Читать книгу Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común - Carlos Medina Gallego - Страница 10

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Para un Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional que pasará a llamarse “Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia”:

Con el convencimiento [de] que los explotados y excluidos del régimen oligárquico y corrupto, encontraran en ese nuevo movimiento una alternativa a los decadentes partidos tradicionales, alternativa que busca proyectar hacía un futuro libertario, las acciones y los anhelos de las mayorías, teniendo como garantía en su conducción, la integridad y la firmeza del movimiento guerrillero fariano. (AH-Farc-EP, 1997)

En el ámbito político organizativo, en este periodo se gestan al interior de las Farc-EP dos estructuras organizativas dirigidas a producir una dinámica política más intensa en la organización que termina por deslindar campos con el PCC: El Partido Comunista Colombiano Clandestino y El Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia.

Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MB)

El proceso del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia se remonta a finales de 1997 cuando las Farc-EP dieron a conocer internamente lo que en su momento se denominó “Manifiesto bolivariano”, en el cual se plantea que Colombia está en crisis porque los gobernantes liberales y conservadores han utilizado sus cargos con el fin de favorecer a los ricos y para su propio beneficio; que sus gobiernos solo han defendido la insaciable voracidad de los dueños del gran capital, de los latifundistas y de los diferentes carteles del narcotráfico, y que han entregado la soberanía de la nación a los Estados Unidos de Norteamérica en contravía de la dignidad de todo el país (AH-Farc-EP, noviembre de 1997).

El manifiesto señala que las clases políticas y económicas tradicionales, a fin de mantenerse en el poder, han acudido a una guerra sin reglas desde los tiempos de los atentados al Libertador Simón Bolívar y al Mariscal Antonio José de Sucre, hasta los magnicidios de Jorge Eliécer Gaitán y Jaime Pardo Leal. Asimismo, que los jefes liberales y conservadores han utilizado el crimen y la violencia como herramienta principal del Estado para imponer su ley, de modo que han llevado el terror y la intimidación a un pueblo anhelante de tolerancia democrática, justicia y bienestar. Señalan que estos grupos, con el propósito de liquidar toda manifestación de protesta e inconformidad, incorporaron la doctrina de seguridad nacional como concepción de Estado, por lo cual declararon enemigos internos a todos aquellos que no se resignan a su política de hambre y exclusión; que las clases dominantes pregonan la defensa de los derechos humanos mientras estimulan la pena de muerte practicada por las Fuerzas Armadas sin freno y desde siempre; que hacen alarde de las “libertades ciudadanas” pero llevan cincuenta años gobernando bajo el régimen de estado de excepción, el cual la nueva Constitución cambio por “conmoción interior”; que se rasgan las vestiduras contra el crimen al mismo tiempo que los organismos de seguridad del Estado incrementan la desaparición de sus opositores y ratifican una y otra vez el fuero militar (verdadero ingenio de la impunidad), mientras se lamentan de la ineficacia de su justicia. También dicen abogar por mantener la población civil alejada de la confrontación armada pero intensifican su tarea de “quitarle el agua al pez”, lo que significa asesinar los civiles no afectos al Gobierno y la aprobación oficial de las cooperativas Convivir para armar civiles, incorporarlos a la guerra sucia, legalizar así la acción del paramilitarismo y, de paso, limpiar los expedientes judiciales de quienes han hecho del sicariato su profesión (AH-Farc-EP, noviembre de 1997).

El Manifiesto bolivariano señala que las clases dominantes han transformado a los integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía en mercenarios a sueldo, convirtiéndolos en el terror de sus propios hermanos y en indiscutible causa de los funestos odios que desgarran al país. Asimismo, señala que la violencia de clase dirigida desde el Estado tiene el propósito de mantener a los trabajadores en miserables niveles de vida, en el sentido en que les regatean ínfimos aumentos salariales, les elevan los índices de desempleo, les rebajan las condiciones de existencia de las mayorías nacionales, les arrebatan la tierra a los campesinos y les niegan las mínimas aspiraciones al pueblo (noviembre de 1997).

El manifiesto es implacable en su crítica al sistema electoral, el papel de los medios de comunicación en la creación de la opinión pública, el estado de la justicia y el sometimiento de los jueces y la clase política al narcotráfico:

Los jefes liberales y conservadores le mienten al país en campañas electorales y en el ejercicio del poder haciendo de la política el juego del engaño, de la gobernabilidad, palanca de corrupción y de la justicia social una obra de caridad para la publicidad y los discursos oficiales. Su manejo monopólico de los grandes medios de comunicación les ha permitido manipular la información, erigirse en voceros de la llamada “opinión pública”, calumniar a sus opositores, mantener desinformados a pobres y explotados sobre la verdadera situación existente marginándolos así de la real solución de los problemas que caracterizan nuestro devenir político y social. Han convertido la justicia en farsa para aplastar adversarios, inconformes y desposeídos, evaporando las garantías fundamentales de todo proceso judicial, encapuchando cual delincuentes a jueces y testigos de la llamada “justicia sin rostro”, no para garantizar la rectitud y ética de los fallos sino para ocultar la venalidad y el manoseo descarado de una rama jurisdiccional al servicio de los poderosos de turno. (Noviembre de 1997)

Inmerso en la crisis de la administración Samper, el Manifiesto bolivariano dirige sus críticas contra el Gobierno y las costumbres políticas de los partidos tradicionales envueltas en prácticas de clientelismo, corrupción e impunidad:

Los repulsivos olores que aún emanan del publicitado proceso 8.000 –verdadero tejido de las relaciones políticas del poder– son tan solo otra manifestación más de las costumbres políticas que los jefes liberales y conservadores le han impuesto al país. Así ha sido siempre, es su manejo normal y su forma de gobernar, tan solo que en esta ocasión una pelea de comadres, la avaricia del imperialismo gringo porque los dólares del narcotráfico regresen a su corral y el interés electorero de los partidos políticos yanquis, destaparon buena parte de esa olla podrida que es “la clase dirigente de nuestro país”. Todos sus componentes, presidente, ministros, directivas de partidos políticos, comisiones éticas, parlamento, jueces, notarios, procurador, contralor, gobernadores, alcaldes, generales, coroneles, servicios de inteligencia, banqueros, periódicos, magistrados del Consejo Nacional Electoral e integrantes del notablato nacional quedaron desnudos ante la opinión del país. Se sabe que la inmoralidad ha sido su norma, el cinismo su ética y el bolsillo propio su objetivo fundamental.

[...]

Han tenido la desvergüenza de convivir y enriquecerse del narcotráfico durante largos años estimulando la invasión de los narcodineros en todos los resquicios de la sociedad colombiana, aunque, ante tamañas evidencias, inventen distancias con él, señalando a otros como responsables de tan impúdica corrupción. (Noviembre de 1997)

La política neoliberal del Gobierno constituye, de igual forma, un escenario de crítica que el Manifiesto bolivariano no deja de abordar, no solo como la expresión del capitalismo salvaje, sino también como la más clara estrategia erosiva de los valores fundamentales de la condición humana:

La política neoliberal del sálvese quien pueda y su inmoralidad, no solo incrementaron la explotación sobre los trabajadores del campo y la ciudad y sobre los sectores medios de la población, sino que también fracturaron los valores más importantes y caros de los colombianos: nuestro sentimiento de nación independiente, la honestidad, la solidaridad, la dignidad, la vida, la sensibilidad social, el respeto por sus semejantes, la unidad familiar, el orgullo por las tradiciones populares y el valor por la palabra empeñada. Su promesa de redistribución del ingreso ha tomado forma única en el soborno y la mordida. Pretenden resumir todos nuestros valores en su sublime principio: todo hombre tiene su precio convirtiendo al sapo en insignia nacional, otorgando empleos, contratos y dineros a cambio de votos, entregando recursos oficiales a los necesitados pero aplastando sus principios, trasmutando el dólar en el supremo dios de los colombianos ante el cual todos debemos someter nuestra moral, ilusiones y conducta. […] Hicieron de la indignante y desvergonzada entrega de nuestra soberanía nacional y del arrodillamiento frente a los Estados Unidos, la forma natural de existencia del país. (Noviembre de 1997)

Desde esta perspectiva, por medio del Manifiesto bolivariano las Farc-EP reclaman la lucha de todos los sectores sociales por la independencia y soberanía del Estado y la nación colombiana:

Colombia necesita volver a levantar con fuerza las banderas de su soberanía y defensa de su territorio. Nuestro derecho a ser respetados como nación independiente, a exigir absoluta libertad en la solución de nuestras diferencias internas, a desarrollar estrategias tecnológicas que nos liberen de la dependencia, a independizar nuestro comercio internacional, a reivindicar nuestros valores culturales e idiosincrasia y al pleno respeto de nuestros recursos naturales. (Noviembre de 1997)

El imaginario bolivariano de la unidad y la integración latinoamerica-na fluye en el manifiesto como una reivindicación histórica heredada del Libertador, unida a la necesidad de la ciencia y la técnica para el desarrollo:

Avanzar en la lucha por la unidad de los pueblos latinoamericanos, en el espíritu bolivariano, contra sus enemigos comunes. Debemos asimilar los avances tecnológicos de la sociedad moderna para asegurar el desarrollo nacional, pero sobre políticas muy definidas que impidan los atropellos y garanticen un futuro de prosperidad cierto, pero nuestro. (Noviembre de 1997)

Los recursos naturales, como patrimonio nacional, constituyen en el Manifiesto bolivariano la base esencial de la construcción del bienestar de todos los sectores sociales y de las distintas comunidades étnicas y culturales. Este patrimonio no se puede destinar a la guerra en un país lleno de necesidades y urgencias:

Utilizar las nuevas e ingentes riquezas petroleras no en la guerra ni en los odios, sino en el campo, en la industria, en la educación como deber del Estado, en políticas de vivienda, de salud y equilibrio ecológico que beneficien al pueblo. En agua potable para todos. En el progreso de las comunidades indígenas con respeto de su autonomía, en la integración de las comunidades negras hoy sumidas en la desesperanza. En el deporte, para que masivamente la juventud sea apoyada y estimulada en su desarrollo físico y mental como compromiso de gobierno. En la investigación científica que nos contribuya al progreso y a la independencia. (Noviembre de 1997)

De igual modo, el manifiesto no se presenta en su concepción como un manifiesto comunista, más bien, el énfasis se pone en la construcción de un modelo de democracia en el que se subraya lo social:

Debemos construir un nuevo régimen, sostenido en la tolerancia y el respeto por la opinión ajena, que garantice la verdadera redistribución del ingreso, la ética en el manejo de la cosa pública, la soberanía nacional, la justicia social y la solución pacífica de las diferencias. (Noviembre de 1997)

El enjuiciamiento del Manifiesto bolivariano se dirige contra quienes consideran las Farc-EP son los directos responsables de la situación de pobreza, desocupación y hambre que vive el país; contra quienes generan la violencia y son los representantes de los intereses del gran capital:

Desterrar del ejercicio de gobierno a todos aquellos comprometidos en tanto terror y tan grandes injusticias. Cómo pensar que los Gavirias, los López Michelsen, los Samper, los Pastranas, los Santos, los Bedoyas Pizarros, los Serrano Cadena, los Víctor Carranza, los Sabas Pretel, los Santodomingos, los Ardilas Lulles, los Sarmiento Angulos y tantos otros de la misma calaña, con tanta riqueza, con tan abultadas cuentas en los bancos nacionales y extranjeros, con tan millonarios ingresos mensuales, ¿van a defender los intereses de las mayorías empobrecidas del país? No, no lo hacen, simplemente porque no lo necesitan. Ellos defienden sus intereses y los de sus amigos ricos. (Noviembre de 1997)

El manifiesto termina con un llamado a poner punto final a la dispersión social de las clases subalternas, a construir un proceso de confluencia y unidad que origine un nuevo movimiento político, clandestino, comprometido con la defensa de los intereses nacionales:

A todo esto hay que colocarle un punto final. Estamos invitando al país que anhela una sociedad deliberante pero respetuosa del criterio ajeno, en progreso pero justa y amable, a que construyamos un nuevo movimiento político comprometido con los intereses mayoritarios de los colombianos, extraño a la intolerancia y al engaño, para llamar a cuentas a tanto sinvergüenza, a tanto ladrón, a tanto vende patria e instaurar un gobierno de dignidad que reconstruya democráticamente la nación […]. Porque aquí en Colombia, entre todos los gobiernos acabaron la oposición legal a los tiros, con la guerra sucia, las desapariciones y el terror, el nuevo movimiento debe ser estructurado para trabajar en la clandestinidad. Que lleve aliento, organización y razonamientos a los diferentes sectores que forman nuestra nacionalidad y que proteja con el secreto de su pertenencia a todos quienes lo integren, hasta cuando seamos millones y podamos con la fuerza de la razón y de la lucha desterrar para siempre el terror del Estado, la corrupción y la injusticia. (Noviembre de 1997)

El llamado final del manifiesto es a que todos los colombianos rompan con la indiferencia y se comprometan en hacer algo por ellos mismos:

Porque en Colombia las mayorías aún nos indignamos ante las injusticias y tenemos la decisión de no permanecer indiferentes, invitamos a los inconformes; a los trabajadores que forjan el progreso económico y social, víctimas de los bajos salarios, los atropellos y la explotación; a los campesinos, eternos olvidados con cuya sangre se han regado todos los surcos y bosques de nuestra nación; a los desempleados y a los trabajadores de la llamada economía informal; a los estudiantes; a los nuevos profesionales y técnicos que ingresan en el incierto mercado del trabajo; a las mujeres, verdadero ejemplo y aliento en la lucha de los pueblos por la convivencia y la igualdad; a los intelectuales y artistas pues su creatividad y altiva presencia debe volver a ser luz en las jornadas populares; a los periodistas independientes; a los militares patriotas cansados de ser verdugos de sus propios hermanos; a los desplazados por la violencia que llenan los tugurios de las ciudades o andan errantes; a los habitantes de los barrios marginales y de las comunas; a los sacerdotes sensibles ante la cruel arrogancia de los poderosos; a los creyentes de todas las religiones porque la libertad de cultos es premisa del respeto por el prójimo; a los indígenas de todas las comunidades pues solo un gobierno de mayorías será garante de sus culturas, de sus milenarias tierras y de su organización; a los negros para alcanzar plenos e iguales derechos; a los luchadores por el respeto a los derechos humanos, defensores de presos políticos y familiares de desaparecidos; e invitamos especialmente a la juventud, convocamos su histórica rebeldía contra la injusticia, su generosidad con los débiles, su irreverencia creadora porque solo con audacia e imaginación colectiva seremos capaces de abrir los nuevos caminos de la patria amable en la que queremos vivir y dejar como herencia a nuestros hijos.

A todos los invitamos a organizar esta nueva herramienta de lucha que llamaremos MOVIMIENTO BOLIVARIANO POR LA NUEVA COLOMBIA para cimentar futuro sobre nuestros históricos valores patrios, para juntar esfuerzos y esperanzas y concluir lo que el Libertador Simón Bolívar empezó y está por terminar: la independencia nacional y la justicia social.

[...]

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo colocan al servicio de la construcción del Movimiento Bolivariano sus armas y combatientes, su influencia, su esfuerzo, experiencia y compromiso con las luchas populares, para crear una opción política distinta a los partidos tradicionales. (Noviembre de 1997)

A partir de entonces las Farc-EP tomaron distancia definitiva del PCC y se tornaron en constructores de su propio proyecto político de masas y de cuadros, el cual construyeron sobre la base de la experiencia de la UP.

En marzo del 2000 se da a conocer un documento con el nombre de “Carta de reunión. ‘El pueblo no puede seguir disperso’”, en el que, de manera breve, caracterizaron la naturaleza del movimiento y definieron sus propósitos:

1) El Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia reúne a todos los patriotas que anhelen los objetivos libertarios y de unidad latinoamericana por los que combatió Simón Bolívar. En él caben y se integran quienes deseen aportar su grano de arena a la reconstrucción y la reconciliación nacional.

2) Expone su ideario en el Manifiesto Bolivariano y en la Plataforma para un Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional.

3) Es un movimiento amplio, sin estatutos, reglamentos, ni discriminaciones con excepción de los enemigos declarados del pueblo. No tiene oficinas y su sede es cualquier lugar de Colombia donde haya inconformes. Su base la constituyen millones de colombianos vinculados a los núcleos clandestinos, de múltiples y variadas formas como círculos, juntas, talleres, malokas, familias, uniones, combos, hermandades, lanzas, grupos, clubes, asociaciones, consejos, galladas, parches, barras, mesas de trabajo, mingas, cofradías, comités y todas las formas que a bien tengan sus integrantes adoptar y que, a su juicio, les garantice el secreto de pertenencia y la compartimentación.

4) Los bolivarianos de corazón y de convicción, luchan y se expresan de muchos y variados modos en pro de la causa del pueblo.

5) Las Farc-EP ponen toda su capacidad para impulsar y organizar el Movimiento Bolivariano. Destacan a un miembro de su Secretariado Nacional para que lo encabece y se asesore de un Consejo Patriótico Bolivariano.

6) Este consejo se conformará con cien colombianos destacados por su actividad en bien del país y su pulcritud moral, postulados por el pueblo a través de los núcleos bolivarianos, que obtengan las cien mayores votaciones y luego de ser consultados en secreto, acepten esta responsabilidad.

7) Cada núcleo bolivariano propone a diez colombianos destacados. Luego de reunir todos los nombres se elegirán los integrantes del Consejo Patriótico Bolivariano.

Este proyecto se inauguró, oficialmente, el 29 abril del 2000, cuando se hizo el acto de lanzamiento y el pronunciamiento respectivo de tipo oficial que reconoció a Alfonso Cano como su director nacional, por medio de las palabras de Manuel Marulanda Vélez:

Camarada Alfonso Cano, jefe nacional del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, Estado Mayor Central, mandos y combatientes en general:

Reciban un cordial y revolucionario saludo en unión de quienes hoy asisten al lanzamiento del Movimiento Bolivariano, como única alternativa de poder, distinto al de los partidos tradicionales por los cambios estructurales en contra de quienes han gobernado por muchos años, sin que hasta ahora hayan logrado solucionar los gravísimos problemas políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, manteniendo sumido al pueblo en una confrontación armada en beneficio de sus privilegios y en defensa del gran capital nacional y extranjero, apoyados en los instrumentos del Estado para reprimir y someter a los trabajadores de la ciudad y el campo, y al mismo tiempo perseguir la verdadera oposición revolucionaria como las Farc-EP en lucha por los cambios.

Por ello, es indispensable hacer cambios en las estructuras del Estado mediante el desarrollo y empuje del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, en ciudades y campos, con el apoyo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, como prenda de garantía, para evitar el exterminio como ocurrió con la Unión Patriótica, barrida a tiros por los agentes del Estado, representado por los dos partidos tradicionales.

Ello nos obliga a actuar clandestinamente en todo el país, hasta cuando unas nuevas condiciones políticas lo permitan, para actuar en igualdad de condiciones y garantías con los partidos tradicionales en las plazas públicas, para elegir en asambleas populares, en ciudades y campos, los auténticos representantes del pueblo a las alcaldías, consejos municipales, Parlamento y Presidencia de la República.

Este encuentro va a ser histórico en Colombia por el surgimiento de un nuevo movimiento en donde todos, sin distingos políticos, raza o credo, puedan agruparse para defender sus intereses económicos y sociales, con la certeza que estamos abriendo caminos a una nueva democracia, sin el temor de ser asesinados por el Estado y a la vez, luchando contra la intervención de los Estado Unidos en nuestros asuntos internos, con el sofisma de combatir el narcotráfico. (Marulanda Vélez, 29 de abril de 2000)

Gran parte de los imaginarios políticos que expone el Manifiesto bolivariano y las ideas sobre las cuales se construyó el Movimiento Bolivariano por una Nueva Colombia viajan en el tiempo y mantienen su vigencia, a la vez que son permanentemente ratificados por la organización; constituyen, en conjunto con las ideas que dieron origen a la UP, un patrimonio de fundamentos políticos que instituirán líneas rectoras de sus discursos y prácticas políticas reivindicativas en los escenarios de negociación y en su inserción a la vida institucional de la nación (AH-Farc-EP, noviembre de 1997).

El Partido Comunista Colombiano Clandestino (PCCC)

La experiencia partidaria más reciente y de la cual procede el nuevo partido político es el Partido Comunista Colombiano Clandestino. El PCCC es un partido que se rige por principios leninistas y un sistema organizativo afín a estos, unido y subordinado a las estructuras organizativas de las Farc-EP.

Principios y fines del PCCC

En términos de las Farc-EP, el Partido Comunista Clandestino Colombiano se concibe como la expresión más elevada de la unidad ideológica, política y organizativa de la clase obrera y de todos los trabajadores colombianos. Es la forma superior de organización y hace parte de la vanguardia de la lucha revolucionaria e insurreccional por el poder político para el pueblo y la construcción del socialismo. Aplica a la realidad colombiana los principios filosóficos y metodológicos del marxismo-leninismo, se inspira en el pensamiento revolucionario de El Libertador Simón Bolívar, del antiimperialismo, la unidad latinoamericana, la igualdad y el bienestar del pueblo. Surge enraizado y es continuador de las luchas del pueblo contra la explotación y la opresión, por la liberación nacional y por un amplio frente antiimperialista latinoamericano y mundial. Es solidario con los pueblos que luchan por emanciparse del yugo del capital y con los que construyen el socialismo. Se rige por el programa de las Farc-EP, por el Plan Estratégico, por las resoluciones de su dirección, las conclusiones de las conferencias guerrilleras y por los estatutos creados para su desarrollo. El PCCC lleva a cabo su actividad bajo los principios organizativos leninistas, y bajo estas premisas esenciales construye su estructura orgánica.

Estructura orgánica

El PCCC tiene una estructura de organismos clandestinos, de base y dirección. Su unidad básica es la célula clandestina, conformada por tres o cinco militantes, voluntarios, seleccionados e integrados individualmente por la Dirección Regional (DR) junto con el Estado Mayor de Frente, siempre con la autorización del Estado Mayor del Bloque que nombra entre sus militantes a un secretario político para cada célula. Para las zonas rurales las células clandestinas pueden tener hasta siete militantes. Todo miembro de dirección debe militar en una célula de base. Las células se organizan de manera compartimentada por veredas, barrios, empresas, establecimientos educativos, oficios, profesiones y para misiones específicas.

A fin de transmitir las orientaciones de los organismos superiores, las inquietudes y las propuestas de la militancia y coordinar la ejecución y el balance de los planes y tareas, se tienen los siguientes organismos y mecanismos intermedios de dirección:

A. Grupo Ejecutivo de Radio21 (GER): es conformado por la Dirección Regional (D.R.), luego del visto bueno del Estado Mayor de Bloque, con los tres secretarios políticos de igual número de células clandestinas (un radio), para que dirija el trabajo de estas. La Dirección Regional, igualmente con autorización del EMB, nombra de estos tres a un responsable político del radio.

B. Grupo Ejecutivo de Zona (GEZ): dirige el trabajo de tres radios a través de sus respectivos responsables políticos que son quienes lo componen. La Dirección Regional, autorizada por el EMB, nombra a uno de estos como su jefe de zona.

C. La Dirección Regional (D.R.): dirige el trabajo de tres zonas y se conforma con los jefes de estas. Funciona como organismo colegiado. Elabora los planes de trabajo en conjunto con quien o quienes delegue el EMB, teniendo en cuenta los planes de este en primera medida y los planes y orientaciones nacionales. La Dirección Regional analiza la situación regional, y hace estudios y propuestas de orden político, económico y social para la región. El secretario ejecutivo de la Dirección Regional es nombrado directamente por el EMB.

D. Enlaces directos: la Dirección Regional, o el EMB, debían tener un enlace directo con cada una de las células clandestinas, a través de uno de los militantes escogido por dicho organismo superior, y que sea diferente al jefe de la respectiva célula, con un mecanismo de contacto cuando este lo requiera, para tener control y restablecer contactos en caso de problemas en los conductos intermedios de dirección.

E. La máxima instancia de conducción y dirección política del PCCC, fueron el Estado Mayor Central de las Farc-EP y su Secretariado. Fueron igualmente instancias de dirección intermedia los estados mayores de frente y de bloque en cada una de sus áreas, apoyados en los GER, GEZ, y en las direcciones regionales del PCCC. (AH-Farc-EP, Estatutos del Partido Comunista Clandestino Colombiano. PCCC)

Las experiencias partidarias en el Partido Comunista Colombiano que dieron origen a la organización, los esfuerzos realizados a través de la Unión Patriótica en el marco de los procesos de paz de La Uribe, el Movimiento Bolivariano por una nueva Colombia y el Partido Comunista Colombiano Clandestino (PCCC) constituyen la experiencia preliminar de la nueva organización política Fuerzas Alternativas y Revolucionarias del Común (Farc), la cual matiza poco a poco la carga de estigmatización que porta la sigla hacia el Partido de la Rosa o el Partido del Común.

El nuevo partido político: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc)

El Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera estableció las bases y las condiciones para la trasformación de las Farc-EP de organización armada en organización política. Este se cuenta como uno de los principales logros del proceso de conversaciones y de los acuerdos.

En el marco de las definiciones políticas del acuerdo de paz de las Farc-EP con el gobierno del presidente Santos surgen las líneas gruesas de lo que debe ser un camino de construcción de la nueva organización política en el interior de la institucionalidad democrática de la nación, cobijada por el orden constitucional y legal que define las posibilidades, los retos y las dificultades que debe atravesar la organización no solo para hacer parte del escenario político nacional, sino para tener la capacidad de mantenerse en él.

Con el fin de desarrollar el próximo capítulo es necesario establecer, desde los estudios que al respecto se han realizado sobre las distintas experiencias de solución negociada de conflictos en el mundo, cuáles son, en lo esencial, los fundamentos y los requerimientos que una organización armada debe considerar en su paso hacia la lucha política amplia. Lo anterior, desde un enfoque constructivo que transforme a los actores armados del conflicto no en nuevos enemigos en la arena política, sino en potenciales socios en el esfuerzo común de construcción y consolidación de la paz, de fortalecimiento del Estado, de la ampliación y profundización de la democracia y de la generación de los más altos niveles de bienestar para la sociedad en su conjunto.

La “desmilitarización de la política” (Lyons 2006) como resultado de la transformación de los grupos armados en organizaciones políticas pacíficas constituye una parte importante de la creación de una paz sostenible y duradera. Este proceso debe garantizar a los militantes de las organizaciones armadas que pueden defender eficazmente sus opiniones y luchar por sus intereses a través de canales institucionales, con las seguridades y las garantías que concede el orden constitucional a todas las identidades políticas.

En la experiencia internacional, algunos de estos grupos han gestionado esas transiciones de manera exitosa y llegan a convertirse en los principales actores democráticos en el panorama político posterior a los acuerdos; a otros se les dificultad completar la transformación en actores políticos y democráticos, a causa de las dinámicas internas y del choque de visiones e intereses, de modo que quedan excluidos del sistema político o reducidos en las posibilidades de ser protagonistas relevantes en este. Algunos otros grupos pueden abusar de su recién adquirido poder político y generar situaciones inconvenientes para sus respectivas sociedades, así como difíciles e injustas relaciones de convivencia. No dejan de existir casos en los que las dificultades que se le imponen de manera progresiva a estas organizaciones en su propósito de articularse debidamente al sistema democrático y al orden institucional den lugar a riesgos potenciales para un retorno a la violencia. De ahí que el éxito de un proceso de paz depende, en gran medida, de las garantías que se den a los reincorporados para desempeñarse a cabalidad en el marco del ordenamiento jurídico existente.

En este sentido, la participación de los miembros de grupos armados que han desarrollado procesos de solución política exitosos debe comprometer varias formas de actividades políticas, no solo en el orden electoral, sino en toda la amplitud y todas las posibilidades que deben ofrecer los canales legales e institucionales. Desde luego, en las distintas experiencias conocidas en el mundo y en nuestro país el énfasis principal se ha puesto en la política partidaria y en la participación electoral con miras a acceder al poder ejecutivo o legislativo a nivel nacional o local. Sin embargo, el éxito del paso de la organización armada a la organización política no puede medirse única y exclusivamente por los resultados que se obtengan en la lucha electoral, sino también en las posibilidades reales de construir identidades y unidades de propósito en la acción social y política con las comunidades en sus respectivos territorios.

Constituye un primer éxito político de incalculable valor la renuncia a la fuerza y a las armas, la aceptación de reglas básicas de competencia política en un nuevo escenario que convoca nuevos procedimientos y relacionamientos que requieren, en sociedades como la colombiana, de duros aprendizajes y no pocas frustraciones. Sin embargo, este punto de partida (la dejación de armas) debe acompañarse de procesos internos de democratización mediante ajustes organizativos y programáticos que tomen en consideración la viabilidad del proyecto político y lo que puede llegar a ser su nivel de influencia sobre el poder y la gobernabilidad del Estado en el nuevo escenario de lucha política.

Debe quedar absolutamente claro para los integrantes de la organización que cambiar de escenario de confrontación –esto es, pasar de las armas a la lucha política institucional– no significa renunciar a los ideales que movieron años de lucha y de sacrificio; por el contrario, es la posibilidad de alcanzar esos mismos ideales o unos nuevos, definidos por las circunstancias históricas y los distintos momentos por el que atraviesa la sociedad, en un contexto de lucha diferente que si bien no es siempre menos difícil que la lucha armada, es, sin duda, menos costoso en vidas y sacrificios.

1. Este capítulo retoma estudios realizados por el autor en relación con la historia política de las Farc-EP en lo que corresponde a lo estrictamente organizativopartidario, e introduce nuevos elementos de análisis y reflexión.

2. El Partido Comunista Colombiano se fundó en julio de 1930 como una prolongación o desprendimiento del Partido Socialista Revolucionario (PSR), el cual operó en la segunda mitad de la década de los veinte del siglo pasado y se extinguió antes del final de ese decenio. Su trayectoria presenta cuatro momentos principales: a) su emergencia, coincidente con la reconquista del poder político por parte del Partido Liberal y, por ende, su importante protagonismo en la década de los treinta, sobre todo en torno a la resistencia popular frente a los efectos de la crisis económica mundial, la lucha campesina por la tierra y la creación –en 1936– de la primera organización obrera nacional estable: la Confederación de Trabajadores de Colombia; b) su largo y difícil tránsito bajo los gobiernos reaccionarios entre mediados de la década de los cuarenta e inicios de la de los sesenta, lo cual lo ubicó con claridad en la oposición al régimen establecido por los dos partidos tradicionales; c) su notable desenvolvimiento al calor de la movilización popular desarrollada en el Frente Nacional, el cual presenta como momentos simbólicos el auge del movimiento sindical y popular, la aparición y el desarrollo del actual conflicto armado interno y la proyección política de las alianzas electorales de izquierda; d) la operación del partido en las condiciones de la globalización internacional a partir de la desaparición del denominado “campo socialista” (Delgado. 2008).

3. Al comenzar la década de los setenta, este proceso dará como resultado la conformación de la Unión Nacional de Oposición (UNO) como una propuesta de confluencia de distintos sectores de la izquierda en el propósito de sumar fuerzas en la lucha política electoral, permeados, de alguna manera, por la experiencia de la Unidad Popular Chilena que lleva al poder, a comienzos de la década, a Salvador Allende.

4. En 1964, el PCC promueve la conformación de la Confederación Sindical de los Trabajadores de Colombia (CSTC) en el trabajo que desarrollaba entonces tendiente a lograr la unidad de acción de la clase obrera.

5. Para el conocimiento de las contradicciones internas que dan origen al Partido Comunista de Colombia-Marxista Leninista (PCC-ML) y el Ejército Popular de Liberación (EPL), véase el trabajo de la Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colombia de Frank Molano, El imaginario maoísta (1965-1982) como mentalidad revolucionaria en la izquierda colombiana, del 2004.

6. En 1959, Pedro Vásquez Rendón y Pedro León Arboleda difundieron en el partido el documento titulado “Hacia un reenfoque estratégico de la revolución colombiana”, en el cual insistieron en la lucha armada y en la estrategia de guerra popular campesina. Por esta razón fueron sancionados y posteriormente expulsados.

7. La JUCO, en 1961, reprodujo ocho mil ejemplares del libro Guerra de guerrillas del Che Guevara que circularon especialmente en Antioquia, Tolima, la Costa Atlántica, Cali (a cargo de Fred Kaim, quien será uno de los fundadores del PCdeC-ML), Barrancabermeja (a cargo de Libardo Mora Toro), Cúcuta y Bogotá; este texto impacto profundamente el espíritu de los militantes del partido y en particular de los jóvenes comunistas.

8. El 20 de julio de 1960 se realizó el I Congreso del MOEC. Allí se decide enviar a Andrés Caribe y a Antonio Larrota a Cuba para preparar el inicio del accionar armado en la región del páramo de Tacueyó, límites de Valle y Cauca. A su regreso, Larrota entra en contacto con el exguerrillero liberal Adán de Jesús Aguililla, quien al enterarse del enfoque revolucionario y comunista del nuevo proyecto asesinó a Larrota el 6 de mayo de 1961. Luego de este fracaso, el MOEC intentó otra empresa militar en los llanos de Vichada, a cargo del médico Tulio Bayer, y en Urabá, con resultados similares. A partir de su II Congreso en 1962, se profundizaron sus diferencias, lo que llevó a la disolución organizativa y a que sus miembros se vincularan a otros proyectos revolucionarios que surgieron posteriormente, entre ellos el ELN.

9. En 1957, durante la Conferencia de Partidos Comunistas realizada en Moscú, la delegación del PCCH, encabezada por Mao Tse Tung, luchó con el PCUS en torno a la tesis de la transición pacífica. Varios partidos comunistas apoyaron la posición del PCCH. En los años siguientes, el PCUS inició una campaña contra el PCCH tildándolo de aventurero y militarista.

10. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo juegan un papel determinante en la tesis de la combinación de todas las formas de lucha, aprobada en el IX Congreso del Partido Comunista Colombiano (PCC) en 1961. De ahí que entre 1964 y 1981 esta organización guerrillera dependiera políticamente del PCC, órgano que, a su vez, seguía las directrices políticas del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), el cual, para ese momento, encuadraba sus relaciones con los partidos comunistas latinoamericanos dentro de la détente y la coexistencia pacífica (Trejos y González, diciembre de 2013).

11. Los regionales del Magdalena, Bolívar y La Guajira fueron clausurados en 1963. Durante los dos años siguientes se expulsaron numerosos militantes de los regionales del Valle, Santander, Cundinamarca, Boyacá, Huila y Bogotá. De la JUCO fueron expulsados el 80 % de sus militantes en los regionales de Bogotá, Santander, Valle y la Costa Atlántica.

12. La historia colombiana, y sobre todo la de los movimientos revolucionarios, está llena de paradojas. Los maoístas, “fieles” seguidores del presidente Mao, a pesar de su profunda labor de agitación y movilización ideológica y política entre sectores del campesinado, los estudiantes y los núcleos de obreros y trabajadores, durante la década de los setenta fueron reducidos a pequeños grupos sin mayor presencia y significado en el contexto político colombiano. Mientras los “mamertos revisionistas” del PCC que se oponían a la lucha guerrillera como la estrategia principal, terminaron por dar paso al proyecto político militar que llegó a ser las Farc-EP.

13. Esta visión de negar todo lo que hacía el PCC produjo que los marxistasleninistas, mientras estaban en su proceso de reorganización, no asumieran un comportamiento de respuesta y solidaridad contra las agresiones a las bases campesinas del PCC de Marquetalia, Riochiquito y el Caquetá que entre 1963 y 1964 fueron el centro del Plan laso (Latin American Security Operation).

14. Al respecto véase Villarraga y Plazas (1994, p. 21).

15. El “x Congreso” indicando que se quería “rescatar” el partido y no construir uno nuevo, de ahí la aprobación de expulsión de Vieira y el resto de la “dirección revisionista”.

16. Al respecto véase Medina Gallego (1991).

17. Es por esta época que el General (R) José Joaquín Matallana hace el pronunciamiento relacionado con el desarrollo de la violencia que se toma como un “empate negativo” entre los dos actores centrales en ese momento (guerrillaFuerzas Militares), en el sentido de que el problema de la violencia revolucionaria no podría ser resuelto por la Fuerza Pública, pero, de igual forma, los grupos armados que buscan el poder no podrán lograrlo por la fuerza, lo que conduce necesariamente a la búsqueda de una salida negociada y política.

18. Véase el Memorando del EMC de las Farc-EP a la Plenaria de la Comisión Nacional de Verificación de Cese al Fuego, Tregua y Paz (Archivo Histórico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo [AH-Farc-EP], 1984).

19. Inicialmente, con la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG) de la que no hace parte las Farc-EP por la presencia en el interior de esta del Grupo “Ricardo Franco”, pero luego con la desaparición de este se integra para conformar la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB).

20. Las estadísticas más modestas revelan que fueron más de tres mil las víctimas de las prácticas de extermino que se desarrollaron contra la población por pertenecer o simpatizar con la Unión Patriótica.

21. El “radio” no es un medio de comunicación –como podría entenderse–, sino una unidad de organización en el interior del partido.

Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común

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