Читать книгу Nadie te enseña - Carina Schwindt - Страница 18

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“No sé cómo sacarlo de ese enojo, me grita y se golpea, y yo le digo que no, pero lo hace peor”.


Lo primero a tener en cuenta es que debemos ser capaces de conectar emocionalmente con nuestros pequeños para poder lograr una correcta intervención ante una conducta que no es adecuada. La relación que tengamos con ellos es clave para cualquier tipo de acción.

Conectar significa prestar atención, transmitirles que entendemos cómo se sienten, independientemente de que su comportamiento nos guste o no. Cuando peor se portan es cuando más nos necesitan.

Cuando no podemos reconocer nuestras propias emociones, no es fácil conectar con las del otro. Poder identificar, nombrar, reconocer y transmitir lo que nos pasa suele ser una tarea difícil.

Conectar con los niños desde lo emocional va a ser el primer paso para dar lugar a todo un aprendizaje en cada conducta que aparezca. Tenemos que poner el foco en que lo que queremos corregir tiene que ver con la situación que se desencadenó, no con la relación que tenemos con el pequeño.

Conectar es darle ese lugar donde puedan sentirse seguros de transmitir sus sentimientos, sentirse apoyados, respetados y comprendidos, aunque no nos agrade su forma de comportarse.

Cuando hablamos de conexión hablamos de empatía. Ya dijimos que la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, sentir lo que siente y acompañarlo. A la hora de dar una respuesta empática, es importante estar en la misma frecuencia, conocer la emoción propia para poder empatizar con la ajena y lograr entender esa intensidad para poder conectar.

Si el niño está llorando porque se le rompió su juguete, no podrás empatizar con él gritándole o retándolo por haberlo roto. Decirle que estás enojado no es estar en su misma sintonía ya que, seguramente, el sentimiento que él tenga sea de tristeza. Lo mejor que podemos hacer es reconocer ese sentimiento que él tiene y decirle: “estás muy triste porque se te rompió el juguete” y acompañar con el cuerpo esa situación (un abrazo podría servir).

Tenemos que tomar a la empatía como la herramienta más poderosa que tenemos a disposición y usarla para darles a los niños seguridad y reforzar su autoestima. Si como adultos entendemos que todas las emociones son positivas y somos capaces de reconocerlas y darles el lugar en el mundo del niño, vamos a poder ayudarlo a identificar sus sentimientos y los nuestros. Cuando usamos esta herramienta y evitamos la corrección mediante castigos o gritos, podemos ayudarlo a hacer frente a toda situación que se le presente y calmarlo o lograr la reacción adecuada ante situaciones que lo desborden.

Conectar con el niño para calmar las emociones que él no puede regular por sí solo.

La conexión profunda y empática tiene que ir acompañada de límites claros y firmes. Entender que el momento de peor comportamiento es cuando más nos necesitan. Si, al contrario, solo estamos atentos a la corrección de la conducta y no a lo que realmente les pasa, no lograremos nada.

En su libro El cerebro del niño, Daniel Siegel menciona tres beneficios de conectar con tu hijo antes de corregir o, mejor dicho, redirigir la conducta inapropiada:


 Hace que los hijos pasen de un estado reactivo a uno receptivo para aprender

Para que ocurra un aprendizaje, los niños tienen que estar receptivos. La receptividad es el resultado de la conexión. La sensación de conexión surge cuando nos sentimos importantes y tenidos en cuenta. Por lo tanto, si un niño se siente importante y escuchado, se sentirá aceptado y conectado de tal manera que estará más receptivo a escuchar, pensar, aprender y tomar mejores decisiones.

Muchas veces queremos redirigir o buscar una solución a una conducta inadecuada de manera inmediata e inminente. Y entonces nos saltamos el primer paso, que es también el más importante y el que predispondrá el aprendizaje.

Cuando conectamos, recién ahí pueden empezar a calmarse y, en consecuencia, ser más receptivos para lo que queremos transmitir. Desde este lugar es donde podremos modificar esa conducta inapropiada hacia una apropiada. Cuando conectamos con el pequeño y podemos conseguir la calma, logramos que realmente escuche lo que le estamos diciendo.

 Ayuda a construir el cerebro de una manera más positiva y eficaz

Conectar antes de redirigir la conducta hace que se refuercen las conexiones neuronales entre el cerebro reptiliano (que se encarga de las reacciones instintivas de supervivencia) y el cerebro frontal (encargado de funciones como la autorregulación, la atención, el equilibrio emocional, la empatía, etc.) que modifican, literalmente, el cerebro. (Para más información, ver Anexo: ABC del cerebro infantil).

Lo que pasa en el cerebro de nuestros pequeños cuando conectamos con ellos es que sus numerosas partes se integran. Estas actúan como equipo para desactivar esa parte más impulsiva, ayudan a crear más y mejores redes neuronales, y benefician la región prefrontal. A medida que esta última se va desarrollando, los niños son más capaces de llevar a la práctica destrezas sociales y emocionales que queremos que adquieran, entre ellas, ¡la autorregulación!

 Mejora e intensifica la relación con tu hijo

Una de las formas más fáciles de demostrar nuestro amor hacia los hijos y conectar con ellos es cuando todo está tranquilo, cuando todo está en calma, cuando todo está bien. ¡Qué fácil se nos hace en esas circunstancias! Pero cuando se portan mal, contestan de forma grosera, están descontrolados o estallan en un berrinche, es muy difícil que los padres nos sintamos dispuestos a conectar. En momentos tensos es probablemente lo último que nos pase por la cabeza. ¡Queremos que se termine el conflicto lo más rápido posible! Sin embargo, es allí cuando la conexión es más necesaria.

Conectar es una habilidad que requiere de muchísimo esfuerzo, constancia, práctica y paciencia. No saldrá al principio, pero vale la pena intentarlo una y otra vez.

Cuanto más respaldo, empatía y atención les demostremos en los peores momentos, más se favorecerá nuestra relación y sentirán así la sensación de que son importantes, de que los tenemos en cuenta y de que pueden contar siempre con nosotros.

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