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Exordio
ОглавлениеEN SEPTIEMBRE DEL AÑO 2011, a convocatoria de la Sociedad de la Antigua California, realizamos en la ciudad de Ensenada (Baja California, México) un homenaje al misionero jesuita Eusebio Francisco Kino, con motivo de cumplirse 300 años de su muerte. Entre otros actos se llevó a cabo la Segunda Reunión de Historiadores sobre los Fundadores de la Antigua California, la que se dedicó enteramente a la obra de Kino en la península de Baja California.
En dicho evento nos reunimos varios estudiosos del famoso jesuita, comentándose el hecho de la falta de un texto que presentara de manera integral y exclusiva, la labor de Kino en la península californiana. El tema de Kino en California ya ha sido tratado por Bolton, Burrus, Mathes, y más recientemente por Gómez Padilla, quienes han reunido una impresionante colección de documentos sobre este tema. Es a partir de los trabajos de estos historiadores que este libro fue concebido. (1) El objetivo es presentar una visión amplia y detallada de la obra de Kino en la península de Baja California, tanto lo que hizo desde la península misma, como lo que realizó por ella desde sus misiones de la Pimería.
Kino es de los escasos misioneros que han trascendido a la conciencia popular, pero generalmente se le asocia a Sonora y Arizona, casi nunca, o muy poco, a Baja California. Por eso, al plantearnos este estudio, quisimos preparar un texto accesible a un público amplio en donde detalláramos la relación de Kino y California. Sin olvidarnos de los historiadores, académicos y estudiosos del tema misional en el noroeste novohispano de fines del siglo XVII y principios del XVIII, ya que seguimos una metodología apropiada y rigurosa, con el fin de aportar elementos e interpretaciones nuevas para el conocimiento de este gran misionero.
La relación entre Kino y California fue de gran trascendencia histórica, ya que marcó el rumbo del noroeste de México, al grado de que la Pimería no se explica sin California y lo contrario igualmente es válido, California no se explica sin la Pimería. En este libro profundizamos en dicha relación, ahondando en aspectos que poco han sido tratados, entre ellos el hecho de que su estreno como misionero se llevó a cabo en California, al mismo tiempo de que fue el primer misionero de esta región, fundando sus dos primeras misiones. Se considera a Juan María Salvatierra el fundador de Baja California, pero después de leer este libro, nos daremos cuenta de que sin Kino, Salvatierra difícilmente hubiera logrado lo que logró; es más, sin Kino Salvatierra nunca hubiera fijado sus ojos en California y su destino no hubiera pasado más allá de un ilustre provincial jesuita. También tenemos que Kino desentrañó la hidrografía del río Gila y de la cuenca baja del río Colorado, y precisamente fue nuestro misionero quien le puso su nombre a éste último río. Además de que Kino demostró que California es península, fue el primero en proponer que la larga extensión de las Californias se dividiera en dos provincias a las que nombró California Baja y California Alta. Pidió ser él quien iniciara la evangelización de la Alta California. Nuestro misionero fue además el primero en cartografiar de una manera precisa el Golfo de California, desentrañando correctamente la desembocadura del Colorado y demarcando por vez primera a la isla Ángel de la Guarda. Además Kino desterró varios de los falsos mitos geográficos que abundaban en su época, sobre todo los asociados a la creencia de la insularidad de California. Pero, más allá de estos aportes, se encuentra su relación, profundamente humana y amorosa, con los indios californios, tanto guaicura, cochimí como con los varios grupos que ocupaban la cuenca baja del Colorado. Fueron los indios la razón de su trabajo.
Imagen 2. Inauguración del II Festival de la Antigua California, dedicado al padre Kino con motivo del tercer centenario de su muerte. Fue realizado en la ciudad de Ensenada en septiembre del 2011. De izquierda a derecha: el padre Gabriel Fierro, representante de don Sigifredo Noriega, primer Obispo de Ensenada; José Amado Fernández Ruiz, S.J., representante del provincial de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, Carlos Morfin, S.J.; doctor David Piñera, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California; don Enrique Pelayo, presidente municipal de Ensenada; maestro Sebastián Serra, rector de la Universidad Iberoamericana en Tijuana; doctor Gabriel Gómez Padilla, investigador de la Universidad de Guadalajara; y Carlos Lazcano, investigador de la Sociedad de la Antigua California y coordinador del Festival. Fotografía de Carlos Lazcano.
Estos son solo algunos aspectos, poco conocidos, de lo mucho que la península le debe a nuestro misionero. El lugar de Kino en nuestra historia regional y nacional debe ser revalorado.
La base de este trabajo fueron los numerosos documentos publicados por Burrus y Mathes, así como el impresionante libro de Kino Favores celestiales. Igualmente nos apoyamos en los trabajos de Bolton y Gómez Padilla, así como de diversos autores que en su momento irán siendo citados. Además, en diversos archivos fueron consultados algunos documentos aún inéditos o muy raros, como el caso del Diario de San Bruno. En este documento nuestro misionero relata sus actividades en la misión de San Bruno entre el 21 de diciembre de 1683 y el ocho de mayo de 1684. Se trata de un texto sumamente raro, publicado unicamente en 1857 dentro de la colección Documentos para la Historia de México, por lo cual es muy poco conocido, incluso entre los mismos especialistas en la figura de Kino. Se desconoce el original de este texto, por lo cual publicarlo dentro de este libro es una importante aportación.
El ensayo lo dividimos en dos partes. En la primera, dividida a su vez en tres capítulos, tratamos sobre los trabajos que Kino efectuó en la península californiana al participar en la expedición del Almirante don Isidro de Atondo y Antillón (1683-1685). La segunda parte cubre los capítulos 4 al 8. En los capítulos 4, 5 y 6 abordamos lo que Kino hizo por California desde sus misiones en La Pimería. En el capítulo 7 analizamos la visión de Kino y sus propuestas. En el último capítulo, el octavo, analizaremos que fue de los proyectos y propuestas de Kino en los años posteriores a su muerte.
Contrario a lo que muchos historiadores afirman, la misión de San Bruno no fue la primera establecida en California. (2) Este honor le cupo a la misión de Nuestra Señora de Guadalupe de Californias, iniciada por Kino en la bahía de La Paz en abril de 1683. En el primer capítulo de este libro veremos los detalles de esta fundación y el por qué fracasó. San Bruno fue la segunda misión californiana y en el capitulo dos se estudian los detalles de sus inicios y desarrollo, así como las exploraciones llevadas a cabo por Atondo y Kino en el interior de California. Se concluye tal capítulo con el abandono de San Bruno. En el tercer capítulo veremos los últimos y desesperados esfuerzos por parte de Kino y Atondo para que el proyecto de evangelizar California no fuera abandonado.
En el capítulo cuarto encontramos a Kino ya instalado en Sonora, y le damos seguimiento a sus esfuerzos por regresar a California. Incluimos como el padre Juan María Salvatierra se une a los esfuerzos de Kino y finalmente logra los permisos para regresar, fundando así esta tierra. A pesar de conseguir el permiso, Kino no pudo acompañar a Salvatierra, por lo que da inicio a las exploraciones de la desembocadura del río Colorado, las que lo conducirán al descubrimiento de la peninsularidad de California.
En el capítulo 5 se analiza todo lo que realizó Kino a favor de California desde sus misiones en la Pimería, actualmente en los estados de Sonora y Arizona. Los esfuerzos que invirtió Kino en ello fueron muchos, grandes y de muy distintos tipos, los que son detallados en dicho capítulo. La presencia de Kino en la Pimería fue fundamental para California y sin ella no es posible explicar el establecimiento y consolidación del proyecto misional californiano. En este sentido consideramos que la fundación de California no se dio con Salvatierra, sino algunos años antes, con la expedición de Atondo y Kino, y gracias a la visión de Kino. Lo que hizo Salvatierra fue continuar lo que Kino ya había empezado y dejó trazado su rumbo cuando, contra su voluntad tuvo que abandonar. El de Kino fue un proceso interrumpido, no cancelado ni abortado, que Salvatierra prosiguió justo donde lo dejó Kino.
Kino fue un personaje visionario. Vio mucho más allá que la mayoría de sus contemporáneos. En la medida que fue expandiendo su trabajo, realizó una serie de propuestas que por desgracia no fueron escuchadas. De haberlo sido el destino de la Pimería y de todo Norteamérica hubiera sido otro. Tuvo una clara conciencia de que había que insertar las provincias del noroeste en la globalidad del mundo, pensando globalmente y actuando localmente. En los capítulos 6 y 7 analizamos las propuestas de Kino para la expansión hacia el norte y noroeste. Igualmente Kino hace algunas predicciones negativas, las que finalmente se cumplieron porque en su momento no se hizo caso de estos señalamientos. En el último capítulo se reflexiona sobre lo ocurrido con sus propuestas y proyectos después de su muerte.
Además de la interpretación que hacemos de los textos y estudios consultados, al final de cada capítulo incluimos una selección de documentos de los testimonios más importantes para nuestro estudio. Cartas, diarios, informes, cédulas, etc. Al poner al alcance de los lectores estos documentos podrán por si mismos corroborar nuestra interpretación, o sacar sus propias conclusiones. Poder leer los documentos es ciertamente una forma de acercar al lector a los acontecimientos y a los personajes. Ellos nos hablan de tierras que nunca antes habían sido vistas por europeos, dejándonos ver lo que los sorprendía y maravillaba, pero también lo que los atemorizaba. Ahí se plasman esperanzas y miedos de los protagonistas, sueños y ambiciones, encuentros y desencuentros. Son testimonios sorprendentes de cuando California aún era territorio indígena y su fundación apenas un ideal.
Al publicar estos textos les actualizamos la ortografía con el fin de que a los lectores, sobre todo aquellos que no son historiadores, se les facilite su lectura. Igualmente cabe mencionar que a lo largo del texto que preparamos intercalamos en numerosas ocasiones citas de los mencionados documentos, con la finalidad de que sean las palabras de los actores principales las que, en la medida de lo posible, vayan relatando la historia que presentamos.
Un aspecto de suma importancia en este ensayo es la serie de mapas, más de 30, en donde mostramos las rutas de exploración que tienen que ver con California, tanto en la misma península, como las que realizó desde la Pimería. En esta serie cartográfica presentamos cada una de las entradas, tanto por mar como por tierra, que se efectuaran dentro de la expedición de Atondo. También mostramos en forma individual todas las entradas que Kino realizara a los ríos Gila y Colorado desde sus misiones de la Pimería, incluyendo aquellas en las que subió a unos volcanes para apreciar mejor la desembocadura del Colorado.
Desde luego, en este trabajo no podían faltar reproducciones e interpretaciones de los mapas que el mismo Kino elaboró sobre sus entradas a Californias y exploraciones desde la Pimería. Los mapas antiguos son una herramienta de primer orden en el estudio de la evolución histórica de las regiones. Sin embargo, estos documentos suelen ser poco consultados por los historiadores del noroeste de México. Igualmente consultamos, e incluimos en este estudio, numerosos mapas, anteriores y posteriores a Kino, con el fin de contextualizar su obra cartográfica y geográfica.
Imagen 3. Desierto de Altar, Sonora. Kino dejó el verdor de su tierra, por venirse a los desiertos de California y Sonora. Exploró ampliamente estos áridos horizontes y encontró en ellos seres humanos que le dieron sentido a su vida. Fotografía de Enrique de Velasco.
Otro aspecto de este estudio es que los autores procuramos visitar muchos de los sitios explorados por Kino, y seguir en el campo las rutas que trazó, tanto en California como en la Pimería. En muchos casos estas visitas las hicimos a la manera de Kino, es decir, a caballo. También lo hicimos en vehículo y en otras ocasiones a pie. Conocer las costas, el desierto, las sierras, las llanuras, los ríos y tantas partes de la geografía de las regiones que Kino exploró y recorrió a fondo, es ciertamente una gran experiencia, una experiencia memorable para los autores de este libro, ya que mucho nos acercó a nuestro personaje. Visitar las misiones y sus vestigios, seguir las veredas, orientarnos con los mapas y los diarios de Kino, acampar en los parajes donde acampó, ver paisajes muy parecidos a los que observó, seguir sus huellas, beber agua de los mismos manantiales, encender fogatas donde él las encendió y ver cielos llenos de estrellas como él los observó. Todo esto nos enriqueció y nos permitió conocer mejor al padre Kino, y desde luego amar con profundidad a nuestra tierra y sus raíces.
Cruzamos a pie la Sierra de La Giganta siguiendo la ruta entre San Bruno y el Pacífico. También ascendimos el volcán Santa Clara para constatar esa primera visión que condujo a Kino a concluir que California es península. Visitamos la junta de los ríos Gila y Colorado en los parajes donde tantas amistades trabó Kino con los indios. Registramos la cuenca baja del Colorado buscando los recuerdos de Kino. Estuvimos en los vestigios de San Bruno, en la bahía de La Paz, en Sonoyta, Caborca, San Javier del Bac y tantos otros sitios que Kino transformó con su presencia. Estuvimos en el sitio de Nuestra Señora de los Dolores, en donde ciertamente nos emocionamos porque ahí surgieron y maduraron muchos de los sueños de Kino. Estuvimos en el Golfo de California, ese mar que tantas veces cruzó a lo largo de sus proyectos califórnicos. Procuramos visitar y conocer cada uno de los espacios geográficos donde Kino dejó su huella. Y desde luego, no nos olvidamos de su natal Segno, en el norte de Italia, donde tuvimos la oportunidad de saludar a la familia Chini, descendientes de la familia de nuestro misionero. Visitamos su casa natal y el templo donde fue bautizado. No dejamos de ver Sevilla y Cádiz, ahí vivió dos años antes de emprender el viaje a su destino. Tampoco nos faltó Magdalena de Kino, en donde murió y descansan sus restos.
Hoy, las misiones que fundó son pueblos modernos, incluso ciudades; las fronteras que exploró y fundó son regiones bien desarrolladas al igual que los reinos y provincias que soñó. Solo los indios que tanto amó y luchó por ellos ya casi no existen, desaparecieron ante el embate de ambiciones humanas que llegaron a imponerse a los ideales de nuestro misionero. Fueron excluidos de un desarrollo egoísta que los sigue conquistando de una manera brutal. Los indios fueron la razón esencial del trabajo de Kino, sin lugar a dudas para él sería muy decepcionante el ver que nuestra sociedad moderna los ha estado marginando de un desarrollo que él soñó para ellos. No podemos honrar la memoria de Kino si no tomamos en cuenta por quienes trabajó.