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“Cuanto más nerviosa me ve, peor se comporta. Pareciera que lo hace a propósito, cuanto más necesito que esté tranquilo por todas las cosas que tengo que hacer, más demandante es”.


Para poder conectar con nuestros pequeños y dar paso a redirigir la conducta inapropiada, primero necesitamos estar en calma. Nunca se va a dar una verdadera conexión si nos sentimos desbordados por la situación. Tomar como referencia la frase “tu calma, calma” será de gran ayuda en estas circunstancias. Si estamos calmados en momentos de crisis y de mayor dificultad, lograremos —por efecto de las neuronas espejo— que nuestros pequeños también se calmen.

Las neuronas espejo son un tipo de células nerviosas responsables de que imitemos algunas conductas que realizan otras personas delante de nosotros. Se les atribuye la particularidad de activar esas mismas áreas de nuestro cerebro que se activarían si estuviésemos realizando la conducta de verdad, solo por el mero hecho de observarla en una tercera persona.

Estas neuronas se inhiben o se excitan, es decir, se encienden o se apagan, ante la presencia de emociones, y se pueden activar al oír, ver, hacer o pensar una acción. Cada una de ellas tiene un impacto distinto, por eso, a veces, al ver algo podemos reconocer mejor la situación que al oírla.

Las neuronas espejo les proporcionan a los niños la posibilidad de interpretar las emociones de los padres y a estos últimos de acceder al mundo mental de sus hijos.

Los niños aprenden básicamente por dos mecanismos: por observación (imitación) y por ensayo y error. Sin embargo, el primer mecanismo es más efectivo que el segundo, ya que no es necesario poner a prueba nada, solo observarlo. Las neuronas espejo ya se encargan de captar lo que siente el otro al hacerlo sin necesidad de experimentarlo.

Dicho esto, suponemos que ya sabes por qué es importante que estés en calma: porque gracias a las neuronas espejo, tu pequeño buscará sentirse del mismo modo.

¿Qué puedes hacer para calmarte ante una situación que desborda? Tres pasos infalibles:

1 Respirar

2 Beber un vaso de agua fría

3 Cantar

Te preguntarás ¿por qué esos tres y no otros? La respuesta es sencilla: al realizar esos ejercicios activamos el nervio vago. (Para más información, ver Anexo: ABC del cerebro infantil). Cuando se estimula este nervio, se producen los efectos de relajación y tranquilidad mental de forma eficaz y profunda.

No hace falta que realices los tres a la vez. ¡Puede ser el que te salga primero!

Entonces, para encontrar la calma, puedes alejarte por breves instantes para respirar, beber un vaso de agua o cantar para, una vez en calma, volver y conectar con tu peque.

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