Читать книгу Cómo ser empleado público y no morir en el intento - Carlos G. Fernández - Страница 9

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LOS VISTOS Y CONSIDERANDOS

Comencemos por el principio de las cosas, ¿no les parece?

En primer lugar, me siento obligado a explicarles mínimamente los motivos que me llevan a levantar la voz en defensa del empleado público.

Por ello, ya mismo y sin mediar más palabras, les dejo esta resumida y dura fundamentación:

Estoy harto de escuchar, leer y aguantar a autores de distinta procedencia y calaña que, sin saber absolutamente nada de nuestras obligaciones y tareas, de las presiones que sufrimos a diario y de nuestras alegrías y tristezas, de las horas que le quitamos al descanso para finalizar a tiempo con los trabajos, de nuestras enfermedades relacionadas con el trabajo, utilizando cuantos medios teñidos de amarillo se pongan a su disposición, despotrican en forma artera e injustificada, una y otra vez dañando irreparablemente la figura del empleado público. Perdónalos, Dios. No saben lo que dicen.

A pesar de estar convencido de la veracidad de las afirmaciones aquí vertidas, debo confesar que dudé mucho respecto de si era conveniente publicar estas líneas. No porque tenga dudas sobre lo que allí se afirma, sino por temor a los prejuicios y las malas interpretaciones, los intereses en juego. No existe el deseo de entorpecer ni que supongan que me mueven fines oscuros, intereses mezquinos o cuestiones políticas cuando la verdadera y única intención es poner en valor la figura del empleado público.

Cómo ser empleado público y no morir en el intento

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