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AGRADECIMIENTOS

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Quiero agradecer, de modo especial, a Dios Padre Todopoderoso, Señor del cielo y de la tierra, por inspirar y motivar este trabajo académico, centrado en una categoría a la que varios autores han denominado «análisis religioso» y que empieza a recuperar importancia en el tiempo actual.

Agradezco también a mi familia por apoyarme totalmente en cada uno de los proyectos emprendidos a lo largo de mi vida y, en particular, en los trabajos necesarios para llevar a cabo esta producción académica. Su amor, ternura y ambiente moral, han permitido que mi vida sea muy feliz y que tenga de la existencia humana una perspectiva armónica, ordenada y bella, requisito fundamental para dedicarme a los estudios filosóficos, buscando siempre la verdad y procurando que mi ejercicio contribuya, primero y fundamentalmente, a mi edificación moral y la de mis congéneres.

La gratitud, como virtud subordinada a la justicia, es más que una obligación respecto a quienes han sido nuestros maestros en la etapa escolar. Durante los años que cursé mis estudios de secundaria conocí la obra de Nicolás Gómez Dávila y comenzó a gestarse este trabajo. Agradezco especialmente a mis profesores José Armando Jaramillo Ospina (Religión), Édison Montoya (Filosofía), Marta Cecilia Rivas Durango, Hernando Restrepo Hincapié (Ciencias Sociales) y Gabriel Jaime Rodríguez Laverde (Español y literatura). Todo lo que me enseñaron ha sido esencial para orientar mi vida moral e intelectual, y en este texto se conjugan las disciplinas en que se han especializado, con lo cual se cumple mi sueño de integrarlas y formar un pensamiento en el que todas ellas estén ordenadas de tal forma que conduzcan a la teología como ciencia suprema y a la fe católica como puerto de llegada en el camino de la indagación racional.

Es una ocasión privilegiada para mencionar a mi amigo incondicional, Cristian Alexánder Marín Macías, apoyo en las alegrías y las tristezas inherentes al recorrido biográfico de todo hombre y siempre atento a todos los acontecimientos de mi camino particular. Hoy celebro con él y lo uno a este logro como si fuera suyo, pues quiero que así lo sienta.

De modo muy especial, agradezco a los señores Luis Fernando Escobar Duque, Eugenio Trujillo Villegas, Carlos Noriega, José Aloisio Schellini, Juan Camilo García Jiménez, David Cardona Cifuentes, Diego Mauricio Duque Cardona, Emmanuel Marín Restrepo y Jaime Andrés Londoño López, miembros de la Sociedad para la Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad. Los años compartidos con ellos fueron esenciales para el desarrollo de este trabajo, pues me acercaron al pensamiento del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, un hermano de Nicolás Gómez Dávila en la fe y las ideas, pese a las diferencias puntuales que puedan hallarse entre sus respectivas visiones. El trasfondo del pensamiento gomezdaviliano solo puede vislumbrarse mediante una honda comprensión de los conceptos de «revolución gnóstica e igualitaria» y «civilización cristiana»; de esta última, la TFP sigue siendo una defensora fiel y valerosa.

No quiero dejar de manifestar mi gratitud y reconocimiento a Catalina Gutiérrez Gómez, Gilberto Posada Uribe, Juan Gabriel Caro Rivera, Santiago Pérez Zapata, Víctor Daniel Velásquez Atehortúa y Andrés Eduardo Jiménez Arenas por todas sus enseñanzas y por ser compañeros en este amor por la tradición y las humanidades. En los diversos momentos vividos a su lado han madurado muchas de estas reflexiones, por lo cual tengo una deuda con ellos que quiero retribuir con este trabajo académico.

También quiero manifestar toda mi gratitud al Grupo de Investigación Filosofía y Escepticismo de la Universidad Tecnológica de Pereira, que me acoge desde el año 2015, y en el cual he podido madurar como investigador y desarrollar varias indagaciones sobre Nicolás Gómez Dávila y sobre otras temáticas filosóficas. De modo particular, agradezco al profesor Alfredo Abad Torres, docente titular de la Universidad Tecnológica de Pereira, director de este grupo y estudioso dedicado de la obra de don Nicolás Gómez Dávila, quien, además de ser un ejemplo y modelo para todos los que nos hacemos llamar «gomezdavilianos» dentro y fuera de Colombia, aportó valiosas reflexiones y realizó oportunas y sabias sugerencias para que este trabajo pueda tener hoy su versión final con el respaldo de un fondo editorial de tanto prestigio.

Indudablemente, son dignos también de mención los profesores Francia Elena Goenaga, José Miguel Serrano Ruiz-Calderón, Michaël Rabier, Luigi Garofalo -apreciado maestro, quien me obsequiara su magnífica obra Nicolás Gómez Dávila studioso del diritto e Carl Schmitt cultore di Theodor Däubler (2019), en la que se reúnen muchos temas de mi interés académico que han nutrido esta investigación-, Loris Pasinato, Juan Carlos Moreno Romo -amigo entrañable que aportó valiosísimas consideraciones sobre la Modernidad y evaluó, rigurosamente, este trabajo investigativo-, Juan Fernando Mejía Mosquera, Francisco Cuena Boy -experto en Derecho Romano, quien ha profundizado en el aspecto iusfilosófico y jurídico en la obra de Gómez Dávila-, Antonio Lombardi y Pablo Andrés Villegas Giraldo, compañero en el grupo de investigación ya referido y autor de varios artículos y capítulos de libros sobre la educación y el escepticismo a partir de las ideas del aforista colombiano, cuyo estudio fue la ocasión de conocernos y hacernos buenos amigos.

Todos ellos han sido grandes y generosos maestros, pero, en el caso particular, se han constituido en mis pilares para la realización de esta indagación sobre la vida y obra de don Nicolás Gómez Dávila. En torno a estos tópicos se ha ido forjando una hermosa amistad que atesoro en lo más profundo de mi corazón y sin ellos hubiera sido imposible adelantar tan solo una página de lo que a continuación se leerá.

Por último y, de antemano, agradezco también a todos los que tendrán la amabilidad de acudir al encuentro con este breve y sencillo trabajo académico. Pensando en ellos se ha escrito cada línea y buscando su provecho intelectual, espiritual y moral, pero, sobre todo, abrir su entendimiento y su corazón a la experiencia filosófica fundamental: el encuentro con el ser, con el absoluto, con Dios mismo, para decirlo claramente y sin pudores laicistas. Por Él, con Él y en Él vivirán una aventura fascinante, pues al sentirse sus creaturas, el mundo fluirá en secreta primavera, como bien enseñó el autor que inspira estas páginas.

Nicolás Gómez Dávila frente a la muerte de Dios

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