Читать книгу La Libertad en el encierro - Carlos Gustavo Álvarez - Страница 11

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Pronto se celebrará el Día Mundial del Sueño, el tercer viernes de marzo, y volverá a plantearse con estadísticas de espanto lo que la Organización Mundial de la Salud considera ya como una epidemia que puede derivar en trastornos neurológicos y cardiovasculares. Y que, en sus estados más avanzados, para no decir agónicos, se convierte en ansiedad y depresión, y que es, sin duda, una abducción del ánimo y las ganas de vivir.

Los llamados “trastornos del sueño” comprenden muchas manifestaciones: síndrome de las piernas inquietas, peligrosas apneas, narcolepsia, alteraciones del ritmo circadiano y de la conducta durante el sueño REM, hipersomnia idiopática y parasomnias, y el que es, de lejos, el campeón de las congojas del descanso: el insomnio.

Con este último se agosta uno de los tres pilares de la salud, que acompaña a la dieta equilibrada y el ejercicio regular. Y la peste del insomnio, que alguna vez Rebeca llevó a Macondo, hoy está extendida por el mundo, afectando, ya casi, a media humanidad.

¿Por qué no dormimos bien? La larga e interminable lista de causas comprende el estrés, comidas inconvenientes, la extensión del escritorio a la cama, angustias económicas y existenciales, presencia en las habitaciones de una tecnología invasiva, la poca atención que prestamos a la calidad de aliados como almohadas y camas, la edad… y sigue un largo e insomne etcétera.

La Libertad en el encierro

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