en cómo lo hacemos, que luego servirán de aprendizaje.

Lo mejor que puedo ser hoy es tener en cuenta cómo me siento y cómo se siente ese niño, abordando la totalidad de la situación de la mejor manera posible y aprendiendo del error que pueda cometer.

No es lo mismo dar respuesta a un pequeño que tiró su vaso y nos pide ayuda cuando estamos con la atención plena en esa situación, que hacerlo en un momento donde estamos en una llamada del trabajo o con el salón desbordado.

En cualquiera de los dos casos, lo importante es saber qué tipo de respuesta le quiero brindar para luego promover un aprendizaje recíproco, en base a esta situación.

Algunos consejos para criar con sentido común

 Céntrate en lo que haces como madre, padre, cuidador o educador. Enfócate en tomar decisiones por ti mismo.

 Ten presente que siempre puedes hacerlo mejor. Mientras aprendes, aparecerán muchas equivocaciones.

 Es normal sentirse agotado.

 No tengas en cuenta la mirada ajena.

 Sé coherente entre lo que dices y haces. Los pequeños nos imitan todo el tiempo.

Nadie te enseña

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